Singular y preciosa exposición es la que ofrece el TOPIC esta temporada, comisionada por Pilar Amorós y Paco Paricio, de los Titiriteros de Binéfar, y consistente en una mirada transversal, amplia y generosa en relación al mundo del juguete entendido como títere o del títere como juguete, y en la que tienen especial relevancia los teatrines de papel, de teatro de sombras y de guiñol para uso en las casas.
Un mundo amplio y de una exultante riqueza, como nos apunta la selección escogida por los dos titiriteros de Binéfar, empedernidos coleccionistas que con los años han adquirido pequeñas y grandes joyas capaces de nutrir esta exposición, la de Barcelona sobre las Figuras del Desdoblamiento (con preciosas aportaciones de algunas piezas de gran valor) o el Museo de la Casa de Títeres de Abizanda, también llamado Museo del Títeres del Pirineo.
Fotografía Ping Lin.
Centrarse en lo pequeño y en lo esencial del juego de los títeres es a lo que invita la exposición al visitante. Para los de Binéfar, y tal como dicen en su texto introductorio del catálogo, ‘Consideramos al sonajero que la madre mueve ante la carita de su bebé, como el primer objeto animado que se le ofrece, un palo con una tosca cabeza, confeccionado con los más diversos materiales, como los que pueden verse en la pequeña colección que abre esta exposición’. En efecto, el sonajero es para Amorós y Paricio el primer títere con el que tropezamos en la niñez: un títere más o menos figurativo que nos habla con el lenguaje de los sonidos campanilleros. Inteligente decisión de nuestra especie: dar la oportunidad al recién nacido a enfrentarse con un objeto con el que empezar a dialogar y a proyectarse. Aunque quizás sea en los recurridos muñecos de peluche cuando por primera vez aprendemos a desdoblarnos en otras figuras y a dialogar con nosotros mismos. De ahí las fijaciones que muchos conservan con esos peluches. Por cierto, ¡qué hermoso sonajero es el de este Punch de plata con dos cascabeles del siglo XIX, que se presenta como una de las joyas de la exposición!
Y, en paralelo al sonajero, están estos otros juguetes de una gran sencillez por lo general de madera en los que se recurre a movimientos básicos de la manipulación manual: los tentetiesos o dominguillos, los muñecos de bobina, los maromeros…. Reliquias de unos tiempos que, según mi parecer, volverán, tarde o temprano, cuando los humanos hayamos conseguido deshipnotizarnos de las chucherías tecnológicas y aprendido que la complejidad debe ir pareja a la síntesis de lo esencial.
Fotografía Ping Lin.
Esta exposición podría verse pues como un acopio de maravillas esencialistas que son de vital importancia preservar, para que los humanos del futuro puedan regresar a los orígenes y despegar con probadas herramientas hacia nuevas cotas de pedagogía y conocimiento.
Los teatrines están muy bien representados y presentados, con interruptores para que el visitante pueda darle luz en el momento en que está delante. Los hay verdaderamente ricos y sofisticados, de madera, de papel o de cartón: unos artilugios que seguramente constituyen las formas más sofisticadas de las inventadas por la nueva clase social emergente del s.XIX, la burguesía, para entretener y educar a sus pequeños. Época en la que nació el concepto de juguete propiamente dicho.
Convendría aquí detenerse para comentar el magnífico catálogo que acompaña la exposición, no sólo por las imágenes, sino sobre todo por los textos, verdaderos tratados algunos sobre la materia, con informaciones preciosas y poco conocidas, como es el caso del texto publicado por Maria Victoria Sotomayor, de la Universidad Autónoma de Madrid, sobre los títeres de Elena Fortún y Ángeles Gasset, dos personajes de la historia de los títeres y la literatura para niños muy desconocidos por el público.
Más adelante, nos habla Mª Victoria Sotomayor sobre la obra la obra literaria para niños y mayores de Antonio Robles Soler (1895-1983), más conocido como Antoniorrobles, con ilustraciones de una estética que encajaba plenamente con las vanguardias de la época.
Sonajero. Fotografía de Ping Lin.
El texto de David Vela, sobre «Recortables, muñecos y juguetes en el semanario infantil Pinocho’, nos habla de otro episodio asaz desconocido como son los cuentos publicados por la editorial Calleja de un Pinocho españolizado con ilustraciones de Salvador Bartolozzi, que se avanzaba en la idea de que fueran los mismos niños los que crearan sus historias y escenificaciones, ofreciéndoles hojas para colorear o recortar (ver aquí).
O el estupendo texto de Adolfo Ayuso, ‘Gimnasia cerebral’, en el que exalta el papel de estos primeros juguetes de la Europa ilustrada y burguesa del s.XIX y principios del XX, dándoles la importancia que autores como Juan Bordes, coleccionista y filósofo citado por Ayuso, dan a estos juguetes a finales del XIX, a los que considera como ‘despertadores’ en algunos casos de lo que en adelante las Vanguardias llevarían a cabo. Dice Ayuso: ‘El jugar a pensar fortalece las sinapsis que Santiago Ramón y Cajal descubrió con un microscopio casi de juguete’.
Quién suscribe estas líneas habla también sobre el teatro de sombras, destacando el carácter insólito de este entretenimiento que trata sobre temas esenciales de la vida humana.
Y a destacar igualmente el texto de Alain Lecucq, quizás la persona de Europa que más sabe de teatrines de papel, al haber sido él mismo practicante y coleccionista de los mismos. En su artículo nos informa de las distintas editoriales europeas que publicaron teatrines para jugar en casa, de los que citamos los españoles, una relación de nombres poco conocida: Paluzie (1870-1939), Seix i Barral (1915-1950), Sirven, La Tijera, y Hernando. También interesante es saber que actualmente hay contabilizado en el mundo unos 200 grupos dedicados al teatro de papel, lo que augura un renacimiento de este género teatral.
Fotografia de Ping Lin.
Pero volvamos a la exposición para recrearnos en los guiñoles reunidos por el dúo Pilar Amorós y Paco Paricio, cuyas piezas son quizás las que más impresionan al visitante, por la cantidad y variedad de modelos así como de los títeres que los acompañan y llenan de contenido.
Una colección realmente insólita, que nos permite efectuar un dilatado y profundo viaje en el tiempo, pues además de los títeres del repertorio europeo de los arquetipos populares hechos para el juego de los niños (con sus demonios, muertes, policías y gendarmes, doctores, villanos, héroes, heroínas, novias de los héroes, brujas, etc) también aparecen los personajes de Disney que tanto influyeron en la vida de los niños y de los mayores de mediados del siglo XX.
Una exposición que dejará su huella y a la que recomendamos encarecidamente su visita. Para los que no lleguen a tiempo, siempre existirá la posibilidad de ir a las fuentes y conocer in situ la fantástica colección de la Casa de los Títeres en el pueblo de Abizanda, en el Pirineo aragonés.
Muchas gracias, Toni por este estupendo artículo.
Gracias Toni por tu artículo. Me da mucho gusto que pudieses disfrutar de la exposición. Tus comentarios son muy interesantes y ayudan a profundizar en el contenido, la complementan. Agradecemos tu cariño¡¡
Fue un placer visitar la exposición. Espero que se vea en otros lugares, pues bien vale la pena. Un abrazo, Pilar!