En alguna parte de las instalaciones del Instituto Superior de Arte de La Habana,  me detengo a observar al conserje. Saca de su bolso un reloj despertador y lo coloca cuidadosamente sobre la cornisa de una ventana. El gesto se repite todos los días a la misma hora, mientras yo estoy para testimoniarlo (pues para llegar al salón donde yo impartía temporalmente un curso, tenía que pasar por su puesto de vigilancia). Por más que intenté ganarme su confianza, no me quiso contar la historia del objeto, pero en el artilugio leí un detalle inscrito con letras pequeñas, que descomponía su silencio en un amplio capítulo de la historia de la isla: CCCP (acrónimo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de acuerdo a su nombre en ruso). En la condición presente de ese reloj desgastado, por el cual hablaba también su estética, podía leerse una condensación de trayectorias socio-políticas. Formaba parte de los remanentes de la herencia material rusa, aún vigentes en la isla. Más tarde leí en un artículo de Damaris Punales-Alpizar, que tal materialidad ha pasado por múltiples asimilaciones subjetivas con el tiempo,  procesos que se aproximan a lo que la autora denomina la vía de la desovietización, esto es, su re-lectura, su re-significación desde la época presente, despojados de su carga ideológica primigenia. Escribe: “Desde los años noventa, la estetización de los remanentes físicos y emocionales soviéticos están permitiendo la desovietización de la sociedad cubana. Esta des–ideologización del pasado socialista y sus símbolos hacen posible la deconstrucción del período soviético cubano y la formación de referencias afectivas que soportan más de una lectura.”[1]

Objetario 1- Cuba Material, Shaday Larios
El reloj del conserje.

Habitar La Habana  durante aquél lapso de enero del 2013, me llenó de ideas respecto a los estudios de cultura material aplicada al análisis de los objetos cotidianos; el cómo los pormenores registrados en la objetualidad y las especificaciones de sus usos, representan una documentación viva para contarnos gran parte de la crónica compleja de un lugar y la historia afectiva movilizada alrededor de él. A cada casa a la que fui invitada, retraté más de un objeto y pregunté algo de su biografía; sin embargo mi proyecto se quedó más que nada en un cúmulo de reflexiones que nunca escribí de modo formal, y en las cuales yo me seguía preguntando, como hasta hoy, sobre las grandes posibilidades que tiene en un territorio como Cuba, el teatro de objetos documental.[2]Y no nada más en Cuba.

Pensaba en la utilidad que para el caso -o cualquier otro- podría ofrecer un tipo de dispositivo diseñado de modo específico, con el fin de indagar etnográficamente en un cierto entorno a través de los usos y significados de sus objetos cotidianos; los más imperceptibles, los más anti-monumentales. Una suerte de Objetario.[3]Se podría plantear el término objetario como un espacio físico o virtual, en el que convergen distintas formas  de la materialidad cotidiana, con el propósito de comprender y analizar un cierto estado socio-político dentro de un contexto delimitado. Esta materialidad cotidiana, puede abarcar un amplio registro de objetos personalizados, que dentro de las rutas vitales de su proceso de posesión y desposesión, tienen el potencial de ofrecer detrás de las singularidades y las constantes del deseo, una especie de revelaciones tropológicas de una cultura. El cuidado extremo hacia un reloj determinado por un sujeto de cierta localidad, es la puesta en evidencia de un dato, de un desciframiento que va mucho más allá de su funcionalidad inmediata, mostrando así lo que puede un objeto desde su dimensión inmaterial.

Objetario 1- Cuba Material, Shaday Larios
Fotografía de Shaday Larios.

