Hablar de Festival de Títeres de Estambul es hablar de Cengiz Özek, su director artístico. Dieciséis años de pensar la ciudad desde la perspectiva de los títeres, y dieciséis años de pensar las marionetas mirándolas desde Estambul. Fue una coincidencia que el primer espectáculo que vi el primer día fuera «El árbol mágico» de Cengiz Özek, obra que conozco muy bien. Por ello le pregunté si podría verlo desde atrás. Debo confesar que también lo había anteriormente desde esta posición, pero si siempre es un placer ver como se hace el Karagöz, aún más divertido y emocionante es ver a Özek en plena interpretación, mientras manipula las siluetas, con la rítmica y musical ayuda de Stefan Carelius.
Es así como en la parte de atrás del escenario de la escuela griega de Estambul llamada Zapyon Lisesi, justo a la plaza Taksim, algunos fotógrafos, -entre los que se encontraba la periodista estadounidense Lois Parshley- y yo, pudimos ver el doble espectáculo de Cengiz Özek en su teatro de sombras. Fascinante, interesante y siempre muy divertido!
Stefan Carelius tocando la paandereta en la oscuridad
Tras el espectáculo, charlamos Cengiz y yo largamente en sus oficinas, pues hacía tiempo que no lo hacíamos. Supe así que su plan de abrir en Estanbul un teatro-museo de marionetas dedicado a Karagöz sigue adelante. Ha creado para ello una fundación llamada Istanbul Karagöz Puppet Fondation, herramienta indispensable para poder operar con ella en la dirección del teatro-museo. Su idea es conseguir un par de edificios históricos de la época bizantina que se encuentran junto al Cuerno de Oro y que son de propiedad municipal, al lado de otros edificios parecidos que ya se han destinado a museos y otros fines culturales, para luego restaurarlos y convertirlos en el nuevo espacio soñado por Özek. Tan maduro está el plan, que ya tiene pensada la disposición de los espacios: en la planta sótano piensa poner el teatro. En la planta baja, la tienda y un taller permanentemente abierto…
El primero y segundo piso estarían dedicados al museo, centrado exclusivamente en Karagöz y en algunas tradiciones que le son afines (como las sombras de Java y de los Mamelucos egipcios de la Edad Media), y también piensa en otro espacio complementario para exposiciones temporales, de seis meses de duración, dedicadas a las tradiciones de países en concreto. Como puede verse, el Teatro Museo de Cengiz Özek ya existe en la imaginación de su creador, primer paso para llegar a la realidad.
Más tarde, vimos el espectáculo de Christoph Bochdansky, de Austria, titulado «All about the World», en el teatrillo Garajistanbul. Debo decir que disfruté mucho del mismo, pues siempre me impresionan los titiriteros que se atreven a enfrentarse al tema de la Creación, en mayúscula, proponiendo imágenes y un relato convincente a tan espinoso tema. Y la verdad es que cuando Bochdansky se presentó ante el público diciendo que él era el Universo, sólo cabían dos posibilidades: o te lo crees o no. Yo me lo creí -pues cada vez me gusta más disfrutar con la máxima ingenuidad de los espectáculos- y la verdad es que gracias a esta posición de partida gocé mucho de la obra. Sobretodo al principio, cuando el Universo creador nos va mostrando las extrañas criaturas que surgen de la nada, o de sus rincones oscuros. Seres raros, medio grotescos y medio simpáticos, estrafalarios todos, y caprichosos. Muy hermosa la presentación y sus movimientos.
Luego la mitología que se inventa el austríaco se complicó un poco, sobretodo con los dos cocodrilos que son los responsables de que haya sangre en el mundo. Pero aún así, yo disfruté hasta el final del espectáculo, sobretodo porque me picó la curiosidad de saber hasta donde es capaz de llegar un Universo en su pulsión creadora cuando es consciente de la misma. Un atrevimiento mayúsculo ante el que sólo puedo levantarme el sombrero con admiración y respeto.
Debo decir que también fue un placer encontrarme a mi mismo en plena calle Istiklal, la calle río que baja de Taksim hasta Pera. Bueno, no exactamente a mi mismo, pero sí a una fotografía mía de otros tiempos integrada en una exposición al aire libre que se hace en esta calle con las imágenes en blanco y negro del conocido fotógrafo italiano Mauro Foli. Curioso encuentro que me llenó de alegría y de estupefacción!
Fue también un gran placer encontrarme con Jordi Bertran quién viajaba con Paulette St. Martin. Su actuación con el espectáculo Antología fue un éxito rotundo, tal como me llegaron los ecos de la misma. La marioneta de hilo goza desde hace años una insólita posición en Barcelona, y el ejemplo de Jordi Bertran viajando por todo el mundo con sus marionetas es la mejor demostración de ello. Felicidades!
Bufaplanetes, de Jordi Bertran