El ciclo FIOS ha presentado este sábado 23 de septiembre al mediodía el espectáculo «Metamorphosis», del marionetista alemán instalado en Islandia Bernd Ogrodnik. Ha sido en la Capilla del Museu da Marioneta, un lugar idóneo para la obra, que requiere cercanía y una atmósfera de intimidad. Y por la tarde, los interesados en estas artes nos hemos podido deleitar con una charla conferencia de Ogrodnik sobre la película Strings, de la que fue el constructor de todas sus marionetas.

Como dice el programa, «Metamorphosis» es una colección de pequeñas historias, que busca retratar los cambios inesperados y sorprendentes que se producen en el día a día de nuestras vidas, para reivindicar que importa no tanto lo que es, sino lo que vemos.

Para conseguirlo, Ogrodnik se pone en la piel de un marionetista integral que busca la esencia del trabajo titiritero. Es decir, cuando recurre al hilo, no se recrea en un personaje determinado, sino con la Marioneta en sí, una figura de madera que no nos oculta sus articulaciones, sin vestido alguno. Con ella abre el espectáculo, marcando ya de entrada el territorio por el que va a discurrir su trabajo: el de la relación entre el manipulador y el títere.

En este primer número, se presenta el espíritu rebelde del muñeco que pretende ser libre e independiente: no se percata de que está manipulado con hilos desde arriba hasta que tropieza con el pie del marionetista, y aún así, tampoco parece aceptarlo. Quiere apoderarse de parte del control que sujeta los hilos, en concreto la madera que mueve las piernas. El manipulador acepta, pero entonces la marioneta no puede caminar. Con este número clásico de la marioneta de hilo que se resiste a ser manipulada -con el genial antecedente de la marioneta que tras rebelarse, carga con la cruz que lo sujetaba desde arriba, como hizo Henk Boerwinkel, de la compañía Triangel en los años setenta-, Ogrodnik nos ofrece una variante limpia y muy bien realizada del tema, que termina con la marioneta columpiándose sobre el mismo control que la sostiene.


A partir de aquí, el artista instalado en Islandia va desgranando una serie de sketches cada uno con técnicas diferentes, lo que requiere no sólo un dominio de éstas sino también unas buenas dotes actorales, al convertirse el manipulador en el contrapunto indispensable de sus muñecos, formas y figuras, sean títeres de guante de mesa, bolitas en los dedos, o simples añadidos en las manos para caracterizar al personaje.

Muy hermosa es la secuencias de una marioneta ángel que con música celestial invoca al Mundo que aparece en escena.  Y en apenas cinco minutos, se nos representa la historia de la Tierra, este planeta que ha sido capaz de crear la singularidad de la vida, con el sol y la luna que la acompañan: primero la vegetación, luego los animales y por fin los humanos. Pero tras su irrupción, la vida empieza a languidecer: desaparecen especies animales y al final incluso la vegetación. Una visión ecológica y trágica de la evolución explicada de un modo altamente poético.


La creación de un personaje con las dos manos del titiritero es quizás uno de los números más conseguidos e impactantes, no sólo por el logro de la figura conseguida, sino por la secuencia en que se presenta y en cómo se va transformando. Para ello se sirve de una pequeña marmita en la que va cocinando pócimas mágicas con elementos mínimos. Cada fórmula ofrece al pequeño aprendiz de brujo una forma diferente: le aparecen manos, cuerpo, un vestido y finalmente dos pies. Pero entonces se da cuenta de que sus piernas son las del titiritero que maneja la acción. La percepción de si mismo libera al muñeco que se olvida de la forma humana y empieza a transformarse en un animal, luego en otro, desde una araña hasta un hermoso pájaro que se aleja volando. ¡Magnífica secuencia!

También encandiló al público una representación de títeres hecha con las manos y simples bolitas para la cabeza, que escenifican un ciclo entero de vida: encuentro, conquista, enamoramiento, boda, sexo, hijo, para acabar con la vejez de los protagonistas. Una pequeña historia muy bien resuelta, con la síntesis indispensable que requiere este tipo de argumento.

Luego están los números de lucimiento en los que Ogrodnik nos muestra sus habilidades, como cuando manipula una marioneta cuyos hilos están atados a la camisa que se pone el titiritero, mientras toca una flauta travesera que pone música y ritmo al baile que ejecuta el muñeco. O cuando se pone una máscara y el manipulador se transforma en un clown de la vieja escuela, para jugar magistralmente con una cinta métrica de la que le saca un jugo inimaginable.

Bernd Ogrodnik se puso al público en el bolsillo gracias a la frescura y a la verdad que transmite su trabajo, limpio y escueto, siempre en pos de la síntesis que va a lo esencial. Un alarde de buen hacer titiritero de alguien que siendo aún joven, trabaja ya como un maestro.

Bernd Ogrodnik y la película Strings

Por la tarde del mismo sábado del estreno de «Metamorphosis«, y tras el pequeño taller titulado » Zen in the art of Puppetry«, Bernd Ogrodnik habló a los presentes en el Museu da Marioneta del proceso de creación de la conocida película Strings, de la que fue el responsable de construir las marionetas.

Strings es una curiosa película dirigida por Anders Klarlund Rønnow, autor también de la idea. Se le ocurrió una vez que viajaba en avión y «vio» el mundo movido por hilos que bajaban de las nubes. A partir de esta imagen, urdió el proyecto, contactando con Bernd Ogrodnik, a quien encargó el diseño y la construcción de las marionetas. Un trabajo ingente, pues el film, de larga duración y con un presupuesto de alto voltaje (coproducción danesa-sueco-noruego-británica), está íntegramente realizada con marionetas, lo que da idea de la magnitud del reto al que se enfrentó.

Lo interesante es que el film no intenta disimular o esconder los hilos de las marionetas, sino que los realza, constituyendo de hecho el centro mismo del relato. Su simbología es sobre todo de conexión, lo que hace que tengan un carácter sagrado.


Por ejemplo, los personajes, en lugar de dar a luz a un bebé, lo deben tallar primero como si fuera una escultura de madera. Una vez creada, debe esperar que unas misteriosas cuerdas luminosas y blanquecinas desciendan del cielo y se le inserten, dándole así vida.

Obrodnik explicó algunos detalles de la creación del proyecto que maravillaron a los asistentes por la minuciosidad y la envergadura del trabajo realizado. Una película oscura de corte casi gótico que los aficionados al hilo no pueden perderse.