En el FIMFA Lx – Festival Internacional de Marionetas e Formas Animadas de Lisboa, Portugal, los espectáculos de pequeño formato se llevan a cabo en lugares adecuados con la participación de los vecinos de A Tarumba. Así es como los directores Luis Vieira y Rute Ribeiro crean una red de complicidades en su área local como opción alternativa para los días entre semana del Festival. Por dos días pudimos ver una selección de cuatro espectáculos breves (25 minutos como máximo) en espacios para 15-20 personas. Después de eso, una maravillosa propuesta experimental en una galería de arte.
Joaquim René es el autor de Diva’s Haiku, la obra más corta y más pequeña de todo el FIMFA. Su pieza tenía una duración de sólo tres minutos y es para nada más tres personas, y se representaba en la biblioteca de un vecino del Centro de Artes da Marioneta. Este lugar tan especial, de hecho, era parte del show, ya que los tres espectadores tenían que entrar en la habitación a través de un pasillo completamente a oscuras, siguiendo la luz de una pequeña linterna. Todo el espectáculo se hacía con pequeñas linternas, iluminando una a una las fotos de actrices clásicas de Hollywood y algunos objetos de fetiche, como unos glamourosos guantes largos. El secretismo de la situación, las luces y el diseño de la música de Catarina Côdea generaban una simpatía nostálgica por la que los iconos llegaban a vivir.
La segunda de las piezas de pequeño formato fue la de Luis Hipólito, Rio, Rio, Rio… Una vez más, el glamour, el fetiche y la nostalgia merecieron un lugar íntimo. En este caso fue el propio de A Tarumba. Vestido con pijama, Luis Hipólito dejó bien claro que su homenaje a la estrella portuguesa-brasileña Carmen Miranda era estrictamente íntimo, lo que también quiere decir irónico y totalmente sincero a la vez. Jugando con sombreros de frutas, plátanos, guantes, un loro, la utopía americana de Barbie y Ken, un par de vestidos y la música, contó la historia de Miranda y nos la trajo de vuelta entre nosotros en una inteligente y divertida obra para ver de muy cerca.
No nos movimos aun de la década de 1940. Después de Rio, Rio, Rio…, otra vez cruzamos la calle para ir a la casa del vecino. Ahí estaba André Murraças, quien representó su Teatro Noir, una versión del cine negro en papel recortado. La trama, el blanco y negro, los personajes (cantante de jazz, un detective duro, la policía…), todo recreaba perfectamente una película noir. Incluso adaptaba técnicas cinematográficas como el zoom mediante la colocación de un panel frente a otro, por ejemplo, o travelings con sombras.
Todavía bajo el efecto de este trabajo estimulante, llegó el último show de la noche, Imago, de Ana Gabriel, de nuevo en el Centro de Artes da Marioneta. Gabriel trabajó sobre el significado de varias imágenes que nos rodean cada día. Después de presentar dos personajes delgados, transparentes, casi sin cuerpo, hechos de alambre, que viven en un ambiente blanco y sin imágenes, los bombardeó con anuncios y noticias de papel, como a menudo nos sucede también a nosostros! Todas esas imágenes forman un reportaje fotográfico: niños muriendo de hambre al lado del logotipo de McDonald, una foto de deforestación de un bosque con un anuncio de Ikea…
‘Mecánica 1 – Maquete’
Este era el título de la siguiente actuación de pequeño formato, una noche más tarde en la Galería de Boavista, a dos calles del Centro de Artes da Marioneta. Mecánica 1 – Maquete, de João Calixto y Lança Márcia, en realidad es un mecanismo sorprendente y una escultura. No es muy grande.
El desafío de ver este show es ser capaz de captar significados mediante el uso de las emociones y no sólo necesariamente a través de las referencias visuales. Aunque las formas de las piezas móviles y la propia estructura del aparato son básicos, éstos desempeñan un papel de símbolos, de forma parecida a cómo lo hacen las palabras.
“En el proceso de creación de este espectáculo”, dice João Calixto, “descubrimos que poner la madera y el hierro juntos generaba un conflicto, sólo por la diferencia de los materiales”. Y añade: “El hierro es más agresivo, lo cortamos con un soplete, lo que hace que sea más duro, mientras que la madera en cambio…”
Para mí, las maderas también eran agresivas, aunque de otra forma. Entonces Márcia Lança dijo: “Hay una diálogo de los materiales, de todas maneras. Es por eso que llamamos nuestro trabajo “Teatro de la Materia”.
De hecho, no es tan importante que las piezas de madera recuerden los Alpes, el Gran Cañón o incluso icebergs (¡!), sino la forma en que dialogan con otros elementos: las manos de los artistas, la luz y los pedazos de acero, con un cierto grado de independencia de la realidad.
La creación de este pequeño universo simbólico le debe mucho a su movimiento. Es lento, muy lento, pero no pesado, en cualquier caso. Es la velocidad necesaria para pasar de una mano real a la forma más abstracta y conseguir que los objetos vivan, hablen y crucen los límites de la percepción habitual del público (gracias también al bonito mecanismo de la parte superior de la escultura, que la mueve manualmente y cambia su composición). ¡Cualquier espectador estaría encantado!