(Niños pegando el Tió de Nadal, grabado del s. XIX, fuente Wikipedia)
Y llegó el solsticio de invierno, esta fecha tan señalada que los occidentales y de rebote el mundo entero ha dado en llamar Navidad. Fiesta familiar y fiesta esotérica como la que más, sobre todo cuando nos centramos en estos personajes de la imaginación colectiva que nos traen regalos por la noche, la que llamamos Nochebuena, tan esperada por los niños.
El Cagatió, la cachiporra de Nochebuena
En Cataluña y Aragón, se recurre al Cagatió o Tronco de Navidad, un simple tronco, hoy revestido con ciertos carácteres humanos (ojos, nariz y boca), al que, tras darle unos buenos garrotazos, suele ‘cagar’ (con perdón, pero así lo indica la tradición) chucherías, caramelos y turrón. Se suma al Árbol de Navidad de los países nórdicos, que en las últimas décadas bajó paralelos del mapamundi a fin de aumentar el negocio de los regalos.
Curiosa esta versión popular del mito de Pinocho que vivifica un tronco de madera para convertirlo en un ser que reparte golosinas y regalos. Los niños lo cuidan una o dos semanas antes: lo cubren con una manta para que no pase frío, y por las noches, antes de irse a dormir, les dan algo de comida, para que duerman felices y despierten con muchas ganas de ‘cagar regalitos’.
Vale la pena conocer las canciones que son propias del Cagatió, muy conocidas por los niños, que las cantan mientras arremeten al pobre tronco. En Cataluña suena así (lo tomo prestado de la Wikipedia):
En Aragón, lo cantan o lo cantaban así:
A cada Caga tió que se canta, el niño da con el palo al tronco. No sé qué dirán los enemigos de la cachiporra antes semejante exaltación de los garrotazos. Los niños aprenden la lección de que dando leña, se consiguen cosas. Una buena función de títeres tradicionales a la vieja usanza sería el complemento ideal a una noche de Cagatió tan llena de incorrecciones (todo queda en casa). Para los niños, gloria.
Recordemos que en Aragón y en otros lugares de España, existe el Traga Chicos o Caga Chicos, un artefacto gigantesco de un señor glotón con el culo al aire: por la boca traga a los chicos que entran por ella, por el ano salen estos tras una rápida digestión del descomunal ser.
Papá Noel o Santa Claus, y los personajes dispensadores de regalos
He aquí otro personaje tradicional, venerado en buena parte de los hogares europeos, especialmente del norte, también dispensador de regalos. Personaje legendario que según cuenta la tradición fabrica sus regalos ayudado por los elfos que lo sirven, para repartirlos con el auxilio de unos renos que tiran del trineo por el aire.
Santa Claus se inspira en tradiciones folclóricas basadas en personajes como Nicolás de Bari, más conocido como San Nicolás, obispo nacido en Asia Menor y afincado en Bari, famoso por su legendaria generosidad, capaz de ayudar a la gente desde el anonimato lanzando monedas de oro por la ventana del agraciado.
En el folclore inglés existe un personaje llamado Father Christmas, personificación de la Navidad, que también repartía regalos por las casas en la nochebuena. Entra por las chimeneas y los niños de Inglaterra les dejan por la noche un vaso de leche, galletas y un poco de heno para los renos.
En el País Vasco y en Navarra, existe el Olentzero, un carbonero bonachón que baja de los montes con un saco lleno de regalos. Y en Galicia, se ha recuperado recientemente la figura del Apalpador o Pandigueiro, también carbonero de profesión, que toca el vientre de los niños para ver si han comido suficiente durante el año, y deja un puñado de castañas más algún regalo.
Como podemos apreciar, lo que cuenta aquí son los regalos. Aporreando un leño unas veces, pasando hambre antes de dormir en otros lugares, o dejando algo de comida.
Desde Titeresante, esperamos que a los titiriteros, con tantos siglos dándole a la cachiporra, la Nochebuena nos sea propicia si no en regalos, al menos en bolos y buenos augurios.