Las miradas que recogen y re-ubican estos gestos expansivos de la cultura material más ínfima en un dispositivo (estético, interactivo, performativo, epistemológico, simbólico, anti o contra archivo, etc., según la pertinencia y la tentación de ponerle un adjetivo de acuerdo al caso), inventan su propio aparato de visibilidad. Con ello proponen una amplitud y una actualización constante del concepto de patrimonio de un territorio, acorde a los tránsitos de su contemporaneidad.[4]

Años después, al enlazar la idea de objetario con habitar La Habana, fui a dar con la existencia de Cuba Material, un archivo de la cultura material cubana, operativo y persistente desde hace cuatro años: www.cubamaterial.com

La materialidad cubana

La cubana María Antonia Cabrera Arús, comenzó con este proyecto investigando para sus tesis doctoral y dentro de los “anales doméstico-afectivos” de su familia; un proyecto que poco a poco se abrió hacia otras cooperaciones, convertido a su vez en una colección física de la cultura material del periodo soviético en Cuba. Parte de ella devino en una exposición en Nueva York sobre la infancia: Pioneros, construyendo la infancia socialista de Cuba http://cubamaterial.com/pioneros/[5]Mas, la muestra que compone su objetario, toca otras etapas de la historia cubana. Anota: “Sucede, también, que muchas cosas de la era pre-socialista o pre-revolucionario se continuaron usando en el periodo socialista, por ejemplo muebles, envases, ropa en menor medida, y entonces pertenecen también al periodo que estudio. Lo mismo pasa con cosas importadas del extranjero. Me interesan todos los objetos que circularon o fueron a parar a la cuba socialista de la era soviética, para ver los significados que generaron de manera individual y en dialogo unos con los otros.”

Objetario 1- Cuba Material, Shaday Larios
Exposición Pioneros. Cortesía de María Antonia Cabrera.

La mirada que organiza el objetario se adentra en los matices de una gran selección de objetos y referencias asociadas (algo más de 828 entradas). Cada pieza archivada, puede deconstruirse en distintas líneas que proponen lecturas en múltiples planos: algunas le ayudan a recomponer una memoria personal, circunstancia que simultáneamente refleja el cómo representa y de qué modo, a las varias generaciones que han convivido con el objeto. Estos aspectos delatan a la par, los órdenes por los que opera un modo de producción acorde a un ideario político, y las reminiscencias anímicas que es capaz de dejar a su paso, la existencia de tal o cual manufactura en ese flujo mercantil.

En el objetario de Cuba Material, se aprecian de modo detallado, las transformaciones éticas de la ideología socialista, son objetos que en palabras de María Antonieta, han pasado “por todo tipo de creencias.” En un sólo objeto puede rastrearse la ilusión del progreso (aquellos que datan más atrás de los setenta, son los que pretendían transmitir la idea de modernidad, proyectada en el diseño)[6], el desencanto hacia esa prosperidad, y la idea de resolver la vida durante “el periodo especial cubano” con lo que resiste de su materialidad. Son objetos que al no circular en un modelo económico fundamentado en la obsolescencia programada, permanecen de generación en generación, re-haciéndose, des-sovietizándose, adaptándose a las nuevas prácticas y significados que demanda la supervivencia humana. La cualidad de la permanencia, facilita que a cada objeto de este archivo, se le pueda delinear una narrativa o línea de tiempo para seguir su ruta vivencial; así funge como un documento por el que se pueden llegar a descubrir otras genealogías que permitan diálogos alternativos con el presente.

El dinamismo ético verificable en la materialidad socialista cubana, es lo que en su momento generó también las categorías inventadas para el objetario. Explica María Antonia:  “Bueno, hay de todo. Se pudiera clasificar por la procedencia temporal y política. Aquí estaríamos hablando de objetos socialistas, capitalistas contemporáneos (importados de los países occidentales) y capitalistas pre-revolucionarios (que quedaron de “antes”). Aquí pudiera también agregarse una cuarta categoría de objetos inventados o fabricados de manera artesanal, lo que en inglés se conoce como D.I.Y.Pero si pensamos en los significados de los objetos, se pueden crear categorías con significados negativos, positivos y neutros. Esto me interesó en un inicio, cuando el blog estaba en la plataforma blogspot. Entonces creé las categorías Vitrina para los más preciados, Debajo de la Cama, para los más odiados, y Maleta, para los que los cubanos escogieron para llevarse con ellos al exilio porque tenían un valor especial. La idea era que la gente compartiera imágenes de objetos y los clasificara, pero no sucedió mucho y cuando me mudé a mi sitio propio las eliminé. Por supuesto, se pueden crear muchas otras categorías según el interés del investigador.” Pese a la supresión de estas categorías, se pueden dar ejemplos de objetos del archivo, que tienen rasgos compartidos con algunos otros.

