(Cartel de Osvaldo Gabrieli)

Publicamos los tres mensajes que UNIMA ha encargado, para celebrar el Día Mundial de la Marioneta, a tres maestros titiriteros de América, Manuel Morán, Zoa Meza y Rubén Darío Salazar, los tres pertenecientes a la llamada UNIMA Tres Américas, un logro del mundo de los títeres al juntar las diferencias continentales creando una entidad federada que integra a tan vasto territorio.

También la UNIMA ha encargado el cartel al artista argentino afincado en Brasil Osvaldo Gabrieli. Todo ello puede verse y descargarse también en el sitio web de la UNIMA.

Imagen y textos cargados de profundas consideraciones de compromiso y corresponsabilidad en relación a las actuales crisis que asolan nuestro mundo. Un ejercicio de autoconsciencia de una enorme significación.

Un nuevo despertar‘, por Manuel Antonio Morán, Ph.D.

Voz de America del Norte

Manuel Antonio Morán.

Hay un nuevo despertar en el continente americano y se oye un fuerte grito de reclamo de paz, libertad, justicia e igualdad. A través de protestas, demonstraciones y marchas, los americanos (los de América del Norte, Central, Caribe y Sur), continúan alzando su voz y ejerciendo su derecho de expresión. Reclamamos por la paz, por nuestras comunidades indígenas nativas, por los derechos de las mujeres, de las niñas y los niños, por los inmigrantes, por equidad y diversidad, por el medio ambiente, en contra de la pobreza, por cambiar y derrocar líderes y gobiernos corruptos, en fin, la lista es larguísima. Lamentablemente, las injusticias nos arropan y la hora de que los pueblos se unan y alcen sus voces, ha llegado.

La tecnología nos acerca, nos informa y, muchas veces también, nos desinforma. Nos permite comunicarnos instantáneamente. Se fortalece la lucha y las voces se hacen aún más fuertes, con este nuevo recurso global.

A través de la historia vemos que el teatro de títeres y marionetas fue recurso de entretenimiento, pero también para la protesta, para hacer crítica social contra los poderes establecidos y para denunciar injusticias. Esto continúa hasta el sol de hoy. El teatro de títeres contemporáneo de Las Américas se ha convertido en un gran y efectivo aliado y en un aliciente, que enriquece la lucha y añade volumen y voz a esos reclamos. A través de las redes sociales y otras publicaciones en internet vemos evidenciada la presencia de los títeres en una mayoría de estas manifestaciones y reclamos populares.

La paz es un derecho del ser humano. La paz asegura, en cierto modo, el respeto de todos los otros derechos. Pero de manera especial, hay un vínculo intrínseco entre paz y libertad. El activista estadounidense Malcom X dijo “No puedes separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga su libertad.” Y la libertad, es ese estado pleno al que todxs tenemos derecho y lo que caracteriza a casi todas estas luchas.

La gran Madre Teresa de Calcuta dijo que “la paz comienza con una sonrisa”. Los títeres son entes de paz, pues producen ese sentimiento. Agradezcamos y celebremos a los títeres por ayudarnos a expresar nuestros reclamos en la lucha y por brindarnos momentos de sosiego, diversión y felicidad que nos hacen sonreír, que a su vez es, el principio de la paz.

Hoy, Día Mundial del Títere, celebremos a los títeres y a quienes los animan porque no nos dejan solos en la búsqueda de un mejor mundo, de un mejor futuro.

Biografía

Manuel Antonio Morán

Manuel Antonio Morán Martínez (San Juan, Puerto Rico) es el Vice-Presidente de UNIMA (Union Internationale de la Marionnette), en donde también preside la Comisión Tres Américas. Fue también presidente de UNIMA-USA. Tiene una Licenciatura/Bachillerato en Humanidades y Drama de la Universidad de Puerto Rico. Obtuvo su Maestría en Teatro Musical y Educativo y un Doctorado (Ph.D.) en Educación Teatral de la Universidad de Nueva York (NYU).

También cursó estudios universitarios especializados en Filadelfia, España, y Londres. Es fundador y director artístico de SEA, Sociedad Educativa de las Artes, Inc. (www.teatrosea.org) hace más de 30 años, con oficinas en Puerto Rico, Florida y la ciudad de Nueva York, en donde opera con su Teatro SEA (el único teatro Latino para niños en los EEUU).

Comparte su labor como actor, titiritero, dramaturgo y compositor, con las de cantante, productor y director de teatro y cine. Ha publicado sus piezas teatrales y literarias en Cuba, Puerto Rico y los Estados Unidos, además de presentarse con sus espectáculos en varios países del mundo.

