(Mademoiselle Zizi)

Todos los grandes de la marioneta tienen sus secretos. Momentos que cambiaron sus manos y su alma. Y los sumergieron en la poesía de los muñecos. Francisco Peralta (Cádiz, 1930 – Sepúlveda, Segovia, 2018) se quedó prendado de una marioneta inglesa con nombre francés, Mademoiselle Zizi.

El hombre que construyó algunas de las marionetas más bellas de este suelo ibérico me lo contó en alguna de las largas conversaciones que mantuvimos. Paco era metódico, obsesivo y a la vez soñador. Su voz le traicionó cuando mencionó la belleza de una marioneta que había visto en una sala de fiestas de Madrid a principios de la década de 1950, cuando todavía no había ingresado como profesor de plástica en el colegio de Santa María de las Nieves, donde conocería a Matilde del Amo y estrenaría en 1956 su Bastián y Bastiana. Era una marioneta muy sensual, me dijo. No recordaba el nombre de aquella marioneta, ni el de la sala donde la vio, ni el nombre de aquellos marionetistas ingleses. Luego, en otra conversación telefónica, se acordó o quizá encontró entre sus papeles algún viejo apunte: ¡se llamaban Puppet Parade!

En aquella época Paco había acabado, o estaba acabando, sus estudios de Bellas Artes, en la especialidad de Escultura, para lo que presentaría una tesina titulada Integración de las Artes: el títere y la marioneta, aplicaciones pedagógicas.

Con otros compañeros de estudios había preparado una obra de marionetas de hilo titulada Pascualín, estrenada en el Teatro de Cercedilla en 1952. Con algunos de ellos acudiría posteriormente a una sala de fiestas para ver a una pareja de marionetistas que estaban causando sensación en Madrid. Y allí se quedó prendado de Zizi.

Al final del espectáculo se acercaron al camerino donde aquella pareja les mostraron las crucetas con que manipulaban. Tal fue el interés que demostraron que los ingleses acudieron días después a un taller que Paco tenía cerca de la Puerta de Toledo donde les dieron consejos para mejorar la capacidad de movimientos y de expresión de sus imperfectas marionetas. Con esos datos ya podía ponerme a trabajar. Y la investigación dio sus frutos. Aquellos marionetistas se llamaban Frank Mumford y Maisie Tierney.

Frank Mumford (1918-2014) padeció a los seis años unas molestas paperas que le mantuvieron en reposo durante una buena temporada. Dedicó aquel tiempo a leer libros de Somerset Maugham y HG Wells y a crear su propio mundo: construyó con una caja de dulces un teatrillo de siluetas recortadas que movía con horquillas del pelo. Poco después su profesor de teatro le regaló un ejemplar de The Tony Sarg Marionette Book (1921) que Mumford convirtió en su Biblia.

Como Sarg era norteamericano el mando que utilizaba era bastante sencillo y horizontal, frente a mandos verticales y algo más complejos de uso más habitual en Reino Unido. Mumford, influenciado por Sarg, emplearía un mando sencillo (con 8-10 hilos) que pese a que solía verticalizar para ciertos movimientos, en la forma y base era horizontal. Resulta evidente que Paco Peralta fue influenciado por Mumford, al menos en los mandos que utilizó en sus primeras obras con Matilde y los alumnos del colegio. Así discurren las influencias, muchas veces de forma casual por los avatares de la vida.

Imágenes del libro de Sarg con sus mandos.
Mumford y Zizi con su mando más habitual.
Extrema sencillez de los primeros mandos de Peralta. ‘El clérigo ignorante’, basado en la obra de Berceo, 1963.

Frank Mumford actuó por primera vez en público en 1932, con solo 14 años, en el Wood Green Empire de Londres con el nombre de Master Mumford and His Marionettes. Tuvo varios trabajos en un centro de exposiciones escolares y como escaparatista en unos grandes almacenes, en todos ellos acabó construyendo y manipulando marionetas como reclamo para exhibiciones puntuales o fiestas navideñas. Se relacionó con el Bristish Puppet & Model Theatre Guild’s donde conoció y aprendió de figuras tan importantes como Waldo Lanchester o HW Whanslaw. En Gran Bretaña había asociaciones, centros y maestros con los que aprender. Tan diferente situación con la que tuvo bregar Paco Peralta en la España de los años cincuenta, donde había que inventar todo en la más absoluta de las soledades.

Fundó su propia compañía en 1937 y solo un año después se incorporó Maisie Tierney. Actuaban en pequeños teatros de Londres con espectáculos relacionados con la ópera y el ballet. Lo hacían con pequeñas marionetas de unas 18 pulgadas (46 cm) movidas por largos hilos desde un puente. El inicio de la II Guerra Mundial en 1939 disolvió aquella compañía. Frank recibió formación como ayudante sanitario y se incorporó a filas dentro de una sección de ambulancias. Se casó en 1944 con Maisie pero dos meses después fue hecho prisionero y encerrado en un campo de detención. Liberado y acabada la guerra se incorporó durante seis meses al Central Pool of Artists (organismo oficial para proveer de espectáculos de entretenimiento a las tropas desplazadas por toda Europa), donde organizó un espectáculo de marionetas de dos horas (Stars of Strings) con Maisie y otros 11 empleados. Ya licenciado reorganiza su compañía y crea varios espectáculos donde emplea marionetas de mayor tamaño, unas 24 pulgadas (61 cm.) y con la cabeza y manos proporcionalmente más grandes. Aunque sigue con espectáculos grandes con puente de manipulación comienza a actuar con Maisie en las más importantes salas de fiestas de Londres, acortando los hilos y actuando cara al público. Entre sus personajes destacaban los gatos patinadores, la danza de los esqueletos, escenas con una bailarina del vientre y un simulacro de corrida de toros con un matador y un cornúpeta. En 1947 verá la luz la marioneta que va a convertirse en su mayor éxito: Mademoiselle Zizi.

