(El TOPIC de Tolosa. Foto T.R.)
Empezó el sábado 23 de noviembre el Titirijai 2019, la 37 ª edición del Festival Internacional de Títeres de Tolosa que organiza el TOPIC y dirige Idoya Otegui. Y lo hizo con una batería de eventos y celebraciones, siendo la principal los 10 años de existencia del TOPIC, el Centro Internacional del Títere de Tolosa. Una celebración que se va desarrollando a lo largo del Festival y que tendrá su punto álgido el sábado día 30, con la gala nocturna de clausura que conlleva la entrega de premios, los homenajes y otros protocolos importantes.
Vamos a comentar en este artículo algunos de los eventos importantes que han tenido lugar en Tolosa, como es el encuentro entre museos de títeres de Europa para crear una red de colaboración, la preciosa exposición llegada de Italia ‘Giù la maschera’, y empezaremos asimismo a reseñar los primeros espectáculos que este cronista ha podido ver.
Red de Museos de Títeres.
Nos encontramos ante una decisión de gran importancia, que tendrá muchas consecuencias positivas para las artes de la marioneta, muy en especial en el tema de la conservación, estudio y exhibición de los patrimonios titiriteros: la reunión constitutiva que ha tenido lugar en Tolosa de una Red Internacional de Museos de Marionetas, una iniciativa del TOPIC en la que participan los siguientes museos: el Museu da Marioneta de Lisboa (Portugal), el Museo de Marionetas de Ljubljana (Eslovenia), el Museo Gadagne de Lyon (Francia), el futuro Museo de Marionetas de Charleville-Mézières (Francia), el Museo del Burattino de Bérgamo (Italia) y el Museo del TOPIC de Tolosa (País Vasco, España).
Se trata en realidad de una red que ya en parte había empezado a funcionar alrededor de proyectos puntuales, especialmente a partir de la exposición Rutas de Polichinela, creada por Tolosa y compartida por Lisboa y que también se vio en Italia, llevada al Friuli por Walter Broggini y Ortoteatro; con la presente exposición ‘Giu`la maschera’, creada por Ortoteatro y Walter Broggini en coproducción con Tolosa y Lisboa; o con la exposición de los 90 años de UNIMA actualmente en Charleville-Mézières y que se verá en Tolosa y Lisboa en los años 2020-2021.
La red cuenta de momento con estos seis primeros museos, aunque es de suponer que en el futuro se puedan sumar otros en el proyecto. Sin embargo, la intención de sus actuales responsables es primar más la calidad que la cantidad: lo que importa es que la Red sea operativa, con miembros dotados de capacidad y ganas de entrar en los proyectos. Por otra parte, no se descartan las colaboraciones puntuales con otras instituciones, ya sean museos o no. Tal es el caso del complejo teatral de la ciudad de Pordenone, en Italia, formado por Ortoteatro y Walter Broggini, que sin ser museo alguno, lleva años desarrollando un ambicioso e interesante programa de exposiciones titiriteras.
Está en marcha ya un primer proyecto de colaboración entre los miembros de la Red de Museos para más allá del año 2021-2022 sobre el tema de la Restauración, que contempla un simposio internacional y una exposición aún no especificada.
Una iniciativa, la de la Red de Museos, de gran interés para quienes son sensibles a los aspectos patrimoniales de las artes titiriteras y que desde Titeresante seguiremos con suma atención.
La exposición ‘Giù la maschera’.
Ya hablamos en su día sobre esta exposición en Titeresante (ver aquí), que se inauguró en el TOPIC de Tolosa en septiembre de este año, pero no nos cansaremos de indicar su gran valía e importancia por una razón muy concreta: son poquísimas, por no decir únicas, las veces en las que se puede ver en un solo lugar la extraordinaria riqueza y variedad de las tradiciones titiriteras de Italia, con la enorme profusión de héroes y nombres que las conforman.
