Ha continuado el Festival de Titelles del Cabanyal-Canyamelar 2023 hasta su conclusión el domingo 26 de marzo, resultado de la fructífera colaboración entre el TEM (Teatre El Musical) y el Teatro La Estrella. Un festival que, como decíamos en la anterior crónica, llega a su sexta edición con un excelente programa lleno de títulos y compañías de sumo interés. En esta segunda crónica vamos a hablar de los últimos espectáculos vistos, concretamente de El Tesoro de Barracuda, de la compañía de Écija A La Sombrita; de Kujira, el pasacalles ballenero del Centre de Titelles de Lleida; de Trapos, de la compañía uruguaya Coriolis; y La Leyenda de Sally Jones, una creación de la compañía Baychimo Teatro, de Zamora.
El Tesoro de Barracuda, con José-Diego Ramírez, de A La Sombrita
Se presentó a las 20h del sábado 25 en el TEM (Teatre El Musical) la obra quizá más compleja y ambiciosa de las producidas por José-Diego Ramírez, de A La Sombrita, El Tesoro de Barracuda, en la que el sombrista de Écija se enfrenta al reto de explicarnos una historia de tesoros y piratas mediante el uso de una sofisticada escenografía que llenó el escenario entero del TEM: los restos de un barco pirata cuyo velamen más los múltiples despojos desperdigados son el sostén de las diferentes maneras de proyectar sombras de la obra.
Podemos decir que la temática de piratas es una excusa perfecta para desarrollar un trabajo de luz y sombras en el que el de Écija aplica todo el caudal de lo aprendido en sus años de experiencia teatral. Una técnica que es sofisticada en su efectividad, pero que tiene la virtud de ser sencilla en su ejecución, me refiero a los recursos lumínicos empleados, cuyo criterio de aplicación se basa en el más elemental pragmatismo, así como en un conocimiento muy detallado y minucioso de las posibilidades luminotécnicas de la tecnología actual. Lo mismo podemos decir del registro actoral empleado. En este sentido, el suyo ha sido un trabajo de aprendizaje de recursos eminentemente artesanal y titiritero que funciona con una precisión de reloj suizo, fruto de sus años de práctica en los escenarios.
Atención, sencillez en apariencia pues la obra no tiene nada de fácil ni de simple, pues son muchos los engranajes que permiten las fecundas superposiciones de las imágenes, base del lenguaje de A La Sombrita.
Hay una preciosa sintonía entre el tono de la narración, inspirado como no en el estilo stvensoniano de La Isla del Tesoro pero no en el de la novela sino en el de quien la lee con admiración a un público joven y amigo, y el lenguaje visual utilizado antes descrito. Sintonía que a su vez es el calzador que permite introducir la nueva línea argumental de la propuesta: la permuta de la naturaleza del Tesoro de Barbacuda, que pasa de la burda pero tan perseguida enajenación contemporánea por el vil metal, al espíritu de las letras y de las palabras, elemento base y sorpresivo de la obra que acaba por imponerse de un modo natural, irónico y sumamente cómico y divertido en su ejecución.
Y aquí es donde el sombrista conecta muy íntimamente con el público, atrapado este por la gracia de ver cómo los diferentes personajes van entrando uno tras otro en la aceptación del tesoro metafórico de Barracuda, sin que en ningún momento chirríe la ocurrencia de la permuta mental.
Creo que José-Diego Ramírez ha alcanzado con este título una de sus cumbres creativas, al juntar todos los saberes de su oficio con un contenido de alta inspiración y sin afectación alguna. Una obra para disfrutarla, él haciéndola, nosotros viéndola y dejándonos llevar por su metafórica e irónica cadencia visual, tan refrescante como necesaria.
Kujira, el pasacalles ballenero del Centre de Titelles de Lleida
No ocurre todos los días ver a una ballena pasear por las calles de la ciudad. Y eso es lo que sorprendió a los vecinos del Cabanyal este domingo, cuando vieron desfilar a una ballena tan tranquila por la calle del Rosari, desde el Teatro La Estrella hasta el Teatre El Musical. Bueno, una ballena titiritera, por supuesto, es decir, articulada y hecha de madera y otros materiales, con tres portadores disfrazados de pescadores japoneses.
