Escultura de Néstor Basterretxea en Vioria-Gastaeiz (Araba). Foto de Felipe Garduño

Este año se ha conmemorado por todo el territorio vasco el centenario del nacimiento de dos de sus grandes escultores: el que encabeza este artículo y Eduardo Chillida que, junto con Jorge Oteiza, estuvieron entre las figuras más universales de esa faceta artística. Afortunadamente vivieron acompañados de otros grandes creadores de esa especialidad, tales como Remigio Mendiburu, Vicente Larrea o Agustín Ibarrola, -los tres ya fallecidos, los dos últimos este mismo año- y que solo son unos pocos de entre los muchos que se deberían citar.

Sucede que ha sido el País Vasco, dentro de sus numerosas vicisitudes, una tierra afortunada que ha dado un buen número de escultores relevantes. Parece oportuno recordar que son los continuadores de otro destacado momento, aquel en el que concluía el siglo XIX con el apogeo de la extracción de mineral junto a los montes de Triano y se iniciaba su salida por la Ría de Bilbao.

Nestor Basterretxea in the presentation of the accord «Lortu Arte». Foto wikipedia

El inicio del siglo pasado significó la consolidación de una burguesía formada por banqueros, navieros, fundadores de empresas siderúrgicas y de la construcción naval, entre otras grandes iniciativas. El gusto por el brillo del arte de buena parte de aquella burguesía, que acumuló capital muy rápidamente, propició el surgimiento de numerosos creadores, que en 1911 fundaron la Asociación de Artistas Vascos para auto-defenderse, tras la muerte del escultor Nemesio Mogrobejo en Bélgica, enfermo de tuberculosis y pobre. Esta continuó  hasta el inicio de la guerra civil, llegando a ser la más prestigiosa asociación de creadores que hemos tenido.

De entre los escultores vascos de aquella época, además del ya citado, cabe destacar a Quintín de Torre, conocido como el último imaginero vasco, Durrio, Huertas… nombres que nos llevan hasta el origen de personajes que nos dejaron hace unos pocos años como Chillida o Basterrechea, del que por sus aproxima-ciones al mundo de las marionetas abordamos a continuación.

Nestor Basterrechea formó parte en París del Equipo 57, que en aquel año fundaron junto a él Agustín Ibarrola, los hermanos Pepe y Ángel Duarte, así como el escultor Vicente Aguilera, entre otros. Estos creadores, en condiciones económicas extraordinariamente precarias, abordaban en la capital de la luz una creación colectiva, algo que estuvo muy presente, algo más de una década después, en el llamado teatro independiente del que muchos de nosotros procedemos.

Por lo oído y leído a Agustín, debe ser gracias a ese tipo de creación el que tanto él como Nestor, que entonces eran pintores, tras colaborar en la elaboración de las esculturas de Aguilera,pasarana ejercitar con gran maestría esa especialidad. El Equipo 57 también trabajó con profusión el diseño de mobiliario, actividad que Nestor mantuvo buena parte de su vida, al igual que el dibujo en general, algo que él consideraba su lenguaje más preciado.

En París conocieron a José Ortega, entonces el precursor del grabado, técnica que luego utilizaron tanto el propio Agustín como María Francisca Dapena, también conocida como Mari la pintora,en el periodo del grupo Estampa Popular Vizcaína,que desarrolló especialmente en los pueblos industriales de la Ría el llamado realismo social de los años sesenta.

Volvamos a Basterrtxea,que siendo bermeano estuvo próximo a esta corriente compartiendo amistad y referencias con Oteiza, cuya biblioteca en su residencia consultó con frecuencia al igual que hizo Ibarrola.

Su legado en la escultura tiene dos vertientes diferentes: una corpórea, la de la cosmogonía vasca con diversos personajes de la misma, realizados en material fundido, como la magnífica colección que se ha situado frente al centro cultural que alberga el antiguo casino de Bermeo y que lleva el nombre del escultor. También hizo en madera una serie de estos personajes que muchos grupos de títeres del País Vasco hemos incluido en nuestros espectáculos y que se presentaron en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Esculturas de la “Serie Cosmogónica Vasca” en Bermeo. Fotos Felipe Garduño

La otra variante de su creación escultórica es la realizada en acero corten, donde el dibujo y la recreación del espacio son sus principales características y dan personalidad a su obra haciéndola casi inconfundible. Estas obras pueden ser contempladas en las plazas y parques de muchas localidades vascas.

En Trapagaran (Bizkaia). Foto de Felipe Garduño

“Goldea / El arado” en Tolosa (Gipuzkoa). Foto Felipe Garduño

En Vitoria-Gasteiz (Araba). Foto Felipe Garduño

Por fin, ahora sí, ha llegado el momento de abordar la relación de este creador con el mundo de las marionetas, encontrando un primer acercamiento cuando en el II Congreso de UNIMA Federación celebrado en 1995 en Sevilla, se clausuró con una manifestación por la paz en la que los titereros recorrieron las calles de esa ciudad con una banderola en la mano que recreaba su escultura Paloma por la paz que recientemente se había instalado en Donostia-San Sebastián.

