(Imagen de ‘Parias’, de Javier Aranda. Foto de Iñigo Royo.)
Empezó el pasado sábado 25 de noviembre el Titirijai 2017, el Festival de Títeres de Tolosa, uno de los más señeros y veteranos del país, con dos montajes de calle y el ‘Identitats’ de Rocamora Teatro como espectáculo inaugural en la sala del TOPIC, del que Titresante ya ha hablado en varias ocasiones (ver aquí). En el primer apartado de teatro de plaza, actuó la compañía catalana Fills de Fusta, esta magnífica formación de marioneta de hilo que en el Congreso de Unima de 2016 en Donostia/Tolosa recibió el premio al Mejor Montaje de Calle, y que ha gozado de una residencia en el mismo TOPIC de Tolosa. Fills de Fusta está compuesto por el sevillano Vicente Martínez Andreu y la colombiana/ibicenca Laura Cortés, nacidos como grupo en el Taller de Marionetas de Pepe Otal, de Barcelona. Sus características más sobresalientes son el preciosismo de sus marionetas y su manipulación, más una bella decoración del espacio escénico.
Imagen de Fills de Fusta.
La otra compañía de teatro de calle es la doble compañía argentino/brasileña Teatro de la Plaza y Por Um Triz, que presentaron en el Tinglado ‘Aguas de Lavar’. Un espectáculo que este cronista tampoco pudo ver pero que volverá a presentarse en el último día del festival, el domingo 3 de noviembre.
A continuación, breves reseñas sobre los cinco primeros espectáculos vistos en Tolosa.
‘Antón Retaco’, de los Titiriteros de Binéfar
Ya conocía este espectáculo de los veteranos Titiriteros de Binéfar, que reseñamos en Putxinel·li a raíz de su estreno en Lérida (ver aquí), y donde manifestamos nuestra admiración por un trabajo en el que Paco Paricio, más el músico Roberto Aquilúe (Quiri), elemento esencial de la obra, consiguen poner en escena el precioso texto de Mª Luisa Gefaell (Premio Nacional de Literatura 1952) publicado en 1955 con el mismo título de la obra.
Lo vimos entonces recién estrenado y lo hemos podido gozar ahora en su madurez expositiva, tras haber recorrido los escenarios del país con el correspondiente lubrificado de los bolos. Y hay que decir que la obra fluye con un ritmo feroz e impecable, a pesar de la complejidad de la historia urdida por Mª Luisa Gefaell.
En efecto, uno de los aciertos de la puesta en escena de Paricio es precisamente el hilado que hace de las diferentes escenas de la historia, que se suceden con una naturalidad casi se diría desconcertante, con saltos en el tiempo que se solucionan con las más elementales técnicas titiriteras y musicales, de modo que el espectáculo nos sumerge sin darnos cuenta en las esencias más profundas del oficio.
Oficio que se sustenta en el poder de la palabra, pues de eso va la obra, de rescatar el lenguaje rico en expresiones populares de épocas ya periclitadas, que Los Titiriteros acompañan con una iconografía también de raíz popular, con muñecos y juguetes de madera anteriores a la era del consumo degradado.
Se trata de un trabajo de enorme importancia, para que niños y adultos conectemos con las vetas más profundas de la lengua castellana en este caso, con personajes y una historia de corte romántico-titiritero (el mito de los cómicos que recorren los caminos subidos en una tartana), que responde también a otras épocas sin duda añoradas por muchos. Los espectadores de Tolosa supieron captar la trascendencia del espectáculo, que busca ir más allá del simple entretenimiento, con una salva de aplausos que se prolongó mucho más de lo que suele ser habitual en las funciones para público familiar. ¡Admirable!
‘Far away’, de Eulertsen & Granados Teater Kompani y Lamatracataca
Bajo este nombre tan largo y complejo de la compañía noruego/murciana/argentina Eulertsen & Granados Teater Kompani y Lamatracataca, se hallan la dramaturga murciana Sara Serrano, los argentinos Cristina Granados y Cristian Weidmann (directora y titiritero/cineasta/intérprete), y el compositor noruego Andreas Eilertsen. Ellos son los responsables de un refinado espectáculo para público familiar sin palabras y de corte visual, que encandiló a los espectadores del TOPIC de Tolosa.
