(Javier Aranda, foto de Jesús Atienza)
Sábado 7 de abril, en el Ateneu 9 Barris, Festival Ròmbic
Había una gran expectación en el Ateneu 9 Barris de Barcelona para ver esta segunda obra de Javier Aranda como solista, programada dentro del Festival Ròmbic, de Titelles per a Adults de Barcelona. Se conocía Parias, su anterior trabajo, que había presentado en varias etapas en distintos espacios de la ciudad, y habían llegado rumores de que esta nueva obra, titulada Vida, superaba incluso a la primera, algo difícil teniendo en cuenta el éxito rotundo cosechado por ésta. Pues bien, la expectación fue colmada y sobrepasada con un espectáculo que ya desde los primeros minutos se ganó no sólo la atención y la admiración del público, sino su corazón.
Nos encontramos ante uno de estos espectáculos solistas en el que el titiritero acepta el reto de despojarse de técnicas, adornos, decorados y todo tipo de parafernalia escénica para ir a lo mínimo y explicar algo que también es mínimo siendo lo máximo: la vida de las personas, el nacimiento y la muerte, el crecimiento, el vivir eterno y el actual, el amor, el duelo, el tiempo en definitiva en su capacidad de crear, transcurrir, regodearse en sus momentos álgidos, y destruir. De eso trata y habla Vida desde las herramientas más elementales del titiritero: las manos, la imaginación, el deseo de conectar con un público, la inteligencia, y la honradez de partir de algo tan sencillo como son los recuerdos de la niñez, un homenaje a la madre y una simple canasta, con cuatro trapos y pequeños utensilios de coser.
Ya sabemos que lo más sencillo es siempre lo más difícil en el teatro: encontrar la síntesis expresiva y contar con los mínimos elementos para explicar lo máximo, es el objetivo final de cualquier artista del escenario. Pues bien, Javier Aranda lo ha conseguido en plena juventud madura de su arte. Así lo decretó el público del Ròmbic que abarrotaba el Ateneu 9 Barris, entusiasmado y puesto en pie para aplaudir su trabajo. Y lo más inaudito, emocionado profundamente hasta las lágrimas atrapado por la humanidad de la actuación.
Vida es también un ejercicio de manipulación de manos que se ayuda con pequeños apliques y que denota muchas horas de prueba y error, hasta alcanzar los movimientos justos y adecuados. Un trabajo de virtuosismo expresivo que cuenta con un complemento indispensable y medio oculto: la presencia y la actitud del manipulador, que se mantiene entre la distancia que intenta escapar de la luz y del foco de atención del público, sin nunca desaparecer, y la empatía con los muñecos creados. Es decir, distancia pero sin perder una dinámica interrelación con los personajes y con el público. Y aquí también ha acertado Aranda con el tono de interpretación escogido, un registro en apariencia muy cercano, casi paternal, hacia los títeres, pero a la vez provisto de una distancia profunda y dramática, que tiene que ver con la soledad, la conciencia de la muerte y la vivencia del tiempo. Un registro que exige dotes de actor y que Aranda consigue con magistral pericia.
¿Qué más podemos pedir a un espectáculo de títeres? Denota Aranda un conocimiento profundo del arte titiritero, propio de alguien que ha conocido sus múltiples facetas, desde las más humildes aunque tan difíciles de la cachiporra popular, hasta las más sofisticadas de los espectáculos que recorren con éxito los escenarios del mundo. Un titiritero que también es actor con experiencia en el teatro y en el cine. Pero lo que quizás explique Vida, es el profundo compromiso del artista en ir más allá de lo dado, como ya hizo con Parias, el punto de arranque de una voluntad de investigar y de alcanzar logros difíciles en el escenario. Sentimos en sus espectáculos una pulsión transgresora que se sostiene en el tiempo y que lo empuja a un compromiso de radicalidad ética y estética. Cuando ello sucede, la alquimia del arte precipita logros y actuaciones como la vista el otro día en el Ateneu 9 Barris.
Vida, sin duda un espectáculo de alta y larga vida.
Ficha técnica del espectáculo:
Crea y manipula: Javier Aranda
Asesoría de dirección: Alfonso Pablo y Pedro Rebollo
Costura: Pilar Gracia
Diseño gráfico: Val Ortego
Local de ensayos y taller: Teatro Arbolé
Gracias a: Lucía Bernal, Estelle Hi,
Rafa, Clara, Rosa, Merce,
Teatro Bicho, Le Bateau des Fous
y Cabanyal Intim.
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