(Fachada de la Fábrica de Tabacos de Alicante, Las Cigarreras. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo)

Vamos a hablar en este artículo sobre el Festival Internacional de Títeres de Alicante 2021, el llamado Festitíteres, que este año ha alcanzado su 34 edición. Uno de los festivales más queridos y longevos del país, por el que han pasado generaciones de titiriteros, del país y de todo el mundo, y a cuyo timón ha permanecido en los últimos años el capitán Ángel Casado, comprometido hasta la médula en el asunto de los títeres. Por algo ha sido durante décadas Consejero Internacional de la Unima; una asociación, la de los titiriteros, que él conoce al dedillo.

Casado ha anunciado su retiro de la sala de mando, dejando el relevo a María Jesús Lario Soriano, técnica de cultura del Ayuntamiento de Alicante, como nueva Coordinadora del Festival. Claro que no es Ángel Casado una persona que pueda permanecer al margen del acontecimiento de las cosas, de modo que su presencia estará asegurada, no desde el cargo, pero sí como asesor artístico y desde la asociación Amigos de Festitíteres que hace años acompaña fielmente al Festival. Una presencia asesora indispensable para que la transición hacia su nueva etapa llegue a buen puerto.

Trataremos en esta primera crónica sobre dos espectáculos vistos el día 5 de diciembre, Los primeros burritos, de Xarop Teatre, y la sesión mágica de Jean Philippe Atchoum, que sustituyó a Alex Mihalovski, cuya famosa marioneta Barti había dado positivo, por lo que tuvo que quedarse confinada en Dinamarca, su país de residencia, tanto el marionetista como la marioneta.

Fachada actual de la Fábrica. Foto T. R.

También hablaremos de un espacio que de aquí a poco se va a convertir en un impresionante centro vital de la ciudad de Alicante, nos referimos al Área de Las Cigarreras, que por fin ha visto su proyecto de restauración global aprobado. Un lugar mágico e indispensable para entender la historia moderna de la ciudad, que hemos podido visitar en su estado actual, donde los antiguos vestigios de la fábrica de tabacos están todavía en el aire, más elípticos que visibles, pero impregnando el aire del lugar de su poética y misteriosa presencia.

Los primeros burritos, de Xarop Teatre

La histórica compañía de Castellón, formada por Carles Benlliure y Rebecca Castro, presentó en La Caja Negra de Las Cigarreras este montaje en el que se combinan los títeres con la actuación de los titiriteros, de modo que los personajes de la obra son ahora humanos, ahora de cartón.

Han inventado para ello un pequeño argumento de cazadores de animales que a veces me recordaba las viejas historias de la época romana, cuando era un negocio asentado ir a cazar fieras exóticas para llevarlas a las arenas, ya sea para enfrentarse entre sí o con los gladiadores, ya sea para comerse a los cristianos. En este caso, el destino de las fieras cazadas parece ser el circo o el Zoo.

Muy bien logrado es el desdoblamiento de los dos titiriteros en los dos cazadores títeres, cruzando el lenguaje propiamente narrativo de los teatros de títeres, con el lenguaje del clown cuando los personajes se hacen humanos. Demostraron ambos intérpretes muy buenas facultades histriónicas y una considerable agilidad escénica. Se nota la larga experiencia de Benlliure, hombre de teatro con muchas horas de vuelo a sus espaldas, con una jovial Rebecca Castro de partenaire que no le iba a la zaga.

El espectáculo fue derivando hacia un registro de teatro popular de participación, perfectamente adaptable a la calle, en el que los niños espectadores son invitados a participar en la historia, afín de contener al peligroso león encerrado en una jaula, mientras un envalentonado Benlliure, convertido en fiero domador, demuestra sus facultades circenses, siempre bien acompañado por una elocuente y vibrante Rebecca Castro.

Los niños disfrutaron de lo lindo, y los padres gozaron de ver gozar a sus retoños. Los aplausos fueron largos y generosos, y los dos artistas mostraron, al acabar la función, todos los trucos y los títeres a los pequeños que se acercaron ávidos de tocar al peligroso león.

La magia transformadora de los objetos volátiles de Jean Philippe Atchoum

El también llamado Látex King, este francés nacido en la región de Cognac, como reza su historial, parece haber realmente nacido bajo el sutil influjo de los espíritus de la imaginación que sin duda habitan en este lugar, tal fue el despliegue de facultades que exhibió en su actuación en la Casa Música de Las Cigarreras.

Artista dotado de grandes habilidades en los distintos terrenos del circo y de los malabares, su gran especialidad es, sin duda, lo que él llama la Globoflexia, una disciplina de las artes escénicas que trabaja con la materia elástica del látex, es decir, simple y llanamente, con globos. Pero lo hace aplicando todo el lenguaje de la magia de escenario a este subreino de lo que podríamos llamar el ‘teatro elástico de los objetos hinchables’. Una ciencia extraordinaria cuando se la conoce en profundidad y con la pericia de la que hace gala Jean Philippe Atchoum.

