Empeñados en ir ofreciendo las novedades de este magno encuentro titiritero en ocasión del Congreso Unima 2016, toca hablar hoy de la última noche en el Club del Festival, que fue más de despedida, sin los llenos de las noches anteriores -gran parte de los consejeros ya habían cogido sus aviones y regresado a casa-, pero con entrañables celebraciones y una sorpresa, la que nos regaló Carles Cañellas al mostrarnos un número del espectáculo en el que se halla trabajando.
El Karakuri Nyngio en el kiosko de música del Boulevard Zumardia.
También daremos cuenta de uno de los acontecimientos más importantes de los que han tenido lugar estos días en la capital guipuzcoana: la presencia en sus calles del fantástico Karakuri Nyngio, este teatro automatizado japonés, verdadera anticipación del futuro robótico de este país, cuyas maravillas, realizadas durante los siglos XVII y XVIII en los teatros de esta especialización en la ciudad de Osaka, dejan estupefactos a los espectadores de hoy.
Noche de bailoteo y de marioneta fina.
Creo que así podemos definir la noche de ayer en el Club del Festival: baile relajado de los participantes que quedaban en la ciudad más algunos de los organizadores con ganas de marcha, y minutos de ‘marioneta fina’ a cargo del catalán Carles Cañellas.
Además del baile, con músicas para todos los gustos y colores, hubo discurso de despedida y reparto de flores, especialmente para los trabajadores que hicieron posible la puesta a punto de la sofisticada logística del evento. Ofició una Idoya Otegui contenta y relajada, feliz de haber llegado a puerto tras la larga travesía que han sido tantos meses de preparación más la semana de ejecución.
Imagen de Identitats, de Carles Cañellas.
Hizo entonces Carles Cañellas su desmostración con una marioneta de hilo sin rostro alguno, vacío pues de identidad, pero con una suma de ellas, bajo forma de máscaras, esperando ser activadas metidas dentro de una maleta. Frente a unos momentos sutiles de gran manipulación, con el personaje inmerso en el desconcierto de no tener rostro alguno, comprendí la magnitud del reto al que se enfrenta el titiritero catalán: ¿cómo lidiar con esta suma de diferentes identidades incrustadas todas, una detrás de otra, en un mismo rostro y una misma marioneta? Esas máscaras, ¿serán identidades encarnadas o serán máscaras hechas para rellenar el vacío de la no-identidad del muñeco? Un ejercicio de envergadura que enlaza, por otra parte, con importantes temáticas de la contemporaneidad.
El fragmento que presentó de Identitats (nombre del espectáculo en proceso de construcción) la otra noche demostró el gran dominio que tiene Cañellas del hilo, una especialidad que practica desde hace muchos años, habiéndose convertido en uno de los mejores virtuosos de la marioneta de la que podríamos llamar ‘Escuela de Barcelona’, una ciudad muy inclinada al hilo, con la existencia de grandes maestros en activo, y con muchos jóvenes practicantes de gran talento, como hemos podido comprobar estos días en las calles de San Sebastián.
El público agradeció y aplaudió mucho el apunte que nos hizo el marionetista, en un ambiente relajado y de camaradería titiritera.
Luego, la fiesta continuó con sus ritmos de la noche.
El karakuri Nyngio: una maravilla en las calles de San Sebastián.
He aquí uno de los acontecimientos más importantes de los que han tenido lugar en Donostia durante el Festival Mundial: las actuaciones ofrecidas en distintos lugares de la ciudad de varios ejemplos del Karakuri Nyngio (muñecos mecánicos), de Japón, gracias a los buenos oficios de la señora Yasuko Senda, una gran especialista sobre este curioso género teatral y autora del único libro existente sobre la materia con traducción al inglés.
La señora Yasuko Senda, junto al Karakuri Nyngio, en el kiosko de música del Boulevard Zumardia.
