El experimentado y veterano titiritero Toni Rumbau, creador e intérprete de la conferencia-espectáculo: “El Titiritero, El Doble y la Sombra”. Foto: Iñigo Royo
El Titiritero, el Doble y la Sombra, se ha podido ver o se verá próximamente en escenarios de: Barcelona, Sagunto, Lleida, Sevilla, Evora, Rianxo, Valls y Alicante.
El día 25 de octubre, estará en el Teatro Pradillo de Madrid, formando parte de la programación del festival: Pendientes de un hilo.
Rumbau, ha contado con la colaboración del titiritero Eudald Farré en el rol de director y co-intérprete. Pepus Serrat, como asistente técnico. José Menchero en el diseño del espacio. Las siluetas para las escenas de sombras han sido creadas por Clementina Kura Kura. La música (muy fundamental) compuesta por Octavi Rumbau.
El acto, arranca con Toni Rumbau ante un atril situado a la derecha del escenario y su figura destacada por el contraluz de un foco. A la izquierda, se encuentra situada la estructura de un escenario para títeres, el llamado Retablo o Teatrillo.
Toni Rumbau en un momento de su “performance”, donde conferencia y espectáculo transitan en pletórica armonía. Teoría y praxis en una bien lograda fusión. Foto: Iñigo Royo
La conferencia, abre su temario con aportaciones didácticas sobre el origen de los títeres y sobre el enorme valor positivo de “perder el tiempo” cuando ese tiempo perdido (no productivo des del punto de vista industrial, material, monetario o financiero) es un tiempo dedicado por ejemplo a la cultura de los títeres.
Como diría el filósofo Pierre Hadot, es necesario proteger y potenciar la utilidad de aquello que es “inútil”. De todo aquello que alimenta nuestro espíritu humanista.
Para ilustrar el origen de los títeres, Rumbau se sirve de una máscara, la cual modela una senectud, el personaje de un anciano, metáfora del inexorable transcurrir del tiempo…, del avance imparable de las saetas del reloj…
Las máscaras más emblemáticas, símbolo eterno del teatro antiguo, actual y futuro: Comedia y Tragedia. Foto: Historia National Geographic
La incorporación de la máscara en las representaciones teatrales se atribuye al griego Tespis, nacido en el año 566 antes de Cristo. Colocada ante un rostro humano, se integra en ese rostro. Y tan pronto como queda integrada, puede dotársela de voz y personalidad.
Pero si se separa y se aleja un poco del rostro, (Rumbau lo ejemplifica) adquiere identidad propia, autónoma. De la máscara al títere, solo media un paso.
Es suficiente con modificar la estructura externa incorporándole cuerpo y brazos. La otra estructura, la interior, cuando impulsa un gesto o un movimiento, o una palabra o una onomatopeya, es la misma.
Con el títere constituido, (Rumbau lo explica y escenifica con clarividencia y amenidad) tenemos sobre el escenario dos identidades: el títere y su manipulador.
Manipulador, o como gusta decir al titiritero y artista plástico Joan Baixas: el títere y su animador. Quien dice animador o manipulador, dice animadora o manipuladora.
El conferenciante nos informa sobre una realidad incuestionable: los titiriteros sucumben al paso del tiempo, antes o después se mueren… Los títeres no, pueden gozar de vida eterna. Como mucho, alguna vez pueden necesitar una mano de pintura.
Toni Rumbau, acompañado por el histórico títere Malic. Foto: Iñigo Royo
El conferenciante, de súbito, nos muestra un títere de guante. No es un títere cualquiera, ¡es Malic! Después de un largo período de inactividad, ¡Malic vuelve!
¿El títere Malic? Sin duda se trata de un títere carente de referencia o con referencia muy lejana para las jóvenes generaciones de visitadores y visitadoras de las pantallas de titeresante.es, que residen a lo largo y ancho del territorio Español.
Pero resulta todo lo contrario para catalanes y catalanas (jóvenes y maduros sin distinción) puesto que ese nombre de Malic, les evoca un histórico y pequeñísimo teatro de Barcelona, (en funcionamiento entre los años 1984 y 2002) bautizado con el nombre de Teatro Malic
Malic, en castellano: ombligo. En ese diminuto Teatro Malic, (50 espectadores) el títere del mismo nombre, protagonizó diversos y celebrados espectáculos.
De izquierda a derecha, en el vestíbulo del pequeño teatro, su tridente fundador, integrado por: Mariona Masgrau Toni Rumbau y Eugenio Navarro. A este trío de excelentes artistas escénicos, también puede atribuirse la fundación de la compañía internacional de títeres: La Fanfarra. Foto: Albert Fortuny
El titiritero Rumbau y el títere Malic se trasladan desde el atril al teatrillo, pasando así del modo conferencia, al modo espectáculo. A ellos se añade un nuevo títere: el perro Gustau.
