Reproducimos en este artículo el texto escrito por Amado del Pino (publicado en la revista Cuba Contemporánea) sobre el último estreno de la compañía Etcétera. No queríamos dejar pasar esta nueva apuesta de la compañía granadina en el terreno de la ópera, en el que ha dado ya títulos tan importantes como «La Serva padrona», «El Carnaval de los Animales» o «El Retablo de Maese Pedro». Un nuevo título, con música del compositor húngaro Tibor Harsányi (1898-1954) a partir del conocido cuento de los Hermanos Grimm, con dramaturgia de Yanisbel Victoria Martínez y Enrique Lanz, y dirección y títeres de Enrique Lanz. Una coproducción del Teatro Real, la ABAO y el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Con la colaboración del Parqe de las Ciencias de Granada.
Algunos de los muchos niños que entraban la mañana del miércoles 11 de diciembre al Teatro Real de Madrid hacían fotos al lujoso vestíbulo o se centraban en los elegantes objetos expuestos. Se trata de la instalación más exclusiva en programación, más rica en recursos, más comentada por la prensa. Una persona de a pie, aunque nazca y crezca en la capital española, no es muy probable que visite a menudo este lugar.
En este teatro se juntan el -para muchos generoso y para otros hasta excesivo- gasto de dinero público con la idea generalizada de que buena parte del fiel espectador que acude a las óperas y otros ambiciosos proyectos musicales figura entre lo más adinerado de la sociedad madrileña. Se trata de un equivalente español de la Opera de París o la también archifamosa Opera de Milán.
Imagen de El sastrecillo Valiente. Foto de Enrique Lanz.
Pues bien, el espectáculo El sastrecillo valiente, que se está presentando ahora en el Real, tiene como protagonista y sostén esencial en el proceso de creación a la actriz, dramaturga e investigadora cubana Yanisbel Martínez.
Recuerdo a Yanisbel Victoria -el segundo nombre lo tomo del programa y puede que lo use sólo esta vez- desde sus años estudiantiles. En aquel espectáculo del entonces naciente grupo Pálpito estaba ya su energía, su ambición creadora, su infatigable espíritu de superación.
Imagen de El sastrecillo Valiente. Foto de Enrique Lanz.
Después resultaron esenciales para la teatrista los años de formación en un grupo tan modélico como el matancero Teatro de las Estaciones. Del trabajo de Rubén Darío Salazar y Zenén Calero y en general de toda una zona de la escena cubana actual ha seguido al tanto Yanisbel. La evoco -como invitada hace varios años- en el Festival Nacional de Teatro de Camagüey.
Imagen de El sastrecillo Valiente. Foto de Enrique Lanz.
Tras otras experiencias europeas, Martínez se ha radicado en Granada, donde todo parece indicar que ha encontrado su espacio. Con Enrique Lanz -responsable de la dramaturgia, la dirección y sospecho que también de gran parte de la sonrisa de cansancio y felicidad que la cubana muestra tras la función- lleva adelante el grupo Etcétera.
De Andalucía salen continuamente para presentaciones, conferencias y colaboraciones en otras varias ciudades. Y siempre que pueden de vuelta a Cuba. A la exquisita programación del Real han accedido con éxito en varias ocasiones.
Imagen de El sastrecillo Valiente. Foto de Enrique Lanz.
El sastrecillo valiente parte de un cuento que los hermanos Grimm popularizaron a partir de 1812. La anécdota es sencilla y pasa de unas moscas que el humilde operario elimina casualmente a una leyenda de valor que comienza por un equívoco y termina por hacerse verdadera.
La dramaturgia, que firman Lanz y Martínez, rinde homenaje a la vida teatral por dentro; se pone en la circunstancia de que todo ocurre en el taller de vestuario del inmenso Teatro Real. Con fluidez y destreza la acción pasa del trabajo cotidiano a la fantasía narrativa.
La metáfora o pretexto inicial nunca se abandona. En los momentos intensos de la acción del sastrecillo se mantiene la idea de que el fiero jabalí o el ágil unicornio están hechos de retazos y moldes del taller de vestuario. Cuando el pequeño sastre es condecorado por sus victorias, los militares que lo congratulan son los maniquíes de los que deben colgar trajes para diversos personajes de hipotéticas obras posibles.
Otro logro entrañable de la puesta en escena de Enrique Lanz es que -a pesar de contar con una producción amplia y casi rica en tiempos de crisis- el objeto que protagoniza el juego escénico es extraordinariamente sencillo y se construye a la vista del niño o del adulto que disfrutan de este límpido espectáculo.
Imagen de El sastrecillo Valiente. Foto de Enrique Lanz.
Yanisbel y la también actriz Noche Diéguez nos convencen de que un simple pedazo de tela de la supuesta sastrería es -gracias a la eterna y ahora por muchos olvidada magia del teatro- todo un pequeño sastre que veremos envuelto en disímiles aventuras.
La orgánica combinación de la manipulación de objetos con el actor y la fuerza de la música en vivo conducida por Tim Anderson completan una formidable puesta en escena.
Cuba está ahora mismo representada en el legendario Teatro Real de Madrid. La imaginación, la gracia, la mejor teatralidad también. No sé cuál de esas certezas me alegra más al centro de una fría semana en España.
por Amado del Pino