A medida que pasan las horas y los espectáculos se suceden en la programación, los comentarios del público y de los invitados coinciden todos en la buena calidad media de los espectáculos programados en esta 24 edición. Ya hemos hablado de algunos de los del primer día, los cuales constituyeron un arranque de gran expectación, con una obra inaugural, Bastard! de Duda Paiva, que entusiasmó al público. La segunda jornada ha continuado por los mismos derroteros, con una buena combinación de espectáculos consolidados y que podríamos considerar «seguros», con otros de mayor riesgo, ya sea por tratarse de estrenos como por su misma factura, de rasgos más experimentales. Hablaremos aquí de algunos.
A primera hora, este cronista pudo ver Gramme de Âme, de la compañía Marie-Louise Bouillonne, una obra de danza abierta al teatro de objetos y marionetas, con un trabajo de la bailarina Mathilde Duclaux, que se ha lanzado a la piscina de esta difícil especialidad que es combinar la danza con la manipulación de un títere que se lleva incorporado al cuerpo. Obra recién estrenada, que pide su correspondiente rodaje, ha convencido al público gracias al esfuerzo y el buen hacer de la bailarina y única protagonista-manipuladora, que también firma la dirección. Dotada de una buena presencia en el escenario, Mathilde Duclaux sabe cómo utilizar su cuerpo y muy especialmente sus piernas para dar vida al muñeco cuya cabeza cuelga de su vientre. Para ello, crea un sugestivo espacio compuesto de un espejo que también puede ser una puerta y al que se van añadiendo marcos vacíos de cuadros lo de otros espejos. La idea de duplicarse y de jugar con el juego de los espejos es no sólo uno de los ejes de la obra, sino también una constante en muchas de las diferentes propuestas programadas en la Fira, lo que hace pensar que la temática de muchos de los espectáculos de marionetas actuales empieza a girar en torno a uno de sus temas nucleares: el de la duplicidad y el del reflejo. Mathilde Duclaux se ha adentrado por estos caminos arriesgados del desdoblamiento escénico a partir del propio cuerpo. Un camino que esperamos le sea muy propicio.
Títeres de La Canica
En el Teatro Municipal Julieta Agustí hemos podido ver una obra muy bien resuelta por la compañía de Madrid La Canica, dirigida por el veterano y reconocido Pablo Vergne, con el título de El gallo de las veletas, de Javier Villafañe. Adaptada por el director, la obra tiene todo el sabor de la escritura de este gran poeta y titiritero que fue Villafañe. Pablo Vergne ha sabido crear una eficaz y compleja puesta en escena que sin embargo aparece como muy sencilla, siendo seguramente esta una de sus grandes virtudes. Las dos manipuladoras, Marisol Rozo y Eva Soriano, hacen un trabajo excelente de voz y de interpretación actoral, con una técnica que podríamos llamar de teatro de objetos y de manipulación a la vista. Su presencia es francamente agradable y saben conectar de inmediato con el público, gracias a una manipulación sutil de los objetos y el tono que desde un principio imponen en el escenario: suave y poético, y a su vez muy directo con los niños, lo que éstos agradecen. Los diferentes personajes se van componiendo sobre la marcha del espectáculo ante el público para acabar constituyendo un muy convincente conjunto. Salir del gallinero y ver mundo, he aquí la propuesta que nos plantea la obra. Con el final de un campanario con el gallo arriba muy bien resuelto visualmente.
Xim
Enseguida nos hemos dirigido al teatro del CaixaFòrum para ver una producción del Centro de Títeres de Lleida, Xim, obra concebida y dirigida por Joan-Andreu Vallvé. Dirigido a los niños más pequeños, el espectáculo, magistralmente interpretado por una única manipuladora, Mireia Perna, cuenta con la música en directo de Olaf Ferigni (saxofón y algunos instrumentos de percusión) compuesta por Bernat Vallvé. Hay que decir que la obra, de una extrema sencillez argumental y escenográfica, supera con una nota altísima el difícil reto que siempre es hacer obras para los más pequeños. La maestría de Joan-Andreu Vallvé se manifiesta en la síntesis estilizada que sabe imprimir a sus marionetas y a la escenografía, así como un texto y una dirección que funcionan con enorme eficacia y precisión. El contrapunto de la música con el instrumentista que se mueve junto a la manipuladora y que establece un diálogo directo con ella y con el títere, es una solución dramatúrgica que da un gran atractivo a la obra. Otro contrapunto, quizás no previsto en la confección de la obra, pero que ha resultado ser también de excepcional riqueza, ha sido el trabajo de traducción simultánea hecha con el lenguaje mímico de los sordomudos por la joven y dotada Merxe, de una elegancia sorprendente en el ritmo y la gestualidad, que ha añadido al espectáculo un plus de belleza extraordinaria. Se puede decir que la dramaturgia del espectáculo ha subido hacia cotas de altísima altura gracias a estos dos contrapuntos, compuestos el uno por el lenguaje abstracto de la música y el otro por la síntesis del sofisticadísimo lenguaje de los gestos, que complementan y a la vez desdoblan a dos bandas el trabajo de la manipuladora. El resultado sólo se puede resumir de extraordinario.
Una de las máquinas de «Frágil»
Un estreno esperado era la combinación de dos formaciones que desde hace tiempo colaboran estrechamente entre sí, Ferroluar y Onírica Mecánica, la primera compuesta por el creador-inventor de máquinas dotadas de movimiento autónomo Raúl Martínez, y la segunda dirigida por el director y veterano hombre de teatro, pionero del teatro de objetos en Madrid, Jesús Nieto. La obra, titulada Frágil, era un estreno absoluto que se planteaba la difícil tarea de integrar en una dramaturgia teatral las máquinas inventadas por Raúl Martínez. Los autores han elegido el concepto de la fragilidad como punto de partida y de llegada de su planteamiento, de tal manera que han definido su espectáculo como «un catálogo de fragilidades humanas contadas con objetos y autómatas de hierro». Un punto de partida honesto que impregna también la actuación de los tres actores manipuladores, el mismo Jesús Nieto, Enrique de la Canina y Adrià Pinar. La fragilidad humana y también la de las máquinas quiere ser el centro temático de la propuesta, a pesar de que al final la obra plantea el tema de la mecanización de la sociedad como amenaza. Quizás sea esta ambivalencia entre fragilidad y peligro, propia de los humanos y de las máquinas, lo que da más interés a la obra. Por supuesto, la belleza, la elegancia, los movimientos sutiles y poéticos, y el ingenio de los inventos de Raúl Martínez son realmente extraordinarios y conquistan ya de entrada al público. En definitiva, una obra de riesgo que permitió disfrutar del trabajo de estos dos creadores de la escena objetual y mecánica.
Momento de «Frágil»