(Galeón Andalucía. Foto El Periòdic)
Cuando los años se comportan de un modo tan inadecuado e impertinente como el 2020 que nos deja, solo podemos mirar al que pronto será el neonato 2021 con el resquemor de la imprevisibilidad: ¿qué se sacará de la chistera este año?
La clave del asunto es que por mucho que uno quiera, al año no se le puede despedir, impugnar ni repudiar. Habrá que apechugar con él como hicimos con el 2020, sean cuales sean las sorpresas que nos depare. Y es por eso que hemos titulado esta editorial de Fin de Año con las palabras Niebla y Fulgores, pues tal es lo que vemos en el horizonte: niebla que nos impide ver más allá de nuestras narices, y los fulgores del sobresalto que produce lo inesperado. Por fortuna, lo sorprendente puede tener dos lados, de modo que con un poco de suerte sale cara en vez de cruz. Lo malo es que en esta lotería tenemos un 50% de posibilidades de que la cosa salga rana.
Ambas condiciones, la niebla y lo inesperado, nos obligan a caminar por el año con una atención distinta a la habitual: nada de pilotos automáticos. Por el contrario, lo que se impone es la observación minuciosa del paso a paso, obligados a escudriñar la realidad como jamás lo habíamos hecho antes, al impedir la niebla predecir nada. Esto es bueno y malo: malo porque es agotador y porque es fácil dejarse llevar por rutinas que nos lleven directo al desastre; bueno porque nos obliga a vivir el presente con una intensidad inusitada, forzándonos a esta atención doble de la autoconciencia: ver por donde se anda, y vernos andar a nosotros mismos. Una disciplina bien conocida por los entendidos en dramaturgias titiriteras, pero poco practicada en la calle.
La famosa conjunción de Saturno con Júpiter, que durará todo el 2021, quizá sea una buena manera de indicar esta alternancia entre lo positivo (Júpiter) y lo negativo (Saturno), mientras que la anilla-chistera que lleva Saturno a su alrededor nos recuerda que Tiempo y Azar son dos señores que gustan cabalgar juntos, lo que no hace más que reafirmar el año rifa en el que nos vamos a embarcar.
Pero lo que sí podemos afirmar es que una situación de ‘año chistera’ es ideal para adoptar líneas propositivas de actuación. Ya que las rutinas no valen y manda la impredecibilidad, es obligado y posible imponer con la práctica del día a día nuestros requisitos y cláusulas para crear las condiciones que nos sean propicias. Algo que vale tanto para las iniciativas individuales y privadas, como para las colectivas y gremiales.
Una reflexión a nuestro parecer aplicable al sector teatral y titiritero, en unos momentos tan críticos y graves, cuyo mayor peligro es que el público y las administraciones nos sitúen en el apartado de lo prescindible.
Dejamos para la imaginación del lector el despliegue de lo que se considera bueno y conveniente para el desarrollo de los proyectos y la consolidación del sector. Sin duda el estudio en profundidad de las necesidades y carencias del sector del Teatro de Títeres, Visual y de Objetos en España, que ha sido coordinado por UNIMA Federación España y apoyado por más de 40 entidades titiriteras del país (Festivales, Museos, Centros, Escuelas…), cuyos resultados se han presentado hace poco en Sevilla (vean aquí), puede servir de mapa orientativo para posibles (y obligadas) intervenciones propositivas y correctoras.
En todo caso, desde Titeresante deseamos a todos nuestros lectores y a los valientes navegantes titiriteros que en todo el mundo zarpan estos días de los viejos muelles del 2020, una buena y provechosa travesía del nuevo año 2021.