El pasado sábado 19 de septiembre de 2015, tuvo lugar en Calders, en la comarca del Moianès (Barcelona) la inauguración del Espai Animacions (Cal Salvi), obra de la compañía Rocamora Teatre. Una inauguración con varios momentos a lo largo del día, siendo el principal el Aplec Titellaire de Calders, celebrado a las 12h del mediodía en el Centro Cívico de la localidad, situado en la Plaza Mayor frente al Ayuntamiento y a la Iglesia. Un encuentro que fue un magnífico combinado de varios titiriteros que ofrecieron al público fragmentos brillantes de algunos de sus espectáculos..
Cal Salvi, casa del Espai Animacions
Ya sabíamos de la voluntad de Carles Cañellas y de Susana Rodríguez de abrir un centro -un espacio que desde el principio pensaba llamarse Espai Animacions- dedicado a la creación, la investigación y la exhibición de teatro de marionetas, cuando hace años surgió la posibilidad de instalarse en un céntrico local de Barcelona.
Esa iniciativa no cuajó, pero la idea y el proyecto quedaron guardados en el cajón –y en el corazón de ambos titiriteros–, esperando el momento propicio para su realización. Este momento llegó cuando los Rocamora se vieron obligados a cambiar de local. Una circunstancia siempre difícil, sobre todo cuando el local de la calle Argentona en Gracia era de los de toda la vida -local que perteneció al padre de Carles, herrero de profesión-, pero que los dos titiriteros han sabido convertir en una gran oportunidad. ¿Por qué no plantear ahora la idea del Espai Animacions, aprovechando la necesidad del cambio?
Pero en vez de hacerlo en Barcelona, donde la altura de los precios obliga a ponerse en manos de los bancos o de las administraciones, ¿por qué no hacerlo en una población pequeña, donde los precios sean asequibles y sea más fácil crear un proyecto nuevo y propio, con la complicidad de amigos, vecinos y responsables políticos de la Zona?
Iglésia de Calders, Plaza Major.
El lugar elegido ha sido Calders. A todas luces, un acierto total: una población pequeña pero sólida, cerca de Manresa, de Artés y de Moià, integrada en la nueva comarca del Moianès, que ha luchado en los últimos años con éxito para singularizarse administrativamente. Una zona, por tanto, dinámica y con ganas de protagonismo, necesariamente abierta a nuevos proyectos de emprendedores culturales, que es por donde estas comarcas buscan desarrollarse en sus afanes de singularización.
Carles Cañellas y el alcalde de Calders, Eduard Sànchez i Campoy.
Las palabras del alcalde del pueblo, Eduardo Sánchez i Campoy, así lo parecían corroborar cuando, en el acto de presentación del proyecto que abrió el Aplec Titellaire, dio la bienvenida en nombre del pueblo a Rocamora, mostrando el respeto y el interés con los que el Ayuntamiento ha decidido acoger el nuevo Espai Animacions en ‘Cal Salvi’ (así llaman en el pueblo a la casa donde se han instalado los de Gracia).
Un espacio que, en palabras de Sánchez i Campoy, quiere convertirse en un polo regional de creación, investigación y producción en el campo del teatro de marionetas, abierto a los intercambios con otros centros similares y coordinado con otras poblaciones de la comarca para sumar esfuerzos y medios.
Eudald Ferré y su compañera Rosa entran el retablo en el escenario del Cwentro Cívico.
Una bendición para cualquier población pequeña, como es el caso de Calders, que ha perdido con los años su industria tradicional –la textil- y que busca adaptarse a las características de la nueva economía y del turismo inteligente, por lo que necesita polos de atracción no sólo industriales y de investigación sino también culturales, capaces de atraer inversiones, gente, propuestas y oportunidades tanto a nivel local como internacional.
En este sentido, el hecho de que Rocamora sea una compañía reconocida internacionalmente, con buenos contactos en toda Europa, condición indispensable para tejer redes y buenos programas de colaboración con entidades similares, hace que el proyecto del Espai Animacions sea realmente atractivo para Calders.
