En el marco del programa del festival IF Barcelona – Títeres, Máquinas e Hilos, el Centro de Documentación y Museo de las Artes Escénicas (MAE) del Instituto del Teatro, en Barcelona, presenta la exposición ‘Capturar el aliento’ con fotografías de Jesús Atienza. La inauguración será el jueves 22 de octubre, a las 19:30, justo después de terminar la primera sesión del Simposio sobre Títeres y Alteridad organizado conjuntamente por el Instituto del Teatro y el IF Barcelona, en el vestíbulo y otros espacios de la entrada del Instituto del Teatro.
Figura del Wayang Kulit. Fotografía de Jesús Atienza.
Jesús Atienza (Milmarcos, Guadalajara, 1956) comenzó a introducirse en el ámbito de los títeres en 1977 a través de las marionetas de Harry V. Tozer y desde entonces es uno de los fotógrafos que más ha retratado este género, habiéndolo hecho con una calidad que le ha llevado a ser considerado como uno de los mejores fotógrafos de las marionetas. Un fotógrafo por otra parte bien conocido por los lectores de Titeresante, ya que muchas de las fotografías publicadas en esta revista digital han surgido de su cámara.
Jesús Atienza, en el MAE del Institut del Teatre.
Texto de presentación de la muestra fotográfica, por Adolfo Ayuso
EL OBJETO MUERTO MENOS MUERTO
La marioneta es un instrumento que debe cobrar vida por la acción a distancia de un actor. De un Hamlet de carne a un Hamlet de cartón hay un camino arrimado al precipicio. La marioneta es un cadáver que con su rostro inmóvil debe hacer sentir al público que es capaz de sonreír o de estremecerse.
El titiritero dispone de escasos segundos para conseguirlo. El fotógrafo de marionetas todavía dispone de menos tiempo. Una milésima de segundo después del click, el títere volverá a estar muerto. Cazar un destello de vida requiere profesión y virtuosismo. Cientos de excelentes fotógrafos captan formidables sugerencias y colores pero no captan el relámpago vital de una marioneta.
Atienza ha vivido con ellas desde 1977, cuando buscando las marionetas de Harry V. Tozer se encontró con las marionetas de Pepe Otal. Y desde entonces viajó con los titiriteros y titiriteras en sus propias furgonetas, comió y durmió con ellos y con sus muñecos. Por toda Cataluña, por toda España y por buena parte de Europa.
En 1978 fundó, con el equipo de su maestro, Albert Guspi, el Centro Internacional de Fotografía de Barcelona, el CIFB. Allí aprendió con los mejores fotógrafos del mundo a fotografiar el mundo. Eligieron la fotografía social frente a la fotografía plástica. Dentro de lo social, Atienza optó por aquello más pegado a la vida y a la muerte: el circo, el tatuaje, la carne, las marionetas.
La marioneta está unida a su animador por un cable de energía. Fotografiar esa sinergia está en manos de un puñado muy escogido de fotógrafos. Y entre ellos, Jesús Atienza, documenta los tiempos, las personas, los espacios y las miradas más tiernas o más enigmáticas entre creador y creado, con una precisión que roza el pasmo. Como un notario que apunta con detalle, pero que, además, anota la voluptuosidad de sus respiraciones.