Interrogar la realidad en sus manifestaciones más concretas, tocar los objetos que nos rodean, buscar los que más hablan y los que más secretos encierran, charlar con ellos tratándolos como si fueran más de lo que son, escuchar sus susurros y las imágenes difusas que se reflejan en ellos, para descubrir que son memoria fósil, espejos indirectos de muchas almas y de muchos momentos. ¿Es ello posible?…
Tal ha sido el empeño que desde hace años persigue Shaday Larios, esta mexicana que se licenció en Literatura Española en la Universidad de Guanajuato (estudió en La Valenciana, un conjunto académico que lleva el nombre de una de las minas de plata explotadas por los españoles) pero que se formó teatralmente en Barcelona, cuando llegó en el año 2001 –y por ello mismo, para nosotros, tan mexicana como catalana. La he citado en el Ateneu Barcelonés y, tras visitar su impactante biblioteca, un espacio antiguo y bello de la memoria, nos hemos trasladado a la cafetería para charlar un rato.
Shaday Larios.
– Llegué a Barcelona para un curso de Doctorado en el Institut del Teatre. Fue una elección muy acertada. Encontré profesores maravillosos y descubrí el mundo de los objetos y de la marioneta. Todavía sigo trabajando mi tesis, que dirige el profesor Miguel Morey. Me he centrado en las Poéticas Objetuales de la Espectralidad (POE), mi tema de estudio, en el que llevo embarcada desde hace muchos años. Es como buscar un método, un procedimiento que permita abordar de un modo claro la poética inherente a toda la globalidad que nos rodea.
Termina los cursos del Institut del Teatre en el año 2004. En el 2003 entra en contacto con Pepe Otal y trabaja en su taller con total libertad.
– A Pepe lo considero como uno de mis maestros. Aunque nunca me interesó demasiado el mundo de la marioneta de hilo, aprendí sus secretos técnicos y sobre todo su poética. El Taller de Pepe fue una gran escuela y un lugar lleno de oportunidades. Allí nació Microscopía, mi compañía con la que sigo firmando mis trabajos escénicos, ahora con mi hermana, que vive y se mueve por México. En Barcelona realicé muchos montajes de pequeñas dimensiones, trabajando siempre con la miniatura.
Detalle micro set. Shaday larios.
Le pregunto de dónde viene este interés por los objetos y por las escalas pequeñas.
– Tengo la noción, la convicción total, de que hay un mundo silencioso detrás de las cosas siempre a punto de revelarse… -contesta casi como un susurro.- Viví una niñez solitaria, mis padres estaban siempre muy ocupados y tuve que buscarme presencias y compañía donde no la había. Encontré en un rincón de la casa un baúl lleno de miniaturas que perteneció a mi abuela. Me enamoré de aquellas miniaturas, de origen alemán y con las que podía construir mundos propios. Así empecé a desarrollar esta costumbre de dialogar con los objetos. Cuando más tarde descubrí el teatro de objetos y las posibilidades dramatúrgicas que había en estos nuevos lenguajes, toda mi infancia acudió para indicarme que éste era mi camino.
Manada diminuta de objetos encontrados. Microscopía Teatro.
Y de hecho, uno de los primeros montajes que pude conocer de ella fue “La Virgen del Armario”, con el que recorrió Italia, Grecia y todos los festivales donde encontró un hueco. Espectáculos de susurros espectrales, que invocaba un tiempo otro, casi un rito espiritista en el que los objetos eran los médiums que hablaban con voces extrañas, quizás para detener el tiempo mediante una coreografía estática de silencios, imágenes difusas, voces y sonidos huidizos. Con la voz acompañante del cantante italiano Nino Milone, Shaday presentó ese rito pagano de alcoba lleno de ofrendas, vírgenes y exvotos, en el que la voz fluía como un eco de susurros con reflejos de historias íntimas y caseras, cercanas y lejanas, trufadas de miedos, muertes y apariciones. Así lo definí yo entonces, en un artículo que saqué sobre la obra. Un montaje que era toda una declaración de principios.
Miniaturas.
– Tras mis años en Barcelona y de recorrer gran parte de Europa, siempre abierta a nuevas colaboraciones y con mis pequeños espectáculos que cabían en un armario y una maleta, decidí regresar a México. Sentí la necesidad de volver a mi tierra para encerrarme y asimilar todo lo vivido. Así nació el texto “Escenarios Post-Catátrofe. Filosofía escénica del desastre”.
Un texto que mereció recibir el Premio Internacional de Ensayo Teatral 2010, convocado por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México y varias instituciones y revistas, y que está publicado por la Revista de las Artes Escénicas ARTEZ (2011).
El ensayo, centrado en los escenarios del Desastre –lo que queda tras la Catástrofe– abarca cuatro grandes momentos de pérdida y calamidad: la tragedia de Esquilo Los Persas, La Tempestad de Shakespeare, el genocidio de los judíos en la Segunda Guerra Mundial, y el trabajo de Tadeuz Kantor. Cuatro visiones distintas que buscan, a través de la escritura, cómo encarar nuestro mundo desde la lucidez y la mirada poética.