Con una historia muy sencilla, que consiste en un proceso de acercamiento entre dos personajes situados en lugares absolutamente dispares (una isla desierta en medio del mar, y una cabaña situada en un trozo de tierra en medio del vacío), acercamiento que acaba derivando hacia la atracción amorosa, la obra busca desplegar un universo visual y sonoro de una cierta complejidad basado en los elementos tierra, mar, aire, más el fuego de la lucha y de la unión del hilo rojo de la vida y del destino. Para ello se sirve de dos espacios físicos en el escenario y otros espacios en imágenes de vídeo que responden más a geografías mentales que reales (vídeo realizado con la técnica del Stop Motion por el mismo Christian Weidmann y editado por Sara Serrano).
Y se remata la jugada con un bonito artefacto integrador de la dualidad puesta en juego al final del espectáculo, artefacto de madera que cuelga del cuello del titiritero donde ambos personajes giran en paralelo hilando el huso de sus vidas separadas.
Al ser un espectáculo sólo de imágenes, están abiertas las interpretaciones y lecturas que cada espectador quiera hacer del mismo, lo cual es una de sus grandes virtudes. En realidad, las imágenes que la compañía va desplegando están para despertar la imaginación del público, que debe inventar sus historias, sus espacios, sus razonamientos y percibir las sensaciones que produce la obra y la música. Se propone pues una intriga sutil y poética, nunca explícita, pero que engancha sorprendentemente al público, en especial el infantil, fascinado por el hilo invisible que ata las diferentes secuencias de la obra.
El inicio del intérprete ejecutando pases de taichí nos remite al universo chino de los cinco elementos (de modo que a los cuatro clásicos habría que sumar aquí el elemento madera), elementos que parecen orientar el desarrollo temático de la obra. Taichí que nos introduce al vaivén de las olas del mar y vuelve a surgir con uno de los personajes, una luchadora oriental provisto de lanza que se enfrenta a un diablo o monstruo o ser metálico de robot desvalijado o de reciclaje, que aparece en el espacio mental de la pantalla. Un misterioso dragón, aliado de la guerrera, aparece como fuerza de la naturaleza amiga de los humanos. Hay una superación de obstáculos que confirman este universo iniciático de los dos seres que se acercan hasta encontrarse.
Los muñecos, los objetos y las texturas que aparecen físicamente en el escenario se corresponden a las imágenes que se proyectan en la pantalla que hace las veces de ciclorama de la escena. Unas relaciones que se producen por superposición a través de un ritmo pausado, casi podríamos decir ‘nórdico’, de largos días sin sol en largos invierno y sin noche en cortos veranos. Un tiempo que estira las horas y que da para la creación titiritera sin prisas.
De todo ello habla ‘Far away’, una obra muy cuidada, ambiciosa y sencilla a la vez -siempre lo más difícil-, lejos de los ritmos estándares y de las altas velocidades, de unos titiriteros que han buscado sus referentes y espacios de inspiración en lo que podríamos llamar el ‘ancho mundo’, con un pie en los fríos polares de Noruega donde la compañía realizó una residencia de cuatro meses para el desarrollo del espectáculo. Un trabajo sofisticado y de mucha sensibilidad que acaba de aterrizar, como una bendición titiritera, en tierras españolas y que busca enraizarse en los llanos manchegos de Albacete. Les deseamos mucha suerte.
‘Kiti Kraft’, de Bambalina Teatro
Siempre es un placer asistir a una representación de esta histórica compañía de Valencia, con una obra ideada y dirigida por unos de sus miembros fundadores, Jaume Policarpo, e interpretada por tres actores: Oscar Jareño, Arantzazu Pastor y Juanma Picazo. Titulada ‘Kiti Kraft’, la obra se presentó en el Teatro Leidor, con una sala repleta de público escolar.
Y hay que decir que Bambalina salió muy airoso de la difícil prueba, ante el acoso de este miura del teatro que es siempre una sala llena hasta la bandera de niños. Obra básicamente musical y onomatopéyica, en la que los personajes se expresan con sonidos guturales, palabras inventadas y hermosas canciones a tres voces, más el acompañamiento musical en vivo de un actor/músico/percusionista que sabe sacar notas de cualquier objeto a mano y de algunos instrumentos que forman parte del entorno visual.
La obra, que cuenta la historia de una vida en sus momentos más álgidos y especiales, desde el nacimiento hasta la muerte, se configura como un despliegue de vitalidad visual y sonora (con música compuesta por Óscar Jareño) mediante un ritmo que va de lo pletórico a lo íntimo, del entusiasmo folclórico de un bello zapateado al matiz preciosista de una escena de sombras. Abundan las imágenes de una belleza de impacto, como se puede constatar en la instantánea tomada por Iñigo Royo.
