(Xavier Bobés y Sergi Torrecilla. Foto David Ruano)
Es imposible ir a ver una obra creada por Xavier Bobés y Alberto Conejero y no tener una gran expectativa. Dos autores, que han ido avanzando en sus procesos creativos hasta conseguir un merecido reconocimiento.
Entras a la sala con la emoción de imaginar que vas a presenciar algo inolvidable, un espectáculo que te tocará el alma, frases que se quedarán en tu memoria… Expectativas.
Y lo cierto es que todo empieza con una pregunta. Silencios, espacios reflexivos, respiros. Eso es El Mar: una visión de unos niños que no lo han visto nunca. Vas entrando en el aula de aquel maestro catalán que se fue a un rinconcito de España a ser maestro. Y, ¿qué es eso de ser maestro?
Una de las maravillas de esta obra es que nos habla en primera persona de una vocación maltratada, de una vocación ninguneada, y a su vez, de una vocación transformadora y que sigue siendo objeto de debate.
Sergi Torrecilla, actor del espectáculo, viste un pantalón sencillo, que emula los años 30, y una camisa roja, una camisa que representa su ideología y los objetivos de la Escuela de la II República Española. Sergi Torrecilla es ante nuestros ojos, Antoni Benaiges, a veces sereno, otras veces apasionado, un hombre que no trabaja de maestro, sino que es maestro.
Sorprende la narrativa, sorprende la presencia de la palabra en casi todas las escenas. El maestro que reflexiona en voz alta, el maestro que nos explica sus sueños, el maestro que nos habla orgulloso de sus alumnos. El maestro que poco a poco se va ganando al público, con pequeños destellos de humor, pero sobretodo con su entusiasmo. Ennoblecer la figura del maestro, es el primer logro de esta obra.
Alberto Conejero teje una dramaturgia basada en la palabra, con retazos de vida de Antoni Benaiges, maestro que fue fusilado el 25 de julio de 1936, cuando estalla la guerra civil española. Convertido en personaje, el maestro catalán nos narra su punto de vista sobre la educación, nos explica cómo a través de una sencilla herramienta, la imprenta, y una sólida metodología (el sistema Freinet) consigue la motivación para que los niños y niñas quieran aprender, quieran ir a la escuela, quieran formar parte del proceso de aprendizaje. El maestro tan solo necesita conseguir esa imprenta para su escuela, y así dar voz a sus alumnos. Y un día llega la imprenta al pueblecito donde él da sus clases, llega porque ha sido pagada con su sueldo de maestro, porque él no trabaja de maestro, es maestro.
La imprenta es la revolución, es la democratización de la expresión, es la posibilidad de construir un mundo nuevo a través de las letras, y tan así es, que los textos que aparecen en la obra sobrevivieron para contarnos ahora, a viva voz, su fuerza, su testimonio.
La madre del maestro, un personaje ausente, pero con gran carga dramática también nos conmueve, pues las últimas palabras del maestro son para ella. Para asegurarse de que ella quede en paz, de que ella pueda sentirse orgullosa, y no lo contrario, de haber tenido un hijo maestro.
Y mientras el actor Sergi Torrecilla, nos habla de la vida de Benaiges; Xavier Bobés desde el silencio, nos muestra el lenguaje poético del aula a través de elementos delicadamente seleccionados, testigos universales de lo que pasó. Aparece el teatro visual, respiros que son necesarios para que los objetos también hablen por sí mismos. Los detalles que no somos capaces de alcanzar con la mirada, se proyectan en escena para hacernos más cómplices de lo que sucede en el aula, para dejarnos entrar en ella. Las cámaras precisas, son la proyección de la mirada de Bobés, una mirada que nos permiten ser testigos de pequeñas acciones que nos dejan avanzar en la historia, comprender mejor al personaje principal, imaginar a los niños y niñas que lo rodean. Y tal vez, también entusiasmarnos con la idea de poder ser un alumno más del maestro Benaiges.
