De Ulular, de los madrileños Tyl Tyl Teatro, ya hemos escrito que se trata de un espectáculo inteligente y sensible a un tiempo. Pero el trabajo de esta compañía es algo más que eso: parafraseando el título de una de sus canciones, lo que ellos hacen es sonido en movimiento. Con ello consiguen que el espacio del teatro sea un entorno envolvente en el que cada detalle forma parte un todo. Ulular es un espectáculo inexplicable: no se trata de un cuento, sino de la vida misma puesta en escena, sencillamente simbolizada y ritualizada.

Tyl Tyl Teatro - Ulular - Madrid

Lograr el nivel de aparente sencillez —o digamos mejor de naturalidad— con el que de se desenvuelve la obra es complicadísimo. Daniel Lovecchio y Ave Mª Tejón empiezan la obra paseando lentamente por los pasillos de platea, infundiendo una agradable tranquilidad al público. Y como lo que buscan es atrapar a los más pequeños (¡el montaje es apto a partir de los seis meses!), enseguida recurren a la conjunción de formas y sonidos. Con unas pelotas, marcan ritmos y sugieren una música hipnótica a partir de la cual nacen varios planetas. Entre ellos, nuestro pequeño mundo.

El espectáculo se despliega sobre una tarima que se encuentra en mitad del escenario, formando una escenificación clásica. Alrededor de la tarima actúan Lovecchio y Tejón, usando instrumentos que crean una sonoridad cálida: un slit drum, que es un cajón de madera que recuerda al xilófono; un violoncelo; un didgeridoo que harmoniza con una trompa de plástico (modificada); un saxo soprano; una guitarra; una flauta china, y las voces de los propios músicos actores. En medio, se abren varios trípticos: un paisaje de montañas con su correspondiente sonido de ave rapaz, al que se sobrepone un entorno rural, que deviene aún más doméstico con la presencia de un pueblo, con sus vacas, sus pájaros, su tren y sus personas.

La percepción que se tiene es que este universo, con un gran protagonismo de los colores básicos y sus matices, funciona en perfecta harmonía. Simbólicamente, uno de los elementos usados al principio de la obra es la harina. Los dos actores interpretan el papel de panaderos, es decir, de artífices de la transformación del paisaje en el pan que reparten al finalizar el espectáculo. En este proceso, la palabra también tiene su papel, aunque no aparece hasta que la música ya se ha consolidado como elemento creador. La palabra es juego, desde las abruptas y rocosas esdrújulas del principio (incluída “pálabra”) hasta la llanura de la frase infinita que forman al final.

Un espectáculo sabiamente dirigido a los más pequeños, en el que la palabra “arte” adquiere un significado concreto y que consigue despertar sensaciones que más tienen que ver con lo intangible que con lo material.

Tyl Tyl Teatro - Ulular - Madrid

Daniel Lovecchio. Foto de Jesús M. Atienza.

Aquí puedes escuchar «La mano piensa», de Tyl Tyl Teatro.