Su tamaño sería el de una ballena real en su niñez, y lo que impresiona a quienes la ven avanzar a paso lento por las estrechas calles del popular barrio de pescadores de Valencia es la verosimilitud de sus movimientos, no por nada ha sido construida por Joan-Andreu Vallvé, maestro titiritero de los grandes, uno de los primeros profesores de títeres y teatro visual y de objetos que tuvo el Institut del Teatre en Barcelona, ya desde los años setenta.
Kujira pasea tan tranquila emitiendo sus gemidos roncos y agudos, esa habla misteriosa de los mamíferos gigantes del mar, mientras suena una música relajante de corte extremo-oriental que sorprendió al público valenciano, acostumbrado a los pasacalles ruidosos y festivos con banda.
Pensaron algunos: ¿así que es posible realizar un desfile por la calle con música relajante? ¿Los niños y las familias no se aburren y siguen al ensimismado cetáceo misticeto casi en un tono de veneración, mientras los padres se ponen en estado meditativo? Pues sí, así lo demostraron los tres magníficos actores-portadores del Centre de Titelles de Lleida, en uno de los barrios más populares de Valencia, para asombro y admiración de familias y de los propios organizadores.
Al final, cuando el cetáceo de nombre japonés llegó a la placita donde está el Teatre El Musical y la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, se desveló al público el mensaje ecologista de la cabalgata en defensa de las ballenas, perseguidas como es bien sabido por los depredadores de la modernidad economicista de nuestros días.
Fue interesante ver cómo en un mismo lugar se superponen devociones tan distintas y a su vez tan complementarias: la procesión ecologista en defensa de las ballenas, y las procesiones religiosas de la Semana Santa, que se están ya preparando, con ensayos para los portadores con pasos sin imágenes pero muy cargados de cemento y sacos de arena. En ambas hay devoción, y ambas reflejan el deseo de comunidad y de participación colectiva. Y ambas buscan el bien común.
Familias, niños, titiriteros, organizadores y responsables públicos se maravillaron de estas resonancias invisibles para la mayoría, pero reales y tangibles para todos en esta superposición festiva-callejera en el barrio del Cabanyal.
Trapos, de la compañía uruguaya Coriolis
Tuvimos la suerte los espectadores del Festival de ver uno de los últimos trabajos de la compañía uruguaya Coriolis, que deslumbró con su anterior obra vista en España, Pasos Largos, dirigida a público adulto (ver aquí). Y fue una suerte verlo en la Sala el Cabanyal del Teatro de la Estrella, espacio intimista ideal para una propuesta como Trapos, dirigida en este caso al público familiar.
Realmente tenemos que reconocer el gran instinto titiritero que tienen los dos cómicos uruguayos, Maru Fernández y Gerardo Martínez, los dos actores y directores de Coriolis, capaces de emular una primera producción de éxito con una segunda que no le va a la zaga, al enardecer a un público familiar exigente y entendido como es el de La Estrella.
Obra sin palabras sustentada por una banda sonora a cargo de Leandro Sabino y Maia Prieto que marca los ritmos y las diferentes secuencias de la acción. Música unas veces original y otras un collage de conocidos tangos y milongas que se ajustan como anillo al dedo a las vicisitudes de los personajes.
Reza el programa de mano: ‘Tres ancianos y un perro luchan con la Muerte cruzando las cuatro estaciones’. Y eso es lo que vemos realmente en el escenario, con unos títeres hechos en efecto de trapo y una manipulación cien por cien titiritera en el mejor sentido de la palabra.
En efecto, con unas marionetas movidas por simples varillas, los de Coriolis han sabido absorber la sustancia de las mejores tradiciones del mundo: desde la vitalidad y el ágil virtuosismo de los títeres napolitanos de Pulcinella, hasta la exquisita gestualidad expresiva de los títeres argentinos de los Di Mauro o los Chonchón, para citar solo a unos pocos. Hemos dicho la sustancia y podríamos añadir el espíritu de estas tradiciones, pues en Trapos no media palabra alguna, todo se hace con el gesto, el ritmo y la música, lo que añade una mayor calidad sintética a la propuesta, que es la quintaesencia de las artes titiretiles.
