La reciente visita al Museu da Marioneta de Lisboa, con el que Titeresante mantiene estrechos lazos de colaboración (ver aquí) junto con el Museo del TOPIC de Tolosa (ver aquí) y el Museu de les Arts Escèniques (MAE) (ver aquí) en Barcelona, sin duda los tres proyectos museísticos más sólidos y consolidados de la Península Ibérica, nos ha hecho pensar sobre la importancia de los museos.
Roberto de Manuel Rosado. Museu da Marioneta de Lisboa.
Por suerte, sin movernos de la Península, son ya varias las iniciativas museísticas que conforman un mapa expositivo del sector de las marionetas de una gran importancia: junto a los tres mencionados, están: el Museu de Marionetas do Porto (creado en su día por João Paulo Cardoso y abierto a colaboraciones con el de Lisboa); el Museo-Taller de Pola de Siero que dirige con prudente mano Joaquín Hernández (ver aquí), asociado a la compañía Tragaluz; el Museo de la Casa de los Títeres de Abizanda, creado por Los Titiriteros de Binéfar (ver aquí); el Museo-Colección Francisco Peralta de Segovia, situado en una hermosa torre de la vieja muralla, dedicado al gran maestro gaditano recientemente fallecido (ver aquí); el Museo del Títere de Cádiz, instalado en unas impactantes instalaciones de la vieja muralla de la ciudad cerca del puerto, que espera con ansias la llegada del rico legado del Teatro de la Tía Norica (ver aquí); el Museo Galego da Marioneta, fundado por la compañía Viravolta en Lalín, donde se exhibe el legado de la familia Sirvent con el teatro de Barriga Verde; y el Museu Internacional de Titelles de la Vall de Albaida, en Valencia, creado por la compañía Bambalina y poseedor de una muy interesante colección (ver aquí).
Una realidad alentadora y estimulante que nos indica el tremendo auge vivido por el teatro de títeres en España y Portugal durante las últimas décadas.
Anna Valls, directora del MAE de Barcelona.
Son muchas las razones que justifican y alientan la existencia de todos estos museos. Sin duda, una de las más importantes es la necesidad cada día más perentoria de que las compañías profesionales dispongan de lugares donde poder ceder o donar las piezas más relevantes de su patrimonio. El gran movimiento titiritero que se ha vivido en España y Portugal desde que empezó la renovación del género hacia los años setenta del siglo XX, ha generado un patrimonio que merece ser guardado, interpretado y exhibido en exposiciones fijas y temporales para que nos ilustren sobre cómo la imaginación popular y erudita ha enfocado la realidad desde el punto de vista plástico en los escenarios.
Fachada del Museo del Títere de Cádiz.
Por otra parte, poner frente a frente el patrimonio histórico existente, tanto local como mundial –una de las principales atenciones de los museos de marionetas-, con las formas modernas y contemporáneas del arte titiritero, es de una enorme utilidad para el sector y para el público. Cabe señalar aquí que mientras el teatro de actor, para observarse a sí mismo, dispone sólo del vídeo, de los textos más algunos trazos de lo que pasó por el escenario (vestuario, máscaras, escenografía…), en el sector del títere y de la figuración plástica y visual en el escenario existe la posibilidad de auto-observarse directamente cara a cara con los mismos personajes: los títeres y las marionetas. Auto-observación para el aprendizaje y la reflexión en los usos, las técnicas y los modos dramatúrgicos utilizados. Y, por supuesto, está el propio valor plástico y no únicamente escénico y sociológico de las obras conservadas
Joaquín Hernández con una de las marionetas de la Casa-Taller de Títeres de Pola de Siero.
Esta función de reunir piezas del patrimonio titiritero reciente o aún en activo, la cumplen ya los principales museos citados, y fue una alegría descubrir recientemente en el Museu da Marioneta de Lisboa la incorporación en sus fondos de dos bellas marionetas del español Alberto Urdiales.
Exterior de la Casa de los Títeres de Abizanda.
Quizás sea el Museo del TOPIC de Tolosa el que más ha trabajado en esta línea de incorporar fondos de compañías aún en activo o recién detenidas en su actividad. Son un ejemplo la cesión del legado entero de la titiritera Mariona Masgrau, de cuya obra se han realizado ya varias exposiciones (ver aquí), de algunas piezas emblemáticas de Joan Baixas (ver aquí), del maestro José Luis Villarejo, con algunos de sus títeres más conocidos como Colorín, y de muchos otros titiriteros y marionetistas de gran importancia.
Puerta de Santiago, en Segovia, donde se encuentra el Museo Colección Francisco Peralta.
El Museo de Cádiz también contiene no pocas piezas de titiriteros de la segunda mitad del siglo XX, como son el ya mencionado Alberto Urdiales, Manuel Meroño y Paco Porras, entre otros. Sin duda cuando se incorpore la colección de la Tía Norica adquirirá un relieve de aún mayor importancia.
Marionetas de ventriloquía de Francisco Sanz, Museu Internacional de Titelles d’Albaida, Valencia.
