(El público de Luís Zornoza en la plaza del Quiosco de la Música. Fotografía de Manuel Minaia)
Empezó el jueves 10 de octubre el programa del Parque de las Marionetas, el Festival de Teatro de Feria de Zaragoza, que cada año tiene lugar en el Parque Grande José Antonio Labordeta (ver aquí). Con dirección de Ana Abán y organizado por la asociación Ares y el Ayuntamiento de Zaragoza, el Parque se ha convertido con los años en una imprescindible cita en las tierras de Aragón, coincidiendo con las Fiestas del Pilar, una festividad que congrega no sólo a miles de personas llegadas de la región, sino a muchos otros aragoneses y de otros lugares que acuden unos para ver a sus familias y disfrutar de los múltiples festejos programados, y otros para celebrar el Día de la Hispanidad.
El principal acto de las Fiestas es la Ofrenda Floral que se hace a la Virgen del Pilar, ante la que desfilan centenares de miles de personas desde las primeras horas de la madrugada, en concreto desde las 6:45h hasta las 20h de la tarde. Este año, la presencia internacional se ha concretado en los siguientes países: Bolivia, Venezuela, Guatemala, República Dominicana, México, Japón, China, Ecuador, Rumanía, Chile, Nicaragua, Honduras, Perú, Colombia, Panamá, Guinea Ecuatorial y Paraguay, siendo el país invitado este año en la Ofrenda El Salvador. Un grupo representante de este país acompaña a la bandera floral que se instala en el manto en las primeras horas de la Ofrenda.
Pero no sólo la Ofrenda es importante en las Fiestas del Pilar. Sin duda el rico programa de toros que estos días se ofrece en la noble Plaza de La Misericordia será una de las citas indispensables para los aficionados taurinos. Igualmente se ofrece una gran cantidad de espectáculos de teatro y de cabaret a la vieja usanza, para el solaz de los que llegan de las comarcas rurales.
Para los amantes de los títeres, además del gran despliegue de espectáculos diversos en el Parque de las Marionetas, que iremos detallando en varios artículos, está la presencia de Pelegrín, el héroe polichinesco del Teatro Arbolé, cuyo teatrillo se instala en la Plaza de los Sitios como cada año, con funciones de mañana y tarde. De él hablaremos en una próxima entrada de Titeresante. También cabe destacar los desfiles de Gigantes y Cabezudos, indispensables en estas fiestas, así como la figura del Tragachicos, situado cada día en un lugar diferente.
El Tragachicos.
Consiste en un enorme muñeco que representa a un baturro con la boca abierta que no cesa de tragar críos, para excretarlos por su abertura trasera.
Se trata de una de las atracciones más populares del Pilar, como lo indican las enormes colas que se forman, y que constituye un pequeño ritual de iniciación infantil, pequeño para nosotros pero grande para los chicos, por el que se da a entender al niño que es necesario ser tragado por la boca de lo popular colectivo, pues eso representa el enorme muñeco, pero sabiendo que ipso facto es evacuado del mismo.
Se le da a entender de este modo que entrar en lo colectivo es necesario, pero que lo sano es salir de él lo antes posible, pues una vez te ha comido y te ha digerido, la colectividad tradicional te defeca sin ningún miramiento. Lo más sano pues es salir lo antes posible de la ansiosa digestión del monstruo, que busca comerte entero, en cuerpo y alma. Sin duda, un perfecto antídoto contra las fijaciones identitarias y nacionalistas. Pasar por el tubo como algo indispensable, pero para liberarte lo antes posible del mismo.
Los Titiriteros de Binéfar abren el Parque de las Marionetas.
Es ya habitual que Los Titiriteros de Binéfar abran el programa del Parque con alguno de sus espectáculos más vistosos y musicales. En este caso, ha sido con la obra Jauja, con un elenco de músicos y cantantes encabezado por Eva Paricio, que sustituye a su padre en el papel de animadora solista principal.
Un papel que la de Binéfar borda a la perfección, pues es mucho el oficio y la gracia de esta actriz titiritera que lleva en la sangre desde su nacimiento el arte del teatro. Junto a su hermana Marta, encargada de la animación a pie de escenario en contacto directo con el público, y a su madre Pilar, que controla el conjunto con discreción desde las bambalinas, y arropada por los excelentes músicos de la compañía, Eva Paricio canta y dirige a los intérpretes y a los espectadores hacia una catarsis de la que nadie puede escapar, con canciones populares, dichos, refranes e improvisaciones de todo tipo.