Se trata de una especialidad que se remonta al siglo VIII de nuestra era, aunque su desarrollo conocido debe situarse en los siglos XVII y XVIII, cuando en la época Edo y especialmente en la ciudad de Osaka aparecieron, junto al Bunraku y al Kabuki, una modalidad de teatro realizada con muñecos automatizados, es decir, verdaderos ‘robots’ cuyos mecanismos, todos de madera más algunos apliques de hierro, eran de una sofisticación realmente impresionante, con series de movimientos continuos de una duración inusitada. El gusto por el automatismo fue muy grande en Japón, de modo que no sólo se utilizaban los mecanismos para la escena (con el nombre de Butai Karakuri) -cuyos teatros, muy de moda en el siglo XVIII, ocupaban todo un barrio de la zona teatral de Osaka-, sino también para la realización de muñecos de entretenimiento y de exhibición, a modo de autómatas para uso privado (llamados Zashiki Karakuri): el servidor de té, el escribiente capaz de pintar varios signos, el arquero y muchos otros ejemplos hoy conservados algunos o reproducidos en los museos. Igualmente, se utilizó la animación automática en grandes estructuras móviles para animar los festivales (llamado Dashi Karakuri), con muñecos que encarnaban a las divinidades. Una modalidad, esta última, muy viva todavía, pues se sigue practicando en muchos lugares de Japón.
El escribiente. Foto de Ura Iturralde.
Con el asesoramiento de la señora Yasuko Senda, se han presentado en San Sebastián dos de estas tres modalidades de automatismos: el de cámara o Zashiki Karakuri, y el situado en torres altas para los festivales o Dashi Karakuri.
Interior de la torre.
Dos son los autómatas que se han mostrado: el escribiente y el servidor de té. Y para accionarlos, ha acudido uno de los grandes maestros en esta materia, el señor Tamaya Shoubei, miembro de la familia Tamaya que desde hace ocho generaciones (él es la novena que continúa con esta tradición) se dedica al Karakuri nyngio. Son 280 años de experiencia la que acumula esta familia, que hoy se encarga de restaurar y de producir viejas y nuevas piezas. El señor Tamaya Shoubei recibió en 2015 el título de Gendai no Meikou, título de Gran Maestro Artesano, librado por el Gobierno Japonés. De entre sus obras maestras, el servidor de té o Chabakoki-nyngio, ha sido seleccionado para ser exhibido en el Museo Nacional de Tokio y en el British Museum de Londres.
Vean este reportaje basado en el trabajo del señor Tamaya Shoubei:
Ha sido una delicia ver funcionar a estos dos sofisticados autómatas, puestos en marcha por el señor Tamaya Shoubei, quien, al acabar la demostración, mostraba al público los mecanismos interiores de cada uno de ellos.
También mostró un muñeco acróbata que daba vueltas sobre sí mismo y tocaba el tambor, siendo accionado a través de una única barra, con los mecanismos pasando por su interior.
Karakuri nyngio. Acróbata. Foto de Ura Iturralde.
Muy espectacular fue la torre que construyeron para dar una idea al público del Dashi Karakuri, la modalidad usada en los festivales. Tuve la ocasión de verlo en el Palacio de Miramar, en el piso superior del nuevo centro cultural La Tabacalería y hoy mismo en el precioso kiosko modernista de música del Boulevard Zumardia, en el centro de San Sebastián.
Quizás haya sido en este último lugar donde mejor ha brillado la demostración y más público ha tenido, bien incrustada la estructura del Dashi Karakuri en las filigranas modernistas del kiosko de música.
Yanisbel V.Martínez, Enrique Lanz y Norge Espinosa, tras grabar la representación del Karakuri Nyngio.
Extraordinario ha sido ver la sofisticada complejidad de los mecanismos usados para conseguir que un muñeco suba unos peldaños por sí mismo, mediante un control existente en la base de los pies que se acciona justo cuando pisa el escalón correspondiente. Igualmente impactante las repentinas apariciones de máscaras en los rostros de dos de las marionetas.
Vean también el reportaje publicado por Jenaro Meléndrez Chas sobre el Karakuri Nyngio en Titeresante aquí.
Adjuntamos a continuación varias muestras de imágenes de Karakuri Nyngio: