El mundo del cine a menudo ha utilizado títeres para dotar de gesto y movimiento criaturas no humanas, desde el famoso gorila King Kong, llevado a la pantalla en tres películas del mismo nombre (la primera estrenada en 1933 y los dos remakes siguientes en 1976 y 2005), hasta el Tiranosaurio Rex de Jurassic Park, saga que también se ha hecho en varias partes.

king kong

En el caso de las bestias de la familia de los dinosaurios, podemos señalar algunos antecedentes realizados con una característica técnica común: el monstruo en cuestión —Godzila sería el más popular— siempre ha exhibido en la ficción de la pantalla gigantescas y terroríficas proporciones, pero en realidad, paradójicamente, esta apariencia abrumadora se ha conseguido mediante el recurso de varias marionetas en miniatura, más o menos tecnificadas y pasadas al lenguaje cinematográfico generando el movimiento fotograma a fotograma. Más recientemente, esto se ha conseguido gracias a los grandes recursos que ofrece el grafismo electrónico, la programación por ordenador, la animación animatrónica, los efectos prostéticos y los servomotores.

Pero son dos los sistemas de movimiento de los títeres cinematográficos que más se emparentan con la manipulación de los tradicionales, movidos con varillas o hilos. El primero consiste en sustituir las varillas o los hilos por otros bajo control electrónico. El segundo, utiliza la manipulación manual de siempre pero sirviéndose de varillas e hilos pintados de verde o azul y manipulados por titiriteros también vestidos de verde o azul. La marioneta, ya sea monstruo, dragón, alienígena, cíclope, etc., evoluciona ante un fondo y un suelo igualmente de color verde o azul. El único elemento perceptible a los ojos de quien lo mira es, pues, un títere que se mueve sobre un fondo totalmente neutro, uniforme y monocromático. En el proceso de postproducción, el verde o azul de tierra y fondos serán sustituidos por el decorado que convenga: la filmación de una selva o la de las calles de una ciudad, etc. Es una convención perfectamente aceptada por el espectador.

En el ranking de maestros titiriteros especializados en la creación de marionetas cinematográficas, tenemos que dar un puesto preferente al genial Ray Harryhausen, ganador de un premio Oscar por sus muñecos destinados a la película The Mighty Joe Yung, en la que el protagonista es un primate. Ray Harryhausen había sido discípulo de Willis O’Brien, creador de figuras y marionetas que en conjunto sirvieron para dar vida al King Kong de la película de 1933.

ETEs indispensable citar también a Carlo Rimbaldi, creador del muñeco ET para la película de Steven Spielberg del mismo título. Carlo Rimbaldi utilizó tres títeres diferentes (que se movían con distintas tecnologías), con las que consiguió un total de treinta gestos faciales y cincuenta y seis más repartidos entre movimientos del cuerpo, brazos, manos y dedos. Spielberg dijo de la criatura: «El trabajo de Rimbaldi es prodigioso, es más que un títere, se puede decir que tiene vida propia». Rimbaldi también fue el creador del King Kong de la película del 1976.

Otro creador destacable fue Jim Henson, famoso por dar vida a los populares e internacionales títeres de Barrio Sésamo. La celebrada y simpática rana verde, la compuso con un viejo abrigo de su madre. En 1969 creó la factoría Jim Henson Creature Shop, destinada a proveer de marionetas y efectos animatrónicos la industria del cine.

Hemos mencionado dos veces la palabra «animatronic» y ya es hora de desvelar su significado. Se trata de una complicada tecnología, no exenta de sensibilidad artística, desarrollada para crear criaturas movidas por control remoto que, mediante servomotores, sistemas mecánicos, sensores y cables electrónicos, se comportan como unos títeres sofisticados y movidos por múltiples mecanismos que pueden articular un considerable abanico expresivo: movimiento de cejas, de córneas, de nariz, de boca…, para que pueda sonreír, comer, etc. Movimientos extensibles al tronco y las extremidades que hacen posibles gesticulaciones elaboradas y precisas en el movimiento de manos y dedos.

Toda esta animación animatrónica se controla con un mando capaz de establecer programaciones instantáneas, de modo que cualquier movimiento se produce en el tiempo real que requiere la acción y las reacciones de la marioneta son inmediatas.

Utilizados habitualmente en robótica, radiocontrol y modelismo, los servomotores pueden hacer caminar o correr un títere. Se trata de unos dispositivos eléctricos con una capacidad de control muy precisa, ya sea en lo referente a la posición en la que pueden actuar como a la velocidad desarrollada.

El complemento de la carcasa, la estética de tanta sofisticación técnica, lo proporcionan los llamados efectos prostéticos, siempre en manos de expertos constructores de títeres. Consisten en la más perfecta adecuación externa del muñeco, pensando en optimizar su apariencia y verosimilitud. Se trabaja a menudo con estructuras corpóreas de policarbonato y espuma de látex, con piel de silicona, dientes de material acrílico, pelos colocados uno a uno, etc. Un resultado que muchas veces también pasa por las manos de expertos maquilladores.

Un buen ejemplo de perfecta sintonía entre servomotores, animatrónica y prostética nos lo proporciona el personaje de Pinocho trasladado al cine. Cuando la que podemos considerar la marioneta más mediática de la historia, con la inevitable vulgarización que ello supone, fue llevada al cine en 1996, en primer lugar se construyó una figura del todo fiel a la que propone el cuento original de Carlo Collodi, es decir, tallada en madera y, en este caso, de una altura de 80 cm. Posteriormente, se hicieron moldes y se hicieron copias en material de fibra de vidrio para que el interior hueco del molde pudiera acoger un intrincado sistema tecnológico capaz de hacerle hacer un buen número de movimientos. Finalmente, para recuperar la apariencia del muñeco de madera tallado por el carpintero Gepetto, toda la carcasa de fibra fue recubierta por una capa de pintura de látex que imitaba perfectamente el color y la textura de la madera. El efecto de la nariz que crece unos cuantos centímetros a cada mentira de Pinocho fue generado por ordenador.

r2d2En las antípodas del títere movido por tecnología sofisticada podríamos situar aquella modalidad de criatura cinematográfica calificable de figura, títere o muñeco que cobra vida gracias a un actor camuflado en su interior. Son criaturas de ficción que desde su identidad artificial o irracional de robot, autómata, androide o animal, muestran propensión a humanizarse, y de las que Frankenstein quizá sería la más emblemática. Este famoso monstruo, con sus característicos dos tornillos de rosca en el cuello, creado por la pluma de Mary Shelley y fabricado dentro de la ficción en el laboratorio del doctor que le da nombre, perfectamente podría compartir mesa con las no menos famosas criaturas de El Mago de Oz: el Espantapájaros buscando un cerebro, el Hombre de Lata que necesita un corazón, el León miedoso que quería ser valiente. También podría ir junto con los dos famosos robots de La Guerra de las Galaxias, el dorado C3PO, interpretado por el actor Anthony Daniels, y el cilíndrico y pequeño R2-D2, interpretado por el actor enano Kenny Baker.

El ancestral mundo de los títeres y su encuentro con la modernidad del cine y las nuevas tecnologías nos sitúan en una parcela más de la dinámica transversal de las artes del espectáculo, hoy en día a considerar del todo creativa y necesaria.

 

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