Se inició ayer 21 de septiembre el ciclo FIOS en el Museu da Marioneta de Lisboa con un clásico de la marioneta de hilo, la Antología de Jordi Bertran, que desde que se fue configurando en los años ochenta durante las actuaciones en el café teatro Llantiol de Barcelona, no ha cesado de girar por el mundo, con un éxito siempre garantizado.

Con la sala de la Capilla bastante llena y ante un público muy entendido, Bertran deslumbró por el dominio de la manipulación y el buen encadenamiento de los diferentes números, que con sólo siete marionetas, consigue crear un bello crescendo hacia lo poético y lo maravilloso con el que culmina el espectáculo.


Los primeros sketches funcionan a modo de aperitivo para que el público vaya entrando en el arte del hilo, mientras se establecen las bases de la comunicación, distanciada e irónica, entre el marionetista y el respetable. Tal es el caso del personaje de Dalí, que Bertran usa a modo de presentador surrealista de la obra, indicándonos que a partir de ahora «todo es posible» en el escenario. Louis Armstrong nos deleita con una interpretación cabaretera de corte musical con algunos gags de contrapunto cómico, como las tres coristas que surgen de la nada cada vez que deben intervenir. El payaso Toti Tipon, junto al fakir Raixic que le sigue, son sin duda los números más cómicos y en los que el titiritero se permite recrearse con chistes y gracias circenses propios de los «cabarets de hilo», es decir, jugando con lo que el hilo le permite y no le permite hacer.

Jordi Bertran en su Taller del Parc, con Paulette San Martin.

Empezamos a transitar hacia otros territorios con la aparición del violoncelista catalán Pau Casals, con sus interpretaciones clásicas, carraspeos incluidos, que ponen la nota lírica y hasta sentimental, como nos indica la paloma de la paz que se forma con magia titiritera. El público ya está, llegados a estas alturas, metido de lleno en el mundo de las marionetas. Pero para catapultarlo a las cimas del asombro y de la maravilla poética, aún faltan los dos números finales.

El «bufaplanetes» Pep Bou, alter ego de este genial artista catalán de las pompas de jabón, aparece convertido en una de las marionetas más logradas de Bertran. Aquí la habilidad virtuosa se combina con la pura belleza de las imágenes que poco a poco se van configurando, pompas de jabón que se forman con una facilidad sorprendente, para acabar creando unas bellas arquitecturas esféricas sobre una mesa que, gracias a una oculta iluminación interior, se convierten en semiesferas caleidoscópicas de alto nivel estético. El público aplaude maravillado y ya entregado al cien por cien al espectáculo.


Para rematar la faena, el torero del hilo Bertran entra a matar con el último as que se saca de la manga: el Skeleton Rocker, una preciosidad de marioneta, el clásico número del esqueleto que se descoyunta, con la que el manipulador hace literalmente lo que quiere: canta, baila, se arrastra, se separa, se junta, abraza al planeta entero (un mapamundi en el escenario), para regresar tras su interpretación macabra al ataúd de donde salió. Una secuencia de embrujo que te deja con la boca abierta.


Termina el espectáculo y el público tiene que abrir y cerrar varias veces los ojos para regresar a la realidad del mundo normal en el que caminamos sometidos a la gravedad, con los únicos hilos de la voluntad y de la imaginación. Y para alargar al máximo las mieles estéticas y ontológicas vividas durante el espectáculo, los espectadores se levantan de sus asientos y rompen en ardorosos aplausos. ¿Ha sido realidad o ha sido un sueño? Bertran saluda, con la humildad del artista que ha realizado su trabajo, como si todo hubiera sido un asunto de sus marionetas, que cuelgan a la vista del público, quietas, con su poderosa energía potencial tensada entre los hilos que las sostienes y la atracción de la Tierra que no les permite escapar. Sólo cuando intervienen las manos del marionetista, puede entonces la gravedad disimular y dejar que los imposibles se hagan realidad.

Cuando las marionetas de hilo están en buenas manos, se convierten entonces en un verdadero lujo estético y filosófico. Jordi Bertran lo demostró ayer y volverá a hacerlo esta noche en Lisboa. El ciclo FIOS que presenta el Museu da Marioneta es una buena oportunidad para que los amantes de estas artes puedan saciar con creces sus sofisticados apetitos. Para saber más de FIOS, vean aquí.