Reproducimos en esta entrada la entrevista realizada por Maylan Álvarez al titiritero cubano de Matanzas, Rubén Darío Salazar (Santiago de Cuba, 1963), director del Teatro de las Estaciones, a raíz de sus 25 años de vida artística profesional. Junto con Zenén Calero, Rubén Darío lleva realizando una ingente labor de creación titiritera y organiza asimismo el prestigioso Taller Internacional que se desarrolla cada dos años en Matanzas. Su proyección internacional se ha ido consolidando con los años y hay que destacar el logro de que el próximo Consejo de UNIMA que se va a realizar en 2014 tenga su sede en Matanzas.
Para profundizar más en la labor y el pensamiento de este veterano titiritero, recomendamos la lectura del libro «Retablo Abierto», recopilación de textos suyos publicada por las Ediciones Matanzas, en su Colección Puentes.
Jugar de adulto mi propio juego de niño
Por Maylan Álvarez.
1. Esta es una pregunta que me “enseñó a hacer” el poeta y amigo Israel Domínguez. Rubén Darío Salazar: ¿tú eres de los que cree que el nombre influye en la vida de la persona?
Yo no sé si a las demás personas a quienes sus padres les pusieron nombres ilustres les habrá pasado como a mí, pero cada vez que tengo que decir mi nombre me hacen la misma pregunta, que si soy poeta como el bardo nicaragüense, incluso que si soy él. Que más quisiera yo. Me encantaría escribir como el poeta Rubén Darío, quizás por eso es que hago títeres, porque son como la poesía, pero en movimiento, así suplo el hambre lírica que tenía mi papá, fue él quien me puso el nombre.
2. ¿Y nacer en una tierra como Santiago de Cuba y recalar en una ciudad con el mar al norte como Matanzas?
Déjame robarle las palabras a Lezama para contestarte, no solo por la inteligencia con que fueron dichas, sino por su hermosura y su metáfora que vienen a cuento con tu pregunta:
Las influencias no son causas que engendran efectos, sino efectos que iluminan causas. Yo me considero iluminado por haber nacido en Santiago de Cuba, tierra de personas valientes, tenaces y contentas, siento orgullo de mi estirpe mambisa, de mi familia humilde y multiétnica, pero a la vez creo sinceramente que solo en un espacio como el de la Ciudad de Matanzas podía yo equilibrar mis fueros naturales con el espíritu balsámico de la ciudad de Milanés, de la provincia de Dora Alonso, Virgilio Piñera y Abelardo Estorino, eso estaba escrito y ya ves, se ha cumplido.
3. Estoy absolutamente convencida de que ya te lo preguntaron. Una vez más y para que a esta charla entre amigos no le falte ni le sobre, cuéntame sobre tus acercamientos al arte. Al ARTE, no al TEATRO.
A mi me da mucha pena cuando veo gente sin sensibilidad, que van por el mundo sin comprender el porque de las cosas, sin enternecerse con lo bello de la vida. No importa que uno nazca en el campo o en la ciudad, que provenga de una familia de alta alcurnia o de un tronco sencillo, la sensibilidad es otra cosa y parece que mi padre, que se llamaba Ángel Luis, era un hombre sensible, a pesar de su oficio de almacenero. Me compraba libros en vez de juguetes, me llevaba al ballet, a los museos, escuchaba operas en la radio, pintaba de manera primitiva, fue él quien me llevó por primera vez al teatro, y no precisamente al Guiñol, sino al dramático. Yo fui un niño que se leyó antes de los 15 años El principito, Platero y yo, Oliver Twist, Las aventuras de Huckleberry Finn, Alicia en el país de las maravillas, los cuentos de Andersen, Grimm y Perrault, entre otras lecturas de Salgari, Verne, Stevenson y por supuesto La Edad de Oro. Ah, y esto no me lo ha preguntado nadie, la gente piensa que el arte ya viene en las venas, y es verdad, pero siempre hay alguien que te da un empujoncito para acelerar o producir ese acercamiento.
4. En una ocasión me afirmaste que tu trabajo de hoy siempre complace al niño que fuiste ayer…
Y lo sigo afirmando, aunque algunos me miren con rostro confuso. Yo monto obras de títeres primeramente para el niño que fui y que soy, mi niño de ayer siempre está conmigo y lo malcrío, le doy caramelos a escondidas, le compro juguetes. Yo sufrí mucho cuando tuve que dejar de ser pionero, quitarme la boina, la pañoleta, e irme a la secundaria, es que no entendía porque tenía que crecer y hacerme adulto, si yo era tan feliz. Trabajaba en la radio, hacía teatro en mi escuela, vivía en un mundo maravilloso, y de repente había que cambiarlo todo. La única forma que encontré de perpetuar mi alma de Peter Pan fueron los títeres, es el hilo que me ata a la infancia y a un montón de recuerdos y de experiencias sorprendentes.
