Acaba de salir el libro “Oficio de Libres, del ancestral y contemporáneo arte de los títeres”, obra del titiritero peruano Martín Molina Castillo, director de la compañía Tárbol. Editado por Tárbol, tras ser uno de los proyectos ganadores de la Convocatoria 2017 de Sistematización de experiencias y Publicaciones de Puntos de Cultura del Ministerio de Cultura del Perú, es un libro importante que llega para cubrir estos crónicos huecos que existen en la bibliografía sobre títeres en español. Martín Molina ha querido matar dos pájaros de un sólo disparo y creo que lo ha conseguido con creces: ofrecer a los que quieren iniciarse en el arte de los títeres un texto a modo de manual introductorio que sitúa al neófito en cuanto a la historia, las técnicas, los usos y los procesos de puesta en escena, prácticos y teóricos, y por el otro lado, asentar las bases para un conocimiento de la historia reciente de los títeres en Perú, con profusión de entrevistas a algunos de los más eminentes maestros del país.

Julio Vega, Felipe Rivas Mendo, Mary Soto, Ernesto Raéz y en la moderación Antonio Quispe, el día de la presentación del libro, en La Casa de la Literatura Peruana, Lima. Foto de Carlos Subia Narvaez.

La gracia del libro es sin duda alguna la sinceridad con la que escribe el autor, que le da un acusado tono personal, a modo de testimonio vívido de la práctica del oficio de titiritero, que él asocia a la Libertad. Hacer títeres es aprender a ser libre, a vivir en libertad. Un estimulante punto de partida, al poner el arte titiritero en la vía del arte verdadero, que siempre ha sido ir de por libre y hacer lo que a uno le da la real gana. Sólo así se abren al osado hacedor las puertas de la creación, que si algo requiere es tener las manos libres, aunque luego las reglas y la práctica del oficio exijan atroz pleitesía y tozudo empeño.

Mesita de ofrenda con elementos de la espiritualidad andina, con títeres de Tárbol y ejemplares de la revista Mil Vidas, el día de la presenctación del libro. Foto de Carlos Subia Narvaez.

El libro se divide en tres partes. En la primera, titulada ‘El arte de los títeres: nociones básicas de la técnica hacia la estética enmarcada en la mística’, se entra de lleno en la gran diversidad que existe en el campo del teatro de las figuras, los muñecos o los objetos animados. Historia, técnicas, tradiciones, la animación -término preferido al de la manipulación-, los materiales, los recursos varios… Y lo hace Molina desde una posición de compromiso casi ‘visceral’ con lo que representa tener un títere en la mano, como bien señala el marco ‘místico’ desde donde se postula su práctica. Compromiso que también es ético y social, al asociarse a las corrientes de regeneración moral de la política. Una apuesta de honestidad radical y libertaria en una época como la nuestra, tan proclive a dejarse llevar por los pragmatismos del todo vale y de la pequeña felicidad consumista.

La segunda parte, titulada ‘Tiempo, espacio y sociedad’, nos habla de lo que hay ‘al otro lado’, el público, para plantear y defender que el arte de los títeres no es un asunto sólo de niños, como mucha gente cree, sino algo mucho más amplio. Plantea las dificultades que suelen tener los titiriteros que plantean obras para adultos, un tema que el autor cierra con la pertinente cita de Goethe: Los títeres gustan a los niños y a las personas inteligentes.

La actriz titiritera María Laura Vélez Valcárcel junto a Martín Molina Castillo. Foto de Carlos Subia Narvaez.

Contiene también esta parte el importante capítulo ‘Los títeres como herramienta de aplicación’, en el que Molina entra de nuevo en los aspectos prácticos y didácticos: los títeres en la educación, cómo se los puede utilizar para el desarrollo de la creatividad del niño, las sesiones escolares, etc.

Continúa el autor la segunda parte con el trascendental capítulo titulado ‘Un arte tradicional en tiempos de vanguardias’, en el que se sitúa el arte de los títeres en el contexto de las artes contemporáneas, un terreno en el que no sólo se encuentra cómodo sino que lo catapulta hacia el futuro con una potentísima carga de energía procedente de las relaciones que mantiene con temáticas fundamentales como son las de la Identidad, el Doble, el Otro, El Límite y la Hibridación con otras artes, etc. Por ello, ve preciso Molina delimitar las fronteras de lo que puede considerarse teatro de títere, muy abiertas y deslizantes.

Martín Molina con el Señor de la Cuarta Puerta, personaje de la obra «De astillas y semillas». Foto de Carlos Subia Narvaez.

Y remata esta segunda sección del libro con el abordaje de la realidad peruana, para mostrarnos su riqueza y la acumulación de nombres que han dejado huella imperecedera en la práctica local del arte. Una  mirada que hace ‘a vuelo de pájaro’, como no podía ser de otro modo, al tratar unos contenidos que por sí solos requerirían otro volumen como mínimo. Se remonta al siglo XVI para ir subiendo en el calendario hasta llegar a la actualidad, donde nos muestra una verdadera explosión de nombres y grupos.

