(Idoya Otegui)
No podía faltar en esta serie de entrevistas realizadas en el contexto del Estudio sobre el Sector del Teatro de Títeres, Visual y de Objetos, la figura crucial de Idoya Otegui en el actual panorama titiritero español, adalid junto a Miguel Arreche de la creación del Titirijai y del TOPIC de Tolosa, actual directora del mismo, y Secretaria General de la UNIMA Internacional. Unos roles de mucha importancia que no son de los que vienen regalados, sino que surgen fruto de ingentes horas de trabajo y que requieren unas innegables dotes de liderazgo y de sabiduría logística y estratégica.
En efecto, creo que su especialidad titiritera, que no es ni la de construir marionetas ni la de crear espectáculos, es la de ser una ‘estratega de los títeres’, una profesión que no se estudia en ninguna escuela, sino que se aprende con la práctica, producto de una obstinación amorosa y vocacional hacia lo que los franceses llaman ‘Las Artes de la Marioneta’. Una profesión de la que nadie habla y que sólo se la tiene en cuenta cuando ‘aparece’ y muestra sus resultados.
Puede parecer extraño que se aplique a los títeres un término que suele emplearse en las artes más lejanas de la guerra, de la política, de la conquista del poder, de la construcción de grandes eventos o realizaciones físicas, sociales o institucionales. Pero muy me temo que se trata de una especialidad o disciplina del pensamiento y de la acción, que no sólo debería enseñarse en todas las escuelas de teatro y de las artes, sino que los mismos profesionales, cuando navegan por los mares del mercado, de la vida y de la Creación, deberían tener en cuenta. En este sentido, muy recomendable es la lectura del libro ‘Grandes Estrategias’, del profesor americano John Lewis Gaddis.
Estoy seguro que Idoya Otegui no acudió jamás a curso alguno de estrategia, pero lo que sí ha demostrado es que conoce al dedillo los secretos más importantes de esta disciplina, cuyos dos principios básicos han sido aplicados uno tras otro en la consecución de los logros conseguidos: objetivos claros, Sentido Común, y alinear las aspiraciones potencialmente ilimitadas (los Fines) con las capacidades necesariamente limitadas (los Medios). Tal sería un resumen escueto de las artes estratégicas, bien aplicadas por Idoya Otegui en sus labores: organizar un festival desde la iniciativa institucional privada, bajo el amparo de la villa y de la región que te ha tocado en suerte (Tolosa y el País Vasco), sin renunciar a las dádivas estatales del país que te acoge (España), y consumar el proceso con la creación del TOPIC, un caso insólito de realización que sólo se explica por la labor tenaz de sus dos autores, Otegui y Arreche, maestros ambos en el arte de la realización.
Se aplicó también con corrección ese otro principio de la Modernidad: pensar en grande y ambición máxima desde lo local. Encender la llama de la ilusión mayúscula en una ciudad pequeña que ansía salir a la palestra mundial. Todo ello lo hizo el tándem Otegui-Arreche con un sabio reparto de papeles que resultó asaz productivo: tenaz arrojo explosivo en el carácter de Arreche, tenaz paciencia tejedora en el de Otegui. La tenacidad orientada a unos objetivos claros era común y, con los años, las características de ambos se fueron de algún modo intercambiando, como es propio que suceda entre los socios de un mismo proyecto, aunque sin perder las idiosincrasias de cada uno.
Curioso que ambos, Arreche y Otegui, hayan sido Secretarios Generales de la UNIMA, lo que justifica esta digresión conceptual, mostrando la coherencia de una actuación estratégica común en relación a los títeres. Un cargo, el logrado por Idoya en el Congreso de Donosti/Tolosa de 2016, que ratifica el carácter eminentemente tejedor de complicidades y de propósitos de realización que le hemos atribuido.
