El viernes 28 de octubre, a las cinco de la tarde, se inició el pasacalle con los animales creados por los 28 participantes del curso de Iker Vicente sobre ‘artefactos para el teatro de calle’. Con coreografía de Jacqueline Serafin, la comitiva estuvo constituida por varios grupos, algunos de los cuales (los portadores de los dos lobos traídos por Iker Vicente desde México) esperaban en una plaza por donde el desfile debía pasar.
Fotografía de Jesús Atienza.
El punto de partida fue la entrada del Institut del Teatre, la del piso menos dos, que se abre directamente a una de las calles que bajan por el Poble Sec. De allí salió una pequeña manada de seres extravagantes y muy diferentes entre sí, pues había desde un convincente jabalí manipulado por un solo portador, un cuervo de negro plumaje igualmente en manos de una sola persona, un flamenco que combinaba un hermoso color blanco con unas plumas rojas, movido por tres titiriteros, una garza impactantes de considerable altura también con tres portadores, y quizás el más espectacular y aparatoso del conjunto, un pulpo de ocho brazos con su grácil cuerpo superior colgado de una altísima percha, ser que exigía seis personas para ejecutar sus movimientos. Completaba el elenco un hermoso venado de la autoría de Iker Vicente, llegado con los lobos en el equipaje de los dos artistas mexicanos.
Fotografía de Jesús Atienza.
Con dos guardias motorizados abriendo y cerrando la comitiva, la hilera de las variopintas bestias fue descendiendo por las estrechas calles del barrio, para sorpresa de los vecinos, que veían como el flamenco o la garza metían sus cabezas por entre las barandillas de los balcones, quizás buscando algún alimento. Muchos niños, recién salidos de la escuela, se maravillaron de aquella inesperada irrupción zoológica, engrosando muy pronto el colchón de seguidores que perseguía a las bestias con alegre jolgorio.
Fotografía de Jesús Atienza.
Por fin llegaron a la Plaza de las Navas, donde sufrieron el asalto de los dos lobos, ansiosos de entrar en acción bien conducidos cada uno por sus tres portadores. Hubo encuentros y batallas entre especies diferentes. El pulpo supo defenderse gracias a sus brazos articulados y a los titiriteros que los movían, a modo de escudo humano ante las malas intenciones de los dos famélicos ‘canis lupus’.
Fotografía de Jesús Atienza.
Quién más pelea ofreció a los taimados lobos, fue el elegante venado de vivos colores: sus cuernos se enfrentaron a la mirada virulenta y a los dientes agudos de los dos depredadores. No hubo vencedores ni vencidos, pues por algo los titiriteros son gente de paz y saben cómo controlar a sus títeres, por muy salvajes que éstos sean. Pero el público disfrutó de lo lindo viendo las pendencias entre los animales.
Fotografía de Jesús Atienza.
El pasacalle continuó dando un largo rodeo por el barrio hasta alcanzar otra plaza, la del Surtidor, una de las más populares y concurridas del Poble Sec. Allí hubo más encuentros y también un poco de descanso para los portadores, poco acostumbrados a llevar sobre sus hombros a criaturas de tales dimensiones.
Alfred Casas, profesor del Institut del Teatre, iba filmando los acontecimientos con una bonita cámara profesional cedida por la escuela, muy contento de los resultados del taller, al ser uno de sus directos responsables. Anna Solenilla, profesora de escenografía del Institut i responsable también de la organización del curso, seguía con mucha satisfacción el desarrollo del acto.
Fotografía de Jesús Atienza.
Iker Vicente, a modo de pastor versado en estos menesteres, marcó tiempos y ritmos mientras asistía a los portadores con indicaciones técnicas y oportunas recomendaciones. Jacqueline Serafin cumplía con su cometido coreográfico, articulando los encuentros, las peleas y los espacios necesarios para el despliegue de los movimientos.
Fotografía de Jesús Atienza.
Entre los acompañantes, pudimos ver a varios profesores del Institut del Teatro, sorprendidos de los resultados del taller, así como a su directora, Magda Puyo, francamente contenta de ver el trabajo realizado. También pudo verse a algún titiritero notorio de la ciudad, como el veterano Eugenio Navarro, de La Puntual, que no quiso perderse el desfile.
Fotografía de Jesús Atienza.
Analizando los muñecos presentados por los talleristas, destacó la combinación de materiales entre metálicos, plásticos y orgánicos de diferente tipo (bambú, plumas, algodón…), una de las características del trabajo de Iker Vicente y que es la clave de la calidez de sus figuras pero también de cómo llegar a la esencia formal de los animales. Más que realismo, el artista busca captar los trazos básicos del movimiento del personaje escogido, fijándolos con una estructura de líneas simples pero básicas, suficientes para, desde la abstracción figurativa, llegar al todo del ser invocado. Estos principios fueron los aplicados durante el curso, con unos resultados realmente excepcionales, teniendo en cuenta que todo se hizo en cinco días,
Fotografía de Jesús Atienza.
Pero volvamos al pasacalle. De la Plaza del Surtidor, la comitiva arrancó de nuevo, a una velocidad sin duda más calmada, subiendo las empinadas calles de regreso al Institut del Teatro. Se llegó hasta la entrada principal, allí donde se abre un amplio espacio a modo de plaza donde los estudiantes de las artes de Talía suelen comer sus bocadillos, ensayar algunos pasos y escenas, y fumarse sus cigarrillos adolescentes. Allí se formó un ruedo con todo el bestiario reunido, los cuales fueron alcanzando el centro con grandes aplausos del respetable, ansioso de premiar a los esforzados portadores titiriteros que habían participado en el taller.
Terminó el acto con una parada del conjunto para una foto de familia, inmortalizada por la cámara sabia del fotógrafo Jesús Atienza.
Fotografía de Jesús Atienza.
Muy buena crónica, seguimiento y promoción del taller, los resultados hablan por sí mismos. Felicidades por su éxito y que continúen muchos talleres más. Los temibles lobos estarán por León, en México, para finales de este mes, ya los esperamos.