En Palma y ​​en otras catorce poblaciones de la isla de Mallorca, se desarrolló finalmente durante el fin de semana pasado la programación completa del vigésimo Festival de Marionetas. La variedad de las propuestas sorprende. En las propuestas dedicadas a un público infantil, predominó el cuento escenificado, con montajes más clásicos y de buena factura (la exigencia de calidad no decae en ninguno de los montajes) y otros en los que la puesta en escena puede ser más abstracta . Petjades, de Disset Teatre, era de estas últimas.

Petjades es una propuesta que pide al público que haga el esfuerzo de figurarse lo que, en escena, sólo está representado mediante el recurso poético: unas botas de agua nos deben hacer pensar en la persona que camina, que atraviesa un continente huyendo de la amenaza que cae sobre su casa; un abrigo nos tiene que hacer imaginar a la persona que acoge a la primera; un marco de madera, en el espacio íntimo en el que se encuentran estas dos almas, que es, al mismo tiempo, el espacio mágico del cuento en el que este acto se convierte en algo cálido y posible. La obra se sostiene básicamente en la narración que hace de la historia la actriz Carmen Serna y no debería presentar mayor dificultad. Sin embargo, a ratos pareció que el público quisiera boicotear el acto con su mala educación: dejaron que los niños, muertos de calor, no pararan de querer interactuar con la narradora mucho más allá de la primera reacción espontánea de cualquier niño, o que se pasearan por el escenario para ir de un lado a otro para recoger la merienda, agua, ponerse a comer. Si hablamos de la formación de públicos, algunos deberían tener claro que, para empezar, es necesaria la atención y la buena disposición.

Guarattelle, de Luca Ronga.

Luca Ronga, con su Guarattelle, es capaz de atrapar al público en un torrente de acciones desmesuradas y políticamente incorrectas que provocan, sin paradoja, la hilaridad y la adhesión del espectador con el pequeño personaje que es el centro de todo. De repente, el muñeco representa la parte oscura del ser humano, y nos permite, a través de la risa, exorcizarnos y sacarnos un peso de encima.

Fue en el patio de la Misericordia donde se vieron espectáculos que, sobre la base de la tradición titiritera más humorística e irreverente, actualizaban la vigencia del canon. Uno de estos montajes, con un sentido del humor digamos filosófico —o todo lo contrario—, fue el del titiritero checo Pavel Smid, con su Clase sobre el tiempo. Otro, que no pude ver, fue el del titiritero mallorquín Toni Masegosa. Jordi Alomar, escribió estas líneas:

«La programación del domingo arrancó el Patio de la Misericordia con una actuación en solitario del mallorquín Toni Masegosa, de Marionetes Paradís. Destacamos que fue en solitario porque normalmente esta compañía está integrada por los hermanos Toni y Jaume Masegosa, si bien en esta ocasión actuó sólo uno de ellos. Masegosa es un titiritero de solera, con una formación profesional en el Institut del Teatre de los años ochenta y noventa y una experiencia y rodaje imbatibles en todos los rincones de Baleares y de buena parte de Cataluña. Recorriendo a cuentos populares mallorquines reunidas por Jordi des Racó (pseudónimo de Antoni Maria Alcover) y por el Arxiduc Llís Salvador —respectivamente, «Es jai de sa barraqueta» y «Sa rondaia des fraret»—, Masegosa desplegó su abanico de técnicas tradicionales y nuevas con una agilidad y lucidez sólo posibles gracias a su experiencia en el oficio. Con unas historias llenas de referencias tanto a la tradición popular como literaria —con citas de Ramon Llull y sus «bavastells» y de las obras de teatro de Guillem Cabrer—, el universo de Masegosa está vivo, y es canalla y encantador tanto para los pequeños como para los adultos que disfrutaron de su actuación.»

De qué hablamos cuando hablamos de títeres

Si la propuesta de Masegosa ya contenía todos los ingredientes que componen la base del lenguaje de los títeres, vimos también otra manera de cocinarlos en el montaje de El Espejo Negro, el sábado por la noche. Es-puto cabaret es un espectáculo irreductible, divertido, incorrecto, casposo, sudado, hilarante, irreverente, maleducado, rápido, fácil, populachero, anticuado, intemporal, verraco, ambiguo, sexual, tonto, inadecuado, ocurrente , exagerado, llamativo, impúdico, chabacano, crítico, pasota, macabro, gruñón, cruel, obscuro y brillante y alegre y fresco, todo a la vez. Y es riguroso y espontáneo al mismo tiempo, también. Que luego, a partir de ahí, queramos profundizar en algunos aspectos y desarrollar propuestas que nos hagan pensar más allá de esta base estará muy bien, pero habrá siempre que alguien nos recuerde cuáles son los elementos primarios que tenemos a mano, y lo que define este arte.

El cuerpo-títere

Seguramente, la propuesta más interesante de esta edición del festival en el sentido de explorar los límites y las posibilidades del teatro de títeres ha sido en la compañía franco-argentina La Mue/tte, con L’un dans l’autre. A partir del tema de la relación de pareja, se plantea la objetualización del propio cuerpo y del de la otra persona como medio para comunicarse, construirse. Esto que llamamos amor, lo cotidiano, los malentendidos, lo que podemos imaginar o soñar, absolutamente todo, en este ámbito, pasa por un cuerpo convertido y utilizado como objeto. Los actores son ellos mismos sus propios maniquíes, a menudo sonoros, se convierten en instrumentos musicales con los que se compone la armonía de la relación, beviendo de la tradición escénica surrealista francesa, con referentes ineludibles como Victoria Thiérrée y su Oratoire d’Aurélia. Sorpresa, humor, elegancia, reflexión, experimentación son las primeras impresiones de este espectáculo íntimamente potente e imprescindible.

Un punto de encuentro

Por otra parte, en cuanto a la atención a profesionales, el Festival de Teresetes va camino de convertirse en un punto de encuentro en el que se generan sinergias y se atan colaboraciones para que fructifiquen más adelante. La buena acogida y el buen ambiente que la dirección y la organización supieron dar a los programadores de otros festivales de toda Europa (de Bilbao en Tesalónica, de Rumanía a Italia) propició que se empezaran a tejer proyectos de eurorregión, visitas, redes de distribución. Un auténtico trabajo de fondo.