Principessa. Autor desconocido (1920/1940). Familia Cortesi (Ex-Minutoli). Museo del Burattino de Bérgamo.
Finalizaremos con esta tercera crónica nuestra visita al recién inaugurado Museo del Burattino de Bérgamo, creado por la Fundación Benedetto Ravasio, que se halla instalado en el cuarto piso del Palacio della Provincia, en el mismo centro de la ciudad baja, no lejos del nuevo Ayuntamiento.
Incumbe a este cronista hablar de la entidad que ha perseguido la idea de crear el Museo y que finalmente ha logrado su propósito, tras conseguir los apoyos necesarios de las instituciones públicas de la ciudad y la región, y de otros entes privados.
La Fundación Benedetto Ravasio.
La Fundación fue creada en 1993 por la familia Ravasio y algunos amigos para mantener vivo el patrimonio artístico del gran titiritero Benedetto Ravasio bajo el empeño de salvaguardar su legado y valorizar el Teatro de Figuras, con un énfasis especial a las tradiciones de los títeres bergamascos.
La Fundación nació con una ambición clara: trabajar en la región a través de un constante diálogo con las instituciones culturales, con las escuelas de todos los grados, con los investigadores y los profesionales del sector para promover el conocimiento, el estudio y una revalorización crítica del Teatro de Figuras.
Un empeño hecho de investigaciones, de formación y de organización de festivales que ha encontrado ramificaciones en numerosas actividades como son las siguientes:
– la creación de una escuela, en colaboración con la Región Lombarda, para actores de Teatro de Figuras;
– el comisionado de exposiciones, en Italia y en Europa, como “Benedetto Ravasio, una vita con i burattini», «I burattini lontani. Il Banraku e i burattini della tradizione lombarda», «Danze Macabre» , “Arlecchino”, «Pina e Benedetto Ravasio, vita da burattinai – Ricordi e Riflessioni -» e “Un tesoro da scoprire”;
– la organización del Congreso Internacional “L’albero di Arlecchino”;
– la publicación de investigaciones y de documentos filmados como «La fiaba dei burattini», «Pacì Paciana», «Il mondo di Gioppino», «Otello Sarzi» e «Ritorno a Stasù»;
– la adquisición de colecciones, para evitar la dispersión y la pérdida de un rico patrimonio hecho de títeres, libretos, decorados y otros materiales;
– la realización de una biblioteca y una videoteca del sector.
Cada año, durante el verano, la Fundación Benedetto Ravasio organiza la programación “Borghi&Burattini” con el otorgamiento del premio internacional “Pina e Benedetto Ravasio”, trayendo a Bérgamo compañías de todo el mundo.
Los socios creadores de la Fundación son: Giuseppina Cazzaniga (titiritera y esposa de Benedetto Ravasio), la doctora Cristina Loglio, el profesor Remo Melloni, el director de escena Oreste Castagna, el escritor, diseñador y escenógrafo Mario Cresci ,y el periodista ensayista, crítico cinematográfico y músico Ermanno Comuzio.
Liderado en estos momentos por Sergio Ravasio, con la asistencia de Luca Loglio y Tiziana Pirola, el Museo del Burattino creado por la Fundación Benedetto Ravasio ha nacido con una profunda vocación europeísta, con ganas de tejer complicidades y proyectos de colaboración con otros museos de Europa. Una muestra de ello es la presencia en la inauguración de Idoya Otegui, directora del TOPIC de Tolosa y Secretaria General de Unima, invitada con la intención de empezar a tejer redes para la elaboración de proyectos conjuntos. Sin duda, en el contexto europeo de los títeres, ‘la diferencia une’.
‘Il mistero del fantasma barbuto’, de Zanubrio Marionettes.
El complemento festivo a la inauguración del Museo no podía ser otro que una actuación de títeres, dentro del programa Borghi&Burattini, con el espectáculo ‘Il mistero del fantasma barbuto’, un clásico del repertorio tradicional del norte italiano a cargo de la compañía Zanubrio Marionettes.
Riccardo Canestrari e Giovanna Rossetti son los dos titiriteros que operan detrás del retablo: Canestrari como manipulador principal y Rossetti más como ayudante. Sus personajes principales son Balanzone y Sganapino, a los que convierte en protagonistas de un argumento tradicional, como es el de afeitar a la Muerte. Una variante de una obra muy conocida en Italia, Fagiolino barbiere dei morti de Angelo Cuccoli (1834-1905), según me contó Walter Broggini (quien dirigió también una adaptación libre del mismo tema con la compañía ‘C’è un Asino che Vola’: Meneghino e il Castello di Tremarello (ver aquí).
Y es que la obra tiene como protagonista principal a la pálida Señora, pues incluso impone su presencia cuando el telón del teatrillo está cerrado, indicando al público que se halla frente a su casa. Y si piden que empiece la función, no harán otra cosa que entrar en sus dominios.
Un tema bien clásico del teatro de marionetas, siendo la Muerte en cierto modo su personaje principal, en el sentido oculto de considerar que los títeres no son más que pequeños cadáveres de madera que cobran vida durante la hora de representación. Y quizás para establecer esta jerarquía simbólica, los de Zanubrio Marionettes presentaron una Muerte hermosa y elegante, incluso más grande que los demás personajes.
Convenció y atrapó al público, muy en especial a los adultos, el verbo potente y siempre irónico de Riccardo Canestrari, que dio el colorido adecuado e indispènsable a una comedia de tonos fúnebres, con apoyos sonoros de fondo de película que ayudaron a los pequeños espectadores a situarse.
Al acabar el espectáculo, fue muy gracioso ver como los niños se acercaron ávidos a los títeres, puestos estos en estudiada pose por la compañía, todos juntos con la Muerte en posición dominante. Tocar a la Pálida y comprobar que en efecto estaba hecha de madera y no representaba peligro alguno, era una necesidad para muchos de ellos. Unos preciosos primeros pasos iniciáticos indispensables paras llegar a comprender o al menos aceptar el misterio de la muerte.