El premio le abrió a Shaday muchas puertas en México y su nombre empezó a sonar con fuerza en los medios teatrales interesados en las nuevas dramaturgias. Le pregunto cuántos registros existen en esa complejidad pensante y actuante que es Shaday Larios.
Adminículos, Shaday Larios.
– Siempre me ha interesado por encima de todo la escritura. De hecho, cuando residía en Barcelona y recorría Europa, nunca dejé de escribir en la revista mexicana La Tempestad. Me interesa mucho también vuestro proyecto Titeresante, que me abrió contactos inesperados. Tengo varios artículos en el cajón pendientes de acabar para enviaros. En estos momentos, mi trabajo fijo está en el Centro Nacional de las Artes, donde dirijo como profesora una Maestría de Investigación de la Danza que me permite seguir desde la intimidad proyectos de creación muy diversos. Mi cometido es poner nombres y palabras a intuiciones que se concretan en movimientos pero que no encuentran denominación. Más que definir, se trata de ofrecer procesos y peldaños a la creación. Un trabajo fascinante que además puedo hacer a distancia, a través de comunicaciones en red. Luego está mi tesis doctoral, que quiero acabar pero sin prisas. Forma parte de mi lado académico, al que quiero mucho, pues la escritura asociada al pensamiento conciso y riguroso es un trabajo de orfebrería que me apasiona. Por eso soy lenta en escribir los artículos: ¡piden su tiempo!
– Pero en todos estos años, no has parado de actuar y de hacer proyectos compartidos con otros artistas.
– Sí, uno de los trabajos más apasionantes fue la creación del Archivero de Escombros. Recibí una beca para realizar un trabajo en un trolebús. Una oportunidad preciosa que nos permitió mostrar a un público muy abierto nuestros planteamientos escénicos.
Dice un texto del programa: “Un ARCHIVERO DE ESCOMBROS es un lugar en donde la materia almacena y revive sus posibles historias: escombros, todos fragmentos, que nos remiten a pasajes catastróficos reconocidos o a soledades compartidas. Muñecos, cartas, fotografías, juguetes, piedras, documentos, reviven algo de lo que fueron y vencen la indiferencia humana hacia lo ínfimo en este breve paréntesis en el tiempo.”
Archivero de escombros Trailer (Microscopia teatro) from CUENTA CUENTOS films on Vimeo.
– Luego está el trabajo hecho con mi abuela que tiene 94 años de edad. Ha sido fascinante entrar en su mundo y crear con imágenes, sonidos y objetos una subjetividad que se concreta en un teatro de muñecas antiguas. Así nació Sololoy, que sigue girando con mi hermana en México. Todos los textos son de mi abuela, a la que grabamos, y usamos muñecas alemanas de los años 30. Fue un hermoso homenaje no sólo a la abuela sino a todas las personas solas que viven con sus recuerdos, con sus amigos invisibles, a veces simples personajes imaginarios.
Lleva en las manos un libro sobre coleccionismo y veo que le interesa mucho el tema.
– Es el enigma del tiempo. Siempre he sentido una gran fascinación por esos museos de coleccionistas. Conocí el Museo del Juguete Antiguo que hay en México, y de allí surgieron muchas ideas y proyectos. Me interesan los objetos con memoria, este misterio latente que hay siempre en la materia.
Le hablo del Museo de la Inocencia, de Orhan Pamuk en Estambul, del que ya hemos hablado en Titeresante (ver aquí) y abre los ojos con ansias de conocerlo. En Barcelona, tenemos al Museo Marés, otra maravilla. Y en Madrid, el Museo Cerralbo, que se apunta a la lista para visitar en su paso por la capital antes de volar a América.
– ¿Tienes pensado hacer tu propio museo?…
– No lo sé, pero sí que quiero abrir un centro de investigación donde estarán todos los objetos que he coleccionado hasta ahora. Podrá visitarse y espero que tenga mucha actividad.
Esto enlaza con su próximo proyecto.
Micropaisaje en un zapato encontrado en Aragón. Shaday Larios.
– “La Máquina de la Soledad” es mi título más inmediato. Un proyecto en realidad compartido, pues me he asociado con Jomi, de los Hermanos Oligor, quién se traslada también a México. Allí vamos a juntar nuestros imaginarios para crear esta obra sobre el tema epistolario, un homenaje al objeto Carta. Como he dicho antes, la idea es abrir también un centro donde desplegar esta fascinación por los objetos.
Además de los Oligor, Shaday mantiene una gran relación con Xavier Bobés y con Jordà Ferré, que suelen ir bastante por México. También Ety Fefer, de Los Grumildos, vive instalada allí desde hace un tiempo. Habrá que estar pendientes de estos contubernios artísticos que parecen gustar mucho de la Ciudad de México.
Shaday se prepara para regresar a su país natal y abrir una nueva etapa de su vida. Barcelona sigue en su imaginario como un importante punto de referencia. Esperamos poder tenerla entre nosotros más a menudo, leer sus fascinantes textos y no perdernos sus nuevos trabajos en el escenario.