Es un espécimen raro. Un ser solitario, que a veces parece leyenda. Pero es real, está vivo y pelea por seguir adelante. Se llama CITI, el Circuito de Títeres del Henares. Asustado tal vez por la vorágine de la capital del reino, ha encontrado su sitio en Guadalajara, muy cerca del río Henares y también cerca de Madrid, tanto que ya empieza a contar con público madrileño. Los precios populares tiran, claro…
Marcelo Rocca presenta el Citi 2012.
La andadura comienza en 2012 de la mano de Marcelo Rocca, titiritero argentino y alma matter de la compañía El Retablo de la Ventana. La veterana compañía desembarcó en la piel de toro en el 2000 y desde entonces, Marcelo y su inseparable Liliana han montado casi veinte espectáculos que han girado por casi todas las comunidades patrias y hasta Portugal. Después de representar obras como ¡Qué fácil es volar!, Los músicos de Bremen o Malos Malísimos por centros culturales, fiestas y teatros, la compañía se afinca en la provincia de Guadalajara. Es entonces cuando comienza la aventura CITI. Como nos cuenta Marcelo, la idea surge “por la crisis, los recortes y una escasa programación de la zona para un público profundamente amante de los títeres y asiduos al teatro”. Comienza así una prospección por los ayuntamientos de la zona, “les dijimos que si no tenían dinero para contratar, que por favor nos cedieran las salas para trabajar”. A algunos les pareció bien, a otros no tanto, pero se firmaron algunos convenios. La cosa empezaba a coger forma: cuatro ayuntamientos, un fin de semana cada mes y una compañía… “Hicimos la convocatoria a las compañías de títeres, y la respuesta fue inmediata”. Como la cosa pintaba corta de ingresos, se probaron a ellos mismos con su versión de El gato con botas: “experimentamos como conejillos y arrancamos con una grata sorpresa, 590 localidades vendidas”.
Pero, ¿cómo se había operado el milagro? Milagro, ninguno. Trabajo y pasión. Los convenios firmados implicaban a los municipios de Alovera, Azuqueca de Henares, Camarma de Esteruelas y Cabanillas del Campo. ¿Alguna otra ayuda que la cesión de los espacios? “Ayudas, ninguna —afirma Marcelo—, esto se financia con la taquilla, de los cuatro euros de la entrada, tres son para la compañía y uno para la organización. Con eso se paga la comunicación y poco más…” Muy poco más, sí. Pero así arrancó CITI.
Actuación de Peneque el Valiente.
¿Y cuál fue la respuesta del público? Marcelo asegura que “el público que asistió desde el primer momento es un público entregado; lo disfrutan y lo viven con una intensidad increíble. Cada mes vuelven, a veces les gustan mucho y otras veces les gusta menos… pero siempre nos lo dicen y lo comentamos.” Además, el CITI está “cumpliendo el objetivo de tener un público experto en teatro de títeres. Haciendo afición”. Y los datos lo corroboran: el circuito está rondando los 500 espectadores por fin de semana.
Una de las claves de este circuito independiente es la selección de las compañías. “Nos llegan muchos dosieres de muchos espectáculos, no podemos programarlos todos; elegimos en función del público que asiste al CITI, un público al que le gusta el teatro popular. Elegimos obras que no se alejen mucho de los clásicos o que se muevan dentro de lenguajes sencillos”. ¿Y cómo pinta el futuro a corto y medio plazo del circuito? Marcelo es optimista pero también realista: “la idea es mantenerse y que el CITI siga siendo una alternativa tanto para el público como para las compañías, que tengan un sitio donde trabajar y poder ganar algo de dinero”.
Para finalizar, pregunto a Marcelo Rocca su opinión sobre la situación actual del títere popular en Madrid. También responde con una sonrisa: “Creo que goza de muy buena salud, hay muy buenas compañías y muchísimos profesionales que están rodando por la comunidad y sus alrededores. Por el CITI han desfilado grupos de primer nivel como Tropos o La Tartana, por ejemplo, dejando muy buena imagen a los espectadores”.
Después de tanto hablar, me faltó tiempo para subirme a lomos de mi gusano velocípedo y acudir a presenciar una función del CITI. Fue el sábado 15 de febrero en Cabanillas del Campo y quiso la suerte que actuara Tropos Teatro y su Caperucita roja. Encontré una sala rebosante de público emocionado, ruidoso, perfecto para una función de títeres. La función salió redonda, la particular versión del clásico a cargo de Tropos funcionó a la perfección y todos se fueron muy contentos para casa.
La Caperucita Roja, de Tropos Teatro.
Un rato después, pude charlar con Guillermo de Tropos. Cómo no, hablamos de títeres y del CITI… “Estas iniciativas son muy necesarias en estos tiempos que corren —contó Guillermo—. CITI es un proyecto que busca mantenerse, su objetivo final no es ganar dinero sino que el público de varias generaciones no se pierda para siempre”. Ha ido al grano. ¿Un proyecto que no mira tanto el dinero? Suena a cosa de locos, pero a mí me suena de maravilla.
Cuando hablamos del papel de las instituciones es cuando Guillermo empieza a cambiar de color: “¡¿Ayudas?! Las instituciones tienen la obligación de ofrecer a los ciudadanos una adecuada programación cultural accesible para todos, o al menos para la mayoría. El apoyo de los ayuntamientos que participan en el circuito es muy importante y demuestra al menos un interés por mantener la cultura viva, pero aún debería ser mayor”. Yo pienso igual, sobre todo cuando me entero de que uno de los cuatro ayuntamientos cobra un alquiler a CITI por trabajar en su casa de cultura… se ve que no puede permitirse ceder el espacio para trabajar. En fin.
La charla sigue y antes de despedirme de Guillermo, que además es presidente de UNIMA Madrid, le inquiero sobre la situación del títere popular en Madrid. “Aunque yo empecé trabajando en la calle a la gorra, no he vuelto a dedicarme a ello, así que no sé si soy el más indicado para opinar. Antes predominaba el títere de guante y había cuatro o incluso cinco compañías trabajando la misma técnica en el Retiro. Aparte estaba Teodoro Escarpa con sus marionetas de hilo y poco más. Ahora las compañías se están renovando, cada vez se puede ver más hilo o incluso títeres de mesa, como los de Vidas de alambre. Esta variedad creo que es muy positiva”. Pero no todo es positivo, por supuesto… “Madrid es muy provinciana. Todo lo que se hace en la calle y a la gorra está mal visto. Siempre ha habido problemas con las autoridades competentes y ahora además todo se intenta regular, medir y estipular”. Hablamos un rato más, sobre regulaciones, sobre títeres, sobre futuro y sobre pasado…
Tras la actuación de La Tartana en el CITI.
Y es pensando en titiriteros y en tiempos pasados me sobreviene una pregunta: ¿acaso no recuerda el CITI a la antigua estampa de los titiriteros recorriendo los caminos polvorientos de pueblo en pueblo? Marcelo Rocca, el padre de la criatura, también lo ve así: “Quizás ese fue el sentido que quisimos darle al circuito. En otras épocas se salía con el carromato y se recorrían los pueblos y eso es algo que se cumple ahora en el circuito”. Y es cierto, los títeres viajan de pueblo en pueblo por un fin de semana… Esperemos que lo sigan haciendo por muchos años más.