(El Teatro de Títeres del Retiro en plena actuación de Carmen Navarro)
Suerte tienen los madrileños de disponer de un teatrillo fijo de títeres como el del Retiro, que tiene a sus espaldas una historia tan larga e interesante, con nombres de impacto como el maestro Talio, su fundador en 1947, o el mismo Paco Porras, que fue uno de los titiriteros que más luchó por su permanencia. Algún historiador de los títeres tendrá un día que explicar esta historia, tan llena de anécdotas y de personajes que giran a su alrededor.
A modo de botón de muestra, fue en este teatrillo, seguramente con alguna función de Talio, donde el escritor Rafael Sánchez Ferlosio vio la memorable función de títeres que tanto le impresionó, por la reacción de su hija de tres años que, aun habiendo llegado con la representación empezada, seguía la historia como si la conociera de siempre. Lo que dio pie a Sánchez Ferlosio a distinguir entre personajes de Carácter y de Destino, según explica en el texto leído por el autor al recibir el Premio Cervantes en 2004 (pueden leer el discurso clicando aquí). Un dato que Luís Zornoza Boy, de Siesta Teatro, explicó en su ponencia Tradición y Vanguardia expuesta en el Congreso anual de Unima Federación España, realizado Ciudad Real el año 2021 (ver aquí)
El Ayuntamiento de Madrid decidió hace unos años nombrar a quien debía ser su director por concurso público, siendo el ganador Guillermo Gil, de Tropos Teatro, que lleva ya unos años desempeñando esta labor con mucho tino, buscando espectáculos de calidad y tratando tanto al público como a los artistas con el mimo que hoy se espera de un buen programador.
Así lo pude comprobar cuando este domingo pasado me acerqué al Retiro y vi el espectáculo del Teatro de Carmen, que dirige la titiritera de Murcia Carmen Navarro García, titulado Ana la de tejas verdes.
En efecto, las gradas que hoy circundan la boca del teatrillo de títeres estaban llenas hasta la bandera, con un público tranquilo y educado compuesto por familias que con anterioridad habían reservado su entrada, que tenía un precio cero, pues el Ayuntamiento sufraga en su totalidad el coste de la programación, con cuatro personas atendiendo a los espectadores, acompañando a los niños, más los artistas del día.
A diferencia de la época en que solía haber un único titiritero, aunque siempre hubo sorpresas en el programa (yo mismo actué en el Retiro prácticamente cada año en la época de Porras), hoy cada fin de semana actúa una compañía diferente, de Madrid y de toda España, mostrando una abertura encomiable en la selección de títulos y titiriteros.
Como decía al principio, le tocó este fin de semana al Teatro de Carmen, que llegó con una adaptación de la obra más emblemática de la escritora canadiense Lucy Montgomery (1870-1942), la novela Ana la de tejas verdes. La obra se incluye en el Ciclo Títeres en Femenino organizado por el Teatrillo del Retiro.
Según nos cuenta Wikipedia, Anne of Green Gables, como se titula en inglés, fue publicado por primera vez en 1908 pensado para todas las edades, aunque en décadas recientes se lo consideró un libro para niños. La obra narra la vida de Anne Shirley, una niña huérfana que gracias a su carácter imaginativo y despierto logra encandilar a todos los habitantes de Avonlea, el pequeño pueblo pesquero ficticio en la Isla del Príncipe Eduardo donde se desarrolla la historia a finales del siglo xix.
Por lo visto, Montgomery se inspiró en un artículo periodístico sobre el caso de una pareja canadiense que al solicitar la adopción de un chico huérfano recibieron una chica en su lugar. En lo referido a la Casa de las Tejas Verdes, la escritora quiso homenajear la casa de Green Gables donde vivían sus primos, situada en la Isla del Príncipe Eduardo.
Marilla Cuthbert y Matthew Cuthbert, dos hermanos de mediana edad que viven juntos en Tejas Verdes, una granja en un pueblecito llamado Avonlea, en la Isla del Príncipe Eduardo, deciden adoptar a un muchacho huérfano de un orfanato de Nueva Escocia para que les ayude con la granja. Debido a una serie de desgracias y malentendidos, la que termina en Tejas Verdes es una precoz e inteligente chica de once años llamada Ana Shirley. Ana es brillante y perspicaz, impaciente por ser complaciente, pero descontenta con su nombre, su piel pálida llena de pecas, y sobre todo con sus largas trenzas de pelo rojo. Ana es una niña con una imaginación muy fértil, que llenará de alegría las vidas de los dos hermanos, así como del resto de habitantes de Avonlea.
Carmen Navarro, que firma la dirección y adaptación, es la única intérprete de la obra, animando a los diferentes personajes a la vista del público según la técnica conocida como títeres de mesa. Ella pone también todas las voces, con un dominio de las mismas que deja traslucir la larga experiencia y el oficio de esta veterana titiritera.
Sencillez y elegancia, más una cuidada escenografía de las casas y los diferentes decorados de la historia, a cargo de Irene López, caracterizan el espectáculo. Exquisitos son los títeres de trazos sinópticos para garantizar una lectura universal de los mismos.
“Sería maravilloso pasar la noche subida a un cerezo de hermosas flores brillando bajo la luz de la luna”, dice Ana, para luego afirmar: “Siento algo muy especial alojado en mi corazón, como cada vez que veo algo bello y hermoso”.
El público siguió el espectáculo con atención entregada y contenida, bien conducido por el enorme oficio de la titiritera Carmen Navarro.