A los mayores les cae la baba escuchar las viejas canciones de siempre, rejuvenecidas por la energía desbordante de la joven maestra de ceremonias, mientras que los chicos no pueden resistirse al empuje energético que sale del escenario y de los altavoces tronantes. Bailes, cantos, acciones, muñecos e interacciones constantes entre artistas y espectadores, y de estos entre sí. El resultado cumple con lo que se esperaba del acto: inicio festivo exaltante de las actividades en el Parque de las Marionetas, y el despertar de las ganas de recorrer los múltiples escenarios que se abren a los visitantes del Parque Grande José Antonio Labordeta. La directora, Ana Abán, miraba satisfecha el resultado del acto inaugural.
Las Cachiporras en la plaza del Quiosco de Música.
Constituye sin duda una de las mayores atracciones del Parque de las Marionetas la presencia cada año de cuatro diferentes maestros titiriteros del género polichinesco que ocupan las cuatro esquinas de la placeta donde se encuentra el hermoso Quiosco de Música de estilo modernista.
Con estilos y procedencias siempre distintas, se mantiene una constante a modo de columna vertebral estilística del programa, la del titiritero Luís Zarnoza, de Siesta Teatro, que con su espectáculo Punchinelis, permite a los espectadores afianzarse en su iniciación paulatina al arte cachiporrero de los títeres.
Procedemos a continuación a hablar de los cuatro maestros de este año.
El Punch and Judy de Dan Bishop.
Como bien saben los entendidos espectadores de Zaragoza fieles al Parque de las Marionetas, los titiriteros británicos que practican el Polichinela inglés suelen llamarse a sí mismos Professors of Punch and Judy. Sin los formalismos ampulosos de la alta cultura, esta especie de heterodoxa Academia titiritera se mueve entre lo casquivano irreverente y la seriedad protocolaria de quienes se sienten muy orgullosos de ser considerados maestros en el arte de los títeres con Punch de protagonista. Pues bien, Dan Bishop es sin duda uno de los Professors of Punch and Judy más reputados, veteranos y refinados de los muchos que están hoy en activo.
Tras empezar en 1976 con el Punch, aprendió las bases del oficio actuando durante diez años en las playas del área de West Penwith, en la región de Cornwall, tal como establece la tradición inglesa de los títeres populares, que en verano se los suele encontrar en las playas del país. Sin embargo, no fue hasta 1980 que entró como miembro asociado en el Punch & Judy College of Professors, lo que indica la seriedad de estas afiliaciones protocolarias. Y es a partir de 1989 que Dan Bishop empieza a salir del país para participar en los festivales internacionales del género. Su nombre empieza sonar en los circuitos y pronto su fama lo afianza como uno de los más refinados maestros polichinescos del Reino Unido.
En el Parque de las Marionetas mostró el dominio que ejerce sobre su arte, con una lengüeta precisa y afinada, y unas rutinas de manipulación que despiertan de inmediato la sabia y correcta respuesta de los espectadores. Destacó por un uso discreto de la megafonía, una de sus obsesiones, pues siempre ha considerado que es mejor llegar al espectador desde la sutileza y el movimiento, que avasallándolo con muchos decibelios. Y hay que decir que a pesar de los ruidos ambientales que a veces configuran el ambiente sonoro del Parque, Bishop supo mantener impertérrito la atención del público.
Con un estilo clásico de un Punch alegre y conciso, el arte de Dan Bishop es de los que busca más un contacto íntimo con el público, que la extroversión chillona de una lengüeta dominante. Es el estilo tranquilo de un maestro veterano que ya sólo busca el goce del oficio, sin dejarse llevar por necesidades ajenas al arte.
El público del Parque, sabio y entendido, no sabía que las funciones realizadas en Zaragoza han sido las últimas del gran maestro del Punch and Judy: tras varios intentos de dejar las tablas y jubilarse, parece ser que esta vez la decisión es definitiva. Los espectadores sin duda lo intuyeron elípticamente en los movimientos certeros y seguros del manipulador inglés que con estas últimas funciones se despedía para siempre del mundo del espectáculo. Lo premiaron con generosos y cálidos aplausos.