Su película documental en 3 episodios, “Títeres en el Caribe Hispano”, un documental sobre teatro de títeres en Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, sigue teniendo éxito presentándose en varios festivales de cine y de teatro de títeres en el mundo. Ha recibido numerosos reconocimientos y premios de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE), la Hispanic Organization of Latin Actors, el “Citation of Excellence in Puppetry,” de UNIMA-USA, entre otros.

Es el fundador y Productor General del International Puppet Fringe Festival en la ciudad de Nueva York (www.puppetfringenyc.com). Es el actual director de La Hoja del Titiritero, revista electrónica sobre el acontecer titiritero en América Latina. El Dr. Morán es el orgulloso padre de Manuel Gabriel y viven en la ciudad de Nueva York y en San Juan, Puerto Rico. (www.manuelmoran.com)

Voces de América por la paz’, por Zoa Meza

Voz de Centroamérica

Zoa Meza.

Estimados amigos Titiriteros, socios y profesionales de UNIMA, colegas del mundo de los títeres, Se me ha propuesto escribir un mensaje para el día mundial de la marioneta 2020, me siento emocionada y honrada por el privilegio que esto significa.

Queridos amigos, estoy orgullosa de pertenecer a esta comunidad de Titiriteros y de vivir en el centro de América.

Los problemas de la región no nos son ajenos, como artistas, los sentimos en la piel y nos comprometemos con esa realidad.

Nuestros autores y sus obras hablan, nos vinculan a este universo, a su intimidad, nos revelan su original contribución, enriqueciendo la historia de nuestras culturas.

Los Titiriteros somos grandes artífices de la alegría, renovados, incluso reinventados.

Nadie mejor que los títeres, geniales constructores del amor y de la paz, intuyen con magistral fantasía e imaginación el tránsito de un momento histórico a otro. Cuando producimos, no sólo damos vida a la obra, sino al objeto, por medio de él nos comunicamos con la sociedad y tendemos puentes hacia la imaginación y la fantasía, este hecho efímero estimula el desbordante imaginario de niñas/os, provoca el crecimiento de las personas y el desarrollo de la comunidad por medio de ese arte.

En el compromiso de educar, los titiriteros tenemos nuestro propio lugar. Porque obedecemos a una plataforma para compartir e intercambiar ideas creativas y saberes, no sólo enriquecemos el patrimonio cultural de cada nación y de toda la humanidad, sino somos servidores del bien común. Nuestras escuelas son también las plazas y los caminos, en ellas aprendemos y enseñamos con amor, en función de conquistar la paz, con el arte de animar objetos.

Como titiriteros centroamericanos tenemos el compromiso de estimular a nuevas y futuras generaciones de jóvenes en el arte titeril, sembrar de titiriteros la región, dispuestos a promover los valores más nobles, como la tolerancia, el entendimiento y la paz. La época que nos tocó vivir nos demanda una enorme responsabilidad: proteger la vida y el planeta.

Como titiriteros de esta América central, nuestro compromiso es fortalecer nuestras capacidades, ser mejores manipuladores, alimentar el talento y abordar con audacia nuevas temáticas.

Centro América ha vivido calamidades, desastres naturales, guerras y conflictos sociales. El arte por la esperanza forma parte de una propuesta artística que nos permitió brindar con nuestros títeres y figuras, la esperanza a poblaciones afectadas, damnificadas por estos eventos, esta tarea maravillosa del títere, que surge en medio de la desesperanza y el dolor, provocando la risa y la alegría de vivir de nuestra niñez, en los refugios y zonas de conflicto, como vehículo que conduce a la armonía, a la protección de la vida, de la memoria, de la identidad cultural.

Celebremos pues este amor no solo al teatro de títeres, sino, por el amor a la humanidad, al entendimiento entre personas independientemente de su origen, diferencias culturales o convicciones religiosa y políticas.

Celebremos juntos por la Paz.

Biografía

Zoa Meza

Zoa Meza, (Zoa Damaris Meza Bermúdez) nacida en Chinandega, Nicaragua, 1964. Actriz, titiritera, escritora, dramaturga, narradora oral escénica e instructora de teatro.

1981- Fundadora del Teatro de Títeres Guachipilín, maestra del Movimiento de Narradores Orales Escénicos de Nicaragua, dramaturga.

Ha recibido talleres Manipulación, construcción y actuación en el teatro de títeres, con los maestros: Gonzalo Cuellar (Boliviano)

1980, Nicolás Loureiro (Uruguayo) 1983, Otelo Zarsi (Italiano) 1986, entre otros.

El Teatro de Títeres Guachipilín ha sido el espacio en donde se ha formado como actriz titiritera y dramaturga.

Textos que destacan: Historias de sol y Luna 1986, CUECATL, Cuentos, canciones y títeres de América latina (1987), Francisca y la Muerte, 1988, El gueguense, versión para teatro de títeres, 2008, Cipaltonal la princesa, 2011, Marimba de cuentos (2011) en el que priman cuentos de su autoría Viajes, 2012, Piratas 2013, Leer es volar en el imaginario 2018, y otros más.