Los objetos documentales de la utopía

Muchas de las muestras del objetario de Cuba Material, aluden a la imagen de Modernidad que se pretendió imponer en Cuba, según las características de su diseño. Analiza María Antonia: “La politización de los bienes de consumo socialistas está dada no sólo por los mecanismos de control ideológico mediante los cuales estos bienes eran asignados, sino también por el papel que los mismos jugaron en apoyo del discurso oficial modernizador que presentaba la utopía comunista como la más avanzada formación económico-social de la historia.”[7] Estos objetos, aunque en principio insustanciales, encierran contenidos, ideales, designaciones sociales, posturas impuestas de cómo se debe ver y repartir lo sensible en el mundo, a favor de concretizar e incorporar en los ciudadanos el anhelo de un modus vivendi. La tensión poética de tales insumos (y tal vez de cualquier otro objeto cotidiano indagado a profundidad), radica en su fuerza documental, potencia capaz de atravesar el tiempo y proponer una lectura crítica actual de las imaginaciones sociales procedentes de épocas distantes. Por el carácter tropológico de la materialidad soviética de Cuba, se puede revisar el lugar que tienen aquí y ahora las utopías pretéritas, y cómo el conocimiento reunido por y en esos objetos, puede ser un catalizador para imaginar las nuevas utopías. Y es que los objetarios operan sus mecanismos de enunciabilidad a partir del poder metonímico de los objetos cotidianos, y de otros desplazamientos que los conducen a estructurar otras figuras de pensamiento. En el modelado de la materialidad están registrados los sueños de unos cuantos, están inscritas las señas particulares de la dominación colectiva, aunque los objetos mantengan una contienda por lapsos, en pro de su personalización.

A este respecto, María Antonia recuerda el ejemplo del toallero expandible, el artefacto documenta la ideología del progreso y también notifica parte del problema de la vivienda en Cuba: Antes de que desapareciera la URSS, el discurso oficial del estado cubano repetía que el país marchaba hacia el progreso y la modernización, y algunos bienes de consumo debieron convencer al pueblo de la veracidad de tal pronunciamiento. Entre ellos, los toalleros expandibles (a pesar de su estatura menor al lado de los grandes paladines del progreso: los automóviles y electrodomésticos). Cuando mis padres compraron el nuevo toallero en el mercado paralelo, pude palpar una industria mucho más adelantada que la nuestra en detalles tan simples como el acabado industrial o la cobertura de cada uno de los delgados travesaños con un material plástico para evitar la corrosión. No asocié entonces aquel simple toallero con el incremento del tamaño de los núcleos familiares que, hinchados hasta sobrepasar las cifras que los expertos consideran adecuadas, acomodaban familias de más de una decena de miembros, y tres generaciones, en viviendas construidas para familias nucleares de dos a cinco miembros. La mayoría de los baños, sin embargo, continuaba teniendo un solo toallero de cerámica, empotrado. El nuevo toallero expandible permitía airear seis toallas más.”[8]

Objetario 1- Cuba Material, Shaday Larios
Goma Pionero. Cortesía de María Antonia Cabrero.

Los ejemplos abundan en las distintas entradas del archivo, algunos de ellos aluden a las marcadas diferencias de “modernización” socialista vivida por mujeres y por hombres según el tipo de manufacturas; otros plantean un debate sobre la estética o la nociones de lujo y tecnología, entre muchos más derroteros abiertos al estudio por las tensiones poéticas o la fuerza documental de los objetos.

Conversiones de los objetos

Cuba es un campo de observación activo en lo que respecta a la ausencia de obsolescencia programada, y en ese campo juegan un papel importante los diseños de la extinta URSS. En una entrada del Objetario de María Antonia, se hace un hipervínculo a la revista digital Cuba Ahora, que corresponde a un escrito en el que se describe el caso de la lavadora Aurika y otros electrodomésticos: “También llamaban “rusos” a los equipos aunque fueran productos de cualquiera de las otras 15 repúblicas que componían la desintegrada unión. Aunque en 2005 hubo cambio masivo de equipos electrodomésticos en la nación caribeña, hay quienes se aferraron a su refrigerador ruso y todavía los muestran con orgullo, proclamando que durarán más que los nuevos y no faltan quienes adquirieron los modernos y ahora lamentan haberse desprendido del made in URSS.”[9]

Objetario 1- Cuba Material, Shaday Larios
Lavadora Aurika.