Gustau, (al igual que Malic) también ha pasado un montón de años inactivo, retenido. Tanta retención le obliga (en uno de los momentos más cómicos del espectáculo) a evacuar (con explícito realismo) el líquido de la orina.
En el escenario del Teatrillo, vemos a Malic, como percusionista de pandereta y a Gustau, vaciando la vejiga… Foto: Iñigo Royo
La escena que viene a continuación, nos recuerda el código subversivo tantas veces utilizado por el genial Charles Chaplin: la figura del policía como símbolo de castigos y coacciones “legalizadas” por una sociedad concebida desde la represión, construida con intención de ponerle zancadillas al pensamiento libre de cada individuo.
¿Cómo organiza Rumbau, esa escena de inspiración Chapliniana? Mediante los títeres Gustau y Malic poniendo en marcha una trepidante percusión. A la cual se une encantado y participativo todo el público.
Escena musical, pues, a la que se une la aparición de un títere policía, que llega dispuesto a impedir que Malic y el público gocen de la música que están creando. ¡El Policía quiere imponer silencio! Le autoriza a exigirlo, una señal de tráfico con un disco donde queda bien claro que la música está prohibida. Pero si Malic gira el disco, resulta que en el reverso, la música no está prohibida.
El Policía, Malic y la señal a doble cara: autorización o prohibición. Foto: Iñigo Royo
Debido al conflicto, (como rindiendo homenaje a los espectáculos de títeres más tradicionales) ¡Policía y Malic se enzarzan en un frenético ir y venir de garrotazos!
Rumbau regresa a la zona del atril, y del modo espectáculo nos vamos al modo conferencia, la cual nos expone nuevas reflexiones sobre la dualidad títere-titiritero. Sobre el sujeto y el objeto. ¿El titiritero es el sujeto y el títere es el objeto? ¿O es justamente al revés?
De sus palabras reflexivas, Rumbau pasa a encender la llama de una pequeña vela. El escenario se oscurece y el conferenciante se traslada al Teatrillo…
La oscuridad casi total es necesaria para interpretar escenas protagonizadas por el Teatro de Sombras. Foto: Iñigo Royo
Toda la estructura del Teatrillo, hasta este momento opaca, adquiere transparencia para convertirse en una pantalla iluminada para la retroproyección y como tal, apta para la proyección de sombras. De nuevo nos hemos situado en la modalidad de espectáculo.
En la pantalla, las siluetas de dos poderosas y exóticas divinidades pertenecientes a una mitología inventada por Rumbau, (las cuales nos pueden recordar las milenarias sombras balinesas y javanesas) se pelean furiosamente. En el transcurso de ese enfrentamiento, la escena adquiere una acción trepidante, mayúscula, del todo catapultada por la excelencia de la música.
¡Con posterioridad a la pelea, uno de los Dioses pone un huevo! Y de ese huevo divino, ¡nace el Títere Primigenio, un títere origen y germen de todos los títeres que después vendrán!
Como suele ocurrir a menudo en la historia de la humanidad desde que esta existe: los oprimidos se rebelan contra los opresores. ¡El Títere Primigenio se rebela contra el autoritarismo de los Dioses!
Las siluetas de los Dioses, muestran su hostilidad hacia el Títere Primigenio. Foto: Iñigo Royo
Estos Dioses (al igual que muchas divinidades) son demasiado altivos, demasiado supremos. Son intolerantes y castigan cruelmente al Títere Primigenio. Proceden a inmovilizar totalmente su expresividad verbal y gestual, poniéndole guantes, hilos y varillas.
Y por si no fuese suficiente, ponen en funcionamiento un contingente de esclavos con el objetivo de tener bajo control al Títere Primigenio. Esos esclavos son, nada más y nada menos, que los titiriteros.
Pero, como es misión de cualquier esclavo, los titiriteros terminan ignorando el mandato que los Dioses les han encomendado, prescinden del Títere Primigenio y se dedican a multiplicarse y expandir su civilización. El Títere Primigenio, permanece abandonado, olvidado…
Olvidado por unos titiriteros que solo existen en la fértil, sorprendente y artística imaginación de Rumbau. Los titiriteros auténticos, jamás abandonan a sus amados títeres.
Una imagen de civilización totalmente urbana y actual, que aleja el Teatro de Sombras de Rumbau, de la estética de sombras tradicionales. Foto: Iñigo Royo
Por momentos, la escena va adquiriendo –sustentada técnicamente por diversas fuentes de luz y por la superposición de imágenes- una estética que nos acerca a una fascinante dimensión cinematográfica.
