Llegó este viernes el Congreso de Unima 2016 a su fase final, pues ya sólo quedan para el sábado las reuniones de la nueva Comisión Ejecutiva, que deberá sentar las bases de su acción estratégica para los próximos cuatro años. Igualmente por la noche tuvo lugar la última sesión temática de espectáculos cortos y cabareteros, protagonizada en este caso por los marionetistas franceses, encuadrados por la asociación THEMA de los titiriteros del país galo. En cuanto a nuestra labor testificante, nos quedará hablar de algunos de los espectáculos vistos.
Congreso de Uniima en el TOPIC de Tolosa. Foto de Ura Iturralde.
Reflexión post-congresual.
Es evidente que en este tipo de encuentros, apretados en el tiempo y densos en asuntos y propuestas, y sometidos al régimen democrático de la mayoría, hay siempre los que salen más satisfechos y los que lo están menos. Y es difícil, agotados física y mentalmente tras el estrés de los cinco días de concilio, tener una visión distanciada y objetiva de los acontecimientos.
Como observador ajeno al intríngulis unimero que ha intentado ser mudo testigo de las algunas de las discusiones habidas, me gustaría indicar algunos puntos de reflexión:
– creo que hay que valorar en una mayor medida, si cabe, los esfuerzos que han hecho todos los presentes, de aguantar tantas horas de reunión, de seguir la complicación metodológica de las decisiones, de ofrecerse a trabajar sin emolumento económico alguno, entregando tantas horas de la vida de una persona a estos menesteres asociativos. Es una dedicación que los artistas tienden a menospreciar pero que en los momentos en los que vivimos, tan peligrosos para el ejercicio de las artes y de la libertad de pensamiento, son, simple y llanamente, indispensables.
– me parece que hay que valorar muy positivamente la entrada en juego de una nueva generación de titiriteros en los asuntos unimeros, sangre nueva que sin duda ayudará a dar una mayor energía a las actividades de la asociación. Una entrada de la juventud aún tímida que debería potenciarse mucho más, buscando los relevos generacionales, siendo este objetivo uno de los principales que debería plantearse la nueva Comisión Ejecutiva: cómo excitar a los jóvenes a apuntarse a Unima.
– es importante, creo, contextualizar los momentos en los que nos encontramos, muy complejos en relación al desarrollo de la democracia, de las libertades y del sentido común en las decisiones importantes de la especie humana. Unos momentos que requieren estar alertas y muy ágiles para dar respuesta a las complejas situaciones que no tardaremos en plantearnos a nivel civilizacional. La Unima debería dirigir sus antenas hacia estas cuestiones, no para tomar simple partido político, sino para sentar unas bases insoslayables de sensatez en la gestión de las cosas y en la visión del futuro humano del planeta, hoy en peligro.
Dicho lo cual, pasamos a la crónica mundana de la noche francesa.
Noche gala en el Club del Festival.
Los franceses quisieron estar presentes en el Congreso de Unima 2016, lógico al realizarse en una ciudad que está apenas a unos veinte kilómetros de su frontera. Y sobre todo, tratándose el país galo de una de las potencias marionetísticas más importantes del mundo, al contener no sólo un gran número de compañías de primer orden, una asociación profesional que es la envidia de sus colegas europeos (THEMAA), una escuela considerada como una de las mejores del género, sino también el mayor y más importante festival del mundo, el de Charleville-Mézières. ¿Cómo no iban a estar presentes, haciéndose en Congreso en sus mismas barbas, como se diría en castizo?
Cyril Bourgois y Polichinelle. Foto de Ura Iturralde.
Y para demostrarlo, asistieron a la gala la directora del Festival Mundial, Anne-Françoise Cabanis, el nuevo director del Institut International de la Marionette, el dramaturgo Éloi Recoing, así como Raphaèle Fleury, responsable de investigación y documentación del Institut de Charleville, amén de muchos otros titiriteros y directores de festivales del país vecino. También Pierre Blaise, presidente de Themaa, ausente del acto, mandó su saludo y sus palabras a los presentes nada más iniciarse el acto. El público agradeció todos estos detalles con reconocidos aplausos.
Anne-Françoise Cabanis, Éloi Recoing y Raphaèle Fleury saludan a Polichinelle. Foto de Ura Iturralde.
Cyril Bourgois, de la compañía Punchisnotdead, hizo de presentador armado de un Polichinelle gruñón e impertinente, tal como hoy los franceses suelen imaginar a este personaje al que los titiriteros galos deben rescatar siempre de la noche de los tiempos, al haber prácticamente desaparecido de los escenarios habituales de los títeres desde mediados del siglo XIX. Bebe Cyril de las fuentes abiertas en su día por Alain Le Bon (fallecido en 2011) y su compañera Michelle Gauraz (igualmente fallecida en 2014), que en 1978 crearon la compañia Cirkub’U, cuyo principal objetivo fue rescatar precisamente la figura y el universo de Polichinelle. En sus espectáculos, Michelle Gauraz se encargaba de manipular los títeres mientras Le Bon solía ir vestido él mismo de Polichinelle o de Punch, siendo uno de esos casos que a veces se dan de identificación entre el personaje y la persona.
