(Imagen de la exposición ‘Trabajos cachiporrísticos’ en Fuente Vaqueros. Foto T.R.)
Como ya anunciamos en la primera crónica publicada a raíz del Centenario del Retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla, en la que comentamos la representación que se hizo de la ópera en el Palacio de Carlos V de La Alhambra (ver aquí), vamos a hablar en el presente artículo sobre dos de las cuatro exposiciones que se pueden ver estos días en Granada para festejar el mencionado evento con miradas complementarias y dispares de lo que significó el Retablo en la cultura de la ciudad y del país, así como la íntima y fructífera amistad que nació entre Manuel de Falla, Hermenegildo Lanz y Federico García Lorca, centrada en los títeres.
Son las siguientes: Trabajos Cachiporrísticos, en la casa natal de García Lorca en Fuente Vaqueros; y Los títeres de Lorca, Lanz y Falla, en el Centro Federico García Lorca de Granada.
En una próxima crónica hablaremos de las otras dos exposiciones: El pasado presente, en la Casa de los Tiros de Granada; y La cuñada de don Cristóbal, en la casa veraniega de los Lorca en la Huerta de San Vicente.
Cuatro exposiciones muy diferentes entre sí, que tienen la gran virtud de mostrar el rico e interesante paisaje cachiporrístico o titiritero que vivió Granada en los inicios de aquella fecunda segunda década del siglo XX. Una época de grandes logros y aún mayores esperanzas que, como dijimos en nuestra primera crónica, la Guerra Civil impidió que germinara.
Trabajos Cachiporrísticos, en Fuente Vaqueros
He aquí la exposición más titiritera y teatral de las cuatro, algo lógico si tenemos en cuenta que sus comisarios son Enrique Lanz y Yanisbel V. Martínez, el director y la adjunta a la dirección de la compañía Etcétera, siendo Enrique además el nieto de Hermenegildo Lanz.
De izquierda a derecha, Inma Hernández Baena, Yanisbel V. Martínez, Susana Aintziuru, Marian Palma, Adolfo Ayuso y Pilar López Villa, en la entrada de la Museo Casa Natal FGL de Fuente Vaqueros. Foto T.R.
Tuve la suerte de visitar la exposición en compañía de Adolfo Ayuso, su compañera Pilar, la directora del Titirimundi de Segovia, Marian Palma y Susana Aintziuru, guiados por quienes mejor la conocen: quien ha sido uno de sus comisarios, Yanisbel V. Martínez, y la encargada del Museo Casa Natal, Inma Hernández Baena, una íntima conocedora de todo lo que se refiere al mundo de Lorca y la cultura de su época. Dos guías de lujo que nos hicieron vivir no solo lo que explicaba la exposición, sino los entresijos y las entrañas tanto de su montaje como de la misma Casa Natal.
Vale la pena recorrer esta casita que hoy vemos como una modesta casa de pueblo, con las habitaciones que están tal como se quedaron después de los desastres de la guerra y de la huida de la familia, la cocina, la sala de estar con piano, el dormitorio con los mismos muebles originales y hasta la salita con la cuna de los bebés de la casa, hasta que fue restaurada por la Diputación de Granada en 1986 y convertida en una casa museo dedicada a la infancia del poeta. Reúne en sus dependencias y en un edificio vecino que lo complementa, una importante colección de documentos, bibliografía y obras de arte.
Inma Hernández Baena ante la fachada del Museo Casa Natal FGL. Foto T.R.
Destaca, entre otros, el manuscrito de la conferencia ‘Arquitectura del cante jondo’, la versión argentina de la obra de guiñol ‘El Retablillo de Don Cristóbal’, así como todos los archivos personales del hispanista Ian Gibson, biógrafo del poeta y de tantos personajes de su época.
Retrato del padre de Federico García Lorca en una de las habitaciones del Museo Casa Natal FGL- Foto T.R.
También es destacable la sala que lleva el nombre de quien fue gran amiga de Lorca, Anna María Dalí, hermana de Salvador Dalí, que donó al museo buena parte de su archivo y determinados objetos con una especial significación lorquiana.