Según su propio creador, Zizi es una mezcla de dos grandes mujeres del espectáculo. Un híbrido que Mumford construyó apoyándose en fotografías de la enigmática actriz Lana Turner y de la reina del streptease norteamericano, la lujuriosa e intelectual (escribió novelas y obras de teatro) Gypsy Rose Lee. Esta era desconocida en España por razones de peso: su evidente carnalidad y su militancia, como tantos estadounidenses, en favor de la República española. Al poco tiempo Mumford crearía al pianista Fyodor que acompañaría a Zizi con su música e intentaría frenar sus frivolidades en escena. Ambas marionetas se encuentran hoy en la colección permanente del Victoria and Albert Museum de Londres.

Mademoiselle Zizi se convertiría en la estrella indiscutible de sus espectáculos en las mejores salas de fiestas europeas, desde el London Palladium hasta el parisino Moulin Rouge, pasando por el Sporting Club de Montecarlo o el Palm Beach Casino de Cannes. Vestida con elegancia (la italiana Elsa Schiaparelli llegó a diseñar parte de su vestuario), Zizi se acercaba provocativamente a los caballeros, se sentaba en sus piernas, los abrazaba y acariciaba, les mostraba el inicio de su profundo escote y al final les pedía un beso. Estas lúbricas maniobras provocaron algunos enfrentamientos con Comités de Vigilancia Moral que llegaron a prohibir su actuación en el Hipódromo de Birmingham. Pero los periódicos del Mediterráneo francés la bautizaron como «Venus de la Costa Azul» y el Manchester Herald como «Sex Appeal on Strings» (Sex-appeal con hilos).

Su éxito era imparable, grandes artistas y escritores como Jean Cocteau, Charles Chaplin, Josephine Baker u Oliver Hardy se fotografiaban con ella. Fue invitada a numerosas fiestas privadas, entre las más importantes, en el palacio de Montecarlo con el príncipe Rainiero y Grace Kelly, o en una villa de París con los perversos duques de Windsor. Algunas fuentes hablan de una sesión privada en el palacio de El Pardo con Franco y su señora. La verdad, no me imagino al Caudillo en manos de Zizi. A Franco no le gustaba nada el teatro y menos las marionetas. Estoy casi seguro que solo asistiría la señora y muy posiblemente su hija con el marqués de Villaverde. Puedo mostrar una foto de Zizi con el torero Luis Miguel Dominguín que acabo de adquirir en Francia para mi archivo personal.

Siempre he creído que Peralta había soñado con crear y manipular una marioneta tan sensual como Zizi. Su entusiasmo al recordarla parece evidenciarlo. El precio de la entrada para verla en acción debió de ser bastante caro. Mediada la década de 1940 existían en Madrid importantes salas de fiesta que podían permitirse traer a artistas de primer nivel nacional e internacional. El hambre de la posguerra azotaba a la mayoría de los madrileños pero unos cuantos podían permitirse lujos impensables para el resto. Además del famoso Bar-Museo de Perico Chicote, donde los cocktails sabían a lujo, intelectualidad y belleza, estaban las auténticas salas de fiestas, entre las que recuerdo Parrilla de Recoletos, la mítica Casablanca o la lujosa Pasapoga, donde uno podía encontrar sentados en una de sus mesas a Frank Sinatra y Ava Gadner.

Interior de la sala de fiestas Casablanca.

En las dos primeras actuaron los Puppet Parade de Frank y Maisie Mumford. En Recoletos en octubre de 1953 y enero de 1954. En Casablanca, en abril de 1955. Por cuestión de fechas debió de ser en Parrilla Recoletos donde los vieron Peralta y sus amigos de Bellas Arte. En ese mismo local actuaron el marionetista Maese Cosman padre (1950) o la ventrílocua Rossy Barón (1951).

ABC, 16-10-1953, p.27.

El ambiente conservador y ultracatólico que rodeaba a Paco Peralta en su familia, en el colegio y en la sociedad madrileña pudieron impedir la realización de aquellos lúbricos sueños. Pero esto último puede ser un exceso de mi imaginación. Lo que sí es cierto es que la visión de las marionetas de Mumford fue una de las causas de su brillante futuro de ingeniero de la marioneta.

Paco Peralta. Foto de Jesús Atienza.

PD. Tras la muerte de Maisie en 1985, Frank continuó en solitario. Su última actuación fue en el Leeds City Varieties en 2004. Un documental de su vida, An Attic Full of Puppets  (Un ático lleno de marionetas), realizado por el prestigioso director Richard Butchins, fue estrenado en el Victoria and Albert Museum en 2013. Un placer verlo.


Frank Mumford fallecería en 2014, a los 95 años de edad. Hubiera sido fantástico que ambos maestros hubieran podido reencontrarse cuando aún estaban vivos.