Cyril hizo de maestro de ceremonias, llevando al público de un lugar a otro, sacando de pronto a unos que estaban ya sentados y habían visto uno de los números del menú escénico, para sustituirlos por otros que por lo visto esperaban hambrientos de títeres fuera de la salita. Regañando al público, que no entendía demasiado sus palabras, Cyril amenizó estupendamente la velada bien encarnado en su Polichinelle, personaje de armas tomar.
Actuaron en la salita lateral provista de gradería tres jóvenes actrices titiriteras que desarrollaron con diferentes matices y una muy buena ejecución el tema de la marioneta como doble, un asunto cada vez más presente en los repertorios titiriteros del mundo, como nos demostró el mismo espectáculo búlgaro que vimos por la tarde, este magistral ‘I Sisyphus’, de la compañía Puppet’s Lab. Las tres propuestas gustaron mucho al público, que las aplaudió con ganas.
Siguió el picapica francés, con vino del país y abunda presencia de quesos, lo que fue muy celebrado por los consejeros internacionales, ansiosos de probar estas golosinas galas, de tanta reputación internacional.
A continuación hubo una representación en la línea dieciochesca de las sombras de Séraphin y su ‘Pont cassé’, con unas figuras hermosas y bien manipuladas. Y después de las sombras, actuó el Polichinelle de la compañía Théâatre Pas Sage, con el titiritero Jimmy Azogué, quien hizo las delicias del público con números inspirados en las diferentes tradiciones europeas de guante.
Teatro de la compañía Théâtre Pas Sage. Foto de Ura Iturralde.
El público agradeció que los franceses no quisieran apabullar -como podrían haber hecho, dada su potencialidad absoluta en el género- sino que se contentaron con mostrar a su personaje más emblemático, Polichinelle, más unos números frescos a cargo de las jóvenes titiriteras que intervinieron antes del picapica, con lo que dejaron un muy agradable sabor de boca, en estas horas tardías ya del Congreso, con muchos de los congresistas exhaustos de tanta reunión y politiqueo.
Hoy, por la noche, habrá la fiesta de despedida, con música, baile, más alguna sorpresa, me imagino, de última hora. Y hasta mañana, domingo, todavía más espectáculos. A algunos de ellos vamos a referirnos a continuación y en sucesivas entradas.
‘Óscar, el niño dormido’, de El Espejo Negro.
He aquí un espectáculo que se impone para ser comentado, dada su categoría y la de la compañía que lo ha producido, El Espejo Negro, de Málaga, que dirige Ángel Calvente. Una obra, la suya, que sorprendió enormemente por la temática tratada: el coma clínico, este estado de desconexión que se sufre en situaciones extremas de traumatismos varios o de enfermedades graves. ¿Cómo tratar escénicamente un tal tema, dirigido además a público familiar, desdramatizándolo suficientemente para poderlo representar pero sin perder su indispensable dramatismo para captar a los espectadores? Desdramatizar para dramatizar, he aquí la contradicción esencial en la que se basa el espectáculo y de la que se sirve Ángel Calvente para encender los motores dramatúrgicos del mismo.
Foto de Ura Iturralde.
Para lograrlo, el director de sirve del colchón académico divulgativo, el discurso científico que explica a los espectadores los entresijos técnicos del coma. Un trabajo de pedagogía médica que desarrollan los tres enfermeros-manipuladores, encargados de mover al Óscar dormido, y al onírico durante sus sueños, así como a los familiares que lo vienen a ver: su hermana, el padre, la abuela. Este ‘colchón’ permite a la obra mantener constante su centro de gravedad, el coma profundo, mientras el espectáculo se permite subir por los senderos sentimentales del caso, o por los oníricos psicodélicos de su vagar errante por el inconsciente. Allí es donde se encuentra con los ‘malos’ de la película, el Trombo, el Cuajarón y demás agentes patógenos que atacan el sistema de Óscar, enfrentados a los antibióticos que los enfermeros inyectan al niño para ayudarle a vencer su infección.
Foto de Ura Iturralde.
Realmente, se trata de un trabajo de una enorme extravagancia y provisto de una factura impecable, con una interpretación excelente de los tres manipuladores, a los que hay que sumar el fantástico uso que se hace del vídeo, un elemento importantísimo pues es el que nos traslada a las geografías oníricas del personaje. También destaca la iluminación, de mucho colorido, indispensable para situarnos en el medio psicodélico y alucinógeno de la acción.
Foto de Ura Iturralde.
El público aplaudió a rabiar el atrevimiento del Espejo Negro de adentrarse por temáticas que hablan tan directamente al cerebro y al corazón, sin regatear esfuerzos para alcanzar ambos extremos del alma humana, y mediante un oficio y una técnica de una brillantez insuperable.
Foto de Ura Iturralde.