Sala Anna Maria Dalí. Foto T.R.
Es importante indicar que la exposición se realiza en la llamada Sala Granero, allí donde en efecto estaba el granero de la casa, y que era donde Lorca solía hacer de niño sus funciones de títeres para los vecinos y demás niños del vecindario. Te lo cuenta al subir las escaleras la voz de quien fue la hija de una de las sirvientas de la casa y niñera de Federico, Doña Carmen Ramos González, en una entrevista que le hizo Eduardo Molina Fajardo en el año 1971. Maravillosos recuerdos del gran poder que tenía Federico ya de niño para atraer a la gente a su alrededor y fascinarlos con cuentos e historias inventadas, que declamaba a viva voz o mediante sus funciones de títeres.
Pero vayamos a la exposición
El hilo conductor de los títeres
Sorprende llegar al granero y verse envuelto en una atmósfera de ensueño, quizá buscando resonancias de los espacios imaginarios que allí se levantaron alrededor de los títeres, pues lo que prima en toda la sala son imágenes, textos y, sobre todo, marionetas, que van ilustrando los caminos que siguieron los tres amigos Lorca, Lanz y Falla, cuando sintieron desde la infancia la atracción de las figurillas animadas de madera o de cartón.
Imagen de la exposición Trabajos Cachiporrísticos. Foto T.R.
Para aprovechar bien el espacio, Yanisbel y Enrique decidieron suprimir las ventanas de la sala: para concentrar más la atención sin fugas al exterior, y para aprovechar los huecos de las ventanas opacadas y convertirlos en pequeños escenarios. La iluminación es teatral, es decir, indirecta y tenue, permitiendo leer las cartelas, pero aplicando el principio tan propio del teatro de forzar la mirada hacia lo elíptico y lo escondido. Pero además se ha querido huir de las reglas expositivas al uso, esas que escapan de la aglomeración y se basan en la tacañería estética de la escasez de piezas: mejor una bien vista que cien volando. Aquí se ha seguido un criterio diferente, más acorde con lo popular y con la curiosidad que despierta la abundancia. Pues abundan títeres, marionetas, objetos que se utilizan en las funciones, teatrillos de papel, fotografías de funciones, carteles, programas de mano… Refleja el entusiasmo de una generación que descubrió los títeres y quiso expresarse con ellos, el mismo entusiasmo que sintieron los autores de la exposición cuando tuvieron en sus manos tantos tesoros que debían ser vistos y explicados.
Imagen de la exposición Trabajos Cachiporrísticos. Foto T.R.
¿Pero cómo hacerlo sin colapsar la mirada de los visitantes? Los teatreros siempre se sacan cartas ocultas de los bolsillos, y sobre todo los titiriteros, que deben lidiar con la escasez de medios. ¿Qué mejor que unos pósits, esos papelitos amarillos que sirven para anotar urgencias o indicaciones concretas, escritas a mano con un lápiz o un bolígrafo? Sirven para orientar desde ‘la letra pequeña’, a modo de complemento singular de las cartelas, con indicaciones informales, las que van de ‘tú a tú’. Se consigue así una cierta atmósfera de taller, de lugar de trabajo, de laboratorio de las ideas. El problema es que son pequeños y casi no se leen. La solución es también titiritera: se ofrece a cada visitante una linternita, en la que está inscrito el título de la exposición, para que se acerquen al pósit y puedan leer la letra pequeña. Luego se pueden llevar la linterna a casa, como recuerdo.
Visitante sirviéndose de una linternita. Foto T.R.
¿Y cómo se unifica este pequeño caos de imágenes, textos, títeres, carteles y objetos variopintos? Con un hilo rojo. Desde el principio del recorrido hasta el final, un hilo rojo de lana marca el camino a seguir, recorre el espacio expositivo, propone el viejo juego que inventó Ariadna para que Teseo pudiera salir del laberinto. Aquí el trabajo de desovillar el hilo ya lo han hecho los comisarios, y el visitante, cuál Teseo amante de los títeres perseguido por un minotauro de cartón, va recorriendo el camino que en su día siguieron los tres protagonistas de la aventura, Federico, Hermenegildo y Manuel.