5. Un ser como tú de seguro recuerda la primera vez que manipuló un títere…
Sí, tengo una tía política nacida en París, ella me regaló un títere hecho por ella misma, con trapo y estambre, lo guardé mucho tiempo hasta que se destruyó de tanto dale que dale, yo tendría como unos siete años, luego hice los míos propios, pues tuve un guiñol doméstico que armaba con las cosas de mi mamá, ella también proveía con su vestuario personal a mis actores, los chiquillos del barrio, con ellos o en solitario hacía mi propia representación de aquel verso popular que decía Mery tenía una ovejita…
6. Si te pidiera dos de tus momentos en el Instituto Superior de Arte mientras estudiabas Artes Escénicas.
Fue el tiempo más feliz de mi vida, ni mi añorada infancia ni mi carrera profesional llena de logros y vivencias inolvidables, pueden competir con los cinco años del Instituto Superior de Arte, imagínate tener de profesores a Rine Leal, Graziella Pogolotti, Nicolas Dorr, Francisco López Sacha… pero me pides dos momentos y debo ser disciplinado y selectivo. Ir a ver a mi profesora Ana Viñas en La duodécima noche, de Shakespeare, en Teatro Estudio, dirigida por Vicente Revuelta. Mira, cierro los ojos y puedo revivir el espectáculo y cantar la melodía final…en la escena Adolfo Llauradó, Omar Valdés, Mónica Guffanti, Eduardo Vergara, Corina Mestre, entre otros, con el mismísimo Vicente como Festes el bufón, la escenografía de Posada, aquello era toda una clase de dirección artística. El otro momento, impactante y diferente, fue el estreno de El pequeño príncipe, por los alumnos de tercer año de Flora Lauten, que luego conformaron el grupo Buendía. La espectacularidad de los montajes Flora, ligada a la base textual tan rica que siempre utiliza, definieron muchas cosas después en mi teatro.
7. 1987 y René Fernández y Teatro Papalote.
Como yo nunca vi las puestas de los hermanos Camejo y Carril, míticos en la trayectoria de la historia titiritera nacional, pues tuve a René Fernández, que si fue alumno de ellos directamente, así que soy una tercera generación en lo que a aprendizaje de lo mejor del arte del retablo nacional se refiere. Eso se lo agradeceré eternamente al maestro Fernández, al cual no me ha quedado nada por exprimirle, porque aún desde la responsabilidad de conducir mi propio grupo, sigo asistiendo a sus espectáculos como si de un posgrado de la manifestación se tratara.
8. ¿Ya me adelanto en la cronología si te cuestiono por los inicios de Teatro de Las Estaciones y ese díptico artístico –arrasador, por demás- con Zenén Calero?
Ves, esta pregunta si he tenido que responderla infinidad de veces, pero es obligatoria. Si algo me ha hecho avanzar en mi trabajo como director y actor titiritero es mi consecuencia con esta profesión, no conozco a nadie que lleve el bichito de la titiritería en el corazón que haya podido abandonarlo por otros cantos de sirena. En esta profesión he madurado, soñado y realizado mis mejores proyectos, he mezclado a los títeres con todos los géneros, opera, cine, ballet, música, literatura, plástica, pero ellos siempre han sido el centro, la razón de todo. Por eso tenía que formar un grupo como Teatro de Las Estaciones, esas mixturas multidisciplinarias estaban en mi cabeza y hallé en mi propio colectivo el espacio ideal para expresarme. Lo del díptico es un privilegio que me otorgó la vida, el poder trabajar con uno de los mejores artistas de Cuba, no digo solo diseñador, digo artista porque eso es lo que es Zenén Calero, un creador inmenso, que nunca puedes calcular ni presentir a nivel de propuestas, él siempre va a más, sin usurpar el espacio de los demás que conforman el equipo realizador, eso sin hablarte de sus cualidades como ser humano, en ese aspecto es aún mejor.