Teatro de Sombras con fantasmagoría de títeres y titiriteros. Foto: Iñigo Royo
Finalizada la escena del teatro de sombras, Rumbau recupera el código conferencia y allí, en el atril, es donde aparece el títere doble de Rumbau. Un Rumbaucito a escala reducida idéntico al de carne y hueso.
¿Estamos viendo a Toni Rumbau persona y su doble títere? ¿O lo que nos muestra la imagen es a Toni Rumbau títere y su doble persona? Foto: Iñigo Royo
El tema del desdoblamiento, el de la alteridad, es uno de los más enraizados y constantes en la personalidad artística (y puede que también en la psicológica) del maestro titiritero Rumbau: incursiones introspectivas en el otro yo, o en el super yo. En el yo, ante el espejo. En el yo, ante su alter ego títere…
Rumbau títere y Rumbau persona, mantienen una sugestiva, filosófica, existencial y divertida conversación sobre las respectivas identidades, sobre las dos identidades, sobre la identidad de cada uno de ellos, que en definitiva tal vez es la misma, puede que en realidad se trate de una sola identidad…
En el tramo final del espectáculo, que de nuevo se traslada al teatrillo, vemos como el títere Rumbaucito y el títere Malic, desconocen el misterio que envuelve los orígenes del Títere Primigenio. Y coinciden en la necesidad de saber y encontrar cual es el secreto del “gran vivo”, es decir, quieren descubrir y conocer el origen de la primera criatura nacida con naturaleza de títere, para revitalizar de este modo al titiritero… Pero no saben quién podría facilitarles información…
Para resolver el requerimiento de ambos títeres, de súbito, ¡aparece un títere Demonio!
La inesperada aparición de un demonio imprime continuidad argumental a la conferencia-espectáculo. Foto: compañía
El Demonio es un personaje muy presente y recurrente en todo tipo de dramaturgias titiriteras, en las de antes y en las de hoy. ¡El Demonio, aconseja a Malic y Rumbaucito, ponerse en contacto con la Muerte…! La Muerte, un personaje de eficaz presencia dramática, también suele prodigarse en las puestas en escena titiriteras. Esta señora, puede ser considerada como un icono fundamental en la semiótica titiritera, desde la más clásica a la más innovadora.
El ingenio y el sutil sentido del humor de Rumbau, impiden toda trascendencia a la presencia de la Muerte, haciéndola aparecer coja e incompleta…
El conjunto de fémur, tibia y peroné de una de las esqueléticas piernas de la Parca, lo podemos ver entre los dientes del perro Guastau. Es bien sabido que los canes, aprecian los huesos, les gusta mordisquearlos…
¡La Muerte! Un personaje muy apreciado por las dramaturgias, puesto que siempre aporta soluciones argumentales definitivas… Foto: Jorge Raedo
La Muerte, proporciona a Malic y al doble de Rumbau, una orientación críptica: Debéis abrir la testa, entrar en la marmita y lanzaros de cabeza al nido…
Ambos, Malic y Rumbaucito, se disponen a seguir el consejo de la muerte y meterse de lleno en esclarecer el misterio de abrir la testa, el misterio de la marmita… Una marmita viene a ser como una cabeza…
En cualquier caso, ambos títeres desean recuperar la vitalidad del Títere Primigenio. Y es bien sabido que, ¡todo títere, para ser vitalista, necesita el vitalismo de un titiritero!
¡Los títeres necesitan disponer de una cabeza! ¡Y la que tienen más a mano es la del titiritero Rumbau! Pero, ¿Rumbau -abandonará la conferencia- y se dejará rebanar la cabeza, al modo como se rebana una longaniza?
Mejor asegurar el objetivo, aplicando un poco de anestesia… ¡Llaman al titiritero y lo atontan a base de garrotazos…! La cabeza ya se encuentra disponible… Proceden a abrirle el cráneo, empleando la lógica implacable de esos seres diminutos, la lógica del ¡“dicho y hecho”!
Escena, esta de la cabeza, de una magnífica truculencia y teatralidad que puede remitirnos a las llamadas Figuras Anatómicas que (desde finales del siglo XIX hasta principios del XX) compartían exhibición en museos, circos y barracas de feria, con las muy populares Figuras de Cera.
La cabeza de Rumbau, -después de haberle abierto la testa- con su interior accesible. Flanqueada por el títere Malic y (pirueta de la alteridad) por el doble de Rumbau, es decir, por el doble de la cabeza. Foto: Iñigo Royo
Una vez se han introducido dentro de la cabeza, gracias a que la dramaturgia los ha transformado (mediante la magia de las sombras) en pequeñas siluetas negras recortadas sobre la superficie iluminada, su percepción se expande ante un mundo interior que se les antoja infinito… ¿La cabeza es la metáfora de la marmita? ¿La marmita es la metáfora de la cabeza? Lo verdaderamente definitivo, estriba en que el relato, servido por el juego de las sombras, ¡adquiere un considerable valor estético y dramático!