Manel Tirado, de Ninus Teatre.
Dejamos las consideraciones de orden estratégico y vayamos al Aplec y a las representaciones que deleitaron al público que llenaba la sala. Tras las intervenciones a cargo del alcalde y del propio Carles Cañellas, que ejerció de presentador durante toda la sesión, rompió el
hielo un número de hilo de Manel Tirado, de Ninus Teatre, con la marioneta de una bailarina contorsionista muy bien manipulada que realizó sus difíciles ejercicios con el acompañamiento de la música.
Estuvo bien comenzar con la técnica del hilo y con un número clásico, indicando que la marioneta es uno de los platos preferidos de los Rocamora, ya que es bien sabido que Carles Cañellas está considerado como uno de los maestros del hilo de Barcelona, técnica que aprendió con Pepe Otal e indirectamente con el profesor Harry V.Tozer (ver aquí entrevista a Cañellas en Titeresante).
Esther Prim durante su intervención.
A continuación la veterana Esther Prim (fundadora compañías míticas como Planxet i Cia, Aquilinos, …) mostró su dominio del arte de los títeres dirigido a los más pequeños, una especialidad que la titiritera catalana ha cultivado durante muchos años, ya sea bajo su propio nombre o bajo el nombre de la Àvia Pepa. A partir de una matriz basada en tres cajas que esconden sorpresas de todo tipo, Esther Prim atrapó la atención de grandes y pequeños con sus sencillos personajes, entre los que destacó un pato famélico que no paraba de comer manzanas. El público premió su brillante actuación con cálidos aplausos.
Aubuster, la marioneta de Carles Cañellas.
Carles Cañellas sacó entonces su marioneta Aubuster, un ser que pertenece a una especie animal inventada por el titiritero con unos rasgos muy contemporáneos, ya que parecen provenir del mundo del cómic y de los dibujos animados. Un personaje que le sirvió para presentar varios números, primero saliendo de la maleta donde suele habitar cuando está fuera de los escenarios, y luego jugando con una silla que cae y rueda por el suelo.
Títeres de Sebastià Vergés.
Sebastià Vergés ocupó el escenario junto a su compañera Montserrat Abalate para representar un fragmento de su Mago de Oz. Fue una demostración del gran oficio de este titiritero descendiente de una de las dinastías más longevas del Títere Catalán y la única que está todavía en activo, los Vergés. Especialmente brillantes fueron las escenas de la bruja, con los clásicos juegos de esconderse los títeres y las obligadas palos, escenas que para estar bien hechas piden mucha experiencia y oficio, y en las que Sebastià Vergés lució su formidable técnica, que los niños agradecieron con una entusiasta participación.
Elsa Lluch, de Tanaka Titelles.
La joven actriz Elsa Lluch, de la compañía Tanaka Teatre, compuesta por ella y Ariadna Matas, presentó un fragmento de su espectáculo ‘No tinc por’. Una delicia para todos fue ver su actuación, que se centró en un escenario constituido por una maleta, el interior de la cual es la casa donde habita Pere, el protagonista de la historia. Una obra en la que lo más importante es la relación entre la actriz y el títere, y que cautivó al público.
Biel Porcel en plena actuación.
Biel Porcel, de la prestigiosa compañía Binixiflat, de Mallorca pero residente en Arenys de Munt, presentó una de las fábulas que suele contar en el espectáculo Fábulas del Mundo, concretamente la que se centra en las máscaras que hablan de la cultura de los taínos, estos pueblos que habitaban en las Gran Antillas. Una fábula de sabiduría que nos viene a decir que la felicidad no hay que buscarla fuera sino en nuestro interior. Con cuatro simples máscaras y su reconocida elocuencia, Biel Porcel se metió al público en el bolsillo con una historia sencilla pero cargada de contenido.
El Abuelo, marioneta de Carles Cañellas.