Pero es que además de dirigir el Titirijai, el TOPIC de Tolosa y la Unima Internacional, Otegui ha conseguido organizar este verano un importante congreso de Títeres y Salud Pública en Madrid, mientras a su vez lleva la programación familiar de títeres del Centro Dramático Nacional en el Teatro Valle-Inclán de la capital. Asimismo, acaba de crear junto a los museos de marionetas de Lisboa, Bérgamo, Lyon, Charleville-Mézières y Lubliania, un acuerdo de colaboración entre museos europeos de títeres, para compartir y coproducir exposiciones y otros proyectos de formación, restauración, etc. Un hito de una enorme importancia estratégica (valga la redundancia) para el Sector. Por cierto, no hay que olvidarse tampoco que como directora del CIT (Centro de Iniciativas Turísticas de Tolosa), Idoya es corresponsable, junto a Luismi Espinosa (director del evento), del certamen de coros que se organiza cada año, justo antes del Titirijai.
Y toda esta labor, la hace Otegui compaginando sus obligaciones con la Unima Internacional, que la obliga a estar viajando de una punta a la otra del globo la mitad o más de los días del año.
Me he citado con Idoya Otegui en la sala de reuniones del TOPIC, aprovechando que es el último día del Titirijai 2019 y que ya queda poca gente entre los invitados a atender. Tras poner los móviles en modo avión, me veo obligado a preguntarle lo siguiente:
TR- Idoya, ¿de dónde sacas la energía para atender tantos frentes de batalla? ¿Qué trucos o secretos usas para administrar tiempo, fuerzas, posibilidades, recursos y objetivos?
IO- Si quieres que te diga la verdad, ni yo misma lo sé. Mi jornada tiene muchas horas y aún me faltan… Comienzo a las 7:30 y termino…. ni lo sé porque normalmente salgo del TOPIC (cuando no estoy viajando) entre las 19:00 y las 20:00 horas (paro para comer o en el mismo TOPIC o en el bar de abajo lo mínimo imprescindible) pero cuando llego a casa sigo trabajando hasta las 00:30 / 1:00 depende… Y si tengo muuuucho trabajo, y el sueño no quiere aparecer pues continuo… Qué secreto tengo… pues supongo que mi secreto es el que mi trabajo, es mi vida, mi pasión… que creo en lo que hago, que creo en que las Artes de la Marioneta son eso ARTE con mayúsculas y trabajo por y para ello. Siempre desde los 18 años mi vida ha sido el mundo cultural y mi pueblo. Sé que hay mucha gente que no lo entiende, que no lo cree, pero es así. Creo que en un mundo con cultura las cosas serían muy diferentes, no habría tantas guerras, ni tantas injusticias, ni tantos desastres ecológicos. Yo me muevo en dos campos culturales que creo que son maravillosos y perfectos para conseguir esto: el la Música Coral y el de las Artes de la MArioneta. ¿Qué hay más democrático que un coro? Todavía recuerdo el título de un pregón que ofreció en nuestro Certamen Iñaki Gabilondo: “Cantar a coro, vivir en democracia”. Y qué decir de las Marionetas, una disciplina artística que nos permite tanto… su faceta puramente artística, la pedagógica, la terapéutica… Estos son mis trucos, mis secretos creer firmemente en esto y ver que somos muy pocos los que creemos… Por eso he dedicado mi vida al CIT (42 años) al Titirijai (37) y al TOPIC (10)…
TR- Vamos a entrar en materia. Dada la explosión actual de tantas formas posibles de entender el teatro de títeres, con un abanico casi infinito de posibilidades en el cruce de lenguajes que propicia, ¿cómo ves el momento de los títeres aquí y en el mundo, y cómo te sitúas en él? ¿Cómo ves la relación entre Tradición y Vanguardia?
IO- Si me preguntas sobre el momento actual de los títeres, sólo puedo decir que es fantástico. El Teatro de Títeres tiene todas estas posibilidades que apuntas. Se trata de una situación muy real, que se ve en todos los festivales. Hay festivales que se dedican al títere puramente tradicional, otros al vanguardista, y otros que buscan mostrar el títere más desde el punto de vista conceptual. Para mí, lo más interesante es mostrar este panorama amplio y general en que hoy se ha convertido nuestro arte. Los festivales que sólo muestran una parte de este amplio abanico, me parece que se equivocan, pero por supuesto es una opción.