Marioneta de ‘La Serva Padrona’, de Títeres Etcétera, con el hilo de lana una vez desovillado. Foto T.R.
Porque de una verdadera aventura se trata, descubrir la historia de los títeres, relacionar a los personajes de la cultura popular andaluza, como el Don Cristóbal o la Tía Norica de Cádiz, con los que en Europa seguían los mismos caminos y hablaban el mismo lenguaje: Guiñol, Punch, Pulcinella, Kaspar…
Imagen de la exposición Trabajos Cachiporrísticos. Foto T.R.
Y ver cómo se urdieron las operaciones cachiporrísticas, la velada artística de la Noche de Reyes del año 2023, en la que los tres amigos desplegaron sus respectivas artes, la música de Falla al piano, los versos y las historietas de Lorca, los títeres, decorados y las figuras planas de Lanz. Unos esquemas dramatúrgicos que se repiten en el estreno de la ópera El Retablo de Maese Pedro en París, para la que Lanz crea una plástica insólita e innovadora.
Imagen de la exposición Trabajos Cachiporrísticos. Foto T.R.
De todo eso habla la exposición, en un recorrido temático y cronológico que, tanto para los niños como para los mayores, tiene más de juego y de aventura que de una visita cultural con deberes para la escuela.
Imagen de la exposición Trabajos Cachiporrísticos. Foto T.R.
Y una gran ventaja: ¡la exposición está abierta hasta el mes de abril de 2024! Tienen tiempo para ir a Granada y visitarla. Y si van antes del mes de septiembre, podrán ver las otras tres que reseñamos en estas crónicas. ¡No se lo pierdan!
Los títeres de Lorca, Lanz y Falla, en el Centro Federico García Lorca
Se trata sin duda de la exposición más oficial y completa de las cuatro que se presentan en Granada en estas fechas. No podía ser de otro modo, tratándose del centro cultural más importante que la ciudad ha creado para homenajear al poeta granadino, y que lleva su propio nombre.
Comisionada por el gran historiador de las vanguardias hispánicas de los años veinte y treinta, y uno de los principales estudiosos de la obra, la vida y la época de Lorca, el británico Andrew A. Anderson, la exposición realiza un profundo recorrido por los momentos más importantes que los tres amigos vivieron en su relación con los títeres.
Teatrillo de papel de la Estampería Paluzie. Foto T.R.
Primero, se nos indica el contexto cultural e histórico de la época, con el interés que sintieron tanto Falla como Lanz y Lorca por los teatrillos recortables de papel, el llamado ‘Teatro de los niños’, de Paluzie y Seix Barral, tan apreciados entonces por las burguesías ilustradas.
También se habla del choque y la impresión que produjeron la llegada de espectáculos como el del Teatro dei Piccoli, de Vittorio Podrecca. O la influencia que produjo en Falla conocer a Stravinsky y su Petrushka, así como los llamados The Ballets Russes, indicándonos las múltiples visitas de Stravinsky a España
Programas de mano de 1917 y 1920 de los Ballets Rusos en el Teatro Real. Retrato de Stravinski por Picasso y fotografía de Mary Garden en el papel de Carmen, en el programa de 2017. Foto T.R.
Nos recuerda la exposición unos antecedentes interesantes, como la celebración que se hizo en 1905 para el tricentenario de la primera parte del Quijote, en el Ateneo de Madrid, con una versión de El Retablo de Maese Pedro con música de Cecilio de Roda, y actores, entre los cuales Carlos Fernández Shaw, en el papel de Quijote. Como indica la exposición, ‘Es más que probable que Manuel de Falla asistiera a la velada’, al ser gran amigo de Shaw.
Cartela de la exposición. Foto T.R.