El componente sonoro se acompaña de una rica visualidad plástica, con un gran disco de colores de fondo que gira como una noria de la vida, indicando el paso del tiempo y los diferentes cambios del personaje. Se celebra la vida y el esplendor de la naturaleza, de los animales y de los seres humanos, de un modo genérico sin entrar en narrativas particulares. Y el esplendor de los colores y de la luz. Una obra para ser gozado por los sentidos, dejando que la mente se adapte al vaivén de la música y de la vista.
El público premió con fuertes aplausos la impecable labor de los jóvenes intérpretes, que pusieron muchos kilovatios de energía en sus complejos cometidos de actores-cantantes y manipuladores.
‘Detrás de mi casa’, de Guignol à Roulettes
El suizo Pierre-Alain Rolle y la italiana Paola Busca son los dos titiriteros que se hallan detrás de la compañía Guignol à Roulettes, de Suiza, pero que en estos momentos se están instalando en la localidad catalana de Vilanova i la Geltrú. Presentaron en Tolosa su espectáculo ‘Detrás de mi casa’, un precioso montaje de títere de guante en el que han intervenido también las miradas titiriteras y la música de Dora Cantero y Mina Trapp.
Una obra de corte ecológico que busca concienciar la sensibilidad del público hacia la protección del medio ambiente y la necesidad de los espacios verdes y de respetar la naturaleza. Se muestra para ello un retablo que en realidad es la estructura sobre la que se sustenta la impactante ciudad protagonista de la obra, con sus habitantes, su grúa de construcción y dos obreros que se encargan de taponar lo verde y levantar más tapias y edificaciones.
El público escolar que asistió a la sesión en el teatro del TOPIC siguió con enorme atención la sencilla trama urdida por los dos titiriteros suizo-italianos, atrapado por la gracia de los personajes, con pinceladas de un humor fresco y absurdo, y una manipulación impecable que se limita a lo escueto para que no falte ni sobre nada. A destacar el jardín interior oculto de la ciudad que se abre en la falda del retablo urbano.
El resultado, con un final optimista y de celebración de la vida y de la naturaleza, arrancó los aplausos del público, que no quería abandonar la sala, ante la oportunidad de preguntar a los artistas sobre la obra.
‘Parias’, de Javier Aranda
Obra ya reseñada en Titeresante a raíz de su presentación en Barcelona en septiembre de 2014 (ver aquí), ‘Parias’, del actor y titiritero zaragozano Javier Aranda, es un espectáculo que con el tiempo ha ido creciendo hasta alcanzar este difícil umbral de los trabajos de alto nivel y de excelencia, aptos para recorrer con éxito los escenarios del mundo.
Madurez de una obra que surgió como un primer trabajo en solitario de este titiritero con una larga experiencia en las tablas, especialmente en sus labores con la compañía Arbolé de Zaragoza. Surgió ‘Parias’ de la nada en uno de esos momentos en los que la creatividad llama a la puerta del artista y éste se atiene a atenderla, salvando las ingentes dificultades que siempre acarrea este tipo de llamadas. Creó así Aranda una obra de pálpito vital que se hunde en las esencias de lo humano, en esas profundidades donde desaparecen los límites entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, y donde lo que cuenta es la pulsión primigenia de vida y de muerte, estos dos polos de la existencia. Una bajada a los infiernos de la que salieron estos personajes parias, surgidos de las maletas interiores del titiritero, demonios y monstruos a los que se acaba tomando cariño si antes uno sabe cómo convertirlos en títeres y se aprende a jugar con ellos.
Con ‘Parias’, Aranda ha conseguido domesticar unas energías titiriteras que beben de las fuentes arcaicas del oficio y de las profundidades arquetípicas de lo humano, lo que le permite marcar su propio terreno, el de un lenguaje que surge de lo corporal y del taller, de las manos, del gesto y de los apliques, los materiales y los trozos de madera podrida encontrados en la calle. Un lenguaje que exige mucha disciplina y que, tras los años de rodaje de ‘Parias’, ha alcanzado la madurez necesaria para pensar en nuevas aventuras.
El nuevo montaje que Aranda acaba de estrenar, ‘Vida’ (ver artículo de Esteban Villarrocha sobre el mismo aquí), es el siguiente desafío al que el titiritero de Aragón se ha enfrentado, al parecer con un éxito extraordinario. Esperamos con ansias verlo y gozarlo.