‘Magia de la transformación’ podríamos también definir la disciplina de este artista inclasificable, de una simpatía desbordante, con esta comodidad de quien parece haber nacido en un escenario, y que se dedica a lo más agradecido de las artes escénicas: maravillar al público con imágenes y efectos que parecen imposibles. Fue emocionante ver como combinaba la globoflexia con la magia de las cartas, un especialidad aparentemente sencilla y entrañable que siempre despierta el interés del público, pero a la que Atchoum consigue sacar un partido extraordinario, cuando además introduce en ella esta otra magia del globo hinchable.

Hizo números preciosos y de un enorme virtuosismo, como la creación de su abuelo y otros muchos de pura metamorfosis, y siempre con un tono de extrema humildad, respeto y cariño hacia los espectadores, el de quien ha crecido en los escenarios y conoce muy bien como tratar a esta ‘bestia parda’ que es el público.

Los aplausos fueron copiosos y entregados. Y como suele ocurrir cuando se sale de un espectáculo de magia de verdad, los espectadores salimos con el tintineo del brillo interior de los interrogantes que no exigen respuesta, sutilmente acunados entre el pasmo y el estupor.

El Centro de Las Cigarreras

Tuve la suerte de visitar el recinto de la parte de Las Cigarreras que todavía no está restaurada en compañía de Ángel Casado y de José Luís Julián, quienes me dieron permiso para hacer las fotos que quisiera. En realidad, solo se intervino hace ya años en tres naves laterales del complejo tabaquero, las que dan al barrio de Las Carolinas Bajas, convertidas en dos magníficos espacios escénicos, y en una nave dedicada a las artes plásticas, además de un almacén para las reservas del Museo Arqueológico de la ciudad.

Ángel Casado y José Lu´ís Julián (Foto T.R.)

El resto, que constituye la parte más grande e imponente de lo que fue la Fábrica de Tabacos, está todavía sin restaurar, con apenas algunas intervenciones más que nada para reforzar aquellas estructuras más frágiles. Eso significa que el inmenso edificio se halla básicamente vacío -salvo una pequeña parte en su entrada donde el Ayuntamiento ha instalado algunas dependencias-, con sus estructuras arquitectónicas al aire y bien visibles, un lugar ideal para los artistas que buscan escenarios con ‘gancho’, con personalidad propia y no desprovistos del morbo de los espacios en abandono.

Ángel Casado con el cronista, Toni Rumbau

Así me lo confirmaron mis dos guías, al contarme como muchos cineastas y video-artistas habían filmado allí desde anuncios hasta pases de modelos y otras rarezas visuales.

Taller de fabricación de cajetillas de tabaco picado. En primer plano, una máquina «Hesser», que producía paquetes de 50 gramos; y en segundo plano, la máquina «Pollard», que producía cajetillas de 25 gramos Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

Siempre que se acude a un sitio así, el pasado irrumpe como un fantasma que exige mostrar su presencia, pues ¿acaso no es el abandono el vestuario al que suelen recurrir los fantasmas del pasado? Lo de las sábanas blancas pasó a la historia, y ahora lo pretérito se nos aparece en estos vestigios que son las huellas de la memoria: vigas roídas, escaleras de dudosa seguridad, suelos moteados de agujeros o de planchas que se mueven al pisarlas, ventanas de cristales rotos, restos de máquinas que hace años -siglos en apariencia- dejaron de funcionar, montacargas parados en el tiempo, lavabos donde el agua dejó de correr un día para no volver más…

Taller de empaquetado de los cartones de tabaco. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

¿Qué tiene que ver todo ello con los mundos de la marioneta y de los objetos que centran esta revista? Pues nada y mucho.

Taller donde las cigarreras liaban a mano y terminaban los mazos de puros. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

La ‘nada’ es lo esencial, pues cualquier proceso creativo surge del cero. Un cero, en este caso, muy relleno, capaz de despertar la imaginación del visitante y de convertir la nuestra en un precioso escenario de lo que fue, es y será este lugar. Pero quizás lo más visible y por ello importante, desde nuestro punto de vista, sean los objetos que no se ven, ocultos por este abandono del tiempo y de los humanos, y que emergen a nuestra realidad visual interior con más fuerza aún que si estuvieran ante nosotros.

Máquinas ‘Universal’, destinadas a la fabricación de cigarros sin boquilla. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

Máquinas llamadas ‘faroleras’, que fabricaban la funda de los paquetes de tabaco. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

Todo este universo antiguo que rodeaba la vieja fabricación de los tabacos, que algunos vestigios persistentes nos indican cómo fue, tal como nos sugieren las actuales fábricas de puros que todavía se pueden ver en Cuba o en Canarias, o en otros muchos países tabaqueros. De ahí que ofrezcamos a nuestros lectores algunas de las imágenes tomadas durante la visita, invitándoles a ver estas tramas invisibles de lo que ya no es pero permanece en el aire y en los despojos de una arquitectura noble y popular, laica y religiosa, humana e industrial.