Carles Cañellas salió entonces con el Abuelo, este personaje que lo acompaña desde hace años, una marioneta de hilo que no habla pero que con sus gestos y su fisonomía lo dice todo. Por cierto, creo que el Abuelo ya no fuma, porque no le vi su cigarrillo en los labios. Quizá por eso mostró estar en tan buena forma, patinando primero con un patín y luego con dos, con un dominio absoluto en la materia. Con el Abuelo en las manos, Carles presentó las dos últimas actuaciones.
Actuación de David Laín, de la compañía L’Estenedor.
David Laín nos sorprendió con dos sketches de su espectáculo Mans, uno de los más antiguos del veterano titiritero de l’Estenedor, pero que conserva una actualidad resplandeciente. El número del toro y el torero entusiasmó al público, que se sumó a los olés de los títeres, en una corrida insólita, loca y totalmente imprevisible. Un segundo número hecho con las manos nos demostró el gran oficio y la capacidad que tiene David Laín de conectar con el público, con un humor surrealista y negro a veces, tan propio de su jocoso talante.
Titiriteros que actuaron y ayudaron. Faltan Sebastià Vergés, Montserrat Abalate y Susanna Rodríguez.
Y cerró el acto Eudald Ferré con un fragmento jugoso de su espectáculo ‘Las Maravillas de Oriente’, acompañado a la flauta por Pep Boada. La obra constituye ya un clásico de la casa y uno de los espectáculos de más éxito de los últimos años, el cual, como no podía ser de otro modo, maravilló al público de Calders.
Ver el arte de la manipulación que tiene Eudald con el Títere Catalán, que borda con los números del caballero y su caballo, y tras el dragón, números clásicos del teatro popular de títeres europeo que el titiritero ha adaptado con maestría en su historia, fue un final de lujo para todos los asistentes al Encuentro.Números muy difíciles de ejecutar, que piden un dominio estricto de la manipulación, y que el de Valls cumplió como quien no hace nada, lo que encendió los aplausos de los entendidos y de los neófitos.
Eudald Ferré, recogiendo sus enseres.
El Aplec se acabó y el público se fue, contento y feliz, a comer a sus respectivas casas. Para los titiriteros presentes, sin embargo, la cosa no hacía más que empezar.
Visita al taller.
Una segunda sesión nos esperaba en Cal Salvi, el nuevo Espai Animacions de Rocamora, en la calle Manresa nº 74 de Calders: Carles Cañellas y Susanna Rodríguez nos enseñarían el taller y las diversas instalaciones de la casa. Y, una vez terminada la visita, comida titiritera: un vermut de generosos entremeses, y una paella descomunal obra de los dos chefs David Laín y Carme Calvet.
Visita al taller.
La visita mostró todas las inmensas posibilidades del espacio, que Cañellas iba desgranando como si las leyera en la pantalla de su imaginación, donde el proyecto ha ido tomando forma estos últimos meses y años. El taller, propio de quien se ha criado entre máquinas y mesas de madera y hierro forjado, despertó la envidia de todos los titiriteros presentes. Igualmente la sala que se convertirá en breve en lugar de ensayo y de grabaciones. El primer piso, de unas dimensiones poco habituales, permite imaginar unos usos ideales para el centro de investigación y creación que quiere convertirse en la casa -con una terraza tan grande como la misma casa. Y el segundo piso, zona dedicada a la vivienda de sus habitantes, está dotado también de un salón que fácilmente se puede dividir en pequeños dormitorios de campaña. Tanto Susanna Rodríguez como Carles Cañellas pusieron un énfasis en la idea de que Cal Salvi convierta y sea sentida por los interesados en la Casa de los Titiriteros en Calders, un lugar abierto a la profesión y a todos los que quieran adentrarse y profundizar en este arte.
La hora del Vermut.
Finalmente llegó la hora del vermut y de la paella. Este cronista se siente en la obligación de cerrar aquí las puertas de la curiosidad ajena, consciente de que siempre es bueno preservar las intimidades propias y las de los titiriteros. Sólo indicaré la buena factura de la paella, de una generosidad pantagruélica, que exaltó los comensales. Y, a modo de testigo mudo de esta crónica social, dejo colgadas algunas imágenes tomadas al vuelo.