Fue en diciembre de 2012 cuando el colectivo S.O.S. Titelles decidió lanzarse a la aventura de recorrer las Américas en el sentido literal de la expresión, viajando a Estados Unidos para adquirir allí un camión caravana –la Thomasa– con el que trasladarse paso a paso hacia el sur, cruzando los países por el lado oeste del continente sudamericano. Quizás pensaban en un año o dos de viaje, pero la realidad ha puesto las cosas en su sitio y han sido tres los necesarios para recorrer países y cruzar todas las fronteras, dando tumbos con paradas más o menos alargadas en una u otra ciudad. México, Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina.
Antes de partir, en la fiesta despedida en la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal. Foto de Jesús Atienza.
Hace unos días, Carlos López y Cristina Robledillo han recalado en Barcelona, no para quedarse, sino para ver a los amigos y a la familia, y regresar en breve a Argentina, lugar donde están en estos momentos ubicados.
El proyecto fue llamado Laboratorio Titirinante, y en el punto de partida comprendía a los ya citados Cristina y Carlos –núcleo duro de la aventura– más los titiriteros Marieta Rojo, Laura Galli y Roberto Alonso. Luego, a lo largo del viaje algunos se fueron quedando por el camino hasta que al salir de Cuzco, en Perú, sólo seguían los iniciadores de la aventura.
Función en Bogotá.
Es fascinante escuchar a Cris y a Carlos contar sus peripecias, que el lector interesado puede seguir con más o menos continuidad repasando su cuaderno de bitácora (ver aquí https://laboratoriotitirinante.wordpress.com/ ) o los artículos publicados en Titeresante referidos a ellos (http://www.titeresante.es/tag/laboratorio-titirinante/ ). Una aventura dilatada en el tiempo de la que esperamos la correspondiente y obligada crónica escrita, pues son realmente muchas las anécdotas dignas de ser contadas.
Las peripecias para pasar de Panamá a Colombia, cuando la carretera se pierde en la selva y sólo es posible trasladarse con la Thomasa en barco, son dignas de un thriller de aventuras. Y la historia que me cuentan del Matacho de la Felicidad, el títere enterrado en la localidad de Contratación (departamento de Santander, en Colombia), es de un realismo mágico subido. Vale la pena escuchar su historia.
El Matacho de la Felicidad.
Antaño una leprosería abandonada a su suerte, Contratación vivió un curioso episodio a principios del siglo XX cuando unos titiriteros que la visitaron, ante la soledad y la tristeza en la que vivía su población, decidieron al marcharse dejarles enterrado en la plaza del pueblo, con acompañamiento de rigurosos conjuros mágicos, un títere, para que asegurara al pueblo alegría y felicidad. Tan importante fue para los lugareños este títere y la piedra que lo cubría, que pasó a convertirse en pieza fundamental del imaginario colectivo de la ciudad.
El Matacho de la Felicidad, tras ser exhumado.
En enero de 2011, se decidió exhumar al títere, para lo que contrataron a un mago encargado de apartar la mágica losa y sacar de bajo la tierra al Matacho de la Felicidad, depositándolo en una urna de cristal. Lo encontraron, en efecto, metido en una vasija de barro. Pero la historia no acaba aquí: en febrero del mismo año, unos antisociales robaron el títere, lo que obligó al alcalde de Contratación a abrir un concurso para el diseño de un nuevo Matacho. Seis fueron los finalistas: “El ñoco contrateño”, de Miguel Antonio Martínez (13 años, Contratación), “Feshi” de Miguel Pérez Jones (27 años, Bucaramanga), “Chemitas”, de Hernando Alonso Mendoza (36 años, Tolemaida), “El habitante”, de Jenifer Tatiana Benavídez (15 años, Contratación), “Calabachín”, de Deysy Dayana Santos, (11 años, Bucaramanga) y ”Felicidad”, de Tatiana Katerine Parra (17 años, Contratación). El ganador fue Chemitas, enterrado de nuevo en el parque principal de la ciudad.
Chemitas, el nuevo Matacho.
La hospitalidad titiritera.
Me cuentan Cris y Carlos cómo en todas partes encontraron entre los titiriteros el mejor de los ambientes y una hospitalidad sin tacha. Un ejemplo son los días pasados en la mansión titiritera La Rana Sabia, con Claudia Monsalve y Fernando Moncayo, en un valle cerca de Quito, en Ecuador. Un lugar que reúne un museo con más de 180 títeres de todo el mundo, una completa biblioteca dedicada al género, un teatro con capacidad para 100 personas, cursos de formación titiritera y un espacio de residencia con varios apartamentos equipados para investigadores y estudiosos en diferentes campos. Un lugar donde pasaron días inolvidables.
Argentina, parada y fonda.
Ha sido en Argentina donde el viaje parece haber acabado, por el momento. No sólo porque más abajo ya no hay nada más, sino porque y como antes se ha dicho, el país vive un momento de esplendor titiritero como jamás se haya visto.
Instalados básicamente en Rosario, ciudad titiritera como pocas -con escuela, varios teatros, presencia regulada de títeres en las calles principales, una dedicación especial a la marioneta de hilo y sede de importantes compañías-, los de S.O.S. Titelles no han parado de viajar de un lado a otro de Argentina.
En San Miguel de Allende, México.
En estos momentos se encuentran a la espera de concretarse un interesante proyecto en Uruguay para participar en un nuevo espectáculo basado en la fundación de Montevideo.
Desde Titeresante, les deseamos suerte y un buen regreso a su aventura americana.