Nuestra insistencia de que Barcelona es una pequeña ‘capital del hilo’, expresada tanto desde esta revista como desde la misma exposición ‘Figuras del Desdoblamiento’ que puede verse estos días en Barcelona, se halla gratamente corroborada por el espectáculo que pudimos ver hace pocos días en la Sala Fènix del marionetista Ángel Navarro (Compañía Saco de Huesos), espectáculo incluido también en el programa del festival IF Barcelona.
En efecto, con el título de ‘Gabinete Onírico’, el titiritero Ángel Navarro, oriundo de Murcia y residente desde hace años en Barcelona, nos deleita con un sabroso y cuidadísimo espectáculo en el que la marioneta de hilo es el máximo protagonista, por no decir el tema principal de la obra.
Nos encontramos en la intimidad del estudio-taller de un marionetista en el que se acumulan retazos de escenografías, piezas de atrezzo, muñecos a medio construir, hilos por doquier, espejos, biombos, un fogón para el café, lámparas de salón, y el mismo titiritero que aún siendo el dueño del lugar, parece sentirse extrañado, como si buscara un orden y una coherencia entre el desorden imperante.
Trasladar un taller en un escenario es situarlo en esa zona intermedia y vacía donde el tiempo parece haberse detenido mientras no haya nadie que establezca un ‘tiempo propio y diferente’. Es como convertirlo en un gabinete de alquimista de la luz y de la madera, pensado para un Gepetto del hilo. ¿Y qué puede salir de un taller suspendido en la nada sino las fantasmagorías de quienes se encuentran más cerca de él? Por de pronto, las del marionetista que lo habita, que se cruzan con las de los espectadores. Juntos participan en el rito invocatorio de las presencias ocultas. Y quien ejerce de médium, pues tal es su cometido, es el marionetista. Los lazos sutiles que conectan las manos del alquimista titiritero con las presencias invocadas son el hilo.
El hilo impone su poética y su temática: la ligereza, la suspensión en el tiempo y en el espacio, la manifestación desdoblada del sujeto, que se inhibe con sutil distanciamiento para dar vida al muñeco que toma la iniciativa e impone su presencia y su extraña gestualidad, onírica quizás, de ahí el título del espectáculo. Muñecos y atmósferas que surgen del sueño, sí, pero también del espacio, de la imaginación que se esconde entre las sombras y las cajas del taller. Lo inmaterial cobra forma, peso y movimiento, y el escenario entero se convierte en un espejo mágico que refleja lo oculto en nosotros, lo que habita en los espacios intermedios que nos son desconocidos.
El médium es el marionetista que sabe cómo tirar de los hilos y con ellos suspender en el vacío las figuras que surgen de la nada. Se entiende que la Parca sea la forma mayormente encarnada en el escenario: la metáfora más exacta de lo que es una marioneta –ese pedazo de cosa muerta que cobra súbita vida. Lo que explica que no haya marionetista sin disponer en su repertorio de una Muerte. Y que los más recalcitrantes en su oficio tomen al personaje como tema supremo o leitmotiv obsesivo de su obra entera –como hizo Pepe Otal, maestro indirecto de Ángel Navarro.
Conviene aquí detenerse en el artista y autor de Gabinete Onírico para indicar el extraordinario dominio que Ángel Navarro tiene de su arte. Un oficio, el de la marioneta de hilo, difícil y, valga la expresión, puñetero, en el sentido de que exige una dotes de paciencia, tesón, obsesión virtuosa y filigrana creativa de las que no todos los titiriteros disponen. De ahí que sea tan difícil salir airoso en los empeños. Ángel Navarro aprendió en el Taller de Marionetas de Pepe Otal pero llegó a él cuando ya el Maestro se había ido de parranda con su amiga la señora Muerte. Fueron los amigos y discípulos de Pepe Otal los que le transmitieron el saber del hilo (Carlos López, Carlos Codina ‘Litus’ y Lope de Alberdi), un aprendizaje que ha dejado su huella inconfundible.
Con este espectáculo, Ángel Navarro ha buscado la independencia y el sabor de los nuevos caminos. Pero sobre todo, afirmar un espacio propio de partida: el taller, que ya no es el de todos sino el suyo propio, trasladado en el escenario para incubar en él las fantasías capaces de crear el humus de su creatividad presente y futura. Y lo hace desde la solidez de una técnica impecable, de un dominio realmente virtuoso del hilo. Con ideas poderosas, como es el uso de la sombra combinada con el hilo, que apunta hacia unas dimensiones desconocidas por explorar.
Como decíamos al principio: una sólida estrella emergente en el rico panorama barcelonés de la marioneta de hilo.
Ángel Navarro, con una de sus marionetas.