Tal es el objetivo de la exposición, comisionada por Walter Broggini y producida por Ortoteatro junto con el Museo del TOPIC de Tolosa y el Museu da Marioneta de Lisboa, que pudo verse primero en Cordenons y Pordenone (Italia, región de Friuli), que se encuentra ahora en Tolosa y que viajará en primavera a Lisboa. No se descarta que pueda verse también en el Museo de Marionetas de Ljubljana (Eslovenia).
Como dijimos en ocasión de su presentación en Pordenone (ver aquí):
Algunas de estas ‘máscaras’ proceden del repertorio de personajes de la Comedia del Arte, como Pulcinella, Arlechino, Pantalone, Brighela, Il Capitano, Il Dottor Balanzone o Tartaglia, todas ellas con sus máscaras características. Pero el resto de personajes son héroes nacidos en el siglo XIX, hijos del cambio de época que representó la llegada de los nuevos ideales revolucionarios, y que la invasión napoleónica expandió. Estos nuevos personajes no llevan máscara, por una razón muy simple: era mal vista por los espíritus avanzados de la época, que la consideraban un anacronismo propio del Viejo Régimen aristocrático. Sin duda llevar máscara sería visto como un signo de encubrimiento y de doble moral, una reminiscencia decadente de oscurantismo y fasto barroco.
De hecho, Napoleón prohibió el uso de las máscaras en el teatro, lo que explica que el teatro de la Comedia del Arte con sus personajes haya sobrevivido sólo en el teatro de títeres, único lugar donde las máscaras podían actuar.
Este hecho ha conferido al teatro de títeres popular de los siglos XIX y XX la enorme responsabilidad de mantener vivo un patrimonio literario, escénico e icónico de enorme importancia, que algunos titiriteros, como es el caso del gran maestro Romano Danielli de Bolonia, llaman el Teatro Clásico de los Títeres en Italia.
Una exposición imprescindible para entender el variado y rico ecosistema de las marionetas en Italia y, por extensión, de toda Europa.
‘Circus Funestus’, de Sofie Krog
De Dinamarca llega esta compañía conformada por la actriz-titiritera Sofie Krog y el titiritero español David Faraco, una feliz conjunción creadora que además del espectáculo de los Cristobitas, que ambos ejecutan con maestría (David trabajó durante muchos años con la compañía Libélula de Segovia, junto a Julio Michel y Juan Antonio Sanz), han desarrollado espectáculos de gran empaque, como es el presentado en el Titirijai, un circo de títeres de guante lleno de originalidad y que se sale sin salirse, del género circense de los títeres.
En efecto, nos encontramos ante un espectáculo que aúna el títere de guante con la luz negra, el vídeo, las sombras, montón de efectos especiales, riquísimo juego de luces, y todo ello en una combinación de humor negro, estética gótica, aires de novela negra, en lo que podría ser una versión titiritera y surrealista de freak show, cuyo referente más conocido no podría ser otro que la famosa película Freaks (o La parada de los monstruos, su título en español) de Tod Browning, estrenada en 1932.
Pero atención, nos encontramos en el campo de los títeres, y las ‘monstruosidades’ aquí tienen que ver con la fantasía a veces truculenta de los autores de la propuesta: seres imposibles según la lógica común pero muy posibles cuando se trata de ponerlos en un escenario de muñecos: un micrófono que habla en el papel de presentador, un elefante soñador que más se parece al dios hindú Ganesh que al animal de feria de los antiguos circos, una pulga aventurera y socorrista, un diablo mitad serpiente mitad gusano, dos seres estrafalarios que parecen salidos de un juego digital de matar marcianitos, entre otros personajes.
El programa lo llama un ‘circo de gran velocidad’, pues en efecto las cosas ocurren rápido, con transformaciones súbitas, golpes de efecto que buscan el estilo de los espectáculos de magia, y seres inesperados surgidos de algún sueño o pesadilla. Y es precisamente en el desarrollo de la acción donde más destaca la originalidad de la obra, en el ritmo endiablado de los trucos, con una historia en la que importa más el efecto visual y la sorpresa que su propia significación, buscando una especie de teatro del absurdo que se viste de tintes oscuros, de humor negro y de saltos en el tiempo, en el espacio y en el vacío. Para ello, se sirven los titiriteros del uso del vídeo que se proyecta en un lateral y que nos ofrece una faceta oculta en primer plano y en blanco y negro, como si una cámara siguiera a los protagonistas tras las bambalinas, mostrando sus intimidades y sus momentos de incertidumbre.