Se muestran en las amplias salas del Centro Federico García Lorca verdaderas piezas únicas, pocas veces vistas, pertenecientes a las tres familias implicadas, que siempre han sido muy celosas en el préstamo de sus pertenencias. Los decorados y los bocetos escenográficos de Hermenegildo Lanz, como los de Teatro de Guiñol, o de la obra La niña que riega la albahaca y el píncipe preguntón, de 2023, joyas que explican la gran influencia que tuvo el pintor en Lorca, con ideas y soluciones que incorporó en sus dibujos.
Retrato de Hermenegildo Lanz, por Ramón Argelés. Foto T.R.
El conjunto de los títeres de cachiporra construidos por Lanz es uno de los puntos álgidos de la exposición, títeres que ha conservado y mantenido la familia Lanz y que ahora pertenecen a su nieto Enrique, los cuales se han visto en algunas exposiciones de títeres.
Cabezas para los Títeres de Cachiporra de Hermenegildo Lanz: el Mago, Don Cristóbal,el Rey, la Reina, el Príncipe, la Niña y Currito el del Puerto. Foto T.R.
Otro capítulo importante es el referido al Misterio de los Reyes Magos, que también se presentó en la velada de Reyes de 2023. La exposición muestra los bocetos de los decorados de la obra, más las figuras planistas que Lanz creó para los personajes.
Escena del Misterio de los Reyes Magos: Gaspar, Baltasar y Melchor bajo los árboles de la luna y el sol. José Francés. ‘Los bellos ejemplos. En Granada resucita el guignol’. En la Esfera,vol. X, núm.475. 10 de febrero de 1923. (foto T.R.)
Son imágenes preciosas que indican la gran atención que puso el artista en estas funciones privadas, la misma puesta por sus cómplices en la operación, Falla y Lorca.
Ilustraciones del ‘Codex Granatensis’. Foto T.R.
Las figuras para el Auto de los Reyes Magos están inspiradas en las preciosas pinturas del ‘Codex Granatensis’ que se guarda en la Universidad de Granada. La exposición muestra algunos de sus dibujos, sobre los que se inspiró muy directamente Lanz.
Figuras planistas para El Misterio de los Reyes Magos, de Hermenegildo Lanz. Foto T.R.
Tras una sala dedicada a libros y publicaciones de los tres autores, nos adentramos en la temática del centenario, la creación y el estreno de la ópera de Manuel de Falla, El Retablo de Maese Pedro.
La exposición marca los momentos importantes del proceso de creación de la ópera, y explica muy bien el contexto y el cómo se realizaron los distintos eventos. Como se explica en uno de los textos de la exposición, Falla había indicado a Lanz que los ‘personajes (teatro planista) sean inspirados por los frescos de la Sala de la Justicia (color, indumentaria, etc)’, en el Salón de los Reyes de la Alhambra. Imágenes que vemos expuestas en la pared del Centro Cultural.
Fotografía de Amadeo López del Águila, bóvedas de las pinturas sobre piel de la Sala de los Reyes,La Alhambra, Granada. (foto T.R.)
En esta sala se reproducen también las fotografías de las ocho cabezas talladas por Hermenegildo Lanz para El Retablo de Maese Pedro, así como algunos croquis a color de los títeres realizados por Lanz.
Cabezas talladas de Don Quijote y de Sancho Panza para ‘El retablo de maese Pedro’, de Hermenegildo Lanz (1923). Foto T.R.
Una exposición que nos explica con un enorme conocimiento de causa todo lo referente a esta conjunción de las tres estrellas que confluyeron en Granada en varios proyectos artísticos de gran calado, de cuyas resonancias todavía bebemos hoy en día.
Quizá podamos decir que en aquella noche mágica de Reyes en la que se estrenaron tantas obras importantes en la casa de los Lorca, los verdaderos reyes que llegaron con sus regalos y tesoros no fueron los de Oriente sino Falla, Lanz y Lorca, disfrazados, eso sí, con el simbolismo encarnado de los magos de la Estrella.