Nos ha enviado Sergio Murillo, del Baúl de la Fantasía, Colombia, noticias sobre este personaje considerado como el pariente colombiano de Polichinela. Un personaje que, según nos cuenta Sergio en su texto, nació en el año 1914 en la localidad de Manizales, creado por Sergio Londoño Orozco, un artista del cartel que acabó haciéndose titiritero. Dejemos que sea el propio Murillo quien nos introduzca al personaje, en este texto que reproducimos a continuación.
Los primeros cien años: Manuelucho, títere nacional
por Sergio Murillo
“(…) el títere no es una persona ni en general un ente vivo sino un objeto; es alegórico por su esencia. El títere no puede limitarse a existir para hacer lo que el actor no puede. El teatro de títeres no puede basarse en la imitación del hombre, pues tal cosa crecería de sentido y dejaría de ser un arte. El títeres no es una imitación, sino una generalización, de ahí el carácter simbólico de este arte”. (Obraztsov)
Existe en muchos países del mundo una fuerte tradición de teatro de títeres popular y, de acuerdo a cada lugar, se han creado personajes con distintas fisionomías y particularidades, cada uno relacionado de manera diferente con el cosmos, según sea el área geográfica, la cultura o el contexto histórico en el que haya nacido. (Gonçalves Santos, 2007). Pero lo que hay en común en todos estos personajes es su espíritu libertario y rebelde, que los hace críticos de lo socialmente establecido, fustigadores de las injusticias: “imponen la justicia a su manera, simbolizando las clases oprimidas contra cualquier forma y opresión” (Pimentel, 2007, Pags. 117-118)
En Colombia, en Manizales, en el año de 1914, nació un héroe del teatro popular de títeres llamado “Manuelucho Sepúlveda, la mera astilla remediana”, el cual hace parte de una extensa familia de títeres populares, que viene desde la Edad Media hasta hoy, como son: “Pulcinella” (Italia), “Punch” (Inglaterra), “Don Cristóbal” y Barriga Verde”(España), “Kasperl” (Alemania), “Dom Roberto” (Portugal), “Vasilache” (Rumania), “Jan Klaassen” (Holanda), “İbiş” (Turquía), “Guiñol” (Francia), familia que se extiende por América Latina con personajes tales como: como “Benedito”, “Cassimiro Coco” y “João Redondo” (Brasil), entre otros.
El creador de Manuelucho fue Sergio Londoño Orozco, un humilde artista y yerbatero que se dedicaba a realizar carteles (de los espectáculos que llegaban a Manizales al Teatro Olympia), avisos para el comercio y a vender pociones y remedios en la plaza de mercado, las cuales aprendió hacer en sus viajes por el Caquetá y el Chocó. Utilizaba un títere (de ventríloquía) para llamar la atención del público y así vender sus remedios. A principio de la década de 1910, la Compañía de Títeres, Marionetas y Variedades de Juan Cassola[1], llegó a Manizales y se encontró con Sergio Londoño, “(…) éste innato titiritero que canta cambiando de voces mientras pinta y a quien Cassola invita a hacer parte de su tropa, Sergio quien tiene 16 hijos para la época, se niega a la propuesta pero opta por el trabajo con los muñecos y decide crear un personaje con nombre, apellido y predicado propios: MANUELUCHO SEPULVEDA, LA MERA ASTILLA REMEDIANA”.(Vesga V. J., 2008). Antes de que Juan Cassola siguiera su gira, le enseñó a Sergio Londoño a animar títeres y le regaló 15 de sus muñecos.
Sergio Londoño, jugando con los títeres obsequiados y haciendo unos nuevos, en 1914 (hace exactamente 100 años) dio a luz al primer títere de guante colombiano, acompañado por una serie de personajes que reflejaban la sociedad y cosmología del autor: Matea y Toribio (sus padres adoptivos afro descendientes del pacífico), Cunsia (su eterna enamorada), Don Absalón (terrateniente avaro prestamista de dinero a interés), los padres Asmita y Mafafo, Belcebú, la Grupa o Gripa Chumacera, la Muerte, el Diablo, la Cabecipelada, entre otros (Vesga, Uribe, & León, 1995).
Como en las otras manifestaciones artísticas de Sergio Londoño, “Manuelucho” revelaba de modo singular la rica expresividad del día a día del pueblo. A través de los títeres populares, las personas se identificaban con sus alegrías y sus tristezas, con sus temores, su fe, con sus instituciones represoras y sus ganas de libertad. Y al igual que sus antecesores, “Manuelucho” hablaba de los seres humanos y de sus relaciones con el mundo, expresaba la cosmovisión de hombres y mujeres de un tiempo y espacio específicos, todo a su vez con un propósito comunicativo universal: las ansias libertad. “Manuelucho”, como sus parientes próximos y lejanos, nos hablaba del amor, del trabajo, de las fiestas, de las relaciones de poder, y siempre a través de la comedia (Brochado, 2006, Pag. 141).