El Museo dedicado a Paco Peralta en Segovia está enteramente dedicado al gran marionetista gaditano, con bonitos espacios de exhibición que sin embargo con contiene la totalidad de la obra de Peralta.
Imagen del Museo Galego da Marioneta.
En breve podremos hablar del Museo de la Casa de los Títeres de Abizanda, que Titeresante visitará a finales de julio.
El efecto espejo de la duplicación figurativa.
Hay más razones que nos hablan de la conveniencia y la necesidad de que existan museos de títeres. A nuestro modo de ver, quizás una de las más importantes derive del papel que tienen hoy las artes de la duplicación figurativa en nuestras sociedades, referidas a las personas y al mundo del teatro, de la ciudad y de la ficción. Unas artes que se centran en la percepción doble y distanciada de la realidad.
Roberto de Manuel Rosado, Museu da Marionetas de Lisba. Exposición Rutas de Polichinela.
Es decir, disponer de espejos abiertos al público donde la sociedad pueda verse no sólo en los escenarios, función que cumple el teatro, sino desde el silencio, la inmovilidad y la distancia reflexiva que ofrece el museo. Desdoblamiento y distancia que nos lleva a la auto-observación y de aquí al autoconocimiento. Un buen ejemplo de lo que decimos fue la exposición realizada en Barcelona ‘Figuras del Desdoblamiento’ (ver aquí) en colaboración con el Museu de les Arts Escèniques (MAE).
Museu das Marionetas do Porto.
La gracia del género de los títeres es que posee una poderosa tradición que se remonta a los mismos orígenes de nuestra especie (como es el teatro de sombras y la figuración arquetípica del chamanismo) lo que permite ver cómo los humanos nos hemos desdoblado y observado a través de nuestros mitos y ficciones desde los tiempos antiguos hasta nuestra más rabiosa actualidad.
Museos de dos y tres patas.
Para que los museos puedan desplegar la gama completa de todas sus posibilidades, es necesario que dispongan de dos y a poder ser, tres patas. La primera está constituida por los espacios de exhibición y de almacenamiento y conservación de los fondos, con el añadido hoy indispensables de una buena catalogación abierta en red. La segunda es disponer de un teatro o sala de actuación, pata fundamental para poder saltar de la ‘energía potencial’ de las piezas en su inmovilidad museística, a la energía en acción de los títeres y figuras en el tiempo presente de su puesta en escena. La complementariedad de ambas patas es evidente y constituye el mejor atractivo para promover las visitas organizadas de grupos de visitantes.
La tercera pata, de la que algunos museos disponen y otros no, es la escuela, es decir, un lugar de enseñanza y aprendizaje de los modos hoy existentes de actuar con títeres, objetos, figuras, sombras, imágenes duplicadas… Algunos museos, conscientes de esta necesidad de acompañarse de la enseñanza, disponen de espacios y servicios fijos y organizados de talleres para niños o de cursos especializados a cargo de artistas de renombre. Es el caso del TOPIC de Tolosa, del Museu da Marioneta de Lisboa, de la Casa del Títere de Abizanda, o del Museo-Taller de Pola de Siero. En otros casos, el museo está junto a una escuela de alto nivel pero sin espacio importante de exhibición museístico, como ocurre con el MAE de Barcelona, asociado al Instituto del Teatro y que por ello dispone de varios escenarios donde actuar muy bien dotados (ver aquí).
Representación de Punch and Judy en el claustro del Museu da Marioneta de Lisboa.
Queremos desde Titeresante dar a conocer todos estos museos, a fin de darles la visibilidad y el reconocimiento que merecen, y animarles de este modo a desarrollar todas sus potencialidades, para lo que necesitan de la imprescindible complicidad de las otras partes implicadas en el negocio: compañías, teatros, escuelas, festivales, titiriteros, aficionados, estudiosos y espectadores.
Estimado Toni, he leído con alegría su artículo sobre los museos de títeres. Es una materia con mucho por desarrollar. Desde mi experiencia en El Arca, Teatro Museo de Títeres en la Habana, Cuba, he podido detectar puntos en común a las problemáticas de conservación, catalogación y exposición, todo ello coincidiendo con la necesidad de dialogar con los edificios de valor patrimonial donde las colecciones son albergadas. Hace algún tiempo sueño con un foro donde los titiriteros-museólogos podamos intercambiar experiencias y desafios, partiendo de que en muchos casos venimos del teatro y en el museo nos formamos. Al respecto se distingue el museo de Lisboa que cuenta con un excelente servicio para la gestión del patrimonio por parte de ARGO. Más allá de esas cuestiones prácticas, he disfrutado su propuesta apuntando hacia el papel del museo en la presentación de las colecciones en diálogo crítico frente a la historia y al presente por medio del teatro como espejo de la sociedad, un espejo crítico. Muchas gracias. Liliana Pérez Recio: El Arca, teatro museo de Títeres. La Habana.
Hola Liliana,
realmente es importante la labor de los museos. No conozco el de La Habana, cuando estuve en 2012 no lo visité. Veamos si hay una segunda oportunidad. Saludos cordiales desde Barcelona
Toni Rumbau