Hay que seguir con atención los pasos de este artista titiritero de México, Iker Vicente, cuyo trabajo no cesa de deslumbrar a cuantos han tenido el gusto de tropezar con sus obras. Queremos hacer aquí una pequeña reseña de la exposición que hace cosa de un año tuvo lugar en la galería Arnold Belkin del Museo Universitario del Chopo, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México, llamada ‘Correrías sin prisa. Las nuevas aventuras de Lázlo Lózla y la Banda Sin Fin’ (vean más información aquí). Una exposición a la que Titeresante llega con retraso pero que merece ser observada y reflexionada aunque sea desde la distancia del tiempo. Porque, en efecto, ¿acaso hay alguna prisa para que ello suceda?…
Fotografía de Antonieta López.
Y es que de tiempo versa el asunto, como el mismo título nos indica. Cuando se dice que no hay prisa, indirectamente se nos indica que vamos a entrar en un mundo ajeno al ruido del tiempo cronometrado y sincronizado, ese que marca los ritmos de las ciudades del mundo y de sus aeropuertos, indispensable para ‘que las cosas funcionen’. Pues si quieres atrapar un avión, debes llegar a la hora, por lo que nuestros relojes deben estar sincronizados. ¿Es posible salir de este tiempo? Como muy bien saben los artistas que se dedican a ello, para salir del tiempo oficial que nos devora, es necesario ‘crear’ otro nuevo, distinto y personal. En realidad, ya Einstein nos lo dijo, cuando hablaba de la relatividad de los tiempos, distintos según seas quién mira o quién pasa raudo: cada uno de ellos es distinto y particular. Pero lo que no podía imaginarse el gran físico es hasta qué punto el progreso se empeña en negar su Teoría de la Relatividad (aún viviendo de ella), al imponer socialmente un único tiempo, sin respetar los privados de cada uno.
Fotografía de Enrique Abe.
Iker Vicente es de los que gustan crear sus propios tiempos. Y esta exposición, centrada en las aventuras imaginarias de un personaje cuya única función es andar, propone al visitante participar en esta creación de un tiempo lento, que sólo se pone en movimiento cuando alguien pedalea o le da a una manivela. Entonces todo se pone en marcha: el mundo estático de una escultura de correas, hilos, muñecotes, objetos, caminos volantes, ruedas giratorias y engranajes varios, toma vida y afirma su propio ritmo, alimentado de materiales de desecho recogidos por el artista de las cunetas del tiempo, cuando las prisas del progreso se han desentendido de ellos y los han tirado a la basura. Las imágenes creadas por Iker Vicente son imágenes de un tiempo artesano y ralentizado, condición indispensable para que podamos aprehenderlo y tomar consciencia del mismo.
Fotografía de Alex Dorsfmann.
He aquí el gran logro. Pues el Tiempo no es algo que se deje aprehender ni representar tan fácilmente. Los filósofos se rompen la crisma cuando intentan definirlo con palabras. Y entenderlo es cosa de muy pocos. El artista busca otro camino: el de la creación. Pues la verdadera creación siempre es moldear al tiempo. La plástica lo consigue petrificándolo: las obras de arte son fósiles de tiempo privado aprehendido. Pero cuando la misma obra es tiempo en movimiento, entonces la metáfora se hace viva, y salta la chispa de la clarividencia de un modo espontáneo y popular.
Fotografía de Antonieta López.
No hay que tener prisa. Iker Vicente vendrá pronto por las Españas. No será la primera vez, pues es bien conocido en los medios entendidos de toda Europa. Esperaremos pacientes poder gozar de sus tiempos inventados.
(cliquen aquí para leer la entrevista que Cesc Martínez le hizo en Ciudad de México en marzo de 2013)
Iker Vicente pertenece al Sistema Nacional de Creadores del Arte, del FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, México).
Fotografía de Pablo Federíco.