El elemento surrealista aparece con el fondo acuático que existe en los bajos del teatro y que vemos a través de un corte en vertical del retablo, con el apoyo imprescindible de la banda sonora, de corte casi cinematográfico.
Los de Sofie Krog sorprendieron al público escolar que asistió a las representaciones del TOPIC con este lenguaje que parece provenir del cómic y de los dibujos animados, pero en el que todo, menos el vídeo, sucede en directo y al vivo. Los aplausos del público y el interés de los entendidos en ver por detrás la compleja tramoya del retablo, daban fe del enorme interés que despertó la propuesta.
Caín de Saramago, de Teatro Arbolé.
Ya conocía este trabajo de los de Arbolé, con el que los titiriteros del Parque de las Aguas de Zaragoza han decidido celebrar su cuarenta aniversario (ver aquí). Poner en escena la novela de José Saramago sobre Caín ha sido un deseo que Iñaki Juárez, tras leer la obra, mantuvo guardado en el cajón de los proyectos secretos del futuro. ¿Y qué mejor manera de celebrar los cuarenta años de profesión que correr el riego de sacarlo del cajón y ponerlo en escena?
Una obra que, según Iñaki Juárez, parece estar escrita para el teatro. Quizás por eso, se pregunta el director, no puso Saramago puntuación alguno salvo algunos puntos y aparte, para que no fuera tan evidente esta inclinación del texto a las tablas.
En todo caso, el texto de la versión utilizada es en casi toda su integridad el de la novela, que Juárez ha puesto en boca de los personajes bíblicos representados por actores y marionetas, y para los que ha recurrido a tres titiriteros y a tres actores: Azucena Roda, Pablo Girón y Julia Juárez en el rol de manipuladores manipulados por Dios y encargados de manejar los títeres, y Pedro Rebollo, Jaime Ocaña e Inmaculada Oliver en los papeles respectivos de Caín, Dios y Lilith, también a veces desdoblados en las marionetas que los representan.
Tras ver la obra en el TOPIC de Tolosa, me ratifico en lo que dije a raíz de su estreno en Zaragoza:
Pedro Rebollo está realmente magnífico en el difícil papel de Caín, capaz de transitar de lo sórdido e instintivo a lo noble y dadivoso, siempre con un poso de enorme profundidad, al ser el centro de gravedad de la obra con todo su peso vital y filosófico. En el otro extremo, Jaime Ocaña, responsable de Dios, brilla como si hubiera nacido para este papel: caprichoso y cínico Creador que juega con sus criaturas a placer. En cuanto a Inmaculada Oliver, intérprete de Lilith, está magnífica en su función de seducir a Caín y a todo el público, desde la sensualidad y la inteligencia.
En el coloquio posterior a la representación en el ambigú del TOPIC, se habló de nuevo de algo que apunté en mi primera reseña: el carácter que se podría dar a la obra de ser una especie de Auto Sacramental crítico y quizás algo sacrílego, una revisión desde la mirada distante y contemporánea de un autor ateo como José Saramago en la que se nos invita a reflexionar sobre los acontecimientos bíblicos y sobre temas que se mueven entre la teología, la historia y la filosofía. Y para ello, parece la opción más indicada recurrir a las marionetas, que tan bien permiten la doble lectura alegórica de hechos y personajes.
Quizás sea el momento de recurrir a este género arcaico del Auto Sacramental, en una época como la nuestra tan cercana al Barroco, afín de podernos plantear temas de alto voltaje filosófico desde la estética, el juego teatral y sin caer en academicismos, con personajes alegóricos que tan bien encajan con la tradición de los títeres populares, cuyos personajes eran en su mayoría los potentes arquetipos que conformaban la sociedad de cada época. Un camino que los de Arbolé, bajo la acertada intuición de Iñaki Juárez, parece haber emprendido con ganas.