Tal como se anunció en un artículo anterior, procedemos en éste a situar la figura de Kasperl, el polichinela alemán, en el marco de Múnich. En realidad, son muchas las ciudades del mundo germano que podrían reclamar una cierta paternidad del personaje, sobretodo porque el origen más aceptado del mismo se relaciona con el actor Johann Joseph La Roche (Bratislava 1745 – Viena 1806), quién interpretaba un personaje cómico llamado Kasperl Larifari. Tal fue el éxito y la popularidad que alcanzó en todas partes, que al final el personaje acabó convirtiéndose en una marioneta, capaz de encarnar los deseos populares de libertad, libre expresión y vitalidad desenfrenada, justo en una época en la que en toda Europa se pasaba clamorosamente del Viejo Régimen de las monarquías absolutistas  a los gobiernos burgueses, republicanos y constitucionales. Es decir, un personaje que ejerció su papel de difusa expansión ideológica de unos valores que habían triunfado con la Revolución Francesa y que encontraron, en el personaje renacentista -y por ello mismo también libertario a su manera- de Polichinela, a un modelo lejano de referencia.

Kasperl

Kasperl de la colección del señor Frieder Simon, de Halle.

Pero si son muchas las ciudades que podrían enorgullecerse de haber engendrado a este diablillo ácrata y tan querido por el público germano, desde la misma Bratislava donde nació La Roche hasta Viena, en la que mayormente sentó sus reales, es en Múnich donde por primera vez se pusieron por escrito las obras dramáticas protagonizadas por Kasperl. El responsable de este gran acierto fue el Conde Franz Graf von Pocci (1807–1876), responsable de escribir y publicar la mayor parte de las obras que existen sobre Kasperl, ya sean textos recogidos de los titiriteros que lo utilizaban entonces, ya sean textos propios escritos para la compañía de su amigo Papa Schmid  creador del Teatro de Marionetas de Munich. Es tal la importancia de la labor efectuada por Graf Pocci, que sus obras siguen siendo el referente obligado en cuanto a textos canónicos de obras sobre Kasperl.

Kasperl Larifari

El Kasperl Larifari del Teatro de Múnich. Stadtmuseum de Múnich.

Hay que hablar aquí de este otro personaje, Josef Leonhard Schmid (1822-1912), más conocido como Papa Schmid. Él fue el titiritero de altos vuelos que quiso elevar el arte de las marionetas dándoles una casa donde estar, es decir, un teatro estable donde poder presentar lo que normalmente se hacía en las calles, en los mercados o viajando de feria en feria. Su amistad con el mencionado Graf von Pocci fue fundamental en este empeño: el Conde, hombre muy bien situado en las altas esferas -además de dramaturgo, poeta, pintor y compositor, era un miembro activo en la corte del entonces Rey de Baviera Luís I-, fue el princiupal financiador del proyecto, que inició sus andanzas en el año 1855, aunque al principio cambió varias veces de lugar. No fue hasta 1900 que el sueño de Pocci y de Papa Schmid se hizo realidad, con un hermoso teatro construído en el mismo sitio que sigue hoy, en el antiguo cementerio de Blumenstrasse, cerca de la puerta de Sendlinger.  Su importancia fue tal, que inspiró a muchos otros teatros que aparecieron por Europa, como el muy conocido teatro de marionetas de Salzburgo. En realidad, el de Munich está considerado como el más antiguo teatro de títeres de Europa.

Teatro de Marionetas de Munich

Interior del Teatro de Marionetas de Múnic, con los dos medallones a ambos lados del escenario.

La paternidad del proyecto es un elemento fundamental en el teatro, como lo demuestra el hecho de a ambos lados del escenario del Teatro de Múnich figuren dos destacados medallones con las imágenes respectivas de Papa Schmid y Graf von Pocci, para que las generaciones presentes y venideras no se olviden de que las grandes cosas requieren siempre de la unión entre lo de arriba y lo de abajo, es decir, del creador y del financiador, aunque en este caso el conde von Pocci encarnara, para suerte de Papa Schmid, ambos extremos. Una lección que los titiriteros deberiamos ir aprendiendo…

Los aspectos de Kasperl.

Viendo el tema con perspectiva, sorprende los cambios en la fisonomía del personaje, algo desde luego normal en una zona como el area de habla alemán, que siempre ha vivido una gran fragmentación política y social. Por de pronto, podemos hablar de dos Kasperls claramente diferenciados: está el Kasperl más antiguo y «literario» (el que seguía más cerca de sus orígenes teatrales y que tanto Pocci como Papa Schmid pusieron en escena) que lleva barba y bigote y un sombrero acabado en punta. Este modelo concreto es el que se usa en el Teatro de Marionetas de Múnich. Pero lo normal es encontrarlo con distintas variantes (sólo con bigote, con bigote y perilla, sólo con perilla, y vestido de muy diferentes maneras) pero siempre representado con marionetas de hilo o de vara en la cabeza, con acabados a veces magníficos de talla de madera, muchas veces realizados por los tallistas que se encargaban de la estatuaria religiosa de las iglesias. Hay que decir que su zona natural de expansión son las áreas de predominio católico (por ejemplo, Baviera y ya más al este, Bohemia), aunque por supuesto las supersposiciones y los cruces son constantes y tienden a compensarse. Se entiende que sea así, cuando el Barroco contrarreformista de estas zonas, obligado a exaltarse para marcar sus diferencias con el luteranismo que tenía a sus puertas, gustó tanto de extralimitarse en los delirios figurativos de las imágenes. Sólo hay que visitar algunas de las iglesias de Múnich o de Praga para entender estos extravíos del Barroco.

Calavera

Calavera. Colección particular del señor Frieder Simon, de Halle.

La otra modalidad de Kasperl es la del títere de guante, que tiende a una estilización más abstracta, que puede derivar hacia lo grotesco o hacia los rasgos más simples y sintéticos. El mundo austero de las áreas luteranas, ahorrativo, más abstracto y enemigo del regodeo figurativo del Barroco, es su zona natural de expansión. Se acerca así a los Punch, Jan Klaassen o Mester Jakel, que suelen tener funciones de «válvula de escape», como un modo de desfogarse de las tendencias puritanas de sus sociedades.

Lógicamente, ambas modalidades se superponen, como antes se ha dicho, e incluso es propio encontrar titiriteros que practican las dos modalidades. Pero la distinción nos sirve para situarnos en este mundo tan complejo del Kasperl germano.  Lo interesante es constatar como las formas más ricas en cuanto a creación de imágenes, que también suelen ser las más literarias, tienen una fuerza expresiva menor que las formas más simples pero por ello mismo mucho más intensas en su expresividad. Se cumple aquí la ley de la síntesis, que cuando está bien tratada, densifica el objeto o la figura, y la carga de capacidad de atracción y potencialidad expresiva. En cambio, la acumulación visual del Barroco suele cansar la vista y distraer la atención, aunque a muchos les encante, como es mi caso.