Tiene publicados dos cuentos ilustrados La Piñata (2007) y El Sapo Orgulloso (2012), un texto teatral “Armenia” (texto para adultos) forma parte de la antología de teatro nicaragüense “Nuevos dramaturgos” (2011), editada por el foro nicaragüense de cultura.

Reconocimientos:

Distinción Honor al mérito brindado por la universidad nacional autónoma de Nicaragua UNAM- Managua 2006.

Orden de la independencia Cultural Rubén Darío 2008.

Premio Socorro Bonilla y Octavio Robleto, por una vida dedicada al teatro, otorgado por el Instituto Nicaragüense de Cultura 2018.

Actualmente es Secretaria General de UNIMA Nicaragua.

Un compromiso mayúsculo‘, por Ruben Darío Salazar

Voz del Caribe

Rubén Darío Salazar.

Nací y vivo en una isla situada en el mar Caribe. Se llama Cuba. Tiene forma de cocodrilo, dicen que desde el cielo luce un intenso color verde. No conozco otro nombre que estremezca tanto mi corazón como lo consiguen esas cuatro letras. No es un país perfecto. Lo sé. ¿Qué país puede ostentar ese estado de corrección total? Batallamos cada día para conseguirlo. Como titiritero me enorgullece decir, que desde 1959, de una punta a otra de esta tierra firme, se yergue impaciente y atendido el teatro de formas animadas. Hemos conformado un movimiento con todas las aspiraciones y ensueños del gremio donde reinan las figuras, una colectividad que más allá de las diferencias defiende las alianzas como símbolo de armonía y paz.

¿De qué hablan los títeres en nuestra nación? ¿Qué encuentra el público en los espectáculos que les proponemos? ¿Qué necesitan los espectadores? Las preguntas van y vienen en medio de los desafíos que enfrenta el planeta, esa esfera viva que gira en medio de la nada.

Las primeras historias que se representaron en los retablos cubanos, escritas por el director y dramaturgo Modesto Centeno y el poeta Nicolás Guillén, en los años 40 del siglo XX, tenían influencias de los cuentos clásicos (La caperucita roja) y planteaban, entre otras preocupaciones, la problemática del racismo y la desigualdad social (Poema con niños). De aquellas candorosas puestas en escena de la época republicana, realizadas por los hermanos Camejo y Pepe Carril, Dora Alonso, Beba Farías, Dora Carvajal, Nancy Delbert y María Antonia Fariñas, entre otros pioneros del arte titiritero nacional, las creaciones artísticas han ido mutando de forma apresurada.

Entre el siglo XX y XXI, algunas obras escritas en la isla comienzan a hablar someramente de cambios climáticos y diferendos ideológicos. Las leyendas y fábulas de animales, reyes, príncipes y princesas se aprestan a convivir con textos que reflejan los trastornos de la actual sociedad, aluden a la aparición de enfermedades y epidemias difíciles de combatir. Los males que hicieron su aparición en las añejas narraciones de brujas y hechiceros, entre ellos las guerras, son ahora una amenaza real, una pesadilla que no se esfuma.

La pésima utilización de la inteligencia artificial le roba el cerebro y el alma a nuestros pequeños y mayores. Lo que debería servir para conquistar la luz se empeña en oscurecer las cosas, crea tensiones geopolíticas. Se dividen los países. Se establecen áreas de amigos y enemigos irreconciliables, enfrascados todos en una contienda que parece no hallar fin.

Los artistas del teatro de títeres, en medio de tanto desastre, intentamos, desde nuestras producciones, pronunciarnos sobre lo que vamos perdiendo, los problemas que nos alejan en vez de unirnos. Y ese clamor, que ha comenzado a expandirse universalmente, no es suficiente. Falta más. Urge muchísimo más.

¿Cómo podrían los títeres, desde su cosmos ilusorio, frágil, efímero, equilibrar las diferencias de clases, estimular los valores culturales por encima de la banalidad cotidiana, evitar las muertes inútiles de miles de infantes, mujeres y ancianos, a merced de un caos económico y beligerante que no los tiene en cuenta? ¿Cómo transformar cada gesto, cada imagen, cada propuesta sonora y textual de nuestros muñecos y objetos en fuerza demoledora contra la injusticia y la ausencia de pactos y concordias?

En las presentes circunstancias escribir un mensaje para ser leído el día mundial del títere, implica un compromiso mayúsculo. Debo trazar palabras que sobrevuelen desde las aguas del Caribe hacia otros continentes. Acudo para ello a la autoridad ganada por la trayectoria de nuestros muñecos; ellos junto a sus entes acompañantes han sido sobrevivientes de duros períodos, de ciclos que transcurrieron sin fe ni esperanza, y siguen aquí, como parte activa de los imprescindibles cambios a favor de la raza humana.