Toribio de Mañón, de Viravolta Títeres.
De la localidad gallega de Lalín, provincia de Pontevedra, actuó otra veterana compañía, Viravolta, con dos maestros titiriteros de larga experiencia, Pilar Álvarez y Xulio Balado. Fueron ellos los que, junto con Anxo García y la colaboración de Comba Campoy, sacaron a la luz al personaje de Barriga Verde (ver aquí) que los Hermanos Silvent llevaron por toda Galicia en los años cincuenta. Buenos conocedores pues del lenguaje del títere tradicional, ofrecieron en Zaragoza un espectáculo con otro protagonista, polichinesco en cuanto al estilo, pero que procede de las tradiciones orales de los romances, centrada en este caso concreto en la figura histórica del bandido Toribio de Mañón, protagonista de un truculento episodio en el que el bergante Toribio roba el traje de un difunto para luego ir a conquistar a su viuda.
Episodio histórico, como hemos dicho, que inspiró en su día a Don Ramón del Valle-Inclán a escribir el esperpento ‘Las Galas del Difunto’, obra perteneciente al conjunto Martes de Carnaval.
Toribio de Mañón, que acabó con sus huesos en la cárcel, aparece en la obra de Viravolta como un héroe polichinesco de raigambre popular, al estilo de los antiguos bandoleros amigos de los pobres y de los humildes, bañado en altas dosis de humor negro. En la versión resumida de veinte minutos que ofreció Viravolta en la Placeta del Quiosco de la Música, se nos contó básicamente el episodio del robo del chaquetón elegante del difunto, y de cómo el bandolero se atreve a flirtear con la viuda. El buen porte de Toribio, con sus elegantes bigotes y su noble hablar, acaba conquistando a la enviudada esposa, ansiosa ya de sacarse los lutos y gozar de la recién conquistada libertad. Sólo al darse cuenta de que el felón don juan lleva el traje de su marido muerto, reacciona y avisa a la Guardia. Esta acude, y la obra deriva en el juego clásico de las cachiporras.
Pero lo más interesante de la obra son dos cosas: el dominio que sobre los títeres exhibió Pilar Álvarez, consumada titiritera que sabe manejar a la perfección los tiempos, las voces, impecables en definir a los distintos personajes, y los juegos de manipulación, concisos y nunca acelerados, bien pausados con ritmos que consiguen la atención del público; y la acción exterior de Xulio Balado, en el papel del presentador que hace de intermediario entre los espectadores y los títeres, interpelando a ambos, situando las escenas, acelerando los cambios cuando conviene, marcando a su vez los contextos con precisión. Balado se acompaña de un tambor con platillo y una armónica, además de otros instrumentos de bolsillo, a modo de hombre orquesta que entra y sale de la acción cuando quiere. Su atractivo y convincente porte, con un ademán de fuerte sabor popular, lo convierte en una figura muy lograda de indispensable intermediación, que encaja con la tradición de los antiguos trujamanes y de tantas tradiciones europeas.
Viravolta mostró una faceta del arte polichinesco, la más cercana a sus fuentes literarias y romanceras, que en su día tuvieron una enorme predicación. El público lo supo valorar con un gran recibimiento del espectáculo.
Barriga Verde, de Borja Insúa.
También de Galicia acudió a la cita cachiporrera del Parque Borja Insúa, de la compañía Títeres Alakrán, con Barriga Verde, el personaje tradicional de la familia Silvent que actualmente ha sido retomado por Viravolta y que se postula como el héroe polichinesco de Galicia. Y se entiende que un titiritero de estas tierras que quiera adentrarse en la práctica del títere de cachiporra en la línea heterodoxa y de rebeldía que caracterizó en su día a estos lenguajes populares, acuda a Barriga Verde y lo desarrolle a su manera, con la libertad que otorga el género.
Borja Insúa es un titiritero dotado de unas cualidades excepcionales: con experiencia y formación de actor, provisto de una voz de gran potencia y noble sonoridad grave, y agasajado por los dioses con una energía colosal, ha encontrado en el títere de cachiporra y el personaje de Barriga Verde la forma ideal para desplegar todas estas cualidades. Un género que requiere energía, pero que exige al practicante doblegarse a los principios de la disciplina sintética. Una bendición para Borja, pues a su derroche de energías le va muy bien someterse a las bridas de la sujeción estilística.
