Durante tres días, exactamente del 5 al 7 de abril de 2013, Mollet del Vallés ha sido la capital titiritera de Cataluña gracias al Mitmo, la Muestra Internacional de Títeres del Mollet del Vallés que este año ha celebrado su séptima edición. No son palabras vanas: lo he podido comprobar in situ al ver cómo todo el centro de la ciudad se ha vestido de gala y se ha entregado colectivamente a la gran Fiesta de los Títeres que es fruto de la íntima colaboración de dos entusiasmos: el del Ayuntamiento de Mollet, que ha comprendido la importancia festiva y participativa de una efeméride de este tipo, y el de Galiot Teatre y sus dos factótums, Jordi Monserdà y Meritxell Serrats.
Un ejemplo de cómo la imaginación más la voluntad emprendedora de un grupo pequeño pero activo es capaz de doblegar el sino de los tiempos, marcado por la depresión y la escasa voluntad política de aunar esfuerzos con las fuerzas vivas y creativas del país.
Dotados de una inteligencia estratégica y logística sin igual, y armados de un aliento vocacional capaz de contagiar su entusiasmo a quien sea, más una capacidad de trabajo que sabe encontrar su equilibrio sin sobrecargas excesivas, los de Galiot Teatre han urdido todo un mundo personal en torno a los títeres, que a su vez han hecho partícipe a la ciudad de Mollet. Una visión estratégica que no se olvida de los lados participativos y más estrictamente comerciales, indispensables para que iniciativas de este tipo arraiguen los tejidos sociales de las ciudades y se conviertan en parte de su piel cultural. Como dice el mismo Alcalde de Mollet en el texto introductorio del programa, el señor Josep Monràs y Galindo, el MITMO «es una apuesta de ciudad».
Exposición de libros, de marionetas (las de Jordi Bertran, en una de las magníficas salas de La Marineta, una casa de campo convertida en centro de cultura), escaparates con títeres, calles adornadas con figuras recortadas, y una de las grandes atracciones, marca de la casa: «Cal Titella» (La Casa de los Títeres, sería una traducción posible) situado en el Mercado Viejo, el centro lúdico de títeres creado por Galiot Teatre donde los niños pueden jugar y probar con sus propias manos todo tipo de muñecos y títeres de diferentes técnicas y materiales.
También estaban en la calle los artefactos de Titeretú, de la compañía Itinerancia, de Tona, por los que cualquiera se puede poner en la piel de un títere si se cuelga de las manos y de los pies de estas máquinas de manipular marionetas humanas. Y no podían faltar los puestos de venta de títeres de artesanía, con algunos de los mejores artesanos que se dedican a estas labores, como Jimena Uribe y sus teatrines de madera (ver aquí).
Y, además de todo esto, están los espectáculos. Este año, a cargo de compañías de gran prestigio sin olvidarse de las nuevas generaciones que están empujando con fuerza para renovar el paisaje titiritero del país. Para ver la programación completa del MITM, clicar aquí
Asamblea de Unima Cataluña
El Festival ha tenido la buena idea de invitar a la Unima Catalunya a hacer su asamblea los días del MITMO. Idea muy acertada, ya que se aprovechaba de esta manera la fuerte presencia de titiriteros en Mollet. Y la verdad es que la participación, aunque no masiva, sí ha sido considerable, con la oportunidad además de oír a dos veteranos miembros de UNIMA Internacional, Miguel Arretxe y Ángel Casado, de Tolosa y de Alicante respectivamente, que estaban invitados por el Festival y aprovecharon la ocasión para explicar a los presentes la importancia y la necesidad de encontrar ideas y proyectos viables para el Congreso de UNIMA del año 2016, que se realizará en Tolosa-Donostia.
La asamblea ha sido rica y fecunda en propuestas, ideas y discusiones, destacando la gran necesidad expresada de que los títeres tengan la visibilidad y el respeto de la sociedad que se merecen. Es absurdo, por ejemplo, que los titiriteros no puedan actuar en la calle (eso es lo que ocurre en estos momentos en Barcelona), cuando muchas de las grandes compañías catalanas empezaron a actuar precisamente en este ámbito (Comediants, La Fura, Pepe Otal, La Fanfarra, David Laín, Rocamora …) . De la misma manera que en los años 70 y 80 se abrieron los nuevos espacios de actuación en la calle gracias al empuje de estas compañías pioneras, ahora hay que volver a abrir nuevos espacios, rompiendo por una parte el afán reglamentario que quiere uniformizar todo, y del otro proponiendo nuevos espacios que de una manera natural -o incluso histórica- deberían ser por los títeres. Existen ya algunas ideas sobre la mesa, que la actual Junta de UNIMA Cataluña está considerando cuidadosamente e con suma inteligencia estratégica. Los titiriteros veteranos que estaban en la reunión (Joan Baixas, David Laín, Teia Monné, Miguel Espinosa, Roser Vila, o quien suscribe estas líneas) manifestaron su deseo de apoyar estas reivindicaciones tan necesarias como posibles de realizar.