La gracia y la soltura de la manipulación son extraordinarias, y todo rezuma un humor tierno, sencillo y popular, de los que van directamente al corazón del espectador, mientras la mente va procesando los distintos signos que nos sitúan en los ritmos del año y de la vejez, sin olvidarse del ‘amigo del hombre’ por excelencia, el perro, cuya fresca espontaneidad supera siempre los intereses egoístas de los humanos, a pesar de que su egoísmo, quizá por estar sustentado solo por el instinto sin que intervengan razones, reviste perfiles más absolutos, como el de los niños, y por ello más inocentes y entrañables, aunque seguramente más dañinos y crueles.
Los espectadores, familias y muchos titiriteros valencianos, aplaudieron con fervor el trabajo de Coriolis, convencidos todos de que nos encontramos ante dos creadores de altísimo nivel.
La Leyenda de Sally Jones, de Baychimo Teatro
Cerró el Festival la compañía Baychimo Teatro, de Zamora, con una muy elaborada producción sobre un hecho legendario pero ‘real’, en el sentido de que existe un libro para niños escrito por Jakob Wegelius que narra la historia de un gorila capturado en su infancia y que vive un rosario de aventuras a cual más cruel y excitante, dando la vuelta al planeta, y transitando por múltiples escenarios ‘de película’, en un sentido más imaginario que real.
Interpretada por Paloma Leal, que también firma la dramaturgia, y por Ramón Enríquez, autor de la escenografía, con títeres, máscaras y vídeo de Arturo Ledesma, La Leyenda de Sally Jones tiene la gran virtud de presentarse bajo un formato de teatro documental, es decir, inmersos sus dos presentadores en el papel de investigadores un poco al estilo Indiana Jones, es decir, yendo a los escenarios plausibles de la pesquisa para descubrir las trazas del paso de la gorila, en su lugar de nacimiento, el Congo, o en Estambul y el mítico Hotel Pera, en Nueva York o en Singapur…
El recurso estilístico de la búsqueda documental, basándose en las ilustraciones del libro de Jakob Wegelius sumamente atractivas, de corte victoriano y con el lenguaje y las imágenes de los aventureros que en el siglo XIX todavía descubrían geografías y mundos desconocidos, permite a los de Baychimo desplegar todo un universo icónico muy atractivo y seductor. Pero no solo las imágenes nos remiten al imaginario de la ciencia del Novecientos, también el lenguaje utilizado por la compañía se basa en la labor documentalista: vídeos de época, mapas, proyecciones explicativas, y una voz en off, la de la misma Sally Jones, supuestamente grabada en un viejo disco de piedra que un precioso gramófono reproduce.
Los autores de la propuesta han dejado hablar a Sally solo desde el gramófono, y no cuando aparece en su figura real de títere de tres dimensiones. Entonces, la gorila se expresa con sonidos guturales de mono, tal como la película El Planeta de los Simios nos ha explicado que hablan los primates antes de mutar al habla humana. Me pregunto si no hubiera sido bueno escuchar a Sally razonar de vez en cuando junto a su amigo el orangután, ese primate aristocrático cuyo rostro parece más humano que el de los humanos. Pero me imagino que así lo ha impuesto la novela de Jakob Wegelius.
Por suerte, no todos los humanos que rodean a Sally son crueles y depredadores, también los hay de buen corazón y sensibles a la indiscutible naturaleza aristocrática de los grandes simios, como el maquinista del barco que los lleva a Borneo, que deviene su mejor amigo y compañero de fatigas.
Y es sin duda este formato de supuesto teatro documental lo que hace tan atractiva la propuesta de Baychimo, capaz de seducir al espíritu aventurero de niños y mayores, mostrando un imaginario que a pesar de su antigüedad sigue vivo en nuestra memoria, como las modas retro y vintage nos recuerdan.
El público así lo entendió en el Teatre El Musical, atrapado por una historia que apela a asuntos y dilemas morales hoy de gran actualidad.