La riqueza del títere es eso, que no se ha quedado sólo en lo tradicional, que por otra parte existe y debe existir, pues constituye una riqueza y un patrimonio inmenso que no debe desaparecer. Es una pena lo que ha pasado en España, donde se ha conservado muy poco de la tradición. Pero a su vez, es obvio que hay que seguir avanzando como se está haciendo ahora. Se dice que hoy el mundo de la marioneta es uno de los campos del teatro donde más se investiga y hay más innovación. Una realidad incontestable que vemos cada día.
TR- ¿Crees que es bueno y positivo que exista esta tensión estilística y de lenguajes entre extremos tan diferentes? ¿Cuáles serían para ti las peculiaridades del teatro de títeres en general?
IO- Estas tensiones son muy interesantes y a la vez me parecen innecesarias. De hecho, son para mí incomprensibles. Pues hay cabida para todo. Claro que estas tensiones hacen avanzar, eso es verdad, pero sigo pensando que no tendría que existir como tal tensión. Pues tanto la tradición, como las formas más modernas que evolucionan y se sienten cómodas cerca de lo tradicional, como las vanguardias y el teatro más experimental, todo ello convive sin problema alguno.
En el mismo Titirijai de este año (2019) lo hemos podido comprobar: hemos visto lo más tradicional (como la misma exposición Giù la máschera), lo más actual desde el punto de vista formal (como muchos de los espectáculos presentados para niños) y lo más experimental o vanguardista (como el espectáculo Alicia, de Onírica Mecánica, o el mismo Vida, de Javier Aranda) (ver aquí), y creo que el público ha disfrutado de este amplio abanico, ha sabido apreciar las distintas formas de marionetas. Todas tienen cabida. Pero también es innegable que esta tensión ayuda a que estas formas estén vivas y sigan mejorando.
Para mí la Marioneta es una de las formas de teatro más completas, porque en el campo de los espectáculos en vivo, reúne todas las artes, todas las disciplinas artísticas. También es la más antigua. Las sombras son un claro ejemplo. Fíjate que es también la primera disciplina artística que un ser humano comienza a practicar. Un niño empieza a jugar interactuando con su sonajero o con su peluche, eso ya es hacer títeres.
La marioneta puede hacer cosas que un actor no hace. A un actor no le podemos cortar la cabeza y ponérsela luego. O prender fuego al teatro, cosa que sí puede hacerse jugando con maquetas. Son posibilidades propias y singulares del Teatro de Títere. También con los títeres, los objetos o el teatro visual, podemos expresar determinadas emociones o sutilezas que serían muy difíciles de lograr con el teatro de actor.
TR- Puestos a pensar en posibles cambios o reformas a realizar en el Sector, ¿cuáles crees que serían las más urgentes?
IO- Una reforma o más bien una necesidad fundamental que tenemos pendiente en el mundo de los títeres, es la formación, que hoy no está reglada en España. Algo fundamental para seguir avanzando. Creo que tenemos muy buenas compañías para un país en el que no existe formación reglada alguna, un verdadero milagro.
Unido a este tema, habría que regular el mundo del titiritero profesional, porque en este momento aquí impera un poco el ‘todo vale’, no hay una clara distinción entre el profesional y el amateur. Coger un títere no te hace titiritero. Esto va en menoscabo de la profesión, sin duda alguna. El titiritero necesita años de formación, preparación, práctica, tengo mucho respeto por esta profesión y creo que todos deberíamos ser muy exigentes en estos temas.
No es fácil hacer esta reglamentación, pero habría que estudiarlo. Unido a eso, me parece que tendría que haber más reconocimiento al mundo del títere. Siempre es el hermanito pobre del teatro, muy diferente de lo que ocurre en Francia y en otros países. Vale la pena mirarnos en el espejo francés, pues ellos han avanzado mucho en estos temas.