Atrapa la atención de todos, en un momento inesperado, una réplica de Bobés al maestro. Su silencio se rompe para alzar la voz de otra consciencia, de la duda, de lo que se debe hacer. Firme y sin vacilación su discurso cala en el cuerpo, y después, vuelve el silencio, porque el maestro no trabaja de maestro, es maestro.
Un universo sonoro acompaña las imágenes. Es constante el ambiente escolar, de aprendizaje, de búsqueda. La puesta en escena muestra una coherencia estética en todos los detalles, y las escenas que se apoyan en dibujos animados (live cinema) sobre el espacio escénico, mantienen una conexión con el resto de los elementos.
La iluminación nos ayuda a situarnos en diferentes espacios dramáticos, y consigue la fuerza necesaria para conmovernos en los momentos más críticos de la obra. El espacio escénico es sencillo y versátil. Emula aquella aula donde fue maestro Benaiges; pero también es aquel pueblo, pero también son mesas, que a su vez son pupitres, pupitres que se transforman en pizarras verdes, cajas que guardan memorias, que son paisajes, que son esa imprenta esperada para poder crear y escribir. Escribir, y también ser a través de la escritura. Escribir para imaginar el mar que nunca fue visto. Palabras escritas por niños, ortografía, sintaxis, tildes… Letras que se transforman en frases, frases que se convierten en narrativa, dibujos, títulos, y una revista, dos, tres… Y aparece la poesía:
Recreo,3, Escuela Nacional Mixta, Bañuelos de Bureba (Burgos)
Diálogo
Yo
Voy a la Escuela.
Mi madre
No vayas.
Yo
¿Por qué?
Mi madre
Porque está nevando.
Yo
Ya me taparé con la manta.
Mi madre
He dicho que no vayas.
Pero yo me vine a la Escuela.
Hermoso sentir el frío, sentir la nieve, sentir el ímpeto de una niña, que decide y que cuenta, con la ingenuidad que nos regala la infancia. Pienso que los años de investigación, de ensayo, de búsqueda de esta hermosa obra, que contó con el apoyo de Sergi Bernal, están reflejados en esta bucólica propuesta escénica, donde cada detalle manifiesta un riguroso respeto por la memoria de las personas que vivieron en primera persona la experiencia de una educación progresista en un pueblito perdido en las entrañas de España. El Mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, se enmarca dentro de una obra documental, es reconstrucción, es una mirada subjetiva, una perspectiva que busca desentrañar verdades.
Poco a poco, el entusiasmo inicial se va amainando. La pérdida del maestro nos deja huérfanos de alegría. Los directores han apostado por interpelar al público, por preguntarnos. Nos recuerdan una herida abierta que nadie se atreve a sanar. Nos dejan con el asesinato de una promesa.
Ficha artística
Autoría
Xavier Bobés y Alberto Conejero
Dirección
Xavier Bobés y Alberto Conejero
Dramaturgia
Alberto Conejero
Con
Xavier Bobés y Sergi Torrecilla
Dramaturgia
Alberto Conejero, a partir de textos de las niñas y niños de la escola de Bañuelos de Bureba, de su profesor Antoni Benaiges, Patricio Redondo, Marina Garcés y Alberto Conejero.
Espacio escénico
Pep Aymerich
Audiovisuales
Albert Coma
Espacio Sonoro
Julià Carboneras
Iluminación
Jou Serra
Mario Andrés Gómez
Diseño de arte
Anna Auquer
Pintura
La Beren
Asesoramiento documental
Sergi Bernal
Testimonios del áudio
Documental El retratista d’Alberto Bougleux y de Sergi Bernal
Alumna en prácticas de l’Escola Eòlia
Natàlia Jiménez
Producción ejecutiva
Imma Bové
(Lean la crítica de Toni Rumbau en Putxinel·li aquí)