(Fotografía Jordi Soler)
Se está representando estos días, en la Sala de Gracia del Teatre Lliure de Barcelona, la última producción de la compañía Agrupación Señor Serrano titulada The Mountain. Con dirección y dramaturgia de Àlex Serrano, Pau Palacios y Ferran Dordal, e interpretada por Anna Pérez Moya, Àlex Serrano, Pau Palacios y David Muñiz, The Mountain sigue la línea tan propia y personal de la compañía de cuestionar la realidad con enfoques multidisciplinares que básicamente lo que hacen es descomponerla en múltiples capas que, superpuestas y cruzadas, nos ofrecen visiones críticas y complejas.
No es de extrañar que el espectáculo esté cosechando llenos ya en sus primeros días de exhibición, con público joven y entregado, a pesar del precio no bajo de las entradas: lo que ofrece la Agrupación Sr. Serrano es algo insólito, nuevo y excitante, que colma la necesidad contemporánea de enfrentarse a la realidad desde una mirada que no rehúye la complejidad, sino todo lo contrario, con ganas de cruzar las distintas capas que la componen y con el objetivo de desvelar los entresijos que se esconden bajo las apariencias. ¿Es verdad todo lo que vemos y se nos comunica como verdad?
Lo que se realiza en el escenario es un ritual de disección de la apariencia en el que, mediante el uso de distintos procesos de duplicación de la realidad, los relatos nos muestran sus múltiples capas compositivas. Es como si se pusieran sucesivos espejos en el interior narrativo del relato, afín de mostrarnos aspectos ocultos y caras desconocidas que nos hablan de lo que normalmente no se ve o no queremos ver.
Por ejemplo, la imagen fotográfica del cuerpo sin vida hallado en un glaciar de alguien que murió hace 75 años escalando el Everest -la del alpinista George Mallory-, además de aparecer como vieja fotografía, la misma imagen es reproducida a tamaño real y corporal por un actor, el cual, a su vez, es captado por una cámara de vídeo que emite un plano ‘subjetivo/objetivo’ en minucioso trávelin. Este triple reflejo dinámico de la imagen original se complementa asimismo con otras muchas secuencias que nos hablan de multitud de aspectos del caso: itinerario de los escaladores, datos biográficos del personaje, intentos de llegar a la cumbre, y otros detalles como mapas, una réplica de la bota usada por Mallory, imágenes que a su vez aparecen todas ellas duplicadas por las cámaras de vídeo.
Pero esta fragmentación de la realidad, lograda con el implante de espejos (el uso de las cámaras) que la duplican por dentro y por fuera, incluso desde el aire a través de un dron, es sistemáticamente aplicada también en los otros dos relatos que se suman al del alpinista muerto en 1924: el caso de la emisión de radio realizada por Orson Welles en 1938 basada en la novela de H.G. Wells ‘La Guerra de los Mundos’, y la imagen de Vladimir Putin convertido en el maestro de ceremonias de la pieza, a modo de ‘showman de la verdad’, como nos indica el programa. A estos tres planos deberíamos añadir el público, siempre presente en la obra, no solo como concepto sino como imagen tomada por el dron espía.
La obra de la Agrupación Señor. Serrano ritualiza esos procesos de multiplicación de planos de la realidad para desvelarnos la complejidad contradictoria y relativista de lo que damos por supuesto. Nos muestra también cuán fácil es hoy distorsionar la realidad mediante la manipulación de las imágenes, especialmente en una cultura como la nuestra, sustentada en la actual revolución tecnológica que se basa en una sistemática duplicación de la realidad.
Un espectáculo hecho con estas premisas se convierte en algo más que un espectáculo: por su cualidad de disección íntima de la realidad, adquiere un carácter de rito de conocimiento, de revelación de estados ocultos, levanta el velo a apariencias falsas y nos abre las tripas de cómo funciona esa ‘fabricación de la realidad’ en que se han convertido los medios y la política. Es como si se nos dispensara de una lupa-espejo que, en vez de aplicarse desde el exterior, pudiéramos meterla dentro de la percepción, lupa-espejo que amplía, refleja y duplica todo lo que vemos. Cumple las funciones propias del teatro, la de ser espejo de la sociedad, pero lo hace con bisturí y escalpelo metidos en un escenario que se ha convertido en misteriosa y a la vez desmitificadora sala de disección, como cuando en el siglo XVIII se hacían clases de medicina con cadáveres descuartizados en los anfiteatros anatómicos, solo que aquí los cadáveres somos nosotros mismos, los espectadores, reflejados en nuestros distintos procesos de percepción y de asunción de realidades, mentidas y verdades.
La Agrupación Sr. Serrano ha creado, a lo largo de una esmerada y talentosa pesquisa de años de trabajo, un lenguaje escénico propio basado en el desdoblamiento de la realidad que representa el uso sistemático de la duplicación icónica, mediante el vídeo, las pantallas, las figuras corpóreas y los mismos actores, un lenguaje que permite profundizar en los arcanos de nuestra actual civilización en crisis. Como decía al principio, no es de extrañar que el público joven e inquieto de nuestras ciudades bregue por asistir a sus espectáculos.