TR- ¿Cómo ves el tema de los circuitos y de las programaciones de Teatro Visual, de Títeres y de Objetos? ¿Debería el Sector estar más presente en ellos?
IO- Me parece que este Estudio nos lo va a demostrar o a desmentir, pero tengo la sensación de que el títere está hoy muy presente en todas las programaciones. Es importante y muy necesario que las administraciones y los teatros públicos tengan más en cuenta al títere, que lo incluyan más en las programaciones. El programa que yo llevo en Madrid en el Centro Dramático Nacional tiene mucho éxito, y si las compañías son de calidad, entonces el éxito está garantizado.
Entramos en un tema que es el de los programadores: hay muchos que desconocen el mundo del títere. Programan sin saber nada del mismo, fijándose más en el precio o en el idioma o en otras cosas, sin tener en cuenta la calidad. Pero los niños no son tontos, insisto, hay que darles calidad. Para mí es fundamental. Y lo mismo a los adultos. Los niños serán los espectadores del futuro, y hay que acostumbrarles a cosas buenas. A nadie se le ocurriría llevar a los niños a conciertos de mala calidad. ¿Por qué no ocurre lo mismo con los títeres, donde muchas veces se impone el ‘todo vale’?
Aquí, en Euskadi, por ejemplo, a veces se programa sólo teniendo en cuenta el idioma. Pero esto no basta, lo que debe imperar es la calidad. Habría que reivindicar que los programadores sepan lo que programan, que no todo vale con los niños, que hay que tener el mismo rigor que con los adultos.
TR- ¿Crees que hay un proteccionismo hoy en las distintas Comunidades Autónomas, que es más difícil salir que antes?
IO- Yo creo que no hay problemas para girar por las CCAA. Hay entidades como el Ramon Llull, el Instituto Etxepare, en el País Vasco, que ayudan o ayudaban a las compañías a girar por otras autonomías. Aunque según he sabido, ahora el Institut Ramon Llull sólo subvenciona giras que organizan ellos. La movilidad se ayuda y se apoya también desde el Ministerio. Se está haciendo y todo ello es muy positivo.
TR- ¿Consideras que habría que dar un apoyo especial a los espectáculos llamados ‘de riesgo’?
IO- Creo que la investigación siempre es buena. Hay que apoyarla, pero tampoco podemos llenar el mercado con este tipo de espectáculos. El público tiene que ser capaz de “ver la zanahoria”, no esperar que vaya a ella. Es decir, hay que mostrársela con obras que atrapen y atraigan. Las obras experimentales deben tener en cuenta también al público, no tiene sentido prescindir de él, es la base del teatro. Quizás no todos disfrutarán lo mismo, porque todos somos diferentes, pero la comunicación es básica.
Yo programo para el público, al que hay que conocer, no para mí. Es decir, hay que apoyar el riesgo y la experimentación, pero sin saturar las programaciones con espectáculos que tal vez sean de entrada minoritarios. Pero evidentemente que hay que experimentar, sin experimentación no hay evolución.
TR- Volviendo a la abertura de esta Caja de Pandora en que se ha convertido el actual teatro de títeres, con esta explosión de formas, estilos, dramaturgias y lenguajes distintos, ¿consideras que el Sector es consciente de ello?
IO- Creo que una parte del sector sí que es consciente de esta riqueza de la Caja de Pandora que indicas. La parte más profesional, la que se interesa más por lo nuevo, que lee e indaga. Hay otra, quizás la menos formada, la que está menos al día, quizás no sea tan consciente. Hay compañías que están ya satisfechas con lo que hacen y que no sienten la necesidad de hacer nada nuevo. Es peligroso, porque si no se cambia en nada, existe el riesgo de acabar perdiendo al público. Si no se aporta nada y no se innova, se pierde el contacto con la actualidad y se va hacia atrás.
Ser consciente de ello es básico, fundamental.