Vale la pena citar al autor en esta parte para tener una idea de lo que estamos hablando:

Actualmente en Lima, capital del Perú, hay poco más de una veintena de grupos dedicados exclusivamente, o como actividad principal, a alguna forma del arte de los títeres. Estos grupos se mueven en espacios teatrales o alternativos y difieren en cuanto a trayectoria y a continuidad en su labor. Los más antiguos son Kusi Kusi y Títeres Rivas Mendo, con más de cincuenta años de actividad, y Circo de Marionetas, con más de cuarenta años. Ya con un buen camino andado tenemos a Madero, Taller de Gnomos y Hugo e Inés. Con un camino a medio andar están La Gran Marcha de los Muñecones, Mi casa encantada, Tárbol, La Pájara Gorda, Gaia, Wagaytíteres, Concolorcorvo, Intipacha, Pepito Ron y Tarpuy. De más reciente formación son Proyecto Mariposa, Juglar, Higuerilla, Dany Titiritero, Manu Benites, Casa Voladora, Makisaurios, XT Laboratorio Teatral, Ñahui Teatro, Correteando, Fobia de Marionetas, Cía. Miguel Ramírez, y algunos que quizá se me escapen.

Imagen de Gaia Teatro, con dirección de Inés Pasic.

El centralismo en que vivimos también se manifiesta en el arte de los títeres. Si en Lima es complicado dedicarse a él, tanto más en las regiones. Por ello, si nos vamos hacia el interior, las cifras disminuyen así como la sostenibilidad que los colegas pueden darle a su accionar.

Ahora se están tendiendo puentes, pero aún hay una brecha que desconecta a los titiriteros de Lima con los del interior. De entre los titiriteros del interior que conocemos, están en actividad: La Padilla en Tacna; Marionetas de Cajamarca en Cajamarca; Títeres Amigos y Mueca en Chiclayo; Olmo en Trujillo; Raurachkani en Huacho; Laboratorio Kintu, Luisito Artista de Varieté y Ave Fénix en Ayacucho; Atrapasueños, Manicomio Rosa y Más Allá en Huaraz; Cepillín en Ilo; Muchik viajando por la Amazonía; Zeus en Húanuco; Darte en Cusco; el Molinete, Titiricuentos y la Cigüeña en Huancayo; Cronos en Arequipa; Tanit en Huarochirí, y recientemente Títeres del sur en Puno.

Museo de la Marioneta Manuel Nicanor Taica, en Cajamarca.

También encontramos grupos de teatro o solistas para quienes los títeres no son su actividad principal, pero los incorporan a su quehacer o han montado algunos espectáculos. Estos son Mashara Teatro, la Escuela Experimental de Mimo y Títeres, Gestos, Waytay, Yawar, Sasá Teatro, Carlos Torres, Rodolfo Gamero, Lunasol, Puckllay Pacha, Caballo blanco escenográfica, Taller Ambulante de Formación Audiovisual, Psicopompo Perro Negro, Julia Amelia Castro, Concientizarte y Educación, Protagonismo y Arte.

De otro lado, existen solistas que trabajan en buses o en semáforos generalmente con rutinas cortas de títeres de hilos y aquellos que solo trabajan en fiestas infantiles. Ambos están desconectados de la escena antes descrita y no se dispone de información sobre ellos

Dedicados más a la confección de títeres tenemos a Ramón Vilca de El Muki, Pedro Núñez Soto y Diego Quispe Villanueva, este último en la ciudad de Tacna.

Larga cita que nos da una idea de la volcánica realidad titiritera del Perú.

El libro nos habla aquí de festivales, teatros, circuitos, problemas laborales y todo el cúmulo de realidades de orden sociológico que atañe a la profesión, de una gran utilidad para disponer de la necesaria radiografía, amplia y veraz, del sector titiritero en Perú.

La tercera parte del libro, Molina la dedica a varias entrevistas realizadas a algunos titiriteros importantes del país, un apartado que él denomina Memoria Titiritera Peruana. En concreto son: Gastón Aramayo, del histórico grupo Kusi Kusi; Jhonny Bravo, de la Compañía Circo de Marionetas; Maruja García Naranjo y Estela Huamán, de Cactus; Marcela Marroquín, de Marionetas Marroquín; Azucena Arrasco, de Títeres Amigos; Felipe Rivas mendo, de Títeres y Marionetas Rivas Mendo; Pepe Borja, de Paco Yunque; Mario Herrera Asín, de Títeres Antarita; Juan Pablo Arrasco, de Títeres Pepín; La Gringa Inga, de Los Títeres de Inga; y Vicente Correa.

Gastón y Vicky Aramayo, de Kusi Kusi.

Creo que esta parte de las entrevistas es fundamental para dar al libro de Martín Molina un gravedad que complementa las dos primeras partes con un acercamiento profundo de la dimensión humana de los títeres en el Perú. Son entrevistas que van derechas al corazón del oficio y del entrevistado, y que nos hablan tanto de los artistas que responden como del mismo entrevistador.

Ejemplar del nº 11 de la revista Mil Vidas.

Y es que toca hablar aquí de la vertiente documentalista y reflexiva que Martín Molina viene desarrollando desde hace años a través de la revista Mil Vidas, de la que es principal redactor y director. Una publicación artesanal, hecha con las manos y con el corazón, un caso insólito que cumple con las funciones fundamentales de testimonio y de reflejar la realidad de lo que se cuece en Perú y en otras geografías de América Latina. ‘Oficio de Libres’ no se entendería sin esta dedicación editorial continuada del titiritero de Tárbor, una labor de la que habrá que hablar un día desde Titeresante con más extensión.

El libro acaba de ser presentado en su versión en papel en La Casa de la Literatura Peruana, en Lima. Para conseguirlo, hay que escribir a la dirección de Tárbol: titerestarbol@gmail.com. Un estímulo siempre bienvenido e indispensable para quién pretende adentrarse en el fascinante mundo del teatro  visual y de títeres, y conocer la realidad titiritera en Perú.