En el mismo texto se hace un recuento de distintos tipos de electrodomésticos “made in URSS” que han acompañado a varias generaciones. Aunque el aparato pase por algunas averías, contiene partes medulares que se niegan a morir, partes motrices que entonces conllevan a una permutabilidad de los objetos bajo la lógica del reciclaje. Las partes perdurables se reinsertan en otras manufacturas para permitirles proseguir con sus ciclos funcionales, y en este proceso se asiste a una de las dinámicas más fascinantes del ingenio material cubano, en la búsqueda por superar la crisis material. En el objetario de Cuba Material se distinguen distintos tipos de conversiones objetuales, las más evidentes: aquellas en las que el mismo objeto se utiliza para desempeñar labores “impertinentes” respecto a su diseño, otras en las que las partes inmortales de los artefactos o su misma materia prima (los metales, los motores) se re-utilizan para concebir otra “fisonomía”, y aquellas en las que los restos o fragmentaciones de un objeto operan como objetos prácticos en sí mismos.

En esta misma entrada del objetario se describe la permutabilidad y la multifuncionalidad de la lavadora: “Después de tantos años, este equipo no deja de asombrar, pues algunas solo lavan, no secan porque el motor fue utilizado para confeccionar un potente ventilador capaz de lanzar una chorro de aire a más de 10 metros de distancia. O quizás lo encuentre en una turbina para impulsar el agua, en una podadora de césped como la que usan en los jardines del Monumento a la Acción del Tren Blindado en Santa clara, o en el más increíble de los aparatos manufacturados por la ingeniosidad cubana. Sin embargo, nadie en otro país que no sea Cuba, puede imaginar que lo inviten a una fiesta y a la hora de brindar la cerveza y asar el pernil de cerdo, convoquen a ubicarse alrededor de una lavadora rusa marca Aurika. Como por arte de magia, levantan la tapa y extraen una botella de bebida congelada, y también una masa de carne congelada, pues han convertido la lavadora en una nevera.”

Cuba es un verdadero tráfico de materias primas que devienen en otras, los objetos cumplen la ilusión de lo informeo la entelequia del demiurgo al estar en el límite de defigurarse; o más bien, es que por esta mirada, ahí los objetos cotidianos poseen siempre el secreto interno de su trastocamiento, sus conversiones vibrantes detrás de su primera apariencia. Tal vez los verdaderos demiurgos de la materia, son aquellos quienes han experimentado la extrema carencia de recursos sin por eso resignarse a desistir. Para mí los cubanos tienen algo de la esencia del demiurgo.

Figuraciones sobre el reloj despertador

Después de adentrarme en Cuba Material, descubrí referencias de los relojes despertadores soviéticos; aunque María Antonia nunca había visto uno como el del conserje del ISA, puedo imaginármelo activo en la Historia. Ella recopila la información de otra revista digital de nombre Ifriedegg: “Los primeros que se vendieron lo hicieron a través del sistema de “méritos y deméritos”, un régimen leninista de premiación obrera que, según la dedicación del trabajador a la Revolución, éste podía ser agraciado con un artículo de consumo, y los despertadores soviéticos entraron por ahí. Luego empezaron a venderse mediante el severo racionamiento que imponía la cartilla de productos industriales.”[10]

Objetario 1- Cuba Material, Shaday LariosEl toallero expandible.Tomada de Cuba Material.

Los relojes eran artículos que se vendían bajo la categoría de “uno por núcleo”, uno por familia, por lo que se trataba de relojes compartidos y reajustados en relevos para coordinar los despertares de las familias numerosas. Continúa la entrada: “Los despertadores soviéticos fueron la causa de la improductividad de Cuba, porque con sus roturas y su traicionera vocación a pararse mientras el trabajador dormía, generaron no miles sino millones de horas de tardanzas laborales nacionales. La única virtud que tenían era que si uno se quedaba dormido por cansancio, por borrachera o por irresponsable, siempre podía echarle la culpa al Sevani o al Vityaz porque… “disculpe, jefe, pero el despertador se me paró”.