Importante fue más tarde el almuerzo convivencial de los presentes al que se sumaron otros titiriteros como Jordi Pujol y Joana Miralta de Marduix Titelles.
Algunos espectáculos. “El Vestido Nuevo” de Rocamora Teatre.
El cronista no pudo asistir a muchos espectáculos, ya que el programa de las reuniones, tanto técnico-titiriteras como gastronómicas, fue denso y exhaustivo. Sin embargo, pudimos ver algunos momentos importantes de montajes que se hacían en la calle, como el de Rocamora Teatre (ver aquí) con su «El Traje Nuevo», en la Plaza Prat de la Riba, en el que Carles Cañellas y Susana Rodríguez actuaban en el papel de juglares-titiriteros de la Edad Media con unos títeres de hilo manipulados sobre unas cajas que hacían de escenario. Una bonita versión del cuento clásico con unas preciosas marionetas que, como es habitual en esta compañía, estaban muy bien manipuladas. La obra quiere denunciar la explotación a la que estamos sometidos en la actual sociedad de consumo. La plaza llena a rebosar obsequió con merecidos aplausos el trabajo de los titiriteros, que supieron imponer con rotunda autoridad su arte y su relato por encima del espacio festivo con sus cafés y gente paseando.
El Punch and Judy de Ronan Tully
Hacía tiempo que tenía ganas de ver el Punch de este titiritero irlandés instalado en Girona, que pertenece a una estirpe de tres generaciones de titiriteros de Dublín y del que me habían hablado muy bien(ver una entrevista a Ronan Tully y el reportaje fotográfico que le hizo Jesús Atienza cuando actuó en la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal). Fue el único espectáculo que pude ver de principio hasta el fin, y ciertamente salí muy satisfecho. Ha sido un verdadero placer asistir a una representación llena de sabiduría, de ingenio y de una gran voluntad del solista titiritero de dar el máximo de sí y de su conocimiento del oficio.
En efecto, se puede decir que en Ronan Tully se ha enfrentado al Punch and Judy con ganas de tocar todas sus teclas, jugando con una buena diversidad de escenas y sacando jugo a los personajes más emblemáticos de la tradición: el perro, la mujer, el bebé, el policía (multiplicado por seis), el fantasma, el diablo, la Pretty Poly y un segundo bebé que tiene la fortuna de no ser mandado al otro barrio como le pasa al primero. Había un personaje nuevo que nunca había visto en Punch, Scaramouche, procedente de la Comedia del Arte de origen francés, que aquí sale como comparsa y víctima de Punch. Sin duda un personaje arcaico, que los Punchs de Londres un día perdieron. Al final también está el verdugo y una horca, con el fin canónico en el que la muerte es una vez más burlada. Y, por supuesto, el obligatorio Cocodrilo.
El público agradeció esta voluntad del titiritero de ofrecer el repertorio entero de su Punch -que difiere en varios aspectos del inglés: títeres más pequeños, manipulación más rítmica, no aparece la máquina de hacer salchichas, entre los más aparentes.
También ha sido un acierto trabajar con un excelente violinista que toca aires de música popular irlandesa junto al retablo, puntuando la acción y acompañando los bailes y las peripecias coreográficas de los títeres. Esto le da una gran vivacidad a la obra y permite este diálogo siempre tan rico y lleno de posibilidades entre el titiritero y su ayudante músico que está fuera, situado entre el público y los títeres.
Creo que podemos afirmar que nos encontramos ante un gran Profesor de Punch and Judy, con mucha cuerda por delante para que el joven Ronan Tully extraiga todo el jugo que sin duda se esconde detrás del personaje, de la tradición y de su propia inventiva. Que lo tengamos además en casa es no sólo un honor sino una gran suerte y un motivo de enorme satisfacción.