TR- Vayamos a una zona diferente de nuestro campo: los Festivales. Un tema que conoces muy bien, pues por algo llevas más de 37 años con el Titirijai a cuestas. ¿Crees que hay que hacer cambios, cómo su actual momento y qué cosas habría que cambiar o mejorar?
IO- Bueno, qué puedo decirte…
Cuando comenzamos los festivales en España, al principio éramos pocos. Luego han ido saliendo como setas. ¡Fíjate cuántos festivales de títeres hay!, muchos. No sé si tiene sentido que haya tantos, quizás es un poco absurdo.
Para mí un festival tiene que ser un lugar de encuentro. No tiene sentido que una compañía venga, actúe y se vaya el mismo día o al siguiente. Esto, para mí, no es un festival sino una programación y punto.
Nosotros siempre invitamos a las compañías para que estén toda la semana entera en Tolosa. No podemos pagarles grandes cachés, pero a cambio si les damos hospitalidad para que estén toda la semana y de este modo potenciar el intercambio y el encuentro: participar en las tertulias de la noche, hablar con los demás, hacer el curso que se haya programado… Para mí un Festival es eso.
Hace poco, creo que eras tú quien me decía: ‘Idoya, eres el único festival que queda de nueve días. No lo pierdas’. Esta posibilidad de convivencia entre los titiriteros es básica. Por eso mantenemos los 9 días de festival. No todos se quedan todos los días, la media suele ser de entre cuatro y cinco días. Y tampoco cada año es igual. Unas veces se dan más condiciones de intercambio, por la edad de los participantes u otros factores, otras menos. Pero hay que dar la oportunidad para el encuentro, para participar en la formación, etc. Que se aprovechen o no estas posibilidades, ya depende de cada uno. Y es una pena que eso ya no exista en la mayoría de los festivales. Espacios donde juntarse, tomar una copa, comer, cenar…
En cuanto a la programación, yo apuesto por mostrar lo más amplio del abanico de posibilidades del Teatro de Títeres
Respecto a los cachés, yo podría subirlos si renunciara a la convivencia y a la estancia de más días. Pero creo que no hay que renunciar a ello.
Un problema de algunos festivales es que, al ser institucionales, los programadores no tienen la libertad para invitar a personas que podría ser interesante tener durante los días del Festival, la legalidad no lo permite, pues sólo dejan pagar espectáculos. Esto es un problema y una lástima. Nosotros no lo tenemos, al ser el TOPIC una entidad privada, de modo que tenemos las manos libres para invitar a quiénes consideramos interesante para el Festival y sobre todo las compañías.
TR- ¿Y en relación a los teatros estables de títeres?
IO- Qué te voy a decir… para mí es igual que haya un teatro o una programación estable. Sería bueno que hubiera teatros estables. Pero si no los hay, al menos asegurar programaciones estables de títeres. El Topic, siendo un festival, un museo, también es un teatro que programa todo el año.
TR- Vayamos al capítulo de la Formación, un tema que siempre te ha preocupado, como ya antes indicaste. ¿Cómo ves su realidad en nuestro país? ¿Cómo deberían ser las escuelas de títeres?
IO- Lo ideal sería
que hubiera una escuela especializada en el país. Con una basta. En Francia hay
una. No tendría sentido crear varias. Y el Institut International de la
Marionnette es sin duda un buen modelo a seguir.
Claro que no es fácil levantar un proyecto de este tipo. En Charleville, fue la coincidencia de dos personalidades, Jacques Feliz y Margareta Niculescu, más la intervención de Unima, lo que propició la creación de la Escuela. Una institución privada pero que depende completamente de las instituciones. En el Consejo de Administración, del cual formo parte como Secretaria de Unima, están el Ministerio, la Ciudad, la Región, la Unima, y el mismo Institut. Los votos privados son dos, los institucionales cuatro. Y los que de verdad deciden porque son los que más dinero ponen, son las instituciones. Pero Francia es Francia, y España es España. Por eso quizás sería mejor aquí, si no hay proyectos ambiciosos al respecto, al menos buscar que en las escuelas de teatro haya especialidades y módulos dedicados al teatro de títeres, de objetos o visual. Ha habido algunos intentos, como el de Zaragoza y otros lugares, pero tendría que haber más.
