Con gesto decidido cerramos periódicos y noticiarios y brindamos por el arte y la fraternidad, hoy es día de fiesta, celebramos el Día Mundial de la Marioneta. No podemos olvidar el dolor, la realidad de las desgracias y penurias que afligen al mundo, pero precisamente porque no queremos olvidar, nos damos el compromiso de celebrar la dignidad humana, el afán insaciable de los humanos de afirmar la vida frente a la mala fortuna y la muerte.
El arte es un canto a esta dignidad, reúne en una marea continua a las generaciones pasadas y futuras, las culturas y los clanes, en torno a la poesía. El arte establece la complicidad de la mirada entre personas que se maravillan juntas, creador y espectador, en la exploración de lo desconocido. Todo acto artístico es un grano de arena en el engranaje de la realidad.
El arte de la marioneta se dirige a estos objetivos a buen paso. Cada vez que animamos un personaje firmamos una declaración de independencia. Hija rebelde de las artes de la imagen y de la palabra, de la interpretación y de la narración, la marioneta afirma el compromiso con la inocencia, paraje de la felicidad y convoca también el otro extremo, la crueldad.
La inocencia es importante, es harmoniosa y fértil, como testimonian Jarry o Kurosava, Miró o Arseniev y tantos otros.
A la crueldad conviene tomarle las medidas del traje y mirarle a la cara con sarcasmo.
“El animal vive en la naturaleza como el agua dentro del agua” (M.Eliade). La marioneta vive en el imaginario como el agua dentro del agua. Territorio donde la razón linda con los flujos de la animalidad y del vegetal, de la tierra y del agua, el imaginario es la reserva de energía de personas y tribus y la marioneta campa por él como un rey, no analiza, no interviene, prospera.
“El signo diferenciador del animal humano es la animación y la primera animación que hace el hombre son los dioses. La animación nos hace personas.” (P.Sloterdijk). La mordacidad de esta reflexión filosófica impregna de humor el acto principal del titiritero: dar vida a lo inanimado y convocar a las personas en torno a esta brujería.
Hace ya algunos años, un puñado de marionetistas tuvo el acierto de crear una organización para potenciar los intercambios internacionales. Unima, convertida ya en una realidad consolidada y extendida a todo el mundo, es ahora más necesaria que nunca para dirigir los esfuerzos gremiales hacia los objetivos del arte y la dignidad humana.
Así, loemos a los dioses por concedernos esta profesión, agradezcamos a nuestros abuelos la creación de Unima y celebremos el esplendor del arte del imaginario, brindemos por la marioneta.
Compañeros, ¡BUENA FIESTA tengamos!
(Este texto ha sido publicado por UNIMA para festejar el Día Mundial de la Marioneta. Desde Titeresante, queremos sumarnos a esta celebración tan especial y compartir los buenos augurios.)