¡Como en el túnel del tiempo, como en una radiografía surgida del interior de toda la historia titiritera, van apareciendo imágenes proyectadas que retratan los viejos mitos de los humanos ¡y de los títeres!
¿A quién pertenece el rostro proyectado en el centro de la imagen? ¿Es el de un títere? ¿El de un titiritero? Las facciones parecen ser las de Toni Rumbau… Foto: Iñigo Royo
Ya para concluir brillantemente la conferencia-espectáculo, flirteando con el happy end, vemos aparecer por sorpresa al titiritero, lógicamente con la cabeza bien puesta sobre los hombros, de cuerpo entero, y todo él, pletórico, energético, revitalizado, dispuesto a ejercer su oficio y bien acompañado por el títere Pulcinella, símbolo de la vitalidad de los títeres tradicionales, al cual por cierto, la imaginativa mitología napolitana, atribuye el don extraordinario de haber nacido de un huevo, en lugar de haber sido construido (como cualquier títere) por unas manos humanas…
La catarsis del ritual de transformación que constituye la esencia de este espectáculo, se ha completado. El público aplaude, ¡mecido por un triunfal pasodoble torero!
La conferencia-espectáculo ha finalizado. ¡Se impone saludar y recibir los aplausos! De izquierda a derecha: Eudald Farré, Toni Rumbau y el títere Pulcinella. Foto: Sara Serrano
Hasta aquí, les referencias a una original y creativa Conferencia-Espectáculo.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “EL TITIRITERO, EL HUEVO, BARCELONA Y LA EXTRAVAGANCIA
Y para cerrar el artículo, la referencia a otra actividad artística de Toni Rumbau, la de su último libro: El Titiritero, el Huevo, Barcelona y la Extravagancia, calificable como una muy particular novela a caballo entre las incursiones de cariz periodístico y las de cariz filosófico y visionario.
Una novela, (que goza también de versión catalana) donde no faltan las ilustraciones coloristas de unas imágenes de tono fantástico y surrealista.
¡En las páginas iniciales, nos encontramos con unos títeres y marionetas que adquieren vida! Unos títeres que se mueven y accionan por ellos mismos, que toman decisiones, que sienten, piensan y padecen: (…) Las marionetas, liberadas de hilos y controles, habían abierto la puerta y se esparcían por el taller. (…) Kalim y Kilam, los dos títeres comprados en Los Encantes, eran los que más saltaban y chillaban.
Portada del libro de Toni Rumbau ‘El Titiritero, el Huevo, Barcelona y la Extravagancia’. Editado por Thot Arts. Foto: Toni Rumbau
¡Las singulares marionetas y los no menos singulares títeres, resulta que sorprendentemente también pueden hablar! (…) Pero al ser y no ser lo que son, pasa como con sus títeres, que se han independizado y charlan por los codos cuando les da la gana.
Aprovechando que poseen el don de la palabra, los títeres se quejan del trato recibido por parte de los humanos (…) Los títeres, al principio, intentamos explicar nuestros trucos y secretos, pero no nos hicieron caso. Nos encerraron bajo candado en sus retablos y nos obligaron a repetir siempre las mismas funciones, idénticas y aburridas.
¡Dirigidos por el control de los humanos, esos insólitos títeres se han sentido injustamente sometidos! ¡Esclavizados!
La notable diferencia en centímetros que les separa de la altura de los humanos, tal vez les ha hecho sentirse empequeñecidos, como se podría sentir cualquier humano si su altura se compara con la de un gigante o giganta (en realidad títeres aumentados de tamaño) de nuestro folklore popular.
La pequeña mano humana de carne y hueso, establece contacto con la gran mano de cartón piedra, de una giganta. Foto: Núria Morte
Los títeres no son rencorosos, no son vengativos. A pesar de la enorme humillación sufrida, los títeres independizados establecen una relación amistosa con quien ha sido su titiritero, un tal Manuel…
Los generosos títeres independizados proporcionan al tal Manuel, el contacto con el personaje del señor Quinqué, una especie de guía turístico buen conocedor de la ciudad de Barcelona y capaz de expandir la geografía barcelonesa hacia geografías galácticas y siderales…
Imagen en la página 140 de: “El Titiritero, el Huevo, Barcelona y la Extravagancia”. Foto: Toni Rumbau
DAMIÀ BARBANY
Es fantástico el recuerdo. Qué nostalgia de aquellostiempos