Ha tenido lugar, del 15 al 22 de abril, el X Taller Internacional de Teatro de Títeres de Matanzas, esta ciudad que se postula como capital de los títeres de Cuba. Título sin duda indiscutible, al ser matanceros personalidades tan meritorias como son Dora Alonso, una de las creadoras del personaje de Pelusín del Monte, así como la importante figura de René Fernández Santana, director del Teatro Papalote, el eminente artista titiritero Zenén Calero Medina y el director del Teatro de las Estaciones y del mismo Taller, el fecundo y activísimo Rubén Darío Salazar. Pero sobretodo, destaca Matanzas por la firme ambición internacional de su Taller que se viene celebrando bianualmente desde hace veinte años.
Claro que ello no le resta mérito a La Habana, ciudad que gana a la primera en número de teatros, grupos y en peso urbano y artístico. La poca fluidez de las comunicaciones en Cuba separa hoy estas dos ciudades, apenas distanciadas por un centenar de kilómetros, algo que el futuro sin duda remediará, posibilitando una rica bicefalia entre lo grande y lo pequeño, de modo que la tranquilidad provinciana de Matanzas permita acoger los primores de la creatividad relajada, mientras en el ajetreo de la gran Habana se imponga el peso de lo que pide público, espacios mayores y noches más agitadas.
Imposible hablar de todas las producciones y compañías presentadas en este Taller. Su semana de duración dio para mucho y los compromisos adquiridos por el cronista más las distancias logísticas entre teatros, hotel y lugar de comida impidieron un seguimiento exhaustivo de todo lo que se hizo y se habló. En este último apartado, el de las palabras, se entiende que la locuacidad propia del cubano más la de los iberoamericanos en general impusiera un imponente programa de encuentros, charlas y conferencias. Las excusas fueron muchas, desde las reuniones Unimescas de Centro y Norteamérica (con asistencia del mismo Jacques Trudeau, Secretario General de la Unima), hasta las exposiciones, todas ellas de un gran interés.
Exposiciones
Además del acto de hermanamiento entre la ciudad de Matanzas y la de Tolosa, ya comentado en otra entrada de Titeresante, habría que destacar la exposición presentada en la Galería El Retablo, titulada “Un cocodrilo en el Retablo”, con marionetas muy bien puestas de Zenén Calero, Armando Morales, Pepe Camejo y Christian Medina. El arte de cuatro generaciones de titiriteros cubanos se concentraba en el espacio simbólico del Cocodrilo que es la isla de Cuba. Como indica Rubén Darío en su texto de presentación, “…si Camejo bebe de las influencias del dibujo animado norteamericano y de la plástica escénica del teatro de títeres en los antiguos países socialistas, Morales muestra fuerte filiación con la pintura, el grabado y la escultura, Calero toma del universo de la artesanía, los juguetes y las vanguardias piuctóricas, y Christian muestra un cosmos donde las ilustraciones de los libros contemporáneos, los comics y los video-juegos marcan la pauta de realización”.
Postula Rubén un ciert estilo nacional cubano en el diseño de los cuatro artistas titiriteros, sin duda real y unificado por la enorme fuerza que tiene la historia cuando ésta se obstina en estar presente en el día a día de lo cotidiano, un diseño que se enfrenta a las carencias con las armas de “la imaginación, el atrevimiento y la inteligencia.”
Hay que decir que la Galería El Retablo forma parte del complejo llamado Centro Cultural Pelusín del Monte, que incluye también la Sala Camejo, donde se presentaron no pocos espectáculos y el recién inaugurado Jardín de Pelusín, los tres espacios interconectados entre si, verdadero centro neurálgico del Taller de Matanzas así como sede de la Unima Cuba. Un alarde de realización sólo explicable por la entrega y la enorme energía de sus dos máximos responsables, Zenén Calero y Ruben Darío.
Otra exposición memorable fue “Los Retablos de Palmero”, situada en la Galería Pedro Esquerré, con una muestra de parte de la enorme colección de Alberto Palmero, titiritero y coleccionista cubano residente en México, dónde además de su compañía Titirisol, ha creado los denominados Museo Itinerante y Museo El Castillo de los Títeres. Más de 2.500 piezas resultado de toda una vida de apasionamiento hacia el mundo de la representación imaginaria.
También hay que mencionar la exposición dedicada a Los Cuenteros, importante compañía cubana de Artemisa, dirigida hasta hace poco por Félix Dardo, fallecido recientemente. Todo un homenaje a quién fue el alma de la compañía, de quién Norge Espinosa, en su texto publicado en la hoja Titereando, dice: “…Dardo combinó el colorido de su paisaje original con la gracia de las figuras animadas, buscando siempre una complicidad risueña con su realidad y el espectador al cual imaginaba ante sus producciones.”
En el vestíbulo del Teatro Papalote, se presentó una exposición de fotografías titulada ”50 años en la memoria titiritera cubana”, testimonios fotográficos que revelan la trayectoria del Guiñol de Matanzas, hoy convertido en el Teatro Papalote, desde su fundación en 1962 hasta la actualidad. Un exposición que viajaba del blanco y negro de los primeros tiempos al color de los últimos, y en la que veíamos a muchos veteranos titiriteros de hoy en la flor de sus juventudes. La presencia y las siempre inspiradas palabras de René Fernández Santana, alma y columna vertebral del proyecto Papalote, pusieron emoción y nostálgica aunque alegre solemnidad a la inauguración de la muestra.
Y para terminar este apartado de exposiciones y encuentros, sólo decir que pasaron por Matanzas y hablaron en distintos escenarios y contextos Joan Baixas, Jacques Trudeau, Roberto Espina, Esteban Villarrocha, Miguel Arretxe, Bruno Leone, Emmanuel Márquez, Marcello Andrade dos Santos, Gustavo Martínez, Jean Luc Penso y el japonés Koryu Nishikawa.