En Barcelona existe el Institut del Teatre que tiene una sección que, por lo que cuentas, vuelve a estar cada vez más activa y con más alumnos y profesores. Debe ser el único caso en el país.
En cuanto a los cursos que se hacen un poco por todas partes, hay que tener mucho cuidado con el profesorado. No todo el mundo está preparado para impartir cursos. Pasa aquí un poco como con las compañías, que coger un títere no te hace profesional. Con los cursos debería ser lo mismo. Hay muchos talleres que se dan y que no cumplen con los mínimos requisitos de preparación. No cualquier titiritero sirve o puede dar cursos. Hay que estar preparado para ello. Sin duda la falta de escuelas y la necesidad de formación -existe una gran demanda de ella- promueve esta proliferación, pero aun así tiene que haber un criterio y un rigor en la enseñanza del títere.
Volvemos siempre a la problemática de distinguir entre lo que es profesional y lo amateur. Hay que ser claros y rigurosos en eso.
Sería interesante implementar un sistema como el del Compagnonage Marionnette en Francia (que compañías profesionales y veteranas acojan a otras para ayudarles a crear y producir un espectáculo). Pero creo que aún falta mucha profesionalidad para eso. Un poco, el Taller de Marionetas de Pepe Otal ya cumple con esta función. Tiene la generosidad de transmitir lo que sabe, algo que no siempre existe. Cuesta ser generoso en esta profesión. La Rous en Granada también está haciendo eso, enseñando y acompañando a nuevos titiriteros.
TR- ¿Y los museos? Otro tema bien conocido por ti, al ser el TOPIC uno de los pocos que existen en España. ¿Cómo valoras su necesidad?
IO- La necesidad de los museos es fundamental. Sino el patrimonio desaparece como ha ido pasando en España.
La función de los museos sería: preservar, difundir, investigar, exhibir…
Cuando una compañía se jubila, creo que lo mejor es que den el material a un museo. Ya sea un museo propio, de la ciudad o el que sea, pero que se pueda conservar el legado de las compañías que han tenido un peso.
También hay que saber lo que es un museo, pues no vale todo. Puede haber colecciones, pero un museo es un museo, que requiere unas condiciones y unos requisitos: almacenar, catalogar, mantener, restaurar, horarios fijos de abertura, centro de documentación y archivo, tienda, etc.
También los Centros de Marionetas deberían tener un rigor y unas condiciones, y aplicar el ‘no todo vale’. Francia sigue siendo un ejemplo en estos asuntos.
TR- Y para terminar, háblanos de una temática que te es muy cercana: la organización del Sector.
IO- Ya sabes que yo doy mucha importancia a la organización, por eso estoy en una de ellas, la UNIMA, de la que soy Secretaria General. Creo que Unima es muy importante. En la historia, ha conseguido mucho para el sector. En el mundo y en España. Se ha logrado estar presente en el Ministerio, editar una revista, organizar Congresos, una Escuela de Verano…
Sería también fundamental disponer de una organización profesional, precisamente para evitar el intrusismo amateur y exigir rigor profesional a las compañías. Y sería complementaria a la Unima, no tienen que ser antitéticas ni rivales, al contrario. El modelo francés es muy digno de ser estudiado, pues ellos han conseguido juntar las dos cosas, la asociación profesional y la Unima, en una única entidad llamada THEMAA (ver aquí). Una forma que podría aplicarse perfectamente a España, adaptándola, eso así, al concepto federal que ya tiene Unima Federación España. Una tarea de futuro para los jóvenes titiriteros con ganas y energía para ello.
Felicidades por la magnífica entrevista a Idoya Otegui.
Saludos desde México.