9. Se repiten nombres en tu carrera que no podría obviar en este “interrogatorio”: Dora Alonso, la tropa mágica de los Camejo, Freddy Artiles, Armando Morales, Norge Espinosa…
Soy un hombre dichoso. Todos esos nombres que mencionas no son nombres lejanos para mí, sacados de libros, ni simple referencia cultural, son los nombres de mis amigos, de mi familia. A Dora fui a conocerla personalmente a su casa, y entablamos una amistad que duró hasta su muerte. Era una mujer directa, llena de luz, su desaparición dejo una herida en mi pecho que no he podido sanar del todo. Fue también decisión mía ir a la búsqueda de la historia de la tropa mágica de los Camejo y Carril, concebí junto a Norge un libro sobre su rico e indeleble itinerario que faltaba en nuestra historia teatral. Solo pude llegar hasta Carucha, los pepes ya habían muerto. Con ella me escribo cartas como las de antes, de las que llegan por el correo ordinario y no por el electrónico, al igual que me sucedió con Dora, Carucha le dio un vuelco a mi manera de ver el teatro y la vida; su sentido del riesgo, su sagacidad, su ironía, me han servido de constante inspiración. Freddy Artiles era mí tío y yo su sobrino. Nuestro teatro está lleno de personalidades interesantísimas, unos te legan una cosa y otros otra, Freddy me transmitió algo esencial, la certeza de que me dedicaba a una profesión única, auténtica, de la cual no había que sentir vergüenza ni ninguna subvaloración, me hizo fuerte conceptual y científicamente. Aunque tenía fama de cascarrabias yo conocí su lado tierno, es otra ausencia irremplazable. Norge está ahora mismo a mi lado. También fui en su búsqueda; junto a Estorino, Dora Alonso, René Fernández, Fidel Galbán, Fulleda, Salvador Lemis o Ulises Rodríguez Febles, es de los dramaturgos que tienen una gracia natural en sus historias, puede que sus piezas posean una estructura dramatúrgica atípica, moderna, sin tantos purismos ni ortodoxias, siempre cambiante y eso me gusta. Escribía para el Teatro Pálpito textos llenos de picardía, pero también de un lirismo que me toca profundamente. Es culto, a veces amargo, siempre brillante, lo que le ha ganado algunos enemigos. Yo soy hermano del mejor Norge, su verbo de acero me ha servido no solo para dotar de textos sugerentes a mis montajes, sino de una carga poética que los títeres actuales han ido perdiendo. Tengo más amigos en mi carrera, maestros, artistas, críticos, gente que habla en voz alta, como se habla en el teatro, los que hablan a sotto voce corren el riesgo de que nadie los oiga, de que se les considere chismosos, cobardes, envidiosos e hipocritas, esos nunca serán mis amigos, ni míos ni de nadie.
10. Cuando terminé de aplaudir por varios minutos junto a mi hijo la puesta en escena de Federico de noche, comenté con otros amigos que el “suceso” Teatro de Las Estaciones es imparable. Desmiénteme si exagero.
Lo que es imparable son nuestras metas, nuestros límites. Yo siento una mezcla extraña cuando termina un espectáculo. Esos aplausos a los que te refieres me dejan un sabor agridulce. Disfruto los vítores al resultado largamente estudiado y trabajado, pero siento una inconformidad interior, como si hubiera algo que no he podido dominar, desentrañar, poseer. Debe ser esa la adrenalina que me empuja de montaje en montaje y cuanto más éxito tiene más nervioso me pongo, pensando en la puesta en escena que vendrá.
11. Copio y pego de tu ficha curricular a mi entrevista: Ha participado en importantes festivales, ferias, y jornadas escénicas en Yugoslavia, España, Francia, Suecia, Rusia, Italia, Colombia, México, Venezuela, Costa Rica, Dinamarca, República Dominicana, China y los Estados Unidos de América!!! (Bueno, los signos de exclamación son de mi cosecha)¿Qué has ido entregando por el mundo
Que he ido recibiendo. Cada cultura encontrada me deja lleno de preguntas. Asumo los viajes como esa zona de intercambio cultural donde el teatro cubano va dejando una huella particular, una huella que se contamina positivamente con la cultura del otro. No es bueno sentirse el ombligo del mundo, es una posición ingenua y demasiada responsabilidad sobre los hombros. Cuando viajo vengo cargado de libros, películas, fotos, discos; hallo respuestas y claridad en asuntos, materias o experiencias que he resuelto anteriormente a golpe de intuición, y me quedo a oscuras en otros que desde la mirada insular sentí llenos de esplendor.
12. Sé que te interesa además de actuar y dirigir, la investigación y la teoría teatral, el magisterio.
Se lo debo a mis estudios en el Instituto Superior de Arte de La Habana, recibimos una formación muy completa en ese período entre 1982 y 1987. No estudiamos para ser actores que ensayan y estrenan un espectáculo, sino creadores totales, que ensayan, investigan, cuestionan, aportan y luego estrenan un espectáculo. Además personalmente pienso que es bueno prepararse artísticamente para todo, en el teatro no solo vale el escenario, la teoría y el magisterio son una alternativa idónea tanto para el momento en que declina la estrella luminosa, como para aumentar esas luces en pleno brillo.
