Luis Vieira y Rute Ribeiro, los directores del Festival Internacional de Marionetas e Formas Animadas de Lisboa – FIMFA Lx, reservaban espectáculos muy especiales para cerrar la edición 2012. Diagnóstico: Hamlet, de Miquel Gallardo, y La música pintada, de Joan Baixas, son buenos representantes de la alta calidad de los artistas catalanes. No es ninguna sorpresa, teniendo en cuenta la larga carrera de Baixas, iniciada en la década de 1960, junto a Teresa Calafell y bajo el nombre de Teatre de La Claca, con el que consiguieron un éxito mundial con el espectáculo Mori el Merma (1978), en colaboración con el pintor Joan Miró. Como tampoco es una sorpresa la calidad de la última producción de Miquel Gallardo cuando éste ya había deslumbrado con trabajos anteriores como El Avaro de Molière con Tabola Rassa o Don Juan. Memòria amarga de mi.
La Compañía Pel Mànec de Gallardo estuvo el pasado viernes en el Teatro Nacional Doña María II. Si lo hubiera sabido antes, habría estado “aún más nervioso”, afirmó. Desde que Diagnóstico: Hamlet se estrenó hace sólo un año, lo ha representado una treintena de veces. “Muy pocas”, dijo, “pero ahora con la crisis los contratos se han reducido drásticamente”. Hizo estas declaraciones en una charla con el público después del espectáculo, en el que el propio artista y Luis Vieira hablaron acerca de la creación teatral, las técnicas y la interpretación. Miquel Gallardo declaró: “Uno nunca termina un espectáculo en los ensayos, es el contacto con el público lo que lo hace. Ahora, después de treinta veces que he representado este espectáculo, creo que está completamente listo. No es perfecto, simplemente está a punto.”
Diagnóstico: Hamlet no es otra versión del drama de Shakespeare, sino un uso del texto para un nuevo argumento. Max Flaubert, encarnado por un títere, es un adolescente que ha decidido aislarse después de la muerte de su padre y de que su madre se casara con su tío. Está bajo tratamiento psiquiátrico con su titiritero, Miquel Gallardo, pero cinco años después del fallecimiento, todavía se niega a ser ayudado. Tomando como fuente de inspiración contemporánea a los jóvenes japoneses que se cierran en sus cuartos para protegerse de la presión de sus padres y de la sociedad, los hikikomori, Max Flaubert crea su mundo interior hecho con lecturas de Shakespeare, música e Internet. La relación entre él y el médico es, de hecho, el tema de verdad: el desdoblamiento de personalidad del titiritero.
Gallardo decidió no concentrarse tanto en la duda de Hamlet sino en las posibilidades que ofrecía el personaje de ser dos. Y si en la obra original el príncipe Hamlet utiliza el teatro y a los comediantes para desvelar la verdad sobre la muerte de su padre, ahora es Gallardo quien utiliza Hamlet para hablar sobre la dualidad del titiritero. Irónicamente, en una de las primeras escenas de la obra, la madre de Max de Flaubert (nunca se usa el nombre Gertrude), otro muñeco, canta el bolero Puro Teatro. En otra escena, más dramática, el doctor sale del armario en el que, al mismo tiempo, está hablando con Max, por lo que se puede ver esta duplicidad: uno está proyectado en la pared de la habitación mientras habla con su paciente y el otro fuera del armario haciendo como que cruza el escenario caminando sobre un alambre. Muchos detalles hacen que esta peculiar dramaturgia funcione. En efecto, la dirección de María Castillo es simplemente genial.
Miquel Gallardo manipula a Max Flaubert, a su madre y a Ofelia, la cual se suicida durante una llamada de Skype. Sin embargo, el drama no es del joven Flaubert, creyéndose Hamlet, sino del médico. Esto hace que la obra sea extremadamente difícil de interpretar, ya que el actor se encuentra solo en el escenario durante setenta minutos y da vida a cuatro personajes diferentes, teniendo que manipular a tres de ellos. Los títeres son de Martí Doy. Son de tamaño real, movidos con un brazo desde detrás se de la cabeza. Después del espectáculo, Gallardo quiso reconocer la influencia directa de Neville Tranter. Los movimientos y los diálogos son limpios y verosímiles, hace que todo parezca natural, como si los títeres fueran actores de carne y huesos.
… Y Joan Baixas en el Museu da Marioneta
Del espectáculo de Joan Baixas La música pintada ya hemos hablado anteriormente (ver aquí artículos en catalán; leer aquí en español). A pesar de que pudimos verlo en la Fira de Teatre de Titelles de Lleida, de nuevo nos quedamos impresionados por su naturalidad. Baixas se encuentra en una fase de madurez de su trabajo que lo aproxima mucho al público y lo hace ser capaz de contar esas historias tan difíciles como la vida y la obra de Maurice Ravel y de Claude Debussy. ¡Y consigue que sea para niños!
Bueno, no exactamente. Es sin duda una obra de teatro para niños. Lo que pasa es que Joan Baixas se ve tan cercano y es tan honesto que llega a los niños con facilidad, tengan la edad que tengan. Tiene una magia especial que hace que todo el público sea muy joven.
Lo hace gracias a la forma en que cuenta la historia, pero también a las pinturas que hace en directo sobre una pantalla iluminada, siguiendo la música de estos dos compositores impresionistas. El impresionismo es, de hecho, lo que lleva a escena para hacernos sentir sensaciones agradables, mediterráneas y exóticas, del lejano Oriente. Con Música pintada se expone abiertamente, ahí están su forma de trabajar y de ver la vida y el arte. Es un espectáculo sencillo, pero los sentimientos que quedan después de verlo son poderosos y duraderos.