¡Auxiliemos a nuestros títeres en ese intento quijotesco de mejorar la convivencia en el globo terráqueo! Ellos solos no podrán acabar con tanto. Ya no valen los conjuros, sortilegios, ni las adivinaciones fantásticas de antaño. La contienda a favor de la existencia debe ser compartida con sus hacedores. Para ello no se puede desaprovechar ninguna posibilidad desde los propios espectáculos. No hay tiempo para dedicarse a contar historias tontas, componer o echarle mano a lo peor de la música, construir muñecos, vestuarios o escenografías ausentes de un concepto creativo y enriquecedor. Ellos son la mejor arma en nuestras trincheras a favor de las necesarias avenencias para todos, tanto de los que hacen el llamado teatro tradicional como del experimental.

Como en las quiméricas historias de los siglos pasados, yo creo que todavía se puede volar. El vuelo es una metáfora sobre la altura que deberían alcanzar nuestras obras en la batalla por formar hombres y mujeres de bien para el futuro. Hay que encontrar en las formas animadas nuevas utopías, el optimismo que agoniza, esa fe que nos podría salvar. Cada vez que dejemos a los espectadores con la mirada absorta y el alma encantada y despierta, estaremos ganando una nueva cruzada en la maravillosa experiencia que es VIVIR.

Biografía

Rubén Darío Salazar

Director artístico, actor, titiritero, investigador teatral y profesor de teatro. Dirige el Teatro de Las Estaciones desde su fundación en 1994. Licenciado en Artes Escénicas y Master en Dirección escénica, de la Universidad de Las Artes en La Habana.

Inició su carrera profesional en 1987, en la Ciudad de Matanzas, como miembro del Teatro Papalote. Ha participado en festivales, ferias, y jornadas escénicas nacionales e internacionales en Europa, Asia, Norteamérica, Centroamérica, el Caribe y América Latina. Ha publicado en revistas especializadas en teatro y en editoriales nacionales y extranjeras.

Junto a Norge Espinosa ganó el Premio de Teatrología Rine Leal, de la Editorial Tablas-Alarcos, con el libro ‘Mito, verdad y retablo’, sobre la vida y obra de los hermanos Camejo y Carril, luego Premio de la crítica literaria en 2012.

Ha obtenido como actor y director artístico los principales premios y reconocimientos de la especialidad en el país y a nivel internacional. Es secretario general de Unima Cuba, Consejero Internacional de Unima y vicepresidente por el área del Caribe de la comisión Unima 3 Américas. En varias oportunidades ha sido nominado al Premio Nacional de Teatro.

Poster del Día Mundial de la Marioneta 2020.
Juntos por la Paz
por Osvaldo Gabrieli

América del sur

Osvaldo Gabrieli.

Cuando Dadi Pudumjee, el Presidente de la UNIMA, me invitó a hacer un póster para celebrar el día del teatro de marionetas y dijo que el tema central sería la paz, la primera imagen que surgió fue la de la bandera Whipala de los pueblos indígenas de los Andes. Es una bandera de color arcoíris que se refiere a la diversidad de los pueblos andinos en comunión con la madre tierra. También es la bandera de resistencia de estas naciones indígenas que luchan actualmente por su libertad.

A partir de los cuadrados de colores de la bandera, hice tres movimientos circulares, como un vuelo de hojas de papel que simbolizan las tres Américas. La cadena montañosa se divide en tres líneas y aparecen dos serpientes que reúnen la sabiduría y la fuerza espiritual. La mano central del dibujo hace un Gyan Mudra que significa la verdad interior. En el dibujo, esta mano sostiene una flor de papel, un símbolo de la flor de loto significando la pureza. Es la mano del titiritero que desea la paz y ofrece una flor de papel para que el mundo juegue con ella. Celebremos juntos por la Paz.

Biografía

Osvaldo Gabrieli

Director, actor, titiritero, escenógrafo y diseñador de vestuarios. Nació en Buenos Aires – Argentina, se graduó en bellas artes en dos Escuelas Nacionales de Bellas Artes de la Ciudad de Buenos Aires.

Estudió Dirección Teatral en Argentina con Ariel Bufano, Director del equipo de titiriteros del Teatro Municipal Gral. San Martín donde también fue actor de la compañía.

En 1984, fundó y empezó a administrar el Grupo XPTO, que realizó 25 espectáculos y recibió 21 de los premios más importantes en la categoría de teatro.

En 1993, realizó el Taller de Dirección de Teatro para directores de teatro de animación, impartido por Margareta Niculescu, Joan Baixas y Henryk Jurkowski.

En 1997, trabajó en Francia como escenógrafo con Margareta Niculescu en el Institut International de la Marionnette.