La historia de Las Cigarreras

Vale la pena poner fechas y nombres a esta presencia fantasmal de Las Cigarreras, y saber que, a mediados del siglo XVIII, el obispo Juan Elías Gómez de Terán construyó un gran edificio sobre una ermita dominica anterior en terrenos del Barrio de San Antón, para Asilo y Casa de la Misericordia de Alicante, allí donde eran recogidos y educados los niños sin padres o las madres solteras con niños. Por cierto, también se adecuó una parte para residencia episcopal.

El sucesor del obispo Gómez de Terán fue un tal Cebrián, quien tuvo la entonces polémica y extravagante idea de vender una parte del inmenso edificio a la tabacalera estatal, para instalar allí, en el año 1801, una Fábrica de Tabacos. Con el tiempo, se necesitó más espacio y fue así como el complejo cigarrero fue creciendo hasta engullir todo el edificio, salvo una pequeña iglesia, afín de mantener la presencia eclesiástica en el complejo.

Como ya se había hecho con anterioridad en las Fábricas de Tabaco de Sevilla y Cádiz, la mano de obra masculina, mayoritaria al principio, fue paulatinamente sustituida por la femenina, al darse cuenta los propietarios que la finura de las manos de las mujeres era muy superior a la de los hombres. Claro que también influiría la posibilidad de pagar menos a la mano de obra femenina, sin que nadie al principio dijera nada. Es por eso que, en Alicante, la tabacalera nacional solo contrató a mujeres, liberadas de pronto de sus faenas domésticas en la Casa de la Misericordia, o de las labores agrícolas y caseras las que venían de afuera, aunque pronto empezaron a tomar conciencia de la explotación a la que eran objeto, y de su fuerza y poder. He aquí algunas cifras que indican esta presencia de las hacedoras de cigarrillos o Cigarreras en la fábrica de Alicante: en 1801 eran 500 mujeres contratadas, 2000 en 1828, 3000 en 1844, 6200 en 1884… Esta es la cifra más alta. A partir de entonces, la cantidad empieza a bajar. ¿Por qué? Por la llegada de las máquinas.

En 1887, la empresa cambia de arriendo, y entran en escena las máquinas, como la de liar tabaco, que resta puestos de trabajo. Se aplican además otras medidas, como la congelación de nuevas contrataciones y la aplicación de criterios empresariales que buscan sacar más rendimiento a la explotación del negocio.

Las cigarreras necesitan ahora estar más formadas e informadas, y de pronto se vuelven más conscientes y combativas, con huelgas sucesivas hasta llegar al año 1908, cuando destrozan las máquinas recién llegadas. Se organizaron en asociaciones obreras femeninas, crean el 1916 la agrupación La Feminista, y más tarde se constituyen en la Unión Tabacalera. Mediante aportaciones propias adquieren en 1934 un edificio para su sede y en él instalan una escuela para los hijos de las cigarreras, un salón de actos y una biblioteca. La Guerra Civil acabó con este progreso y toma de conciencia. El pequeño edificio construido por las mujeres es expropiado y pasa a ser la sede de la Dirección Nacional Sindical.

Uno de los talleres de la Fábrica, en 1928. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

El fin de esta aventura tabaquera ocurre en el tardío año 2009, cuando sus últimos propietarios deciden cerrar la fábrica de Alicante. Tenía en este momento 338 trabajadores, de los cuales 170 eran cigarreras.

Motor diesel para el autoabastecimiento de la central. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

¿Qué salían de las manos de las Cigarreras de Alicante? Pues los famosos Celtas sin boquilla, los Ducados, los Ideales, o las Farias de Alicante. Nombres míticos para los que fuimos en otros tiempos fumadores enamorados de la poética del humo.

Años 1920. Máquinas cerradoras de paquetes. Foto Asociación Cultural Alicante Vivo

Un plan para la ciudad

Y de pronto, toda esta historia de miles de vidas de mujeres cigarreras, de sueños y de conflictos, de emancipaciones y retrocesos, de las alegría diarias de una convivencia femenina que oscila entre la reclusión/explotación y la emancipación, se va a convertir en otro sueño, el de los actuales responsables municipales de la ciudad, que han conseguido levantar un plan de rehabilitación con un coste de 22 millones de euros, 11 de los cuales los da la Unión Europeo, y los otros 11 el Ayuntamiento de Alicante, para una intervención sobre una superficie de 15.000 m2.

Para los títeres, unos nuevos reductos donde poder asomarse, espacios para presentar exposiciones, o para investigar los nuevos lenguajes y para tantas otras muchas cosas que ya se les ocurrirán a los futuros gestores del complejo.

He aquí imágenes virtuales de lo que será el recinto una vez rehabilitado, extraídas de la página del Estudio de Arquitectura Ramón Esteve, ganador del concurso para llevar a cabo la rehabilitación del conjunto industrial Las Cigarreras.