El ciclo de espectáculos que durante el mes de julio ha dado vida a la exposición “Rotas de Polcihinelo”, presentada por el Museu da Marioneta de Lisboa, ha concluido este fin de semana pasado con las actuaciones de Gigio Brunello, de Venecia, con su “Un niño en la casa del Diablo”, y de Cengiz Özek con el espectáculo del teatro de sombras de Karagöz “El Monstruo de la basura”. Importante indicar que la exposición sobre Polichinela y demás personajes afines, continúa durante todo agosto y septiembre.
Momento de la función en el claustro del Convento das Bernardas.
El Arlequino de Gigio Brunello.
Gigio Brunello se ha convertido, con los años, en un maestro reconocido en el mundo europeo de los títeres por su empeño en desarrollar nuevas dramaturgias para el teatro de marionetas. Parte de una constatación clara: los títeres no son una forma residual del teatro, sino que, muy al contrario, constituyen un lenguaje de lenguajes con infinitas posibilidades para la expresión teatral contemporánea.
Gigio Brunello presenta la obra.
Conocido es su “Macbeth all’improvviso”, realizado en colaboración con Gyula Molnár, que ha sido llevado a los escenarios con rotundo éxito por varias compañías europeas (montaje que mereció recibir el Premio de la Crítica Teatral de Italia en 2002 así como el Premio Sirena d’Oro 2002). También la obra “La Leyenda del Conejo Volador”, escrita y dirigida por él para los titiriteros Alberto di Bastiani y Salvador Puche, sorprendió gratamente en su día al público de los festivales por su radical originalidad.
Arlequino y el Diablo.
En Lisboa, Brunello presentó uno de sus primeros espectáculos, “Un niño en la casa del Diablo”, en el que se propuso crear una comedia contemporánea dirigida a todos los públicos para tratar mediante nuevos postulados la vieja fórmula de la Comedia del Arte. Buen conocedor de Goldoni, pero consciente de que los viejos textos ya no funcionan a día de hoy, Brunello desarrolla en esta obra una comedia de enredo sencilla y eficaz con el diablo de protagonista. Arlequino, su criado (no hay que olvidar sus orígenes diabólicos, no en vano Dante lo sitúa en uno de los infiernos), no sólo se encarga de marcar las horas, sino también de ayudar a su amo a conseguir el amor de Colombina.
Pero un bebé inesperado irrumpe para alterar el desarrollo de los acontecimientos.
La obra, de un humor culto y surrealista, e interpretada en una especie de portiñol con pinceladas italianizantes, fue recibida con calurosa admiración por un público atento y entendido, gustoso de conocer una modalidad titiritera conectada con las viejas tradiciones italianas y con la no menos antigua Comedia del Arte.
El Teatro de Sombras de Cengiz Özek.
Tras la actuación de Gigio, tocó el turno a Cengiz Özek quién, con su fiel colaborador Stefan Carelius (encargado del apoyo musical rítmico y mano derecha del maestro de Estambul en sus labores organizativas), representó la obra “El Monstruo de la basura”.
Cengiz Özek en plena obra.
Se trata del título que Özek suele representar para públicos no turcos (aunque también para los niños de Turquía), pues en ella, aparte de los inicios hablados en la línea tradicional de Karagöz, la historia se desarrolla de un modo visual y fácilmente comprensible.
Obra, pues, en absoluto tradicional, pero que tiene la gran virtud de mostrar algunos de los trazos característicos de los espectáculos de Karagöz y, a la vez, de entretener al público con felices escenas de sombras.
Destaca Özek por su cuidada y minuciosa manipulación, que busca el detalle virtuoso así como por el dominio de las voces en una línea profundamente enraizada en la tradición del Karagöz. Vale la pena, en este sentido, ver el espectáculo por delante y también por detrás. Uno percibe entonces la gran verdad interpretativa de Cengiz Özek, un verdadero actor de formación académica que, a través de la voz y de las varillas que sujetan sus siluetas de piel de camello (confeccionadas por él mismo), consigue transmitir vida y una extraordinaria energía a sus personajes.
Cengiz Özek, tras la función, con los espectadores a su alrededor. Foto de Margarida Gabriel.
Los espectadores premiaron al maestro turco con generosos aplausos, muy interesados al acabar la función en conocer los secretos técnicos que se esconden detrás de la pantalla.