“Manuelucho”, fiel a su linaje, transportaba a su público al reino del mito y el rito, al terreno de las leyendas populares y de las aspiraciones de libertad. Con sus historia hacía sobrevolar sobre los límites de la razón, exigiéndole a los espectadores la supremacía de la imaginación y, sobre todo, el dominio de la intuición, que permitía complementar lo sugerido en escena. Como en sus antecesores, la risa era la intención mayor del espectáculo, llevando en su pequeño Teatrino o Teatril (como Sergio Londoño le llamaba), la “fórmula” para derrotar a los poderosos, los cuales siempre eran representados de manera ridícula ( Gonçalves Santos , 2007, Pag. 33).
En algunas formas populares de expresión artística, de modo claro o velado, se revela la conciencia de sus creadores, quienes con sus obras exploran sus condiciones sociales y las incorpora como forma de protesta contra sus opresores (Pimentel, 2007, Pag. 106) y Sergio Londoño no fue una excepción, pues a pesar de ser un conservador, había sido víctima de la “Guerra de los Mil Días”, y le dolían mucho las atrocidades que vivió durante la guerra, llevada a cabo por una clase política dividida en dos partidos políticos que, más allá de las posturas ideologicas, buscaba tener el control sobre el Estado y sobre el comercio de exportación, principalmente el del café (Bergquist, 1999). Así pues Sergio Londoño mostraba en sus obras, entre otras muchas situaciones, el verdadero poder de la iglesia en un estado que pretendía ser laico, el poder económico que tenían los terratenientes, cómo a la gente del común le tocaba ingeniárselas desde la ilegalidad para sobrevivir, etc. Dentro de este contexto, a escasos cuatro años de haber terminado la Guerra de Los Mil Días, decidió crear este personaje rebelde contra lo establecido por la clase política colombiana, un héroe libertino, bebedor, coqueto, conquistador, adulador” el cual refleja la manera de “estar vivo”. (Vesga V. J., 2008)
Hace 70 años, en 1944, murió Sergio Londoño, tras dar vida durante 30 años a “Manuelucho”, quedando enterrado el titiritero y olvidado este héroe popular. Hoy, para celebrar sus primeros cien años de nacimiento, desde El Baúl de la Fantasía buscamos reconstruir, pero a su vez reinventar y resignificar, a “Manuelucho”, con una obra pensada para público juvenil y adulto, y que busca sacar a flote su irreverencia frente a las instituciones sociales que dominan la libertad.
Feliz cumpleaños Manuelucho, que sigas cumpliendo muchos siglos más. Te deseamos que muchos grupos monten obras sobre ti, jugando con tu espíritu, para consolidar una tradición.
1) Bibliografía
Bergquist, C. (1999). Café y conflicto en Colombia (1886-1910): La Guerra de los Mil Días, sus antecedentes y consecuencias. Bogotá: El Áncora Editores.
Brochado, I. (2006). O mamulengo e as tradições africanas. Móin Móin, revista de estudos sobre teatro de formas animadas, 138-155.
Brochado, I., & Ribeiro, K. H. (2011). Aspectos dramatúrgicos do teatro de bonecos popular. Móin Móin, revista de estudos sobre teatro de formas animadas, 193-208.
Edwards, G. (2006). Punch & Judy. Móin-Móin. Revista de estudos sobre teatro de formas animadas(2), 66-83.
Gonçalves Santos , F. A. (2007). Mamulengo: o teatro de bonecos popular no Brasil. Móin Móin, revista de estudos sobre teatro de formas animadas, 16-35.
Moretti, G., & Beltrame, V. N. (2006). A MUDANÇA DA LUA: à guisa de apresentação. Móin-Móin. Revista de estudos sobre teatro de formas animadas.
Moretti , G., & Beltrame , V. (2007). Apresentação: reflexões sobre as práticas do teatro. Móin Móin, revista de estudos sobre teatro de formas animadas, 11-15.
Obraztsov, S. (1950). Mi profesión. Moscú: Ediciones Lenguas Extranjeras.
Pimentel, A. (2007). João Redondo: um teatro de protesto. Móin Móin, revista de estudos sobre teatro de formas animadas, 102-121.
Rosière, C. (2006). Kasper – O personagem do teatro. Móin Móin, revista de estudos sobre teatro de formas animadas, 94-110.
Vesga, V. J. (05 de 06 de 2008). «Manuelucho Sepúlveda» la mera astilla remiediana. Recuperado el 15 de 12 de 2013, de Titerenet: http://www.titerenet.com/2008/06/05/manuelucho-sepulveda-la-mera-astilla-remediana/
Vesga, V., Uribe, J., & León, G. (1995). Manuelucho: patrimonio de las artes escénicas caldense y tradición del títere en Colombia. Manizales: Sin Publicar.
[1]Por la técnica de títeres de guante que utilizaba Sergio Londoño, se presume que la compañía Juan Cassola era Catalana.