También las limitaciones de tiempo de las actuaciones en el Parque de las Marionetas, que no deben sobrepasar los veinte minutos, le obligó a condensar las rutinas de manipulación. Borja se ha adaptado a estas condiciones con espartana disciplina, desarrollando fragmentos de su historia de Barriga Verde, en la que el personaje quiere casarse con Rosita, contra las intenciones del padre de ella que la quiere esposa de un general del ejército. Un enredo que llevará a Barriga Verde a enrolarse a las milicias y que sólo puede acabar con el desenlace canónico: a estacazos como manda la Cachiporra.
Pero entregado como está Borja Insúa a las artes callejeras y populares del teatro, quiso vestir la presentación de los títeres de guante con otras actuaciones de complemento a cargo de un juego de muñecos movidos à la planchette, bin acompañado con una gaita, más la intervención de varias marionetas en sucesivos números al más puro estilo del cabaret callejero. En sus presentaciones en el Parque de las Marionetas, Borja sacó a algunos de sus personajes de hilo más queridos: el gaiteiro Adelino Cabaceira, el Sin Papeles bailón, a Jimmy Hendrix con su guitarra, al mismísimo Camarón de la Isla y al músico Pablo Sarasate. Y no podía faltar su cabra Rivelina, que hizo las delicias del público con sus irrupciones alocadas metiéndose por entre el respetable.
Fue impresionante ver a esta fuerza titiritera de la naturaleza desplegar sus aptitudes bajo la disciplina de las bridas estilísticas del género, en una combinación entre el derroche de la generosidad teatral y la contención del arte medido, en un ejercicio de explícito dramatismo actoral que ofreció al público desnudas las esencias del arte escénico. Una lección adicional al propio divertimento de los títeres, que Borja Insúa regaló al público con espontánea generosidad.
Punchinelis, de Luís Zornoza.
Y no podía faltar en esta reunión de polichinelistas en el Quiosco de Música, la figura de Luís Zornosa, que ya lleva seis años ofreciendo al público su espectáculo de guante, una presencia muy esperada, pues Zornoza ha conseguido con los años algo insólito: despertar una fidelidad en los espectadores basada en un sentido del humor que combina la inteligencia con el humor desenvuelto al más puro estilo del teatro del absurdo. Una combinación difícil de encontrar, pues requiere de unas muy refinadas aptitudes, capaces de entender lo canallesco-popular del lenguaje de la calle para sujetarlo después a las disciplinas de la más alta cultura teatral.
Algo que Luís Zornosa se puede permitir, al ser uno de los titiriteros más preparados del país, que ha dirigido espectáculos con las compañías europeas de mayor renombre pero que no duda en considerar a Paco Porras como uno de sus maestros más importantes. Porras fue sin duda uno de los titiriteros más versados en el humor esperpéntico y el teatro de títeres del absurdo, pero lo que para el maestro de Igualada instalado en Madrid era una espontánea respuesta visceral a la época que le había tocado vivir basada en la supervivencia, para Luís Zornosa es un destilado de todo ello pasado por el filtro de la autoconciencia y la educación teatral.
Zornoza suele incorporar cada año pequeñas innovaciones a su espectáculo, que con el tiempo se va refinando sin refinamiento alguno, pues su estilo es de los que conscientemente reniega de los barnices de los acabados estilísticas por no hablar de las correcciones culturales y políticas. Sus ‘cacareos’ iniciales, situándonos en un contexto surrealista de teatro gallinero, el micrófono compuesto por una alcachofa pegada a un hilo eléctrico desenchufado, o la tonadilla característica de la Muerte, que canta el sonsonete popular ‘No me mates con tomate, mátame con bacalao…’, todo nos lleva a un lenguaje donde lo absurdo se hace real y normal, fiel retrato de la vida misma.
Este año, Zornoza ha querido introducir su nota de actualidad con una cabeza de Franco, que siendo como es el fundador del Movimiento (Nacional), está encantado y enfadado con todo el movimiento que el presente le acarrea. Pinceladas del absurdo del que nuestro país está tan dado a entretenerse, y del que el titiritero Luís Zornosa es uno de sus más fieles intérpretes.