No sé si el velador del ISA corría en su infancia a dejarle el despertador a sus hermanos, o cuántas veces se le habrá detenido, caído, roto y entonces, cuántas otras lo habrá tenido que llevar a reparar al “Consolidado de Relojes” (un taller estatal, a veces único en la ciudad) por no poder sustituirlo por otro. No sé si su reloj lleva fracturas de otras generaciones, lo único que sé, es que cada día lo saca de su bolsa con una delicadeza que habla de su ser irremplazable, que le podría hacer merecer un lugar en el archivo de María Antonia, pues su objetario está construido de pieza irremplazables, llenas de marcas que remiten a la memoria familiar, y si se quiere, a la memoria entera de un país. Quizás lo que significó para el padre del conserje ese reloj, hoy sólo quede como una capa más, sostenida en el fondo de su biografía.


[1] “Lo soviético como objeto estético en la cultura cubana: la vía de la desovietización”, Sovietcuba [En línea] 8 de febrero del 2015 [Consultado el 25 de febrero del 2015] Disponible en: https://sovietcuba.com/2015/02/08/lo-sovietico-como-objeto-estetico-en-la-cultura-cubana-la-via-de-desovietizacion/

[2] Me ha dado por denominar de este modo a una práctica performativa, que trabaja con el material verídico contenido en la objetualidad de una comunidad particular. Cfr. Shaday Larios, “Objeto y Catástrofe. Planteamientos y preguntas para un teatro de objetos documental” en Double. Mgazin für puppen-Figuren- und Objekttheater, Agosto 1 2016, No. 33, Berlín; y también de otro artículo de mi autoría “El objeto post-catástrofe y la catastrofización de la materia. Preguntas y evidencias para un teatro de objetos documental”,  Titeresante [En línea]10 de mayo del 2014, disponible en:  http://www.titeresante.es/2014/05/10/el-objeto-post-catastrofe-y-la-catastrofizacion-de-la-materia-preguntas-y-evidencias-para-un-teatro-de-objetos-documental-por-shaday-larios/

[3] Ignoro si este término como tal, ya ha sido conceptualizado por alguien más.

[4] Y digo “inventan” en tiempo presente, porque cada vez encuentro más y más ejemplos de objetarios que trataré en entregas posteriores de este espacio.

[5] María Antonia me contó en una entrevista que le hice que: “Como parte de la expo tuvimos varias actividades públicas, entre ellas un panel con profesionales que habían crecido en regímenes socialistas. Estuvieron presentes la escritora de origen soviético Anya von Bremzen, la socióloga de origen Húngaro Virag Molnar, la socióloga de origen polaco Elzbieta Matynia, el escritor de origen cubano José Manuel Prieto, la profesora cubano-americana Ana M. Dopico, y el historiador cubano Abel Sierra Madero, moderados por la profesora Jacqueline Loss, quien se especializa en las huellas soviéticas en la Cuba post-soviética y es autora del libro Dreaming in Russian: The Cuban Soviet Imaginary (University of Texas Press, 2013). Otro evento asociado con la exposición fue la proyección de documentales sobre la infancia socialista en Cuba.” Algunos comentarios suyos dentro mi texto, pertenecen a esta misma entrevista que le realicé vía electrónica el 7 de junio del 2016. Otros comentarios suyos son extraídos directamente de diversas entradas del archivo de Cuba Material, las cuales indicaré en notas al pie cuando sea pertinente.

[6] Anota María Antonia: “Me inclino a pensar que, además del simbolismo político que estas formas socialistas poseyeron, dado por su vinculación con los dirigentes del estado y del partido y los nuevos profesionales, cuyo ascenso social dejaban ver, contaron con el involuntario apoyo de una arraigada predisposición cultural por lo moderno que en algo debe haber contribuido a legitimar el sistema político ideológico que las distribuía.”

[7] http://cubamaterial.com/blog/los-bienes-de-consumo-socialistas-y-el-discurso-de-genero/

[9] http://cubamaterial.com/blog/cubaahora-la-lavadora-rusa/

[10] http://cubamaterial.com/blog/relojes-despertadores/