13. (Como también sé que no te gusta tentar al destino, no habrá entre nosotros una respuesta 13, vamos directo a la 14).
Te equivocas, está en la naturaleza del titiritero tentar el destino. Es que nos sentimos demiurgos con los muñecos en las manos. En el retablo hacemos la cosmogonía de un mundo pensado y animado por nosotros mismos. Quien le tiene horror al trece eres tú, de todas formas, por si acaso: ¡tócate!
14. ¿Hasta dónde te interesa o no el reconocimiento de la crítica?
Tengo excelentes relaciones con la crítica especializada ( me refiero a críticos verdaderos, no a aquellos resentidos e inconformes con su vida y sus resultados profesionales que se dedican a escribir de una forma malintencionada sobre la gente que trabaja ) y no precisamente porque llenen de elogios nuestras puestas en escena, he tenido señalamientos críticos como todo el mundo, sino porque los montajes de Teatro de Las Estaciones les han dado motivaciones para hacer su trabajo. Por ejemplo, Federico de noche, un espectáculo difícil por ser una infancia imaginada con muchas señales para el público adulto, riesgoso por su combinación de máscaras, títeres, siluetas, proyecciones y actores, con una dramaturgia nada convencional y una sonoridad alejada de los cánones que utiliza el teatro para niños mayoritariamente, tuvo más de 15 comentarios críticos, y así ha pasado con otros montajes. Me interesa más que el reconocimiento o la afirmación, la atención de la crítica, su mirada reflexiva y respetuosa, sin dobleces, su análisis inteligente y comprometido sobre lo que hacemos.
15. Unos que si la suerte, otros que el trabajo constante, aquellos que un buen colectivo ¿La fórmula del día a día para el éxito?
Tu misma te has respondido, todos se han respondido, por tanto nuestro éxito se debe a que somos un buen colectivo, lo que no equivale a ser un colectivo perfecto, no tengo ansiedad alguna de pulcritud, me precio de haber sostenido por más de 15 años una buena fusión artística, haber dado libertades a todos y despedir a algunos con una madurez artística a prueba de bala, sobre todo en el terreno del teatro de figuras, y separar de manera consciente a aquellos que no entendieron el éxito como disciplina y consagración, sino como triunfo fácil, victoria superficial. Nuestro éxito se debe al trabajo constante, a esa inconformidad perenne que me acompaña y que hago extensiva a mis colegas, no hemos llegado a ninguna meta final, estamos llegando siempre, así el juego y el trabajo es más interesante y tentador, llegar significa el fin de todo y de todos. Y sí, el éxito también lleva su poco o mucho de suerte, suerte entendida como destino, como estrella guiadora, como conquista de un pequeño ejercito de juglares, saltimbanquis, comediantes, titiriteros con el alma en flor.
16. Ayúdame, Rubén ¿qué voy dejando atrás y quisieras contar? Cierra tú el telón.
Nada de cerrar el telón, atrás quedaron muchas cosas, una vida no cabe en una entrevista, si quieres que te cuente más cosas pactemos otra conversación o espera a que escriba mis memorias, pero ahora deja el telón abierto y aplaude, imagina que estas frente a uno de nuestros espectáculos, que estoy multiplicado en cada uno de mis actores o mis técnicos, feliz, jugando de adulto mi propio juego de niño ¿se puede pedir más?
MAYLAN ALVAREZ RODRÍGUEZ (Unión de Reyes, Matanzas, 1978)
Periodista y poeta. Editora. Publicista. Corresponsal de la revista digital Cubaliteraria. Graduada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Ha publicado 12 creadores entrevistos. Coordenadas de arte y literatura (Ediciones Aldabón, 2011, entrevistas) y Naufragios del San Andrés (Editorial Abril, 2012, poesía). Obtuvo, entre otros, Premio Anual de entrevista de la revista Matanzas en el 2008; Premio Internacional Escribanía Dollz y Beca de Creación Aldabón en el 2009; Premio Calendario de poesía en el 2011; Premio de entrevista de la revista Videncia (2012); Premio Memoria 2012, otorgado por el Centro Pablo de la Torriente Brau; así como mención en el Premio de Poesía Digdora Alonso (2012). Está antologada en El libro verde (Biblioteca Tabasqueña del Bicentenario, México, 2011, poesía). Otros poemas y artículos suyos se han publicado en Cuba y el extranjero. Es miembro de la AHS.