(Imagen de ‘Hamelín’, de Xip Xap Teatre)
Se inició este viernes 20 de noviembre el Festival Internacional de Títeres de Tolosa, más conocido como Titirijai, con la inauguración de la exposición que ha traído al TOPIC Alain Lecucp y su compañera Narguess Majd, de la veterana compañía Papierthéâtre, con el título de Teatro de Papel. Una temática que centra el festival de este año, no solo porque los dos titiriteros de la compañía francesa van a impartir también un curso durante los días del Titirijai, sino porque ha vertebrado un buen número de los espectáculos programados alrededor del teatro de papel.
De hecho, los dos primeros espectáculos que se han podido ver este viernes tenían ambos el papel como punto básico de partida: los de Rauxa Teatro, con Teatro de Papel, y Tras la Puerta Teatro con Tres teatros o cuatro. Nos centraremos en este artículo en estas dos primeras obras, y en el Hamelín de Xip Xap. Hablaremos de la exposición con más detalle en una próxima crónica.
Teatro de Papel, de Rauxa Teatro
Encantó al público asistente a la pequeña sala de premontajes del TOPIC el espectáculo Teatro de Papel que presentó la compañía catalana Rauxa Teatre, una muestra del inmenso trabajo que están efectuando Xavi Sánchez y Analía Serenelli buscando maneras de combinar la acrobacia y la danza con la manipulación de objetos. En el TOPIC, y a fin de enlazar con la temática general de la presente edición, pudimos ver solo una parte de este trabajo, centrado en la labor solista de Xavi Sánchez mientras Serenelli se encargaba de las luces, con diversos números de creación de personajes mediante simples papeles recortados y unos globos.
Unos ejercicios preciosos que solo podríamos calificar de pura poesía escénica, en los que la fragilidad de lo efímero y de lo sencillo se convierte en un pequeño circo de altos vuelos, donde se dan citan la loca melancolía del clown triste e ingenuo, la acrobacia de trapecio o los alardes del funambulista, a cargo de un personaje salido de una hoja de papel.
Personajes, los creados, que parecen alter egos del mismo personaje interpretado por Xavi Sánchez, al mostrar una condición de levedad sensible al menor soplo de aire. Un inmenso ventilador ejercía de metáfora física de lo que podríamos llamar ‘factor social’ (los vientos de una época de turbulencias) o del mismo público: si hay aplausos, todo funciona.
El público, niños y mayores, se entregó a la difícil actuación del titiritero circense, cuyos números de sencilla apariencia pero de mayúsculo resultado, solo se explican por las horas de pruebas y ensayos que deben haber requerido en su concreción. Los aplausos fueron ingentes.
Tres teatros o cuatro, de Tras la Puerta Teatro
Ana Laura Barros es la artífice y fundadora de Tras La Puerta Teatro, una compañía nacida en Argentina en 1999 e instalada en Asturias desde el año 2002. Muy pronto se interesó por el teatro de papel y han sido varios ya los espectáculos creados con este material de partida, una especialidad que domina y de la que ha impartido numerosos cursos. Presentó en la Casa de Cultura de Tolosa Tres teatros o cuatro, una obra en la que la labor titiritera se junta a la de actriz, metida Ana Laura Barros en un personaje que vive inmersa en el mundo de los cuentos, de los juegos de palabras y de la lengua en sí misma.
En su papel de titiritera cuentacuentos, el personaje viaja por el mundo con unas maletas y un paraguas. En las maletas viajan los artilugios propios donde se apilan los seres que habitan en sus cuentos, y el paraguas parece más para protegerlo del acoso de un mundo poco amigo de entretenerse con los cuentos y la lengua, que de la lluvia.
Pues eso es lo que hará la trujamán de las maletas: jugar con los cuentos y con la lengua en compañía de unos títeres que más que del cartón o la madera, parecen surgidos de la misma literatura, al ser figuras planas pintadas o dibujadas de papel, como si se hubieran escapado de un libro.
Cuentos que se mezclan con canciones, con rimas y con estribillos que se repiten, con refranes, trabalenguas e inocentes chascarrillos. El divertido cuento de la señora Carmen, que duerme y ronca mientras bajo su cama se concentra una granja entera de animales, o el hombrecito que de tan bueno que era, no tenía nada, magníficamente representado por la figurilla de papel que lo encarna, o el irónico Intercambio Cultural entre un niño y un elefante africano, o el último cuento, el más complejo, teatral y literario a la vez, que sale físicamente de un libro, a modo de un pop up book, y que se titula Secreto de Familia.
Cada cuento es un teatro, y cada teatro un cuento. Con su espectáculo, consigue Ana Laura Barros crear mundos exquisitos que son de papel pero sobre todo de lenguaje, culto y popular, capaz de conectar con ese gran inconsciente colectivo que es la lengua, en este caso el castellano. Y como es propio de la lengua, además de bocas y oídos, muy gustoso de posar-se en eso que se llama papel. El público asistente aplaudió con ganas el refinado trabajo de la actriz argentino-asturiana.
Hamelín, de Xip Xap
Impresionó la versión presentada por la compañía leridana Xip Xap, magnífico exponente de esta realidad teatral y titiritera que se vive en Lérida, con potentes compañías de una enorme profesionalidad. Xip Xap ha creado espectáculos de calle, musicales, de clown y de títeres, lo que hace que sepan muy bien lo que es poner toda la carne en el asador.
Pues eso es, en efecto, lo que hacen los cuatro actores de Xip Xap en Hamelín, Oriol Planes, Imma Juanos, Eder Carras y Víctor Polo, en esta versión del clásico cuento de los Hermanos Grimm, quienes a su vez lo adaptaron de una vieja leyenda alemana. Una adaptación, firmada y dirigida por Ramon Molins, desenfadada y muy bien ambientada al mundo actual, en la que la plaga de ratas que asola la ciudad de Hamelín se asocia a las desmesuradas ansias de enriquecerse lo antes posible y sin reparos de sus habitantes.
Pronto, los espectadores se olvidan de que hay una obra clásica por allí y se quedan prendados de lo que ocurre en el escenario. La entrega total de los actores, en su extraordinario dinamismo escénico en el que todo funciona a un ritmo trepidante y a la vez perfectamente pautado con sus pausas, cambios y momentos hablados, para lanzarse de nuevo a disparatadas ocurrencias y a un sinfín de gags de una extraordinaria efectividad, todo ello acaba por impresionar de tal modo al respetable, que lo deja completamente entregado al espectáculo.
El cúmulo de buenas ideas, la gracia de los muñecos que parecen matrioskas rusas cortadas por la mitad, capaces de contener a un personaje dentro del otro, la magnífica escenografía, compleja y sencilla a la vez, que firma Joan Pena y Òscar Ribes, el sorprendente artefacto de limpiador-barrendero que acompaña al ‘flautista’, todo ello se suma a la labor impecable de los actores, creando una obra excepcional y redonda.
Hay momentos de impacto, como cuando la plaga de ratas se dispara exponencialmente, lo que exige a los actores un plus de energía afín de mantener vivo aquel cúmulo de materia ratonil, o cuando la ‘flauta’ de Hamelín encierra a los pequeños y grandes roedores en una caja.
El público, sorprendido por aquel alarde de buen teatro y por una entrega tan absoluta de los actores, se puso en pie para aplaudir un trabajo tan bien hecho. Los actores saludaron varias veces, contentos y agradecidos.