Más recientemente ese mismo emblema ha sido utilizado por UNIMA EH en sendos actos por la paz realizados, el primero en Donostia junto a la citada Paloma por la paz instalada ahora en el barrio de Gros. El acto, promovido por UNIMA Internacional, contó con la participación de alumnos de ikastolas de Tolosa y con títeres de varios grupos vascos relacionados con el aire y la mar. Posteriormente en Tolosa, en un acto organizado por UNIMA y la UNESCO con la participación de varios coros europeos, también tuvo presencia como símbolo de paz.

Bakearen nazioarteko eguna / Jornada Mundial por la Paz en Tolosa. Foto Felipe Garduño

Para concluir, ha llegado el momento de abordar la relación más directa de Nestor Basterretxea con los títeres, me refiero a la ópera El gigante de Altzo,que fue montada para ser presentada coincidiendo con el Congreso Mundial de UNIMA que en 2016 se celebró a caballo entre Tolosa y Donostia. Contó con abundancia de medios económicos, humanos, incluyendo tanto la danza como los coros e incluso una orquesta. Abordaba la curiosa historia de aquel gigante del guipuzcoano pueblo de Altzo, próximo a Tolosa, y que luego fue recreada también en versión cinematográfica con el título de Handia (El grande), consiguiendo bastante reconocimiento.

Exposición en Donostia de los preparativos para el montaje de “El gigante de Altzo”. Fotos Felipe Garduño

Para la versión con títeres, el diseño de estos fue encargado al propio Nestor, dejando claramente su impronta, sobre todo en las caras de los personajes. Curiosamente, los títeres fueron realizados por el Taller Menina, regentado por la pareja formada por Jonan Basterretxea, hijo del anterior, y su pareja Idoia Seijo. Con ambos tuvimos la oportunidad de reencontrarnos y dialogar en los recientes Encuentros de Irún en el pasado mes de octubre.

Jonan viene perteneciendo a UNIMA EH prácticamente desde su fundación y entre ambos realizaron un interesante trabajo bajo la dirección de los mismos a cargo de Nestor Basterretxea en una de sus últimas creaciones, ya que falleció en 2014 cuando este proyecto estaba encarrilado.

Tuvo una vida ajetreada ya que salió del País Vasco en el 37, tras la entrada de los sublevados, y dejó Francia cuando fue tomada por los nazis, embar-cando hacia América y regresan-do ya en los ciencuenta. Acom-pañó su compromiso artístico con la presencia social y cultural, destacando en ese campo sus murales para el Santuario de Aranzazu, sus trabajos gráficos en la Transición a modo de pegatinas y carteles, así como el logotipo para la campaña Bai euskarari / Sí al euskera, y la escultura que realizó para el frontal del Parlamento Vasco tras ganar el concurso que se convocó al efecto. En la foto anterior puede verse una reproducción del mismo, presentada en la exposición del museo Artium de Vitoria conmemorativa de este centenario, en la que se mostró parte del archivo que la familia ha entregado a ese museo.

Dos ejemplos de su creación para la comunicación en la Transición. Fotos Felipe Garduño

Durante este año que concluye se han realizado numerosos actos de reconocimiento hacia estos dos personajes, Chillida y Basterretxea, así como diversas exposiciones de ambos en los mejores museos de Euskal Herria. Sirva este escrito para señalar la talla de ambas figuras y, en el caso del último citado, para recordar su relación con el teatro de títeres.

Una de las mejores formas de cerrar este homenaje a la trayectoria de Nestor Basterretxea puede ser esta fotografía de su hijo Jonan junto a Idoia con algunas de las creaciones del taller Menina, que debe su nombre al gusto que su padre tenía por esa figura de Velázquez. Foto Felipe Garduño

Desde el mismo colaboraron con su padre en la  destacada intervención  que tuvo en el Santuario  de Aranzazu al realizar, en el inicio de los ochenta, los murales de la cripta que le fueron censurados en los cincuenta tras haber realizado los primeros trazos. Se trata de un proyecto muy vanguardista cuya contemplación, en aquel entorno, sobrecoge y emociona, con independencia de si se es creyente o no, especialmente el muy singular Cristo del altar mayor.

Con estas referencias al papel que los títeres vienen jugando en nuestro entorno más inmediato y a lo que esta familia ha aportado a la dignificación del arte de los títeres, concluye este artículo para recordar el centenario del nacimiento de uno de los creadores vascos más relevantes.

Felipe Garduño Hernández
Sestao, 17 de diciembre de 2024